Ernesto Guevara, también conocido como el Che (94 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Parece que los acuerdos de colaboración entre los cubanos y Monje tuvieron un costo. El PCB, obsesionado por la exclusión de las restantes agrupaciones de izquierda, a las que sentía como rivales políticos, debe haber presionado exitosamente para que no se le diera acceso a la Conferencia Tricontinental a otra delegación de la izquierda boliviana que había llegado sin invitación: PRIN (Lydia Gueller), POR (Lora) y PCML (Ruiz González). La decisión, a posterior juicio de Debray fue lamentable, porque limitaba la base de apoyo del proyecto del Che y convertía a los cubanos en rehenes de Monje y el partido comunista oficial.

Con El Che fuera del Congo y con su manifiesta intención de iniciar actividades en América Latina, la labor de Tania, conocida en Bolivia como Laura Gutiérrez Bauer, volvió a cobrar importancia. Tania en estos años se había relacionado con la oligarquía local, estaba casada con un estudiante boliviano, lo que le había facilitado la residencia, tenía una doble cobertura de arqueóloga y profesora de alemán; mantenía excelentes relaciones con la oficina de Información de la Presidencia, incluso había conocido al presidente Barrientos. En enero del 66 un agente de los servicios cubanos, bajo el seudónimo de Mercy y con la falsa personalidad de un argentino representante de una firma de productos de belleza, fue a verificar que la cobertura de Tania permaneciera intacta y a ofrecerle una ampliación de su entrenamiento. Durante dos meses en Bolivia y Brasil, Mercy entrenó a Tania en una variedad de temas que incluían contrachequeo, análisis de información, inteligencia, lectura de micropuntos, karate, etc. Al despedirse de ella le reiteró las órdenes del Che: que se mantuviera en las sombras, aislada de la izquierda boliviana y a la espera de un mensajero que llegaría de la isla para activarla.

En marzo del 66, el capitán Martínez Tamayo, quien ha estado con El Che en Praga, llega a Bolivia. Su presencia allí indica que el proyecto peruano ha sido abandonado temporalmente, o mejor dicho readecuado a la realidad, y es Bolivia ahora el centro de la propuesta guerrillera del Che. ¿Bajo qué esquema? ¿En qué condiciones? ¿Con quiénes como colaboradores? ¿Piensa El Che que existen en Bolivia las condiciones? ¿Que la revolución fracasada de los años cincuenta ha abierto paso a la necesidad de una revolución socialista? No existía en Bolivia una izquierda organizada que se hubiera definido por la lucha armada contra el gobierno de los militares. Se hablaba, sí, pero no se definían posiciones. Como diría más tarde Inti Peredo, el partido estaba siempre "al borde de la lucha armada", un borde que nunca se cruzaba.

Estamos ante un, proyecto del Che Guevara, carao bien dice Fidel: "Esta misión no se la dimos nosotros; la idea, el plan, todo, fue de él"; un proyecto que nunca fue enunciado en su plenitud, ni en su diario boliviano ni en conversaciones con los hombres que más tarde le habrían de acompañar a Bolivia. Debray apuntaría años más tarde: "Los verdaderos planes del Che jamás fueron consignados por escrito, hasta donde sabemos y menos aún publicados. En ningún momento los formuló El Che explícita o sistemáticamente en Ñancahuazu ante el grupo de guerrilleros. Esos planes estaban omnipresentes pero como sobrentendidos; adivinados por la mayoría, vislumbrados por algunos otros, conocidos por un pequeño número."

