Ernesto Guevara, también conocido como el Che (89 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Tembo era el cubano número 120 en haber ingresado al Congo. Contando bajas, Changa que estaba en el lago y dos regresados, había en ese momento 107 combatientes y cuatro médicos.
Era una fuerza de alguna magnitud para intentar algo fiero,
c
omo se ha visto, por diversas circunstancias, que no pude o no supe evitar, estaban dispersos en una extensa área
y
al momento de la acción no se podía contar con más de 3o o 40 hombres. Si a esto sumamos el hecho de que prácticamente todo el mundo sufrió alguna vez,
y
algunos más de una vez, las fiebres palúdicas, se convendrá que no era una fuerza rapaz de decidir una campaña; podría haber constituido el núcleo de un ejército de nuevas características si otras hubieran sido las condiciones.
Tres de los que habían solicitado retirarse pidieron su reincorporación. Llegaban además refuerzos, un grupo de estudiantes congoleses entrenados en China y Bulgaria que no tendrían ningún valor en la lucha. Eran córicos no querían subir a las montañas, formarlos con parámetros colonialistas, hijos de caciques que hablaban francés, traían todo lo negativo de la cultura europea.
Volvían barnizados superficialmente de marxismo, imbuidos de su importancia de "cuadros" y con un desaforado afán de mando que
se traducía en actitudes de indisciplina y
hasta de conspiración.

Con estas fuerzas El Che planea reorganizar la guerra. Al finalizar agosto escribe en su diario:
Se acabó la beca para mí, lo que significa un
pase de avance.(...) Hay que organizar a los campesinos de toda la zona
y
darle un mando único al frente. Todo se vería de otro color. ¡Hoy al menos! (...)
Pero pocos días después los tintes sombríos volvían a adueñarse de la situación(...), se reproducían tensiones entre
Masenga y Kabila con los jefes de la zona de Fizi y
la rev
olución con el gobierno de Tanzania
al que las presiones internacionales le están haciendo mella (
las autoridades de Tanzania
se negaban a entregar una serie
d
e armas que habíamos pedido,
entre ellas las anheladas espoletas para las minas antitanque y exigían la presencia inmediata de Kabila
).

Militarmente el contingente guerrillero está entrampado.
Empezamos a luchar en torno a un puente que nosotros rompíamos día a día y el enemigo arreglaba con gran rapidez, hasta que definitivamente puso allí una gran guarnición que nos impidió actuar en lo sucesivo.
Mientras los inútiles combates se desarrollaban, El Che aprovechó para realizar una amplia acción social en la zona trabajando como médico y entregando a las comunidades semillas de legumbre. Posteriormente decidió ir a Lulimba para proponer nuevas emboscadas a Lambert y ver la posibilidad de atacar la población, pues sólo estaba defendida por 53 hombres, según la nómina capturada. El 14 de septiembre parte.
Era un día nublado con lluvias intermitentes que no nos dejaban avanzar mucho, obligándonos a buscar refugio en alguna de las casas abandonadas que abundaban en la ruta.

El Che prosigue su exploración hasta llegar a La Misión, una iglesia protestante abandonada, donde son vistos por observadores y bombardeados con cañones y morteros. Allí hacen noche y al día siguiente llegan hasta la primera línea: chozas con piojos al borde del camino, sin trincheras ni refugios, un par de antiaéreas, bazukas en la primera línea.
Las trincheras siempre fueron un dolor de cabeza ya que, por algún temor supersticioso, los soldados congoleses rehúyen meterse en huecos cavados por ellos mismos y no fabrican ninguna defensa sólida para resistir los ataques. Lo fuerte de la posición estaba dado por lo empinado de la cuesta que dominaba el camino, serpenteando entre las lomas, de donde se podía atacar fácilmente a una tropa en ascenso (...) Había poca gente en la barrera y ningún jefe.
Les informan que Lambert está en Fizi con una hija enferma. Desde hace mes y medio por una u otra razón no está en el campamento. El Che habla con la tropa, un grupo de menos de 100 hombres, no todos armados.
Les espeté la descarga habitual: Los hombres armados no son soldados, sino simplemente eso, hombres armados; el soldado revolucionario debe hacerse en el combate pero allí arriba no había combate. Les invité
a
bajar, cubanos y
congoleses, en igualdad de condiciones, ya que nosotros habíamos venido a pasar juntos los sufrimientos de la lucha. Esta sería muy dura; no había que esperar paz pronto y no había que esperar ninguna victoria sin grandes sacrificios. Les expliqué también que, frente a las armas modernas, la "dawa" no siempre resultaba eficaz y que la muerte sería un acompañante habitual en las horas de la lucha. Todo esto en mi francés elemental traducido por Charles Bemba al kibembe, que era la lengua alterna de esa zona.

