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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (41 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Los cuadros del 26 le informan sobre los retenes del ejército. El Che en cambio les pide que les consigan medicinas para curar los hongos, ropa, zapatos, instrumental médico y los cita para el día siguiente en las Lomas del Obispo. El Che se entrevista a solas con Torres, quien le parece un dirigente obrero muy poco obrerista.

No sólo mantiene contactos con la sección urbana del 26 de Julio, también con una pequeña guerrilla dirigida por Pompilio Viciedo y Sindo Naranjo a quienes pide informes sobre el II Frente del Escambray.

Con el II Frente, que es quizá el que más hombres en armas tiene en ese momento en el Escambray, ya se han presentado la primeras tensiones, al llegar a las estribaciones de la sierra recibieron una carta insólita. Era firmada por el comandante Carrera y en ella se prevenía a la columna del ejército revolucionario por mí comandada que no podía subir al Escambray sin aclarar bien a qué iba y que, antes de subir, debía detenerme para explicárselo.

La carta era una circular fechada en septiembre, que en el punto 10 decía: "Que cualquier organización que contando con un grupo armado pretenda luchar en estas zonas sin previo acuerdo o autorización del estado mayor del II Frente, será por primera vez advertida y por segunda vez expulsada o exterminada por el ejército del II Frente."

Para El Che esto era algo más que una prueba de fuerza, incluso que una provocación, era directamente una ofensa. Todo amenazaba tormenta; sin embargo, logramos mantenernos serenos, conversar con algún capitán, del que luego nos enterarnos que había asesinado cuatro combatientes del pueblo que quisieron ir a ocupar su lugar en las filas revolucionarias del 26 de Julio abandonando el Segundo Frente, ese hombre era Sorí Hernández.

En el campamento de Cantú El Che le da a la columna dos días de reposo. La gente puede bañarse y según recuerda un campesino, "Che se quitó su ropa raída, le dio una machucaita, como decimos los guajiros, y se la volvió a poner." El descanso era obligado, pero El Che ardía en urgencias de salir con parte de la tropa y la mala bazuca a destrozar cuarteles. No puede quedar ni un solo cuartelito en la Sierra. Ir de nuevo al combate después de 45 días de estar rehuyendo el enfrentamiento con el enemigo, era la prioridad, pero la situación política de la zona, las tensiones entre las diferentes fuerzas y la ausencia de un campamento, lo obligaban a dedicarle tiempo, y paciencia, sobre todo la tan escasa paciencia, a otras labores. Nuestra tarea al llegar por primera vez a la sierra del Escambray, estaba precisamente definida: había que hostigar al aparato militar de la dictadura, sobre todo en cuanto a sus comunicaciones. Y como objetivo inmediato, impedir la realización de las elecciones (convocadas por Batista como un intento de devolverle legitimidad al régimen). Pero el trabajo se dificultaba por el escaso tiempo restante y por las desuniones entre los factores revolucionarios.

De nuevo en movimiento, hacia un campamento en una zona más profunda de la sierra. Se nota en la columna el agotamiento, en la marcha se van quedando combatientes rezagados y dormidos. Acampamos cerca del pico denominado Del Obispo, que se ve desde la ciudad de Sancti Spíritus y tiene una cruz en su cima. Allí pudimos restablecer' nuestro primer campamento e inmediatamente indagamos por una casa donde debía esperarnos uno de los artículos más preciados del guerrillero: los zapatos. No había zapatos; se los habían llevado las fuerzas del II Frente del Escambray, a pesar de que habían sido logrados por la organización del 26 de Julio.

En esos días se produce una segunda entrevista con gente del II Frente, y será con el comandante Carrera, el que había firmado la circular famosa, fue una entrevista, inamistosa, pero no borrascosa. Este había ingerido ya la mitad de una botella de licor, que era también aproximadamente la mitad de su cuota diaria. Personalmente no fue tan grosero y agresivo como en su misiva de días anteriores, pero se adivinaba un enemigo. Carrera tenía fama de bronco, los hombres del Directorio lo habían denunciado porque le gustaba matar, disparar la pistola contra cualquiera que pensara que era chivato.

