Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
El Che sin duda está contento con la calidad humana del contingente reunido. Villegas registra en su diario: "El Che piensa que ni siquiera La Habana puede producir un grupo como éste." Para celebrar, Dariel Alarcón se hace cargo de la cocina: "El Che me había pedido que preparara un almuerzo digno del reencuentro de varios compañeros. Creo que en un tiempo récord tuve hecho un buen congrí del que nosotros llamamos oriental, charqui salteado, camote sancochado y para el final un café bien tinto, que esta vez saqué primero del amargo para El Che."
El Che da instrucciones a Coco Peredo y Martínez Tamayo para que se deshagan de la casa de seguridad en La Paz, suban al campamento las últimas armas desde el Alto Beni y citen a Renán y a Tania en el campamento.
Reaccionando ante una conversación con Inti, quien le había dicho que tenía reservas contra Lorgio Vaca, porque había dicho que él no se alzaría en armas sin la aprobación del partido, el 12 de diciembre,
le hablé a todo el grupo, "leyéndole la cartilla" sobre la realidad de la guerra. Hice hincapié en la unidad del mando y en la disciplina y advertí a los bolivianos sobre la responsabilidad que tenían al violar la disciplina de su partido para adoptar otra línea. Hice los nombramientos que recayeron en: Vilo, como segundo jefe militar; San Luis e Inti, como comisarios; Machín Hoed, como jefe de operaciones; Villegas, de servicios; Inti, finanzas; Nato Méndez, abastecimientos y armamentos; por ahora, Octavio de servicios médicos.
Durante esos días El Che está preocupado por la presencia de un cazador quien trabaja para su curioso vecino Ciro Argañaraz, un cazador al que conocen como "El vallegrandino"; el personaje husmea en la zona y ellos piensan que trata de averiguar más sobre el grupo, lo cual es cierto. Ha sido enviado por Argañaraz para descubrir la fábrica de cocaína que supone que tienen esos extraños vecinos y de la que quiere participación. Durante varios días El Che controla sus movimientos y quizá a causa de su constante presencia, decide salir hacía el segundo campamento, que será conocido como campamento central, en la profundidad de la selva.
Salimos, por la mañana, Villegas, Leonardo Tamayo, Coello, Machín Hoed, Octavio, René, Inti y yo para quedarnos; fuertemente cargados. El recorrido se hizo en 3 horas.
Durante los siguientes días mudan una planta eléctrica y laboran en la realización de nuevas cuevas. En la cabeza del Che se está creando un gran campamento de retaguardia a imagen y semejanza de los de El Hombrito y Minas del Frío que creó durante la revolución cubana, con la diferencia de que aquí no existe una base campesina simpatizante de la guerrilla como en aquellas zonas. Aquí sólo se encuentra un solitario campamento dotado, como diría el periodista mexicano Luis Suárez meses más tarde, de "paredes y techos vegetales."
El 19 de diciembre aparecen los dos últimos cubanos que El Che estaba esperando, guiados por Martínez Tamayo y Coco Peredo. Además retorna uno de los campesinos de la finca que estuvo tres días fuera con permiso. Apolinar, para sumarse a la guerrilla y llega Renán desde La Paz. Al Che se le va la noche en blanco conversando con Renán y con Coco y Martínez Tamayo.
Recibidos por El Che con la frase:
Por fin llegaron los perdidos
y luego sin poder hablar con el comandante, porque se encierra con Renán, Olo Pantoja y Suárez Gayol son objeto de las bromas del resto de los compañeros, quienes les dicen que El Che les va a "meter fuerte" por el retraso y piensan que habrá fuerte bronca. No hay tal, pero esta situación repetida con todos los cuadros cubanos, da una clara idea del respeto que infundía El Che y el pánico que sus compañeros y amigos le tenían a sus rabietas.
La entrevista con Monleón (Renán Montero) es un tanto extraña. El Che le da permiso para casarse con una boliviana de la que se había enamorado, hija de un político que hacía negocios con el presidente Barrientos, con quien compartía negocios. El padre quería darle a Renán un trabajo para desarrollar un proyecto agrícola en la zona del Beni. El Che parece ser que estimula esta salida y piensa en Renán más que como un hombre de la futura red urbana, como un infiltrado en el aparato quien al igual que Tania opere en los círculos del poder y mantenga la infraestructura de comunicaciones clandestinas con La Habana. El posible movimiento de Renán a la zona del Beni donde El Che tenía pensado instalar un segundo foco debe resultarle atractivo. Dicen que esta entrevista culminó con la advertencia del Che:
Pero debes tener cuidarlo y reservarle para el futuro donde tendrás responsabilidades de mayor alcance.
