Ernesto Guevara, también conocido como el Che (43 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Quedan pues en zona de sombra esos tres días y la manera como Ernesto y Aleida se enamoraron. Alberto Castellanos, uno de los escoltas del Che cuenta: "Ese día yo no estaba, pero al regresar vi a aquella muchacha tan bonita y vistosa que enseguida pregunté quién era, me dijeron que era una gran combatiente revolucionaria, muy valiente, que estaba luchando en la clandestinidad en la provincia de Las Villas, pero le avisaron que la policía había registrado su casa y que la estaban buscando, que por eso la dirección del movimiento le ordenó que permaneciera en el Escambray. Aleida y El Che se enamoraron, digo eso, porque cuando la vi, le tiré un piropo y por la forma en que El Che me miró, me dije: Sal de ahí, Alberto, que nada tienes que hacer."

Curiosamente, otro de los hombres del pelotón de la comandancia, Harry Villegas, niega la teoría del amor a primera vista: "Ese amor no surgió superficialmente como algunos piensan, no fue que se vieron y se enamoraron enseguida, no fue amor platónico o a primera vista, sino que surgió en el desarrollo de la lucha."

Ante dos personajes tan parcos en sus muestras de afectividad, hoscos en la expresión de las emociones, como es el caso del Che, en el reconocimiento de su lugar, a partir de una gran humildad, como Aleida, cuesta mucho trabajo desentrañar qué hay de cierto o falso en las historias que se cuentan: que si El Che le enviaba flores silvestres con un combatiente de intermediario, que si escribió en su diario: "esta noche voy a enamorar a Aleida" y luego se la mostró, que si se sentaron en un secadero de café y que la luna brillaba... El hecho es que la relación estaba establecida al inicio de diciembre. Ernesto Guevara y Aleida March eran compañeros.

En la primera semana de noviembre la afluencia de voluntarios crece, entre tantos, hay dos que serán incorporaciones significativas en la futura trayectoria del Che, dos estudiantes, Alberto Fernández Montes de Oca, conocido como Pacho, un oriental de 25 años, y Jesús Suárez Gayol, El rubio, un pinareño de 22 años.

Pacho Montes de Oca es un tipo que se la juega, al regresar del exilio, donde estuvo perdido en las selvas mexicanas al tratar de llegar a Cuba en una expedición fallida, le matan a su hermano Orlando, colabora en la organización clandestina en Santa Clara y al quemarse se le ordena que suba al Escambray. Suárez Gayol, dirigente estudiantil del 26 de Julio, ha tenido que dejar Pinar del Río porque al quedar sin cobertura en la lucha clandestina, viene con los pies quemados, porque participó en el incendio de una emisora de radio; uno de los más famosos torturadores de la policía batistiana, Ventura, acaba de ordenar la muerte de un muchacho porque se le parecía. El Che no lo quiere incorporar al ver su estado, le mira los pies y le dice: No olvide que soy médico y sé que en esas condiciones no puede andar. Pero ante la terquedad del estudiante lo envía también a Caballete de Casa al igual que a Montes de Oca, a quien le encarga un pelotón de reclutas.