Le queda al Che, tras haber suavizado las relaciones con el II Frente, la tarea más importante, recuperar y poner bajo su mando a la guerrilla del 26 de Julio más importante que opera en la zona, una columna que tiene más combatientes en armas que la del propio Che, 202 hombres, la de Víctor Bordón. El Che le envía una nota a su campamento de San Blas diciéndole que suba a verlo, y al finalizar la tercera semana de octubre, se reúne con la tropa de Bordón en un lugar conocido como Las Piñas. El encuentro será tirante al principio, El Che parece tener informaciones contradictorias sobre el grupo de Bordón y sobre los conflictos que éste ha tenido con el II Frente, y no debe parecerle su tropa suficientemente aguerrida, probablemente ni siquiera le guste el maravilloso sombrero de cowboy del ex obrero azucarero que lleva en armas tanto tiempo como él.

La imagen que ofrece la tropa del Che tampoco debe haber sido muy impactante para Bordón, quien contará años después: "cuando llegamos allí vimos a un grupo de hombres físicamente destruidos, exhaustos, descalzos, ropas deshechas... Che sufría un fuerte ataque de asma."

El Che le plantea de entrada una pregunta provocadora: ¿Cuántos guerrilleros bordonistas traes ahí? Bordón contesta: "Son del 26 de Julio, no son míos." El Che lanza entonces un discurso terrible a la tropa: mando único, disciplina férrea, incremento de la lucha, a los que no les guste, pueden irse de inmediato dejando sus armas. Bordón la comentaría años más tarde de manera muy escueta: "Una reunión muy al estilo Che, muy seca." De los 202 que trae Bordón no se quedan más de 110 o 115. El Che le rebaja el grado a Bordón de comandante a capitán. A partir de este momento las relaciones entre ambos serán excelentes.

Tras haber consolidado el frente interno el 21 de octubre se produce la tan esperada reunión en Dos Arroyo y en El Algarrobo con la gente del Directorio. El encuentro resulta emocionante, las tropas confraternizan. Hay una cierta infraestructura en la zona del Directorio que al Che debe haberle resultado agradable, le recordaría sus penosos esfuerzos en El Hombrito: una escuela campesina, una armería, barracas, una planta de radio, una planta eléctrica.

Se encuentran allí los comandantes Rolando Cubela, Tony Santiago, Faure Chomón, Mongo González. El Che escribe un saludo: Al llegar a la sierra del Escambray (...) desde este campamento general del DR, los hombres del 26 de Julio damos testimonio de nuestro agradecimiento por el recibimiento fraternal...

Pronto entran en tema: la unidad del movimiento. El DR plantea que están listos para actuar unitariamente, pero sin los del II Frente, a los que acusan de llevar "una línea propia de bandidos." Que entienden que a él, recién llegado al Escambray le debe resultar difícil comprender las tensiones entre las fuerzas... La escisión entre el Directorio y el II Frente está muy fresca, apenas en agosto pasado, y eso agudiza la fricción. Faure, al que El Che conoció en México durante unos instantes cuando Echeverría se entrevistó con Fidel, afirma que Gutiérrez Menoyo, el dirigente del II Frente se había entregado a los políticos tradicionales y la posibilidad de que detrás de él estuvieran los americanos. El Che, fiel a la consigna, insiste en la visión de unidad a toda costa entre todas las fuerzas que están dispuestas a combatir con las armas a la dictadura. Faure cuenta:

"—No formaríamos unidad con quien había degenerado en bandido—. El Che me miró como penetrándome. Supe lo que pensaba y aclaré:

"—No hablo como sectario; tú vienes a unir, pero yo tengo que advertirte.