Alexis, un combatiente congoleño, recuerda: "No podía entender que un blanco viniera a ayudarnos a nosotros los negros, si la lucha de nosotros es contra los blancos. Había otra gente que pensaba peor que yo. No pensábamos que peleábamos para liberar el país, sino que luchábamos contra los blancos. No sabíamos bien por qué luchábamos. Los dirigentes querían vivir como el presidente de un país, cómodos, y todavía no eran presidentes. La mayoría de ellos no iban por el frente para saber qué necesitábamos, cómo iba la guerra. Sólo querían vivir cómodos."

La exploración del Che lo llevará hasta la zona de Fizi donde lo
importante ahora era organizar el "show"; el general Maulana se puso su atuendo de combate, consistente en un casco de motociclista con una piel de leopardo arriba, lo que le confería un aspecto bastante ridículo, haciendo que Coello lo bautizara como el "cosmonauta "(...) En Mbolo había cambio de personal; los soldados que venían en el camión escolta reemplazarían a otros que irían a Fizi a sus vacaciones; se organizó una parada militar culminada con un discurso del general Maulana. Allí lo ridículo alcanzó una dimensión chaplinesca; tenía la sensación de estar observando una mala película cómica, aburrida y con hambre, mientras los jefes daban gritos, patadas en el suelo y tremendas medias vueltas y los pobres soldados iban y venían, aparecían y volvían a desaparecer, haciendo sus evoluciones. (...) Esa misma noche regresamos a Fizi.

La presencia del enemigo que hasta ahora había estado muy pasivo comienza a dejarse sentir. Aumentan los bombardeos, los ametrallamientos de las poblaciones campesinas, los lanzamientos de panfletos en los que el gobierno de Mobutu ofrece a los campesinos recompensas por los asesores cubanos y tratamiento justo a los que abandonen las armas.
Tiraban los panfletos después de bombardear y sembrar el terror, parece que es un método standard de los ejércitos represivos.
Esta presencia aérea corresponde al arribo de los 200 millones de dólares de fínanciamiento estadunidense al gobierno y a la llegada de los asesores de la CIA, que incluían estadunidenses, cubanos veteranos de Bahía de Cochinos, soldados de Rhodesia y sudafricanos, una operación al que
un operativo de la agencia describía como: "llevamos a nuestros propios animales."

Estos aviones bombardearán en una incursión al Che provocando varios heridos entre los campesinos de un poblado. Mientras tanto el comandante persiste en la idea de lanzar un ataque para probar a las fuerzas gubernamentales, pero nunca consigue reorganizar a las fuerzas congoleñas de la zona.

En la zona de Force donde está Dreke, algunas de las emboscadas son exitosas. Éste le reporta al Che las buenas noticias y de pasada le envía los libros que Guevara le manda a pedir: "La Iliada" y "La Odisea."

El Che tiene en esos momentos 35 hombres contando a Aragonés que
había soportado
c
on toda dignidad la fatigosa marcha y se había ganado el respeto de los desconfiados cubanos.
Se encuentra ante una terrible disyuntiva, si quiere crear una fuerza combatiente digna de tal nombre tiene que concentrar la columna cubana, pero si la concentra y los asesores cubanos abandonan alguno de los puntos
se producía inmediatamente una vuelta completa al pasado.

En los últimos días de septiembre se inicia la esperada ofensiva gubernamental, la comanda un coronel mercenario conocido como El Loco Hoare con 2400 hombres en la zona de Fizi-Baraka, Dreke piensa que el ataque vendrá por el lago para quitarles las bases que los conectan con el exterior, pero no será así. Los congoleños se repliegan. Dreke mantiene posiciones con ocho hombres pero termina retirándose. Martínez Tamayo en el frente de Forcé se enfrenta a los tanques, logra destruir uno, pero tiene que levantar la emboscada, la mayoría de los soldados congoleños huye. Un par de días más tarde la historia se repite.

El Che se encontraba en una mala posición, con dificultades para el abasto de comida, en tierra de nadie, cerca del arroyo Kiliwe, en contacto con campesinos que aceptaban alimentarlos y no querían dinero a cambio, pero con pocos recursos. A pesar de que su intuición le dice que se encuentran ante la ofensiva gubernamental, sigue manteniendo la esperanza de poder construir una columna más allá de los vicios del ejército guerrillero congoleño,
una columna independiente, perfectamente armada y bien pertrechada, que sea fuerza de choque y modelo a la vez; si esto se consigue habrá cambiado el panorama en grado considerable, mientras no se consiga será imposible organizar un ejército revolucionario; la calidad de los jefes lo impide.
Masengo acepta la teoría de la columna del Che al margen e independiente de la dirección de Lambert en la zona.
Haríamos una especie de academia combatiente. Prefería como alumnos a los campesinos y Mujumba se comprometía a aumentar el número a 60, pero habría que agregarle soldados de diversos frentes, cosa que no me hacía mucha gracia. Además organizaríamos un estado mayor más racional, que permitiera dirigir operativamente todos los frentes y estuve de acuerdo en enviar a que lo asesoraran a Fernández Mell para el trabajo de estado mayor, a Aragonés para el trabajo de organización política.