Finalmente, el 7 de noviembre, El Che le escribe una nota a la dirección del Directorio: Las dificultades surgidas entre nosotros y la organización denominada II Frente del Escambray fueron haciendo crisis (...) hasta culminar con una franca agresión cometida contra uno de mis capitanes situado en la zona de San Blas. Esta delicada situación hace imposible el llegar a un acuerdo con la citada organización. Les informa por tanto que ahora ya está en condiciones de hacerles un ofrecimiento y les cuenta también que el PSP puso a su disposición la guerrilla de Yaguajay y las organizaciones del Llano, la carta culmina con la petición de una reunión. El 13, el Directorio responde: "Aún no hace un mes que te encuentras en nuestra zona rebelde y ya han comenzado a hacerte blanco de las mayores infamias e indignidades. Todo esto te hará perfectamente comprensible el peso de las razones que te expusimos en nuestras primeras conversaciones." Pocos días más tarde se producirá una reunión en el poblado de La Gloria a la que asisten la plana mayor del Directorio y los cuadros de la columna 8. Inevitablemente dedican una parte de la reunión a discutir qué hacer con las fuerzas del II Frente, y esta vez El Che es el más radical, indignado echaba pestes contra Gutiérrez Menoyo. Parece ser que alguien del II Frente había pegado una hoja en algunas casas de campesinos donde se decía que los combatientes que no respondieran a la disciplina del II Frente serían expulsados o serían fusilados. Yo no tenía idea de lo que sucedía en el Escambray y si venía predispuesto era contra ustedes. Coño, qué mala información tenemos. Faure Chomón cuenta: "consideró la posibilidad de que conjuntamente los enjuiciáramos como traidores y cuatreros y ejercer una acción enérgica contra ellos, antes de iniciar la ofensiva rebelde." Pero la ofensiva rebelde no puede posponerse demasiado y deciden dejar al II Frente a un lado, cerrar un pacto entre ambas fuerzas y comenzar de inmediato operaciones conjuntas al mando de oficiales de ambas organizaciones. Parece ser que El Che sondeó a los cuadros del Directorio sobre si tenían inconveniente en que se sumara al pacto el PSP y éstos aceptaron.

El resultado inmediato de las conversaciones en La Gloria, fueron dos pequeñas acciones a mediados y finales de noviembre, cuando tropas del Directorio, al mando del comandante Cubela, atacan el poblado de Caracusey y cuando combatientes de la columna del Che hicieron una entrada sorpresiva en Cabaiguán, población en la que se mantuvieron por varias horas ocupando equipos de la estación de radio Cubanacán y de la Compañía de teléfonos, así como combustible de la refinería RECA para abastecer la futura emisora de la columna 8. Curiosamente, o las tensiones entre El Che y el II Frente eran menores de las que los cuadros del Directorio afirman, o El Che estaba haciendo un esfuerzo por mantener el frente amplio en la provincia de Las Villas, porque en el jeep en el que Guevara dirigió la operación no sólo viajaban su segundo Ramiro Valdés y el doctor Fernández Mell, sino también el dirigente del II Frente, Gutiérrez Menoyo.

En esos, días Oltuski —con Marcelo Fernández, uno de los dirigentes nacionales del 26 de Julio—, volvió a reunirse con El Che en la sierra sin duda para suavizar las tensiones entre la clandestinidad urbana y la dirección guerrillera. Oltuski cuenta: "El Che llegó hacia la medianoche. Nosotros yacíamos sobre el piso de la escuela adormilados. Saludos y después El Che dijo:

—Hemos tenido las primeras escaramuzas. Sin lugar a dudas se aprestan a hacer un intento de penetración por esta zona.

"Mientras hablaba, cogía los trozos de carne con los dedos sucios. Por el gusto con el que comía aquello le sabía a gloria. Terminó de comer y salimos fuera. Nos sentamos a un lado del camino: Marcelo, El Che y yo. El Che repartió tabacos. Eran burdos, seguramente hechos en la zona por algún guajiro. Aspiré el humo fuerte y amargo: sentí un calor en el cuerpo y un ligero mareo. A mi lado, El Che fumaba y tosía, con una tos húmeda, como si lo tuviera todo mojado por dentro. Olía mal. Olía a sudor descompuesto. Era un olor penetrante y yo lo combatía con el humo del tabaco.

