Ernesto Guevara, también conocido como el Che (63 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Se opta por una estructura centralizada como una respuesta inicial a la ausencia de: cuadros medios y se la dota con gestión financiera centralizada, sin autonomía empresarial,
como sucede en algunos países socialistas.
El Che está iniciando una "herejía socialista."

Años más tarde reconocería que
todo este aparato está creado desconociendo las tareas y constantemente surgen dentro del aparato estatal conflictos
.

Entre los problemas que heredan es que han ido cayendo en manos del Ministerio de Industria una gran cantidad de pequeños talleres, llamados en Cuba "chinchales", que se mantuvieron funcionando para no aumentar el desempleo.
Recibimos el regalo nada grato de un galpón con siete obreros, donde no hay ni servicios sanitarios, donde no hay la más pequeña maquinización, donde no hay ni el más pequeño sentido de organización, pero son siete hombres que tienen que trabajar.
También recibirá para su administración industrias artesanales imposibles de racionalizar como la del calzado con sus 15 mil trabajadores, que no se podía mecanizar, porque se mandaba al desempleo a millares de artesanos, o la del tabaco. Sobraba mano de obra en las fábricas y faltaba en el corte de caña o la cosecha de café.

En principio había que mantener funcionando una industria dependiente y bloqueada que tenía que abastecer un país que demandaba cada vez más.

El Che se instala en el noveno piso del llamado edificio A, en la Plaza de la Revolución, en un despacho que según el periodista Luis Pavón "tenía aire de campamento" y trata de encontrar administradores confiables al mismo tiempo que enfrenta los de la falta de técnicos y tropieza con la inminente crisis portuaria. Boorstein cuenta: "Todo el sistema portuario habanero estaba diseñado para recibir el ferry de Palm Beach y el Sea Train de Nueva Orleans, que en cinco días, con una llamada telefónica ponían aquí una refacción. Muchos productos llegaban en vagones de tren desde las empresas estadunidenses y rodaban del puerto a la fabrica cubana." Nunca llegaban barcos de más de 5 mil toneladas. Todo tenía que cambiar ahora, no había espacio de almacenaje suficiente, etc. Los soviéticos tuvieron que inventar un detergente para limpiar los tanques de los barcos petroleros en La Habana, para poder mandar barcos con petróleo y llevárselos con azúcar.

En el campo de los técnicos las cosas estaban peor. Por ejemplo El Che tenía a su cargo dos geólogos cubanos, un año más tarde tenían 200 tomando en cuenta voluntarios latinoamericanos y rusos y polacos, cuando necesitaban 2 mil.
Estábamos absolutamente huérfanos de técnica.

En los primeros días de trabajo en el Ministerio El Che fija algunos criterios:
discusión colectiva, responsabilidad única;
reuniones semanales de análisis del Consejo de Dirección que podían durar de cuatro a cinco horas y en las que podrían hacerse chistes, pero se instalaban con estricta puntualidad. Gravalosa cuenta que se quedaban fuera los que llegaban cinco minutos tarde, diez minutos dirá Borrego. Y para que quede claro que le parece un tema central, organiza de inmediato un grupo para el trabajo voluntario en el Ministerio.

Es por esos días que El Che se le acerca a Gravalosa y le pregunta si conoce a un maestro de enseñanza básica que pueda dar clases aceleradas de ciencias y de letras. Cravalosa le recomienda a su viejo profesor del instituto, el socialista Raúl Arteche. Este se convierte en el prole de la escolta, bajo la paternal y enfurecida mirada del Che: Coello, Hermes Peña, Tamayo, Castellanos, Villegas (que luego sería enviado a la escuela de administradores de industrias) estudian en un salón cercano a las oficinas del Che sujetos a las descargas del jefe.

Tamayo recuerda que El Che pagaba al profesor de su bolsillo y que las clases creaban problemas, porque mientras sus escoltas estudiaban. El Che se subía al jeep y se iba sin ellos. Tamayo se vio obligado a hablar claro con el jefe: "Che, si usted no quiere escolta me lo dice ahora mismo, yo hablo con Ramiro y le planteo la situación suya" y El Che quien debía temer a las iras de su amigo y viejo subordinado, ahora a cargo de la Seguridad Estatal, se disculpaba diciendo que había que estudiar, que no es que él quisiera... Le costará menos trabajo al Che controlar su Ministerio que a su escolta. Villegas y Castellanos se saltan clases para aprender a pilotear aviones y reprue-ban. El Che adoptará medidas drásticas, mientras que asciende al resto, a estos dos los castiga a arar y sembrar un solar yermo cerca cicla casa al grito de
ustedes son bueyes y
quieren seguir siendo bueyes, no quieren superarse.
Los castigados consiguen un tractor, pero El Che les dice que nada de eso; una yunta de bueyes y tampoco, que a empujar a mano el arado. Terminarán sacándole una buena cosecha de ajíes, tomates y coles al baldío.