Por lo que hoy sabemos, e interpretando las acciones del Che en los siguientes meses, el envío del capitán Martínez Tamayo a Bolivia era el inicio de un plan para darle forma a una operación guerrillera en ese país, en una lucha que se pretendía a mediano plazo continental, abarcando la cordillera de los Andes y con Argentina y Perú con escenarios compartidos. Se trataba de crear un "frente madre" en Bolivia que operara como un frente combatiente, pero también de entrenamiento armado. Parece también evidente que cuando se produjeran los desprendimientos de las nuevas columnas hacia Perú y Argentina, El Che iría en una de ellas hacia su tierra natal. Esta perspectiva estaba alimentada por un nuevo golpe militar en la Argentina, cuando el presidente Ilia fue arrojado del poder por el general Ongania. Los militares argentinos parecían trabajar en el sentido del proyecto del Che.

Las tareas inmediatas de Martínez Tamayo fueron reenlazar con los restos del ELN peruano, en particular con Juan Pablo Chang, contactar con el PC boliviano, rearmar la red de colaboradores que incluía a los "viajes amigos", los Peredo, Saldaña, el Ñato, Vázquez Viaña, y sobre todo, crear una primera base donde la guerrilla pudiera entrenarse. Pronto se cumplen los cometidos y el grupo comienza a trabajar. Martínez Tamayo compra una granja en Yungas, en el alto Beni, no lejos de Caranavi, al noroeste de La Paz. La granja se encuentra demasiado cerca de un campo militar y será más tarde abandonada.

En abril sale de La Habana para apoyar sus trabajos el hombre que estaba presente en la entrevista entre El Che y Tania hace dos años en Cuba, Monleón (Iván/Renan), agente de los servicios secretos cubanos, parte del grupo de Piñeiro, quien se ha de mantener al margen de las relaciones con la izquierda boliviana y que con la cobertura de un próspero comerciante acepta establecerse como topo todo el tiempo que dure la misión. Según una fuente cubana, "Irán estaba entrenado en contrachequeo, métodos de obtención y traslado de información, contrainteligencia, observación visual, medidas de seguridad, comunicaciones radiales, códigos secretos, escritura cifrada e invisible."

Tania saldrá de Bolivia para mejorar su pasaporte falso y recibir entrenamiento adicional en México y en Praga. ¿Se entrevistó allí nuevamente con El Che? No es probable, la presencia del Che en Praga era material muy sensible y el propio Che fue muy cuidadoso al respecto, de manera que fuera del pequeño círculo de combatientes ya conocidos (Pacho, Martínez Tamayo, Coello, Villegas) y los hombres del Ministerio del Interior (Estrada, Carretero, José Luis, quien laboraba en la embajada), su presencia fue un secreto mayor.

En mayo los tres agentes del Che mantienen (Tania, Monleón y Martínez Tamayo) reuniones en Bolivia. En ese mismo mes Fidel se entrevista con Monje y le da una vaga idea de la operación. ¿Monje sale pensando en que se está gestando una operación esencialmente boliviana en su primera fase? A su regreso Monje le da luz verde para que vayan a La Habana a pasar un breve entrenamiento a un pequeño grupo de miembros de la Juventud Comunista boliviana encabezado por Inti Peredo quien parte vía Buenos Aires con otros ocho compañeros.

Desde Praga, desde el frío y la soledad, El Che reaviva los resortes, el 10 de julio Tania es activada por un mensaje y comienza a conseguir casas de seguridad para el arribo de combatientes, y locales que puedan servir como almacenes. Cuatro días más tarde, Harry Villegas y Coello salen de Praga con destino a Bolivia. El Che coloca a sus hombres de confianza en el terreno. Tienen que actuar conjuntamente con Martínez Tamayo y poner en marcha la operación. Una semana más tarde El Che iniciará su salida de Europa rumbo a América Latina.

CAPÍTULO 48

Quemar las naves

El 19 de julio de 1966, un hombre llamado Ramón Benítez, quien viaja con un pasaporte que lo acredita como ciudadano de la por entonces apacible República Oriental del Uruguay, recorre el trayecto de Praga a Viena en tren. Es el inicio de un viaje más allá del paisaje. Ocupa el asiento 22 del vagón 181, a su lado, en el asiento 24, viaja un amigo suyo, cubano, Pacho Fernández Montes de Oca, aunque también con cobertura de comerciante del Río de la Plata. En Viena transbordan para ir a Ginebra, luego a Zurich, y trastocando la lógica formal, al día siguiente volarán a Moscú y de ahí, cambiando de pasaporte, horas más tarde, tomarán un avión hacia La Habana. El hombre ha recorrido medio planeta para volver a casa. ¿A casa?