"Nuestra conversación fue áspera. Pero no peleamos mucho aquella noche. Quizás El Che estaba cansado. Quizá era el tabaco fuerte y amargo que aletargaba. El Che y Marcelo tuvieron algunos torneos verbales. Entre otras cosas se discutía el programa del 26 de Julio. El Che prometió su contribución escrita." No sólo el programa, se debatía la negativa de la clandestinidad urbana de hacer un frente amplio con los comunistas del PSP. Más allá de las discrepancias, Oltuski le dijo a Marcelo Fernández, durante el descenso del Escambray: "Cuando vuelva a la Sierra me alzaré con El Che." La oportunidad no hubo de presentarse, porque los acontecimientos habrían de desarrollarse cada vez más rápidamente. A finales de noviembre, entre campesinos y combatientes "corría la bola de que el ejército iba a tirar una ofensiva en las lomas, que venía Sánchez Mosquera, que venía un tal coronel La Rubia (...)" Y la bola andaba, "Que están en Fomento", "Que están en Cabaiguán", "Que traen tanque y yipis y es el mundo lo que traen." "Mierda, chico, eso es mierda, esos guardias no suben."

Sí subieron, pero no traían el mundo, era un millar de soldados de los batallones de lucha contra guerrillas 11 y 22; y lo que resultaría más peligroso, traían con ellos seis blindados Stewart.

El Che situó su puesto de mando en Manacas, cerca de El Pedrero. Contaba con los 150 invasores, la tropa de Borbón, el apoyo de la columna del Directorio y una creciente fuerza de reclutas que ya tenía concentrados en Caballete de Casa.

El 29 de noviembre las tropas del ejército salieron de noche de sus puntos de arranque y llegaron rompiendo claros del día a las estribaciones de la zona controlada por los rebeldes avanzando desde Cabaiguán tomaron el poblado de Santa Lucía, llegaron a Punta Gorda, partiendo desde Fomento. Nuestras fuerzas ofrecieron una resistencia elástica cediendo poco a poco el terreno que era conquistado con mucho sacrificio por el enemigo, contando siempre con el auxilio de los tanques.

Un campesino, admirando la destreza del Che, diría años más tarde: "Suerte que El Che era un estratega del carajo y había situado hombres por todas esas lomas, y por donde quiera que los guardias sacaban la cabeza, les metía palos, y se quedaron encerrados en ese camino sin avanzar mucho."

El día 30 de noviembre el ala izquierda enemiga avanzó hasta el lugar denominado Conuco apoyado por tanques y la aviación, pero ahí fue detenido por las fuerzas del capitán Joel Iglesias, que obligaron al enemigo a retirarse a Santa Lucía. Por el centro cruzaron hasta el poblado de Mota, con el auxilio de dos tanques de esteras; por el ala derecha llegaron hasta el poblado de Sitiados, hasta esas posiciones extremas pudieron avanzar los tanques, sorteando nuestras defensas. La gente de Bordón los frena en un callejón nombrado Culo de Perro que sale al cementerio del Pedrero.

El día 1 de diciembre los esfuerzos del enemigo por avanzar fueron frustrados en todo el frente de combate, ocasionándoles muchas bajas. En la defensa de nuestra ala izquierda, intervino personalmente el comandante Camilo Cienfuegos al frente de un selecto grupo de veteranos de su columna (El 14 de octubre Fidel había enviado una carta a Camilo en la que le ordenaba posponer la segunda parte de la invasión a Pinar del Río y situaba su columna en la zona norte de Las Villas) que estaban visitando el campamento del Che. Camilo bloqueó el paso de los tanques derribando una palma y con su grupo de combatientes frenó el avance de la columna. La voz popular situaba combatiendo juntos por última vez a Camilo y al Che. Resulta sorprendente, y al mismo tiempo indicativo de la importancia que le daba, que en estas condiciones de acoso, El Che haya podido reunirse formalmente con Cubela y Castelló del Directorio el 1 de diciembre para firmar el que habría de ser conocido como el Pacto del Pedrero, una sencilla declaración de intenciones unitarias señalando la identidad de las dos organizaciones y su coordinación absoluta, así como el lanzamiento de nuevas operaciones. El pacto terminaba con una invitación a la unidad para el derrocamiento de la dictadura que fue respondida por el PSP ocho días más tarde. El pacto fue firmado en medio de los bombardeos.

