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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (60 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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En los últimos días del 59 se habían producido frecuentes reuniones privadas en Cojimar, en las que participaban regularmente Fidel, El Che, Raúl, Emilio Aragonés y los dirigentes comunistas Aníbal Esca lante, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, César Escalante y Lázaro Peña. Sin duda en estas reuniones se exploraba entre otras cosas posibilidad de un apoyo soviético si crecía la presión económica estadunidense. Sin embargo Fidel no quería que su interlocutor con los rusos fueran únicamente los comunistas cubanos, y así se envió una misión a los países socialistas para abrir posibilidades de comercio encabezada por Núñez Jiménez, que no había obtenido mayor acuerdos concretos. Será Alexeiev (quien con su cobertura de periodista era el representante del PCUS en Cuba, un ruso atípico, extrañé que usaba guayabera, hablaba español, llegaba en las madrugadas visitar al Che al Banco, fumaba habanos y hasta hacía chistes) quien cocine el contacto definitivo. Aprovechando una visita de Mikoyan a México, la dirección de la revolución cubana envió a Héctor Rodri guez Llompart con una invitación. Así habrían "de desembarcar los primeros soviéticos en Cuba. En febrero del 60 se produciría la visita de Anastas Mikoyan, una de las máximas figuras de la burocracia soviética y miembro del Politburó del Partido Comunista de la URSS.

El Che está presente cuando Fidel y los demás ministros del gobier no lo reciben y asiste a la primera declaración de Mikoyan: "Nosotros estamos listos para apoyar a Cuba." Y estará presente a lo largo de la gira en conversaciones privadas y actos públicos. Será por cierto el primero que inicie el aplauso cuando Mikoyan entre en una sala de con ciertos. Y será sin duda uno de los más fuertes partidarios dentro de gobierno cubano a la aproximación con los soviéticos. ¿Qué es la URSS para El Che? Cuatro novelas sobre la guerra antifascista y la revolución de octubre, la heredera de la mitología socialista, la patria de Lenin, cuna del humanismo marxista, la patria del igualitarismo, la alternativa en un mundo bipolar al bien conocido imperialismo estadunidense. Ni los procesos de Moscú, ni el autoritarismo policiaco, ni los gulag, ni la persecución de la disidencia, ni el antigualitarismo burocrático, ni la economía mal planificada, ni el marxismo de fachada y cartón piedra de los rusos, formarán parte de la cultura política del Che en 1960.

Y Mikoyan cumple, pone flores en la estatua de Martí, recibe abucheos de los estudiantes católicos, firma un pequeño convenio azucarero, y sobre todo establece con su presencia una advertencia contra el aislamiento que se genera desde Estados Unidos, mientras evalúa las posibilidades de Cuba en el gran juego geopolítico de la guerra fría.

Un mes más tarde El Che dirá en un programa televisivo, sintetizando la opinión de una parte de la dirigencia de la revolución cubana, al hablar sobre el apoyo soviético y el hecho de que los rusos sólo lo hacen para irritar a Estados Unidos:
Podemos admitir que eso sea cierto
. Y remata con un provocador;
¿Y a nosotros qué?

Durante la visita, la escolta del Che es obligada a rendir horas extra. Castellanos cuenta: "Llevábamos una semana completa con Mikoyan, casi todo el tiempo sin comer, entonces fueron a visitar la casa de Celia Sánchez, eran como las diez de la noche y teníamos un hambre perra, uno de los compañeros nos dijo que allí cerca vivía la secretaria de Osvaldo Dorticós, que seguramente tenía comida y para allí fuimos. Nos pusimos a freír huevos y a comer de cuantas cosas tenía, en eso viene uno buscándonos y dice: ¿Quién anda con El Che? Está parado en la esquina. Salí corriendo. Lo encontré muy serio y enojado, me preguntó:
¿Dónde estabas?
Le expliqué que tenía hambre y me dijo:
Yo también. Siempre que como, comen ustedes, tiene que ser parejo para todos
. Me metió tres días preso en el cuarto de la casa."

En los días posteriores a la visita de Mikoyan, El Che vuelve a la actividad febril, lo mismo inaugura una escuela construida sobre un cuartel de la dictadura que advierte que
están tratando por todos los medios de impedir la zafra
por medio de sabotajes. Se cambia nuevamente de casa a una en Ciudad Libertad, un par de meses más tarde lo hará a la calle 18, al número 710, entre avenida 31 y 7a en Miramar (¿por razones de seguridad es toda esta vida de mudanzas?).

En febrero y marzo de 1960 será el sujeto de cuatro historias fotográficas. El antiguo fotógrafo callejero de la ciudad de México, ahora convertido en personaje central, visita un día a su compañero de columna, el doctor Vicente de la O, quien acaba de tener un hijo, al que claro, registra como Ángel Ernesto, y existe una foto, tomada casualmente por un fotógrafo que andaba por ahí, de un Che extrañamente amoroso cargando al niño de meses que observa con desconfianza la barba del personaje. Es una foto tierna, donde El Che mantiene los ojos entrecerrados. ¿Está listo el comandante Guevara nuevamente para la paternidad?