El Che Guevara que retorna no tiene casa. Ha quemado las naves. La Habana será una estación de paso hacia la nueva andanza. Un año y tres meses después de haber salido para la aventura Africana, retorna para montar una nueva expedición guerrillera, esta vez en América Latina. Fidel registra: "A él, con ese carácter particular, le costaba mucho la idea de regresar a Cuba después de haberse despedido, y yo lo persuado de que regrese, que es lo más conveniente para todos los fines prácticos de lo que él quería hacer." ¿Y cuáles son estos fines prácticos? Seleccionar a los hombres que lo han de acompañar, acabar de precisar el proyecto, entrenarse.

El historiador sólo cuenta con un testimonio para saber en dónde se instalaría El Che en Cuba durante los siguientes tres meses. Obligado a una absoluta clandestinidad, parece ser que se ubica en un lugar entre la Cueva de los Portales (donde estableció su comandancia durante la crisis de los misiles) y La Palma, en Pinar del Río, cerca de un pueblito llamado San Andrés de Taiguanabo, específicamente en el firme de una loma de difícil acceso donde se encuentra la residencia abandonada de un estadunidense, que antes de la revolución era dueño de la mitad de la provincia. La finca funcionará como un sanatorio gracias al microclima allí existente, que colaborará a espantar el asma. "Estaba gordo, robusto" dirá el anónimo testigo.

De las múltiples conversaciones entre Guevara y Fidel, queda en los recuerdos del premier cubano, la sensación de que El Che no podía ser frenado, que a pesar de los múltiples intentos de convencerlo de que permitiera que la operación se iniciara con otros cuadros y él se sumara, ya más avanzado el proceso, resultaba imposible detenerlo. Fidel Castro dice: "Él estaba impaciente, realmente muy impaciente."

No le resultará muy difícil al Che encontrar voluntarios que lo acompañen en la próxima aventura, el latinoamericanismo armado, por llamarlo de alguna manera, la vocación de solidaridad internacional y particularmente con América Latina, está presente en muchísimos de los cuadros de la joven revolución cubana. Hay además una tentación de volver al pasado, salir de las penurias de la dificilísima construcción del socialismo y volver a la época de la gloria, de la que la memoria filtra lo peor y va dejando el regusto de los mejores momentos, las solidaridades, las entregas totales, la adrenalina fluyendo, el olor de la pólvora, y por qué no, el heroísmo.

En los últimos años ha recibido multitud de peticiones. Y es conocido que centenares de mandos medios e incluso altos cargos de la revolución se habían presentado como voluntarios para colaborar con la revolución latinoamericana fuera de Cuba. Dariel Alarcón recuerda: "Con el temor de que se fuera a combatir y a dejarnos le manifestamos los deseos de acompañarle. No fui solamente yo. Muchos compañeros hicimos lo mismo."

Escogerá a su imagen y semejanza, hombres a los que ha visto sobreponerse al miedo, un tanto irreverentes ante la idea de la muerte, guapos a la cubana, un tanto enloquecidos; privilegiará en la selección a combatientes políticamente elementales, pero enfurecidamente igualitarios, premiará la abnegación, el estoicismo, y a su imagen y semejanza, buscará en sus candidatos la capacidad de elevarse sobre el agotamiento y las penurias usando como resorte la voluntad.

