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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (18 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Un último contacto se produce en esos meses, esta vez con representantes del movimiento comunista, miembros del PSP, en particular con el dirigente estudiantil, compañero de Fidel en la Universidad de La Habana, Flavio Bravo. De la entrevista salen acuerdos de coordinación mínimos, porque en principio el PSP está en contra de la idea de la Invasión y quiere convencer a Fidel y al 26 de Julio de las bondades de Una política de frente amplio opositor a la dictadura con acciones civiles. Fidel hace oídos sordos.

En los últimos días de octubre Frank retorna para ultimar detalles y se irá con el texto del telegrama de aviso, el acuerdo de que la insurrección estallaría al producirse el desembarco y la precisión de que se arribaría por la zona de Niquero, en las estribaciones de la Sierra Maestra.

Al iniciarse noviembre, Ernesto le escribe a su madre: He renunciado a que mi caso se solucione por vías legales. Te escribo desde un punto cualquiera de México donde estoy esperando que se solucionen las cosas. El aire de libertad es, en realidad, el aire del clandestinaje, pero no importa, da un matiz de película de misterio muy interesante.

Su escondite en esos días es un cuarto de azotea de la casa de su amigo Alfonso Bauer en la colonia Narvarte, con Calixto García y otro cubano.

La mala suerte hace que se produzca un robo en la casa y la policía llega a la azotea investigando. Los agentes se disculpan con el doctor Guevara, que despliega sus encantos de profesional pobre. "Seguro el ladrón fue el novio de una de las gatas", dicen como despedida.

La separación con Hilda ya es un hecho, en una carta a Tita Infante, le cuenta: Tal vez le interese saber que mi vida matrimonial está casi totalmente rota y se rompe definitivamente el mes que viene, pues mi mujer se va a Perú a ver a su familia de la que está separada hace ocho años. Hay cierto dejo amarguito en la ruptura, pues fue una leal compañera y su conducta revolucionaria fue irreprochable durante mis vacaciones forzadas, pero nuestra discordancia espiritual era muy grande y yo vivo con ese espíritu anárquico que me hace soñar horizontes... La versión de Hilda en sus memorias difiere, y señala que la separación fue marcada como temporal y por culpa de las circunstancias. Hilda Guevara Gadea cuenta que su madre le decía que cuando se separaron en México Ernesto estableció la idea, para evitar compromisos, y que cuando se volvieran a ver pues a ver qué pasaba, "porque no quería dejar atada a mi madre por el riesgo que entrañaba la aventura."

Fidel renta un nuevo rancho en Abasolo, Tamaulipas, más cerca de la probable zona de salida, conveniente por su extremo aislamiento, y se nombra a Faustino Pérez responsable militar. A finales de octubre se concentran allí 16 de los futuros expedicionarios, luego 20 más.

No está exento de tensiones este impulso final. En la ciudad de México siguieron los allanamientos y a mediados de noviembre la policía mexicana incauta un cargamento de armas, caen dos casas de seguridad y es detenido Pedro Miret. Fidel se entrevista con Gutiérrez Barrios, quien le dice que la policía mexicana está recibiendo informaciones de los servicios cubanos y que sin duda tiene un infiltrado en sus filas. El Che cuenta: Nos enteramos de que había un traidor en nuestras filas, cuyo nombre no conocíamos, y que había vendido un cargamento de armas. Sabíamos también que había vendido el yate y un transmisor, aunque todavía no estaba hecho el contrato legal de la venta. Esta primera entrega sirvió para demostrar a las autoridades cubanas que, efectivamente, el traidor conocía nuestras interioridades. Fue también lo que nos salvó al demostrarnos lo mismo.

Fidel será más preciso: "El que nos traicionó en México vendió los secretos por 25 mil dólares." Y Universo Sánchez amplía: "El que dio la información cogió la frontera de México y se fue. Después nos enteramos de que iba entregando casa por casa y que después iba a entregar el barco. Por eso fue que nos precipitamos tanto." Sin embargo, el nombre del multimencionado traidor será uno de los secretos de la revolución cubana. Su nombre nunca ha sido hecho público por los dirigentes del movimiento.

El Che, mientras tanto, pasa sus últimos días en el refugio de la azotea de los Bauer. El dueño de la casa recuerda: 'Tenía una costumbre igualmente arraigada, leía como endemoniado, siempre con su bombilla de mate en la mano. Trataba de no dar la lata, había que rogarle para que bajara a comer."

Un día Fidel se presenta intempestivamente, y aunque le niegan a Ernesto asegura que sabe que está ahí, mete el pie en la puerta y no cede hasta que lo dejan entrar. Tienen una misteriosa conversación.

