Ernesto Guevara, también conocido como el Che (64 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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En su primera campaña antiburocrática proponía acciones represivas contra los funcionarios, severísimas sanciones y crear mecanismos de control. No era ésta su primera carga, en otras ríos intervenciones un par de meses antes, cuando aún no era ministro de Industria había criticado a los administradores colocados en las fábricas por el gobierno, a los que los trabajadores veían como viejos patronos y estaba estimulando la creación de un mecanismo de control obrero, los "consejos asesores", para que mantuvieran una presión de base sobre las direcciones fabriles.

En cierta medida no se equivocaba en que la revolución había crearlo una presión social, un fuerte impulso que hacía que millares de trabajadores rompieran los cercos de la burocratización e impulsaran el provecto revolucionario por tazones de conciencia y no por estímulos materiales. Un grupo de normadores del trabajo checoslovacos había descubierto desconcertarlo, que en las fábricas cubanas los trabajadores se apuraban cuando se decía que estaban estableciendo una norma de producción, mientras en otros lugares se disminuía el ritmo.

Pero los problemas comenzaban a abrumarlo en el Ministerio, no sólo se trataba del surgimiento del burocratismo, también El Che estaba enloquecido con el problema de las refacciones y los repuestos que comenzaban a paralizar las maquinarias. Y pronto comenzaría a aparecer un nuevo problema: Habían estado comiéndose las reservas, los stocks de materias primas encontrados al inicio de la revolución e incluso los enormes recursos desperdiciarlos que ahora se estaban aprovechando. Al disminuir el número de desempleados, al introducir millares de becas de estudios para hijos de obreros y campesinos, al recortar la importación de productos de lujo, se encontraba en el mercado un montón de dinero que pasaba al consumo de bienes y generaba escasez.

Y El Che abría un nuevo frente de debate, como si tuviera pocos, y unos días después de la aparición de "Contra el burocratismo" publicaba en "Verde Olivo" "Cuba, excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista", un primer llamado a la revolución latinoamericana combatiendo la idea de que las condiciones de excepción que se había encontrado Cuba eran irrepetibles.

A las seis de la mañana del 15 abril, aviones B26 estadunidenses, con pilotos cubanos entrenados por la CIA, bombardeaban las bases aéreas de Santiago, San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad. Era el prólogo a la esperada invasión.

De acuerdo a un plan estratégico previamente establecido El Che se transportó como había hecho en otras ocasiones de alerta roja a Pinar del Río, en el occidente de la isla, para hacerse cargo del ejército occidental, Raúl Castro se haría caigo del ejército oriental y Almeida del central. Horas más tarde el comandante Guevara hablaba en Pinar del Río ante una concentración de milicianos que retornaban tras haber estado combatiendo a las bandas de la contra en lo que se llamó "la limpia del Escambray." Las fotos registran millares de fusiles alzados mientras El Che habla:
Reconforta
saber que por lo menos un avión enemigo fue derribado con toda seguridad y
se
hundió envuelto en llamas... todavía por la mañana vimos al comandante Universo Sánchez herido por un casco de metralla, tomando las medidas por si se repitiera el ataque... estos nuevos nazis, cobardes, felones y
mentirosos...

Y remata:
No sabemos si este nuevo ataque será el preludio de la invasión anunciada de los 5 mil
gusanos... Pero
sobre
los cadáveres de nuestros compañeros caídos, sobre los escombros de nuestras fábricas, cada vez con mayor decisión. ¡Patria o Muerte!

Al día siguiente El Che se encuentra en La Habana durante el sepelio de los muertos en el ataque aéreo. El cortejo fúnebre circula por la calle 23 rodeado de miles de milicianos armados, las baterías antiaéreas protegen la manifestación desde los edificios más altos.

Fidel en su intervención desmiente que hayan sido aviones cubanos como quiere hacer aparecer la propaganda de la CIA, ve con claridad que la operación tenía por objeto destruir la aviación cubana en tierra para facilitar el ataque anfibio. Y es en esta lógica de enfrentamiento final, de todo o nada, de patria o muerte, que Fidel decreta el carácter socialista de la revolución cubana.

¿Que cruza la cabeza del Che? Finalmente ése es su provecto. El cree que no hay otro camino y los hechos parecen confirmarlo. ¿Con la terrible sensación de que la guerra ha vuelto a estar entre ellos, hay espacio para diseñar futuros? Durante un año ha pensado muchas veces que la revolución cubana podía disolver su radicalismo social en el disolvente de las conciliaciones y la politiquería. Para un hombre al que le gusta dejar tierra quemada atrás en su historia personal, para un hombre al que las metáforas de las carabelas quemadas, los puentes ardiendo a su espalda, le resultan tan gratas, no puede dejar de ser un momento de gloria aquél en que un país abre una puerta hacia el cielo o el infierno y cierra todas las demás.