Un par de semanas más tarde, durante una de las conferencias en la Universidad reseñadas en el capítulo anterior, Fernando López, un fotógrafo, a quien El Che ha bautizado a la mala como Chinolope
(No hay muchos fotógrafos chinos cubanos, ni muchos López)
, con una apasionante trayectoria profesional dentro y fuera de Cuba, dispara una foto tan importante en la imaginería guevarista como la que hará Korda tres días después, aunque menos difundida, una foto que fue criticada y llamada mística por algún realista socialista trasnochado años después de la muerte del Che. Evaporado todo a partir de los perfiles, se ve a un Guevara melenudo, con la mano derecha apoyada en una silla y la izquierda en la barbilla, el índice sosteniendo la punta de la nariz, mirando levemente hacia arriba. El Greco siempre pensó que así se contaba a los personajes, que así era la vida.

Y tres días más tarde, el 4 de marzo, cuando Guevara va rumbo al Banco, se produce la explosión de La Coubre, un barco francés cargado con 70 toneladas de armas belgas. El Che, advertido por la tremenda detonación, se desvía hacia los muelles del Arsenal. El desastre es terrible, hay 75 muertos y cerca de 200 heridos. Colabora en las labores de rescate. La duda invade a todo el mundo, ¿accidente o sabotaje?

El fotógrafo Gilberto Ante, de Verde Olivo, se lo encuentra salvando heridos y El Che encabronado le prohibe que le tome fotos. Le parece impúdico ser objeto de curiosidad en un accidente. Al día siguiente se celebra el funeral de las víctimas. A una cuadra del cementerio de Colón, sobre la calle 23, se levanta una tribuna cubierta con una bandera cubana con un crespón de luto. En ella Fidel pronunciará por primera vez la consigna de "Patria o muerte." El fotógrafo Alberto Díaz, "Korda" de "Revolución" va paneando con su Leica con un lente de 90 milímetros por los personajes de la tribuna y se encuentra en la segunda pasada con El Che, que avanza por uno de los costados, se sorprende ante el gesto del argentino y dispara dos veces. "Al verlo metido en el encuadre de la cámara, con esa expresión, casi me produce un sobresalto de impacto. Intuitivamente aprieto el obturador." Alberto Granado le diría a Korda un poco después que ese día El Che tenía cara de que si veía a un yanki se lo comía vivo; pero no es eso lo que se muestra en la foto.

En el negativo aparece un hombre no identificado en el lado derecho de la foto y las hojas de una palmera en el izquierdo; hábilmente Korda suprime los elementos que distraen y se concentra en el rostro, una imagen muy peculiar, la cara ceñuda, la ceja izquierda levemente alzada, la boina con la estrella, una chamarra cerrada al cuello, el viento moviendo la melena. Años más tarde el editor italiano Gia-como Feltrinelli encontrará la foto en casa de Korda y hará un cartel. Decenas de miles de copias, luego millones de ejemplares recorren el mundo. Es la imagen más conocida del Che, la simbólica, la que inundará muros, portadas de libros, revistas, mantas, pancartas, camisetas. La que se enfrentará a la foto distribuida por los militares bolivianos del Che muerto en la plancha del hospital de Malta en un duelo simbólico y no por ello menos potente. Curiosamente el editor fotográfico de "Revolución" no seleccionará la foto en su día.

El 20 de marzo El Che interviene en el programa de televisión "Universidad popular" con un tono duro, con una seguridad mayor, una actitud diferente a la del 59, con una propuesta de rumbo:
Tenemos el privilegio de ser el país y gobierno más atacado, no solamente en estos momentos sino quizá en todos los momentos de la historia de América, mucho más que Guatemala y quizá mucho más que México (...)
cuando Cárdenas ordenó la expropiación. Y deja claro que una sociedad más justa tiene que redistribuir la riqueza:
para conquistar algo tenemos que quitárselo a alguien y es bueno decir las cosas claras y no esconderse tras conceptos que puedan mal interpretarse
.

En medio de sus triples funciones como director del Banco, jefe del Departamento de Industrialización y encargado de la formación cultural del Ejército, El Che sacó tiempo a mediados de abril para iniciar una colaboración regular periodística en la revista "Verde Olivo." Firmando con su viejo seudónimo de los días de la sierra, "El francotirador", y recogiendo el nombre de su vieja sección, "Sin bala en el directo", comenzó a publicar semanalmente unos breves artículos de comentarios de política internacional. El primero dedicado a Truman, al que llama el payaso macabro, por la orden del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki y ahora por invitar a la intervención en Cuba, da la tónica de la serie, desde los títulos que siempre envuelven una broma, hasta el tono muy agresivo y pedagógico. A lo largo de los siguientes cinco meses, publicará otros 18 artículos más en los que hablará de las elecciones en Argentina, las bases estadunidenses en América Latina, Corea, la política del bloqueo, la oea, Nixon, Idigoras y Somoza.

