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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (19 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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En su segundo viaje por América Latina, alrededor de 1953.

En La Marquesa, en los alrededores de la ciudad de México, 1955.

Con Fidel en la cárcel. Esta es la primera foto del Che que llega a las manos de la policía de Batista. Fue tomada en el centro de detención de la secretaría de Gobernación en en la ciudad de México, por uno de los Hermanos Mayo. México D. F. 1956.

Ascenso al volcán Popocatépetl, durante su estancia en México, 12 de octubre 1955. En la mochila lleva una bandea argentina que va a colocar en la cumbre del volcán.

En la cárcel de México, el Che, de blanco al frente del grupo de cubanos que viajaría en el Granma.

En la Sierra Maestra con Fidel, primeros meses del 57, aún sin boina y sin barba, en términos de imagen es un pre-Che.

Con Raúl Castro en la Sierra Maestra, 1957.

Sierra Maestra, 1958, comandante ya de la Columna Cuatro del Ejército Rebelde.

De nuevo el mulo, esta vez llamado “Ernesto” , en la Sierra Maestra, 1957.

Che Guevara y Camilo Cienfuegos en la Sierra Maestra.

CAPÍTULO 8

La abuelita hace agua

Sobrecargado, hundido de proa, con la línea de flotación abajo de lo normal, el yate desciende por el río y durante media hora cruza la boca del puerto, los hombres van agachados en cubierta, arracimados.

Fidel contaría años más tarde: "Probamos el Granma en aguas tranquilas y además, con poca tripulación, nadie sabía lo suficiente como para darse cuenta de que al montar 82 hombres en aquel barco, que eran unas cuantas toneladas de hombres, más las armas, agua, combustible, alimentos (...) iba a disminuir mucho su velocidad. No sólo disminuyó su velocidad, sino que por poco se hunde (...) aquella era una cascara de nuez bailando en el Golfo de México."

En un pintoresco lenguaje marinero, Roque, ex teniente de la marina de guerra cubana, recuerda: "Collado iba al timón, Pichirilo y Chaumont que venían como timoneles también lo ayudaban. Avanzamos el río silenciosamente, con las máquinas moderadas. En la máquina pusimos todo avante, pero con la resaca del viento y las corrientes el Granma se desvió de su rumbo prácticamente y tuvimos que luchar para que no se atravesara hasta que cogió mayor estrepada y rebasó esa parte. La mar era fuerte, el buque daba la impresión de que se iba a ir por ojo, pues veníamos sobrecargados."

No era ese el único problema de los expedicionarios. A pesar de todas las medidas de seguridad y todas las precauciones tomadas, el misterioso y aún hoy desconocido sujeto infiltrado en la red del 26 de Julio pudo transmitir una primera información, que aunque imprecisa, puso en estado de alerta a las tropas de la dictadura. El mensaje llegado al estado mayor del ejército decía: "Barco salió hoy con bastante personal y armas desde un puerto de México."

La travesía recién ha comenzado, pero el doctor Guevara tiene ya trabajo. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo, que no aparecían; se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio, quizá durante cinco minutos en total, y después el barco entero presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias del vómito. Salvo dos o tres marinos y cuatro o cinco personas más, el resto de los 82 tripulantes se marearon.

En las últimas horas de la noche se toma la decisión de abandonar aguas territoriales mexicanas lo más rápido posible para evitar los guardacostas, y los timoneles señalan rumbo hacia el Este, difícilmente mantenido a causa del huracán.

El 26 de noviembre amanece nublado, algunas lluvias dispersas mojan la cubierta del atiborrado yate. El barco viene haciendo 7.2 nudos en lugar de los 10 que se esperaban. Al caer la tarde, pesa más el hambre que el mareo entre los expedicionarios y los sacos de naranjas que vienen en la cubierta de proa son abiertos. Guevara anima a los más mareados a que al menos tomen líquidos. El mismo se encuentra en malas condiciones, porque tiene un brutal ataque de asma. Jesús Montané comenta: "La expedición tuvo que salir precipitadamente (...) y esto al parecer tomó desprevenido al Che, que no pudo acopiar las medicinas necesarias para controlar sus ataques de asma. Durante aquellos días padeció un asma atroz, y nos llamó la atención el estoicismo y el espíritu de sacrificio con el que soportó los sufrimientos. Nadie le oyó una sola queja. Únicamente, gracias a que el compañero Faustino Pérez tuvo la precaución de llevar consigo algunas inyecciones de adrenalina, se pudo aliviar algo de aquellas violentas crisis que sufrió."

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