Horas más tarde estará de nuevo en Pinar del Río, Fidel piensa que la invasión vendrá por occidente, por las costas de la isla más cercanas al continente, El Che está pues en la zona donde la inteligencia cubana espera el primer enfrentamiento. Será en la comandancia de occidente, en Consolación del Sur, donde esa tarde se produzca un extraño accidente que generará abundantes rumores: al hacer un movimiento brusco se le cae el cinturón donde lleva la pistola amartillada y ésta se dispara. El tiro le produce una herida a sedal. Las fuentes difieren: ¿en la mejilla, en el cuello? Lo que todas aceptan es que si la bala se hubiera desviado un par de centímetros se hubiera incrustado en el cráneo. De inmediato es transportado a un hospital, donde se le hacen las primeras curaciones sin anestesia, porque tiene miedo que una reacción alérgica le desencadene un ataque de asma que lo paralice. Aleida viene desde La Habana a verlo.

Esa misma noche, hacia las 11:45 un grupo de milicianos choca contra la vanguardia de la invasión, una avanzada de hombres rana que están marcando el punto de desembarco en las cercanías de Playa Girón, una zona cercana a la Ciénaga de Zapata en la costa sur del centro de la isla. Poco menos de hora y media más tarde la noticia llega al comando de la revolución. Esa misma noche una maniobra de diversión organizada por la CIA simula un desembarco en la zona de Pinar del Río que está bajo las órdenes del Che. Equipos electrónicos montados en balsas de goma logran simular la proximidad a la costa de naves de desembarco. El comandante Guevara abandona el hospital.

En el curso de la noche Fidel organiza personalmente la movilización de batallones de milicianos, apelando a los recursos que tiene a mano, incluida la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas. Se trata de no permitir que se consolide una cabeza de playa. Los dirigentes de las revolución se transmutan de nuevo en guerrilleros, el ministro de Trabajo, Martínez, se mueve hacia la zona de operaciones, Aragonés, Ameijeiras jefe de la policía, Fernández Mell.

A las ocho de la mañana El Che se comunica con Fidel y se entera de que ya se está combatiendo, que los invasores han tomado tres pequeñas poblaciones en las cercanías de la Ciénaga de Zapata y que se han producido los primeros choques. Fidel y El Che todavía piensan que se trata de una diversión y que la invasión se producirá en otro punto. El Che pide transportes y hombres que sepan disparan morteros de 120 milímetros. Fidel se los consigue.

El diseño de la operación, más allá de las continuas subestimaciones políticas de la CIA, no es malo: crear una cabeza de puente, un "territorio liberado" en la isla, que cuente con una pista de aviación, transportar al "gobierno en el exilio" y realizar de inmediato su reconocimiento por Estados Unidos y otros gobiernos latinoamericanos. En la operación están involucrados no sólo Estados Unidos, sino Somoza en Nicaragua e Ydígoras en Guatemala, que proveen de campos de entrenamiento. Resulta comprensible sólo en la demencial lógica de la guerra fría el entender estas amistades políticas del gobierno liberal de Kennedy con dos de las dictaduras más siniestras del continente.

La veloz reacción de la exigua aviación revolucionaria cubana, que haciendo alardes técnicos mantiene media docena de aviones en el aire, le da el primer golpe a la invasión. La resistencia de milicianos pobremente armados impide que el desembarco progrese y se consolide. Y, sobre todo, la magia de Fidel que dirige la batalla por teléfono en cada detalle y va creando una trampa sin salida.

Las anécdotas, los miles de testimonios, permiten reconstruir la carrera hacia Girón de 3 o 4 mil hombres. Pareciera que la urgencia para llegar a pegarles tiros a los invasores fuera una epidemia virulenta y contagiosa. Dejando atrás a los que se demoran, a los tanques que no tienen transporte, a los que llegan tarde, los batallones que Fidel va moviendo comienzan a acercarse y a chocar con los inmovilizados invasores. Una emulación entre el gallego Fernández, Duque, Aragonés, Dreke, Ameijeiras, René Rodríguez, para ver quién llega primero a la primera línea y luego a las playas, ya marcando el primer día de contraataque. Y lo suyo no es excepcional. Los milicianos se baten como fieras, deteniendo a los tanques, avanzando bajo fuego de artillería. El 17 los invasores no sólo han sido frenados sino que están a la defensiva y el cerco se cierra.

La propaganda generada en Estados Unidos da una versión diferente:
Yo me había dado un tiro, que había fracasado como comunista, estaba
todo destruido; Fidel creo que estaba asilado o lo habían herido en un
combate aéreo; Raúl estaba perdido por otro lado; en fin, ya las tropas avanzaban y había tomado el "puerto" de Bayamo

En la noche del 17 al 18 Fidel, quien se ha aproximado a la zona de combate, regresa a La Habana porque recibe el informe de que en la zona del Che, Pinar del Río, parece inminente un desembarco naval. Por Mariel y Cabañas se observan muchos buques de guerra. El Che ha tomado disposiciones defensivas. Una vez aclarado que no existe una segunda invasión Fidel moviliza las antiaéreas y los primeros tanques hacia Girón. Para un hombre sin paciencia como El Che la espera debe haber resultado terrible.