Y en un alarde de laboriosidad, un mes más tarde iniciará otra serie, que lo obligará a escribir semanalmente artículos de reflexión militar que titulará "Consejos al combatiente" y que se prolongará por siete meses, con temas como "el aprovechamiento de las ametralladoras en el combate defensivo", "la disciplina de fuego en el combate", "defensa contra los tanques" o "la artillería de bolsillo."

Pareciera como si en esos meses de largas horas nocturnas sin dormir en la oficina del Banco, quisiera recuperar todo el periodismo que no ha hecho y quiso hacer en su vida.

Una foto lo registra con el uniforme militar sentado ante una Remington en la redacción de "Verde Olivo." El Che mira hacia la cámara con cara de pocos amigos y tiene la boca ligeramente entreabierta, como si se dispusiera a putear al fotógrafo por su indiscreción al pescarlo en un acto tan privado como el periodismo. Y si el periodismo es privado, la escritura es central,
lo más sagrado del mundo, el título de escritor
, le dirá en una carta a Sábato.

Por esos días aparece "Guerra de guerrillas", el libro en el que ha trabajado desde mediados del 59, dedicado obviamente a Camilo:
Este trabajo pretende colocarse bajo la advocación de Camilo Cienfuegos, quien debía leerlo y corregirlo pero cuyo destino le ha impedido esta tarea. Todas estas líneas y las que siguen pueden considerarse como un homenaje (...)
al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno. El libro es un manual, un compendio de sus aprendizajes guerrilleros en la revolución cubana. Las tres ideas claves se encuentra en la primera página del primer capítulo, no hay demora en expresarlas:
las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército,
no hay que esperar
a que se den las condiciones para la revolución, el foco insurreccional puede crearlas
y
en América Latina el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo
.

Concebida como un documento que luche contra el
quietismo
de la izquierda tradicional, la presión está en estos puntos, aunque matiza señalando que bajo un gobierno llegado al poder mediante una consulta popular, no se puede producir el brote guerrillero y por otro lado no desprecia las luchas obreras. Entendiendo al guerrillero como un
reformador social,
va desgranando lentamente, a veces con un tono naive y primario (el
guerrillero será callado (...)
debe ser sufrido hasta un grado extremo) la pequeña anécdota y volviéndola máxima, creando un cuadro del guerrillero que se parece a veces en exceso a la propia imagen o a la imagen que su voluntad ha trazado para sí mismo (
un complemento habitual y sumamente importante en la vida del guerrillero es la fuma, ya sean tabacos, cigarros o picadura para la pipa, pues el humo que pueda echar en momentos de descanso es el gran compañero del soldado solitario
), incluidos defectos (
sudando en las continuas marchas, secando su sudor sobre él y agregando nuevos sudores, sin
que haya la posibilidad de aseo continuo; aunque esto defiende de la disposición individual de la persona, como en
t odos los casos
). Va armando un escapulario de consejos sobre los fogones, la mejor composición de una escuadra, la vocación cam-pesinista, las enseñanzas transmitidas vía el ejemplo, la posibilidad de arreglar un arma larga para lanzar bombas molotov, el área de dispersión de los balines de una escopeta, las virtudes de la retirada... y llegando a conclusiones de una enorme sabiduría sobre la crueldad del instante del combate o la guerra como el único entrenamiento para la guerra.

Sorprende sobre todo la ausencia del rígido lenguaje, la falla de la lexicología usual marxista, la ausencia de huellas del manualismo escolástico y la recuperación de lo anecdótico, que como siempre, es su mejor arma como narrador e incluso como teórico. James Higgins, un analista estadunidense contará que un amigo suyo le dijo a raíz de la edición en "Monthly Review" del libro, que parecía un manual para boy scouts," que eso es lo que le fascinaba realmente del texto, su simplicidad y concreción. No le faltaba razón.

El Che reaccionará con timidez a las peticiones de autógrafos y mientras que no se lo regalará a sus amigos y colaboradores, que tendrán que pagar los 50 centavos, lo entregará gratis a los miembros del consejo de dirección del Banco Nacional, como una provocación más, para que quede clara su vocación de guerrillero y su accidentalidad de banquero. A Finley, el representante del Chase Manhattan en el consejo se lo ofrecerá con mayor interés que a otros, y cuando el estadunidense le comenta que ya lo ha leído, El Che lo interroga y se sorprende cuando el banquero le resume capítulos. El Che entonces le ofrece más ejemplares para enviar a Estados Unidos.

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