"Entonces me propuso:

"—Hagamos un plan entre nosotros y yo haré uno bilateralmente con Gutiérrez Menoyo."

Existe una foto donde están reunidos El Che y Ramiro con la plana mayor del dr (Cúbela, Faure, Castelló, René Rodríguez). Ramiro y El Che con la camisa abierta hasta el ombligo, El Che sin su famosa boina, con una pequeña gorra de visera en la que casi no cabe la mata de pelo y fumando tremendo tabaco. Se nota físicamente repuesto después de la invasión. Los rostros, a pesar de lo importante del encuentro, son muy serios. Como que la cosa no estaba tan clara.

Allí conocerá El Che a un hombre que habrá de estar ligado a su futura historia, uno de los capitanes del Directorio, Víctor Dreke, de 27 años, un negro delgado, enjuto, con una mirada atravesada e intensa. Una bala ha estado a punto de matarlo en el ataque que el Directorio realizó para distraer al ejército cuando llegaba la columna del Che. Dreke recuerda: "El Che era una leyenda al llegar al Escambray en el 58. Yo estaba herido, me llevaron al lugar donde fue el encuentro. Faure nos presenta a todos y le explica al comandante Guevara que yo había sido herido en el ataque a Placetas. El Che me atendió como médico, Castelló. el doctor nuestro, le explicó dónde estaban las heridas. Conversamos del tiro que casi me mata. Teníamos una pequeña oficina, una máquina de escribir. El Che con una gran modestia, nos la pidió prestada para hacer un trabajo. Era el comandante de la revolución en Las Villas y andaba pidiendo permiso..."

El hecho es que si bien no ve claro los caminos de la unidad, El Che parece sentirse mucho más a gusto con estos combatientes surgidos del movimiento estudiantil y que no parecen tener dobleces, y decide establecer su campamento en la zona del dr y no al oeste, donde se encuentra el II Frente. La columna se transporta a un punto conocido como Gavilanes. Aún las huellas de la invasión se notan, sobre todo en los pies, porque heridas y llagas no acaban de curar.

Un campesino ve pasar al Che, viene en un caballo con un perro en la parte delantera y una carrillera de balas cruzadas en el pecho. ¿En qué momento se hizo con el perro ése? Un perro llamado Migueli-to, que luego aparecerá en otra fotografía: orejón, acostado en una hamaca ante una casa campesina.

Esa misma semana El Che mantiene una entrevista fundamental con el coordinador del 26 de Julio en la zona de Las Villas, Enrique Oltuski. La reunión no es ni mucho menos amable, los dos personajes se miran de reojo. El Che de repente le lanza: Me parece que has manejado muy mal la cosa del Escambray. Oltuski le explica que buscando la alianza con la fuerza que parecía más importante, el II Frente, se apartó del Directorio. Con el II Frente llegó al acuerdo de que reconocerían la autoridad nacional de Fidel y el 26 de Julio se subordinaría a ellos en Las Villas. Pero los del II Frente presionaron a Bordón, se robaron abastos del movimiento y al final "quedamos mal con dios y con el diablo." El Che le cuenta que Gutiérrez Menoyo no ha querido verlo. Me ha estado zafando el cuerpo (El Che había enviado a Tamayo con una cita y le había advertido: Tamayito posiblemente tengamos que combatir no sólo con el ejército, a lo mejor con el II Frente; debes de llevar bala en el directo, no te dejes madrugar. Y Menoyo le respondió que había la misma distancia, que fuera él).

La conversación con Oltuski deriva hacia la reforma agraria y hacia la manera de no enfrentar directamente los intereses estadunidenses en una primera etapa. "Y aunque yo me creía un tipo duro en ambas cosas, era más duro que yo, iba más allá." Oltuski es uno de los autores del programa agrario del 26 de Julio, que al Che le parecía moderado. Un reparto agrario basado en impuestos fuertes al latifundio y venta de parcelas y créditos a los pequeños propietarios. El Che se indignaba, en eso era zapatista: "la tierra para el que la trabaja." Oltuski recordará años más tarde: Fuimos encontrando coincidencias."