La llegada de una nueva misión cubana encabezada por el ministro de Salud de Cuba, Machado Ventura, quien trae cartas y un mensaje de Fidel, le ofrece una visión al Che de lo que está pasando en el exterior.
Supe de las largas conversaciones que habían tenido Soumaliot y sus colegas con Fidel; la gente del Consejo Revolucionario no había sido veraz en sus exposiciones, supongo que mitad porque en estos casos siempre sucede y
mitad
porque desconocían totalmente lo que sucedía dentro (...) El hecho es que pintaban un cuadro idílico, con agrupaciones militares por todos lados, fuerzas en las selvas, combates continuos (...) De Cuba habían extraído la promesa de 50 médicos y Machadito venía a explorar las condiciones.
El Che se pone de acuerdo con Machado en que no tiene sentido enviar los 50 médicos.

El 5 de octubre se produce una reunión definitiva en una loma entre Fizi y Baraka. Asisten: Masengo, Mujumba (ministro de Salud) y algunos jefes menores como Ile Jean, Calixte, Lambert. Che presenta a los cuadros cubanos: Machadito, Aragonés, Dreke, Martínez Tamayo. El Che les lee la cartilla a los dirigentes congoleses:
Indisciplinas, atrocidades cometidas, características parasitarias del ejército.
La ausencia de Kabila, el que los segundos jefes jamás estén en la línea de fuego. Crea un estado mayor conjunto: nombra a Fernández Mell como jefe de estado mayor, Víctor Shueb Colas como jefe de información. Palacio como jefe político; Aragonés será el ayudante ejecutivo del Che.

Más tarde los cubanos tienen su propia reunión en la que Aragonés le reclama al Che el que
no había dado prácticamente salida a los problemas del Congo; había hablado de
t
odo lo negativo, pero no de las posibilidades que brindaba la guerra de guerrillas. Fue una crítica justa.
Será la única vez en que El Che sea atrapado en pecado de pesimismo. Días más tarde, y en un contacto directo con la guerra en el Congo, serán Aragonés y Fernández Mell quienes se enfrenten duramente con él sosteniendo la posición contraria. Ambos recordarán años más tarde el debate. Fernández Mell dirá: "Nosotros le decíamos que en Cuba había un pueblo en contra de Batista y allí no había un pueblo en contra de nada. El Che reconoce: con ambos
discrepé a menudo y a veces violentamente en mi evaluación de la situación, pero siempre me brindaron su devoción sin dobleces.
Y Aragonés resumía: "Nosotros no entendíamos qué cojones estaba haciendo allí."

También hay dudas en el resto de la columna guerrillera cubana, El Che los enfrenta saliendo al paso de los rumores (le que
los cubanos permanecían en el Congo porque Fidel no conocía la real situación que se vivía (...) Tampoco les podía exigir que tuvieran confianza en mi capacidad de dirección, pero sí, como revolucionario, podía exigirles que tuvieran respeto por mi honestidad (...) No iba a sacrificar a nadie por mi honor personal. Si era cierto que no había comunicado a La Habana la opinión de que
t
odo estaba perdida, fue honestamente porque no la tenía.

El hecho es que sólo la fidelidad al Che mantiene al grupo en pie.
Quedaba atrás la época romántica en que amenazaba a los indisciplinados con enviarlos de vuelta a Cuba; si lo hubiera hecho ahora, quedaba reducido
a la mitad de los actuales efectivos, con buena suerte.

Baraka se pierde sin combatir en esos días. El Che tapa los agujeros, envía a Fernández Mell a Fizi, fortalece el frente de Terry y el de Force, vuelve a reorganizar la academia con 50 hombres de cada frente, y le escribe una larga carta a Fidel:
Recibí tu carta que provocó en mí sentimientos contradictorios, ya que en nombre del internacionalismo proletario cometemos errores que pueden ser muy costosos. Además me preocupa personalmente que ya sea por mi falta de seriedad al escribir o porque no comprendas totalmente, se pueda pensar que padezco la terrible enfermedad del pesimismo sin causa (...) Te diré solamente que aquí, según los allegados, he perdido mi fama de objetivo manteniendo un optimismo carente de bases, frente a la real situación existente. Puedo asegurarte que si no
f
uera por mí, este bello sueño estaría totalmente desintegrado en medio de la catástrofe general.

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