Para seleccionar al grupo El Che apelará primero a su vieja guardia. Por un lado sus escoltas: Coello y Harry Villegas, sus guajiros, hijos casi y amigos siempre, que lo vienen acompañando desde la Sierra Maestra. Sumará a Leonardo Tamayo, el "indiecito" mensajero con pies alados que volaba por la Sierra. A ellos han de añadirse Alberto Fernández Montes de Oca, aquél que un día estuvo perdido en la selva en México y que en Santa Clara dirigía un pelotón caminando diez metros adelante de sus hombres cuando se veía un tanque, su amigo del Ministerio de Industria, quien acaba de pasar con él los últimos meses en Praga.

Incorpora a los mejores guerrilleros que sirvieron bajo sus órdenes en la Sierra Maestra y sobre todo en la Invasión: Elíseo Reyes (San Luis) y Olo Pantoja, quienes siendo capitanes se escapaban del hospital de Manacas para seguir combatiendo heridos. San Luis, quien después de la revolución había estado muy activo en la lucha contra la contrarrevolución y Olo Pantoja, de quien se decía que había realizado una misión previa en el Perú en la época de Hugo Blanco, cuando trabajaba con Ramiro en el Ministerio del Interior. Y a ellos se añade, Manuel Hernández, el mejor capitán de la vanguardia en la invasión a Las Villas.

De la reciente experiencia Africana rescatará al doctor De la Pedraja (Morogoro) y a Israel Reyes, ex escolta de Piñeiro. Sumará a otros cuadros de la etapa revolucionaria, como el capitán Dariel Alarcón de las tropas de Camilo, viejo conocido de la Sierra Maestra y el comandante Antonio Sánchez Díaz (Pinares) un lugarteniente de Camilo, quien ocupa simbólicamente el lugar de su desaparecido jefe, al que sin duda al Che le hubiera gustado llevar consigo, porque "Camilo era mucho Camilo"; Y El Che, aún sin saberlo, ha de permitirse estas debilidades con la nostalgia.

Incluye en el grupo a dos cuadros importantes en la postrevolución, Jesús Suárez Gayol (El Rubio), quien hace siete años acudió a él con los pies quemados por haber incendiado una estación de radio y le pidió permiso para combatir y más tarde lo acompañó en el Ministerio de Industria como viceministro (de los pocos que expresan fe y entusiasmo), y Juan Vitalio Acuña, miembro del Comité Central del partido, un hombre a quien conoció en los primeros días de la Sierra Maestra, y del que conserva una foto en la que juntos sonríen mientras tiran de una cuerda en un trabajo voluntario en los muelles de La Habana; un hombre a quien estima por su enorme fuerza de voluntad y abnegación.

Desde luego lo acompañará el capitán José María Martínez Tamayo (Papi Mbili) quien ha estado en la operación desde el inicio y posiblemente a sugerencia de éste, su hermano, René Martínez Tamayo, teniente del Ministerio del Interior, asmático como El Che, escolta de Manuel Piñeiro, quien acababa de pasar un curso de operador de radio,

Por último, Gustavo Machín Hoed de Beche, un hombre que hizo la revolución con el Directorio y que le escribió al Che pidiendo una oportunidad de combatir fuera de Cuba, a quien acompaña la fama bien merecida de valiente y cuya vida política posterior a la revolución se ha dividido entre el ejército y la administración trabajando como viceministro de Industria.

Serán los seleccionados que se conocen (probablemente existió uno más, cuyo nombre púdicamente ignoran los testimoniales porque en el último momento decidió no participar en la operación), hombres con larga experiencia guerrillera, casi todos de origen campesino, con la excepción de Pacho Montes de Oca, el Rubio y Gustavo Machín. Si nos atenemos a sus cargos en el ejército cubano o en el Ministerio del Interior, hay tres militares con el más alto cargo en el ejército, comandante, Machín, Acuña y Pinares; dos primeros capitanes, siete capitanes, dos primeros tenientes y dos tenientes. Es muy posible que en la selección hayan colaborado el propio Fidel, Raúl Castro y Ramiro Valdés, y es seguro que el proceso de selección se haya iniciado cuando El Che se encontraba aún en Praga.

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