El 26 febrero del 61, tres días después de haberse estrenado como ministro de Industria, El Che publica en 'Verde Olivo" una narración titulada "Alegría de Pío", que sin duda preparó durante la gira pasada. Quince días después aparecerá "Combate de La Plata", y así en rápida sucesión irán saliendo sus memorias revolucionarias bajo el título de "Pasajes de la guerra revolucionaria." La revista desaparece de los kioscos y se agota. Es un material que provoca pasiones entre los lectores cubanos. Durante los siguientes tres años, a causa de la dificultad de encontrar tiempo para escribir, irán apareciendo otras entregas de manera espaciada. Se trata de reconstrucciones muy minuciosas de su visión de la revolución cubana, apoyadas en sus diarios y contrastadas con la visión de otros combatientes. Su mecánica de narrador era la siguiente: dictaba una primera versión a la grabadora basada en notas, Manresa la pasaba en limpio, El Che volvía sobre la redacción varias veces, buscando un estilo más fluido y mayor precisiém en lo que estaba contando. Más tarde se reuniría, siempre en horas de la madrugada cercanas al amanecer, en un salón del Ministerio de Industria con compañeros que habían participado en las acciones y revisaba con ellos el texto. Se echaba sobre la mesa y entre bromas y recuerdos tomaba notas de nuevo, hacía croquis. Entre el grupo de veteranos estaban: Fernández Mell, Alfonso Zayas, Harry Villegas, Alberto Castellanos, Ramón Pardo, Joel Iglesias y Rogelio Acevedo.

Oltnski era uno de los lectores de las versiones finales y más de una vez se armó la polémica, porque Oltuski sentía que El Che le daba en sus textos un tratamiento disminuido a la lucha urbana, a la que, según el "polaco", veía sólo como reclutamiento, propaganda, captación de fondos. Y el debate se volvía a armar, porque El Che le criticaba a su amigo que no escribiera su versión.

Más allá de que Oltuski probablemente tuviera razón, las historias del Che tenían la enorme virtud de la precisión, la sencillez, el tratamiento arriesgarlo de temas siempre espinosos, la sinceridad y sobre torio, la capacidad de evocación, de recreación, de elaboración de una atmósfera, de construcción de personajes. Nuevamente El Che encontraba sus mejores virtudes como analista en los recursos del escritor

Mientras comenzaba a publicar fragmentos de los que sería su segundo libro y por azares de la política ficción aparecía "La guerra de guerrillas" traducida y publicarla en la URSS. El Che encontraba la manera de unir a las asfixiantes tareas en el Ministerio nuevas acciones en el trabajo voluntario y el 29 febrero cortaba caña en el central Orlando Nodarse, con un grupo de mujeres voluntarias que habitual-mente trabajaban en oficinas; se trataba de un campo que había sido quemado por saboteadores. Era la época de los incendios. A veces serían los cañaverales para obstaculizar la zafra, a veces sabotajes de centros comerciales como el Ten cents o El Encanto en La Habana. La presión de la invasión estaba en el aire, en Cuba se vivía bajo sen-sación de cerco, a la espera.

El 13 de marzo se decreta un nuevo racionamiento sobre carne, leche, zapatos y pasta de dientes. Oltuski cuenta: "Una vez alguien criticaba la falta de comida y él dijo que no era cierto, que en su casa se comía razonablemente.

"—Quizá recibes una cuota adicional— dije, medio en serio medio en broma."

"El Che frunció el ceño, se acercó) al teléfono que tenía en una mesita como a tres metros de la mesa de su despacho y llamó a su casa. "Al otro día nos llamó para decirnos:
"—Era cierto, hasta ayer recibíamos una
cuota adicional." Y le informó a su secretario Mantesa:


A partir de ahora en mi casa se come por la libreta
(de racionamiento).

Y llevó más allá el asunto, no sólo en su casa se comería por la libreta, también en el Ministerio. Manresa cuenta: "Me orientó que hablara con Manuel Luzardo, el ministro de Comercio Interior, para averiguar qué se comía en la calle, qué comía la población y que fuera eso exactamente lo que se le diera a él en el Ministerio. Para mí era un problema del carajo. Este hombre trabajaba 20 horas diarias, tenía asma, no podía comer huevos, no podía comer pescado por las alergias. A veces yo le engañaba para mejorarle la dieta. A él le gustaba mucho la fruta, el caldo de pollo, la carne de res como buen argentino. Para ello a veces le inventaba una parrillada, y tenía que ponerle cuento al asunto. Inventaba que algunos compañeros latinoamericanos querían hacer algo y en el techo del Ministerio de Industria montaba una parrillada."