Parece evidente que la idea de qué características debe tener la red urbana de apoyo a la guerrilla aún no está clara en la cabeza del Che, quien parece más urgido por pasar al entrenamiento del grupo y definir de una vez las relaciones con Monje y el PC boliviano, cuya llegada es anunciada en esos días, tras haber dejado plantados a los contactos de la guerrilla en La Paz en una primera cita.
Hasta el 24 prosiguen las labores en el Campamento Central, las pequeñas exploraciones, sin entrar en contacto con núcleos campesinos, lo cual da buena idea de lo despoblada que se encuentra la zona. El Che escribe en su diario el 24:
Día dedicado a nochebuena. Hubo gente que dio dos viajes y llegó tarde, pero al final nos reunimos todos y la pasamos bien, con algunos pasaditos. Vázquez Viaña explicó que el viaje del lagunillero no había resultado fructífero y sólo logró el pequeño resultado del apunte, muy impreciso.
El Lagunillero es Mario Chávez, un miembro del partido colocado en la zona desde seis meses antes por los Peredo y quien ha montado como cobertura un pequeño hotel en Laguilillas. Su misión era, más allá de las tareas de información, colaborar a crear un mapa coherente de la zona.
Hasta el 30 de diciembre continúan las labores de exploración en la zona y mudanza al campamento central
(el lugar está muy bueno)
donde se está fabricando un horno para pan y un pequeño anfiteatro. Finalmente el 31 de diciembre el secretario general del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje, llega al primer campamento. De inmediato avisan al Che.
La recepción fue cordial, pero tirante; flotaba en el ambiente la pregunta: ¿a qué vienes?
Por el camino, Coco Peredo le había advertido que El Che le cedería la dirección política, pero para nada la dirección militar del futuro movimiento armado y lo presionaba para que se incorporara. Al llegar al campamento la presión viene por parte del otro de los hermanos Peredo, Inti, quien le dice que pronto se iniciará la guerra, que se sume. "Veremos, veremos..."
La recepción a Monje es fría. Alarcón dice que entre otras cosas porque ni siquiera saludó a los guerrilleros. En cambio Tania es recibida con júbilo, porque resulta una especie de hada madrina que transporta cartas y regalos. Arriban al campamento también Martínez Tamayo, quien viene a quedarse y un nuevo recluta, Antonio Jiménez, llamado "Pan Divino." Sin mayores trámites El Che se aleja con Monje para tener una conversación a solas. Una foto registra a ambos sentados sobre una piedra y un tronco, Monje recién pelado, El Che fuma un tabaco; entre ambos una jarrita de café o té. La conversación habrá de durar varias horas.
De entrada queda descartado que el partido asuma el proyecto de la lucha armada en un frente militarmente dirigido por El Che. Monje en cambio ofrece que
renunciaría a la dirección del partido
, pero lograría de éste al menos la neutralidad y se extraerían cuadros para la lucha.
El Che no se opone, pero le parece
un tremendo error,
una actitud
vacilante y acomodaticia,
que permitía al partido mantenerse en la ambigüedad. Su ex secretario general estaría en la lucha armada, pero el PCB como tal ni la apoyaba ni la condenaba.
Otra de las proposiciones de Monje es que él
manejaría las relaciones con otros partidos sudamericanos, tratando de llevarlos a la posición de apoyo a los movimientos de liberación.
El Che se muestra muy escéptico al respecto.
Estaba condenado al fracaso. Pedirle a Codovila
(dirigente muy moderado del PC argentino)
que apoyara a Douglas Bravo
(comandante guerrillero venezolano)
era tanto como pedirle que, condonara un alzamiento dentro de su partido.
Pero el punto de choque frontal fue la petición de Monje de dirigir la lucha político-militar. Ante esto El Che es irreductible.
El jefe militar sería yo y no aceptaba ambigüedades en esto.
El Che trae en esos momentos tras de sí la experiencia congoleña y piensa que no puede caer en la misma trampa por segunda vez en su vida, subordinándose a dirigentes políticos que no tiene intención de combatir. Y pesa mucho el recuerdo Africano.
La discusión se estancó y giró en un círculo vicioso.
Mario Monje argumentaba que si le revolución se hacía en Argentina estaría dispuesto a cargarle la mochila al Che, pero que en Bolivia tendría que dirigirla un boliviano, él. El Che lo vapulea con un curso acelerado de latinoamericanismo que incluye la historia de la independencia de la América Hispana y el constante movimiento de los dirigentes revolucionarios más allá de los marcos regionales. Monje insiste y le sugiere que sea su asesor, El Che le contesta que él no es asesor de nadie. En cambio le ofrece la dirección formal e incluso le dice que para cubrir las apariencias ante infiltrados, se le cuadra todas la mañanas delante y le pide instrucciones, pero la dirección real la tendrá él y eso no se negocia. Ninguno de los dos cede. Monje comienza a argumentar estableciendo situaciones hipotéticas pero El Che le responde tajante:
—Yo ya estoy aquí y de aquí sólo me sacan muerto.