Sin moral de combate, enfrentados a resistencia popular en caria punto, los invasores se repliegan de Playa Larga y sobre la concentra-ción en Girón se producen, el 18, los golpes más demoledores. El 19, a las 5:30 de la tarde el Ejército Rebelde toma Girón, la invasión ha fracasado, un poco antes naves estadunidenses recogen a una pequeña parte de la brigada invasora; atrás se quedan más de 1500 capturados y casi 200 muertos. El propio Fidel llega hasta el mar sobre un camión artillado.

Más tarde, haciendo un balance muy simple El Che diría:
No se le puede pedir a un hombre que tenía mil caballerías de tierra de su papá, y que viene aquí simplemente a hacer acto de presencia para que le devuelvan las mil caballerías, que se vaya a hacer matar frente a un guajiro que no tenía nada y que tiene unas ganas bárbaras de matarlo, porque le van a quitar sus caballerías
. Y las cifras de Fidel, confirmando la versión del Che de lo que se jugaba en Girón, ofrecerían esta estadística sui generis a partir de las propiedades de los invasores capturados: "se trataba de recuperar 371 930 hectáreas de tierra, 9666 inmuebles, 70 fábricas, 10 centrales azucareros, tres bancos, cinco minas y 12 cabarets."

CAPÍTULO 30

Sin derecho a cansarse

La victoria de Girón dio el respiro que la revolución necesitaba para pasar al proyecto de construcción económica, y todo ello en medio de un clima de amplia participación popular. Pocos días después de la derrota de la invasión
los compañeros de la Federación del Azúcar establecieron la consigna: "El 1 de mayo: 6 millones de toneladas de azúcar." Cuando yo escuché esa noticia me quedé asombrado, porque tengo conocimientos de cómo marcha la zafra. Llamé al administrador general de ingenios (...)
el compañero Menéndez y él me dijo que había sido una iniciativa obrera, que no se le había consultado (...) Ahora bien, eso es imposible de lograr. El Che se indigna, porque no le gusta ni la retórica, ni la demagogia, ni las promesas incumplibles.

El 24 de abril del 61 nuevamente está dirigiendo las reuniones del Consejo de Dirección del Ministerio de Industria. Ha venido directamente desde Pinar del Río.

En el Consejo existía el acuerdo, impulsado por El Che, de que todos los dirigentes deberían hacer un par de visitas al mes a fábricas y talleres para mantener una visión desde cerca de los problemas, incluso se había establecido entre los miembros del Consejo el acuerdo de una multa de un día de salario al que fallara; los cuadros de dirección se habían estado quejando de que estaban sobrecargados de tareas, que la campaña de alfabetización, que el trabajo voluntario, que los entrenamientos con las milicias... Supuestamente El Che habría tenido que visitar la fábrica de lápices Mitico Fernández en Batabanó, pero estando acuartelado en Pinar del Río... Gravalosa cuenta: "Tocio el mundo estaba expectante en el Consejo y pensaban que no había podido hacerlo", pero El Che sacó un papelito doblado de uno de los bolsillos del uniforme y se disculpó por no haber traído mecanografiado el informe. Más de uno ese día perdió una apuesta.

El Che no sólo sacó su informe, como habitualmente hacía, puso sobre la mesa una libreta verde sacada del bolsillo de la camisa, ese bolsillo eternamente lleno de chingaderas y se puso a leer sus notas, observaciones, críticas, lo que los cuadros (y él mismo) llamaban "descargas." Cuando aparecía la libretita, todo el mundo a temblar. Además de la libreta. El Che tenía otro pequeño misterio, un lapicero multicolor con diferentes minas, que cambiaba de acuerdo a las notas. Es ejemplificante del cariñoso pánico que causaba entre sus asistentes que nadie se atreviera a preguntarle para qué lo hacía, hasta que un día Valdés Gravalosa no resistió. "Yo no aguanté y le pregunté. Coño, se me aclaró el misterio"

—Es una clave que yo utilizo. Cuando escribo en rojo es algo que tengo que plantearle a Fidel, cuando escribo en verde al Consejo del Ministros, y así...

El consejo enfrentaba ese día algo que parecía obsesivamente ir y volver en cada reunión: la parálisis de las industrias sin repuestos y sin materias primas. Pero también ese día El Che constataba que a pesar de las irregularidades que se habían vivido en los últimos días, la producción había aumentado. Boorstein precisa: "La producción industrial del 60 se había incrementado, los problemas futuros tendrían que ver no con la administración sino con las herencias y el embargo."

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