La ofensiva batistiana se desgastó rápidamente enfrentada a las emboscadas de los rebeldes. El Che tenía bien aprendida la lección de la Sierra Maestra. El día 2 de diciembre toda el ala derecha del enemigo fue derrotada y puesta en fuga, ocupándole al enemigo numeroso parque y un tanque de esteras con cañón de 37 mm. persiguiéndolo hasta las cercanías de Fomento donde se refugiaron. Por su parte el ejército era obligado a abandonar el poblado de Mota.

El 2 de diciembre El Che, aún bajo las bombas celebraba una comida en El Pedrero para conmemorar el desembarco del Granma. En la cocina de Lina González quedaban huellas de impactos de balas producto de los ametrallamientos. Lina recuerda: "El Che dormía a veces en esta casa. Nunca descansaba más de dos horas seguidas, pobrecito. Había que ser guapo para quedarse aquí, porque bombardeaban todos los días."

Antes de retirarse del poblado de Sitiales, el enemigo prendió fuego a 21 casas de campesinos con el fuego de los cañones de sus tanques. El día 4 de diciembre el enemigo intenta recuperar Mota cayendo su pelotón de vanguardia en una emboscada nuestra (organizada por El Vaquerito y Zayas) con el siguiente resultado: ocho muertos y trece heridos de consideración por parte del ejército. Ese combate fue el último acto de la ofensiva batistiana contra el territorio liberado del Escambray, y como si se tratara de celebrarlo salía al aire la emisora de la columna 8, con Hiram Prats como operador; la primera transmisión fue un enlace con radio rebelde (7RR). Hay una foto del Che con su chaqueta de cuero, sentado en un taburete ante la emisora de radio en el interior de un bohío, mira reconcentrado los mandos mientras fuma un puro, los auriculares pegados a las orejas, no tiene cara de confianza, a su espalda el técnico lo contempla, ropa sucia y cachivaches por las paredes, baterías de automóvil en el suelo. La foto ha sido tomada por Tirso, un colaborador del diario clandestino "Revolución", con el que El Che mantiene una relación de colegas, antes de comandante yo fui fotógrafo, y al que le da una cámara para que se la arregle, una cámara tan destruida que nunca podrá volver a funcionar y que El Che le reclamará al paso de los años una y otra vez. De Tirso son varias fotos tomadas al principio de diciembre, sesiones de fotos que El Che interrumpe cuando vienen los ataques de asma, porque en un gesto de coquetería o para evitar darle información de más al enemigo, no quiere que lo vean con inhalador. Fotos del caballo Pajarito y del perro Miguelito acostado en una hamaca mientras El Che lo regaña: Miguelito, cabrón, nomás comés y cagás. No me acompañás a ningún lado, pendejo.

Días más tarde sale al aire la estación de la columna de Camilo y se produce la siguiente conversación radial entre los dos dirigentes rebeldes:

—Dime cómo están esos movimientos enemigos por ahí y cuéntame si hay algo nuevo. De paso dime qué tipo de tanque fue el que cogieron, porque el mensajero que fue allá me dijo que lo había visto, pero no supo explicarme qué tipo era.

—Camilo, veo que te está picando el asunto, ¿eh?, es un tanque de estera, que tiene un poco quemadas las marcas, pero es muy bonito, es de fabricación americana y creo que nos va a ser muy útil (...) Ahí están los técnicos trabajando en él porque tiene algunos defecticos (...) No hay problemas ahora en nuestras líneas. Creo que ellos se verán en problemas en las de ellos dentro de muy poquito de tiempo. Yo te oí decirle a Fidel que ibas a tomar Santa Clara y qué sé yo, en eso no te metas, porque eso es mío. Tú te tienes que quedar por ahí nomás.

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