El 23 de marzo El Che le hablará en Santa Clara a los obreros azucareros. Ha elegido a los obreros de los ingenios porque
en estos momentos de peligro que vive la República
es simbólico iniciar la emulación en un sector que sistemáticamente había sido castigado y reprimido y aún así conservaba su insurgencia. Está acabando la zafra, la que irá a la venta a los países socialistas. Se trata de lograr una alta eficiencia en la molienda de caña para rescatar terrenos para otros cultivos. Se proyecta una competencia, una emulación.
Pequeños estímulos materiales y grandes estímulos morales,
gallardetes a las provincias ganadoras y además 60 viajes turísticos para un obrero de cada ingenio azucarero.

Y El Che se eleva sobre las pequeñas miserias.
La realidad sin adornos, sin miedos y sin vergüenzas. La verdad nunca es mala.
Y ofrece una primera explicación sobre las escaseces: £5
bueno decirlo honestamente, ha habido escaseces y en los próximos meses va a haber otras.
Y explica que de la noche a la mañana el 75% del comercio exterior cubano se ha desvanecido a causa del bloqueo; que para encontrar un pequeño insumo que se necesitaba en la refinación petrolera y que habitualmente se conseguía en Estados Unidos, ahora se trató de comprarlo en Francia y no pudieron, y fracasó la gestión en Bélgica y en Canadá, porque las empresas estadunidenses presionaron a sus subsidiarias o a otras empresas que lo producían y que tenían tratos con Estados Unidos.

Describe a la vieja industria cubana como subsidiaria, habituada a manejar pocos productos, que cuando necesitaba algo lo pedía a Nueva Jersey por número de catálogo, y cómo, gracias a la habitual sobreproducción estadunidense, siempre se tenía la posibilidad de conseguirlo. Ahora no sólo, están las distancias de los proveedores, un mes en barco desde China o la URSS, sino los tremendos problemas del almacenamiento.

Pero la escasez sólo puede atacarse de una manera y El Che recibe un enorme aplauso de los obreros cuando reitera el mensaje igualitario:
Todo
lo
que haya se va a repartir entre todos los que somos (...) En las nuevas etapas de lucha revolucionaria, no habrá quienes reciban más que otros, no habrá funcionarios privilegiados ni latifundistas. Los únicos privilegiados en Cuba serán los niños. Y anuncia duros castigos a los especuladores que traten de subir los precios o hacer negocios con las carencias.

Cinco días más tarde pronunciará en Santa Clara un nuevo discurso del que toda Cuba recogería una frase, un mexicanismo: "Al imperialismo hay que darle en el hocico." Y comienza una guerra casi personal contra la burocratización de la nueva administración y por un nuevo estilo de dirección. En el número de abril publica en la revista "Cuba socialista" un artículo titulado "Contra el burocratismo":

Los
primeros
pasos como Estado revolucionario estaban teñidos de los elementos fundamentales de la táctica guerrillera como forma de administración estatal (...) las guerrillas administrativas chocaban entre sí, produciéndose continuos roces, órdenes y
contraórdenes
(...) después de un año de dolorosa experiencia (...) era imprescindible modificar totalmente nuestro estilo de trabajo y
volver
a organizar el aparato estatal de un modo racional (...) como contramedida se empezaron a organizar los fuertes aparatos burocráticos (...) el bandazo fue demasiado grande y
toda
una serie de aparatos administrativos entre los que se incluye el Ministerio de Industria iniciaron una política de centralización administrativa (...) De esta manera los cuadros más conscientes y
los
más tímidos frenaban sus impulsos para atemperarlos a la marcha del lento engranaje de la administración.

El Che pensaba idílicamente que se encontraba ante una distorsión temporal del centralismo, en un proyecto social que concentraba en la administración estatal la mayor parte de la agricultura, la industria y los servicios.
El
burocratismo
no nace con la sociedad socialista ni es un componente obligado de ella, y le atribuía tres causas al fenómeno: falta de conciencia, falta de organización y falta de conocimientos técnicos.

No se mordía la lengua al criticar la dirección económica de la revolución en la que estaba personalmente implicado, en particular a la Junta Central de Planificación (Juceplan) por centralizar sin poder dirigir, y proponía una serie de soluciones que no iban a la raíz del problema: Motivación, educación, conciencia, mayor conocimiento técnico, organización, liberar energías.

Porque El Che creía que el gran antídoto contra la irracionalidad burocrática producto de la centralización y la jerarquización, era la reacción social y la conciencia. Y le confirmaba su tesis el registro de un fenómeno:
"cuando
el
país ponía en tensión sus fuerzas para resistir el embate enemigo, la producción industrial no caía, el ausentismo desaparecía, los problemas se resolvían con una insospechada velocidad y resumía:
El motor ideológico se lograba por el estímulo de la agresión extranjera.

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