La conversación se prolonga. Monje ataca al grupo de Moisés Guevara, los tacha de oportunistas y poco confiables. El Che lo acusa de sectario.
Mi impresión es que al enterarse por Coco de mi decisión de no ceder en las cosas estratégicas, se aferró a ese punto para forzar la ruptura, pues sus argumentos son inconsistentes.
Tras varias horas, la diferencia parece ser no resoluble. Monje le pide al Che que le permita consultarlo con los miembros bolivianos del partido que se han sumado a la guerrilla. Se trasladan al nuevo campamento.
Monje se reúne con los hermanos Peredo, con el Ñato Méndez, Fredy Maimura, Vázquez Viaña, Antonio, con Lorgio Vaca quien, según uno de ellos "lo contempla con mirada impasible. "Argumenta que el mando militar debería corresponder al partido, que cuando el pueblo sepa que la guerrilla está dirigida por un extranjero le volverá la espalda. Y les ofrece garantías para abandonar la lucha: "Váyanse ahora conmigo", e incluso amenaza veladamente que aunque el partido no tomará represalias, les aconseja que mejor salgan con él.
Probablemente no espera una respuesta unánime y tan violenta. Los jóvenes bolivianos lo machacan una y otra vez, insisten: que se quede, que el partido no deserte, que servir bajo las órdenes del Che es un privilegio. La discusión se vuelve confusa. Ahora vuelve a la idea que alguna vez le expresó a Martínez Tamayo y a Villegas de que el camino insurreccional correcto es el de un alzamiento urbano con un posterior repliegue a las montañas; dice que sin embargo renunciará a la dirección del partido y se sumará a la columna como uno más, aunque al final desliza la críptica frase: "Yo no estoy para convertirme en un Van Troi", aludiendo al héroe del Vietcong muy popular en aquellos días.
Monje parece abrumado. Come junto con los hombres en el campamento, pero hay un ambiente de frialdad que tiene que resentir. Cuando Alarcón le sugiere al boliviano Méndez que le preste un plato al dirigente del partido, éste contesta:
—Mira, compa, yo no sé en tu país dónde comen los chanchos, pero en el mío comen en el suelo.
A la mañana siguiente
Monje me comunicó que se retiraba y que presentaría su renuncia a la dirección del partido el día 8 de enero. Su misión había acabado según él. Se fue con la apariencia de quien se dirige al patíbulo.
El Che reune a la guerrilla para comentar
la actitud de Monje, anunciando que realizaríamos la unidad con
t
odos los que quieran hacer la revolución y vaticiné momentos difíciles y días de angustia moral para los bolivianos.
San Luis en su diario hará un buen resumen: "Lo más probable es que haya una ruptura y que alguna gente se una a nosotros." Se inicia la soledad.
El Che pragmáticamente anota en su diario:
La actitud de Monje puede retardar el desarrollo de un lado pero contribuir por otro, al liberarme de compromisos políticos.
Lo cierto es que el proyecto ha quedado debilitado al restarse la Fuerza más importante de la izquierda radical boliviana, y ahora hay que crear una red urbana independiente de las que se han usado hasta ahora. El Che está ahora urgido de que se delinie el grupo de Moisés Guevara y que se pueda montar algún tipo de frente; por otro lado comienza a dar pasos para la creación de la red de apoyo en las ciudades para lo que cuenta con el doctor Humberto Rhea, quien en esos momentos se encuentra en Cuba, Rodolfo Saldaña y la dirigente de la JC Loyola Guzmán, quien será nombrada financiera del movimiento. Puede contar con el peruano Dagnino que a más de servir de enlace con los militantes del ELN puede colaborar en la red que se va creando. Cuenta además con Renán, en una red paralela que conecta con La Habana.
No parece preocuparle demasiado. Como en Cuba en el 58, ni el ve a subestimar la importancia de un movimiento político amplio y sólido detrás y al lado del proyecto guerrillero. Mucho más interesante le resulta, leyendo entre líneas en su diario, la urgencia de comenzar a foguear al grupo haciendo una exploración en profundidad en la zona y conectar a los argentinos en el esquema de continentalizar a la guerrilla.
Desde el 10 de diciembre ha decidido enviar a Tania a Buenos Aires, a conversar primero y subir hasta Ñancahuazú a un grupo de argentinos después. En el diario y los papeles del Che aparecen los nombres del Pelado Bustos (un superviviente del grupo de Masetti) y Jozami, del poeta Juan Gelman, vinculado en aquellos momentos a una disidencia por la izquierda del PC, de Jauregui del sindicato de prensa y de Stamponi. Con esa misión saldrá Tania el 2. Queda tras ella una fotografía muy bella tomada en el campamento. Una foto fotografiando al fotógrafo, con la argentino-alemana sonriendo, enfundada en una chaqueta de cuero y con una cinta en el pelo.