—Che, pero estas cosas tenemos que hacerlas con cuidado, porque no podemos revelar temprano nuestras intenciones, porque los yanquis nos aplastarían.

—¡Qué comemierda eres! ¿Así que tú crees que podemos hacer una revolución a espaldas de los americanos? Las revoluciones verdaderas hay que hacerlas desde el primer momento y que todo el mundo sepa cómo son, porque hay que ganarnos al pueblo. Una revolución de verdad no se puede disfrazar.

La conversación prosigue toda la noche. Oltuski desconfía de los comunistas, ha visto en el campamento del Che a Armando Acosta, a quien conoce como cuadro del PSP, y sabe que El Che viene precedido por su fama de marxista independiente. El piensa que los comunistas son moderados y oportunistas, y que le han estado dando vueltas al problema de enfrentarse realmente, a tiros, a la dictadura de Batista. La conversación se prolonga, en el campamento los combatientes se van a dormir, hace frío. Oltuski se va con la impresión de que El Che le está dando más importancia a estos problemas políticos que a los militares. Más allá de las discrepancias, ambos han encontrado un interlocutor, alguien con quien vale la pena discutir.

En Gavilanes, el 23 de octubre, El Che escribe el último informe a Fidel sobre la invasión. Un par de días más tarde decide comenzar a operar sobre los cuarteles que están en el interior de la sierra y mantiene una tormentosa reunión con un capitán del II Frente, el comandante Peña, famoso en la región por sus correrías detrás de las vacas de los campesinos, que nos prohibió enfáticamente atacar Güinía de Miranda, porque el pueblo pertenecía a su zona; al argumentar que la zona era de todos, que había que luchar y que nosotros teníamos más y mejores armas y más experiencia, nos dijo simplemente que nuestra bazuca era balanceada por 200 escopetas y que 200 escopetas hacían el mismo agujero que un bazuca. Terminante. Güinía de Miranda estaba destinada a ser tomada por el II Frente y no podíamos atacar. Naturalmente que no hicimos caso; pero sabíamos que estábamos frente a peligrosos "aliados. "Contada por otros testigos parece que la reunión fue más agresiva de lo que El Che reseña. En determinado momento Peña le dijo: "Con las 400 escopetas que yo tengo yo hago más que tú con la bazuca y con todos tus invasores y tus cojones." Ahí tal pareció que le había picado una avispa al Che. Estaban sentados en el suelo conversando en una casita de guano, y entonces El Che se puso de pie y le dijo poniendo su Mi en el suelo: Mira, Peña, si yo tengo que usar las armas contra mis compañeros, hasta ese día yo combato y luego remató: Si ustedes dentro de cinco días no han tomado Güinía de Miranda, nosotros vamos a tomarlo.

No pasaron los cinco días.

El 25 de octubre, mientras el ejército bombardea la sierra, El Che le pide a Faure un par de guías y al día siguiente divide su columna en dos grupos, Acosta con varios reclutas se desplaza hacia un punto conocido como Caballete de Casa en la parte más inaccesible del Escambray, una loma de 800 metros de difícil acceso, desde la que se ven a lo lejos las ciudades de Placetas y Sancti Spíritus, que ha sido elegido por El Che para montar un campamento y una escuela de entrenamiento. Con el resto de la columna se desplaza a una finca llamada Las Piñas, donde se entrevista con los miembros de una pequeña célula del 26 de Julio que había estado muy activa colaborando con las tropas de Bordón. El Che interroga a los campesinos que le sirven de guías para acercarse al cuartel de Güinía, una construcción de ladrillos con techo de zinc y una guarnición de 26 hombres al que llegan entrada la noche.

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