El 21 de noviembre se producen dos deserciones en el rancho de Abasolo y esto pone en peligro todo el plan. Fidel toma la decisión: la orden de movilización comienza a circular entre los grupos dispersos de los futuros invasores a partir del 22 de noviembre. La cita es el 24 en un embarcadero río Tuxpan arriba, a pocos kilómetros del pequeño puerto en el estado de Veracruz.

El Che recuerda: La orden de partida nos llegó de golpe, y todos tuvimos que salir de México tal como estábamos, en grupos de a dos o tres. Teníamos un traidor entre nosotros, y Fidel había ordenado que no bien llegara la orden halda que salir con lo que se tuviera a mano, para evitar que el traidor diera aviso a la policía.

El Che deja la cama deshecha, la bombilla de mate tirada y los libros abiertos. Días más tarde, cuando sus amigos se inquietan y abren el cuarto violentando el candado, descubren los restos de sus lecturas finales en México: "El Estado y la revolución" de Lenin; "El capital" de Marx; una obra de Germán Arciniegas; un manual de cirugía de campaña, y "Cómo opera el capital yanki en Centroamérica." El grupo que se encuentra en Veracruz y Jalapa abandona el hotel de Tecolutla donde estaban de paso dejando sus pertenencias y probablemente sin pagar la cuenta. En las premuras de la salida y bajo la presión de las denuncias, los expedicionarios parten sin apenas armas automáticas después de haber tenido un pequeño arsenal. No será la única carencia, El Che cuenta: Así me tuve que ir sin el inhalador, y durante la travesía me vino un ataque de asma feroz. Creí que no llegaría nunca.

El 24 de noviembre, finalmente y bajo la lluvia, los expedicionarios se concentran en Tuxpan. Hombres que arriban tras kilométricas jornadas en autos o autobús de la ciudad de México, de Veracruz y Jalapa, de Ciudad Victoria, donde se habían concentrado en hoteluchos los reclutas que antes estaban en el rancho de Abasolo. A causa de una confusión organizativa un pequeño grupo al mando de Héctor Aldama se queda varado en el hotel Aurora de Poza Rica; nunca recibieron la orden de movilización.

Una serie de factores internos, como individuos que, al principio, parecían querer ir a la aventura y después, con un pretexto u otro, se iban separando de ella fue limitando la cantidad de expedicionarios. Al final quedamos los 82 hombres que tomamos el Granma. La versión de Guevara no es precisa, al final hay muchos más de los 82 que finalmente abordan. Fidel contará: "El número de hombres en el Granma era de 82, algunos restantes no pudimos traerlos. ¿Saben cómo hicimos la selección? Por orden, por supuesto de los que tenían más experiencia, más práctica, etc, etc, y al final como había 15, más o menos, en la misma categoría, y entonces dijimos: ¿Para llevar el mayor número qué hacemos? Y los escogimos por el peso y el tamaño: los más chiquiticos de toda nuestra tropa fueron al final escogidos y se quedaron tres o cuatro gordos; esos no vinieron, y después no había quien los convenciera de por qué no los habían traído."

Además de los "gordos", un cuadro clave como Pedro Miret se ha quedado en tierra esperando juicio en México, El Patojo ha sido rechazado por Fidel, que no quiere que la expedición se vuelva una "legión extranjera." El Cuate quedará excluido y su participación en el final de la expedición se limitará a recorrer el golfo de México hasta Isla Mujeres en previsión de que el Granma pueda sufrir una avería técnica, Bayo será rechazado por razones de edad y nada podrá consolarlo; el propio Vanegas tendrá que despedirse del Che llorando.

Hay un pequeño grupo que actúa como comité de despedida. Melba Hernández, Piedad y Antonio El Cuate observan cómo el pequeño yate se va llenando de hombres. Los voluntarios suben atropellándose al barco, porque ha corrido el rumor de que no van a caber en un bote tan pequeño y que muchos se pueden quedar en tierra. Después de tantos meses de espera nadie quiere marginarse.

En la memoria de Faustino Pérez: "El silencio de la media noche sólo era violado por el mortificante y persistente ladrido de los perros alarmados de la vecindad."

Cubierto con una larga capa, Fidel supervisa durante las primeras horas las operaciones de carga. A la 1:30 de la noche del 24 al 25 los dos motores del Granma se ponen en movimiento. El barco abandona el improvisado espigón, con las luces apagadas. La navegación está prohibida a causa del mal tiempo, un norte que azota el Golfo de México. Lluvia constante, fuerte viento. Sánchez Amaya, uno de los expedicionarios, recuerda: "En aquel pedazo de tabla no se podía dar un paso."

Van 82 hombres en el yatecito, amontonados, codo con codo, arrebujados contra el frío de su última noche mexicana. Son guapos, pero se encuentran en un estado a medio camino entre el desconcierto, el miedo y la esperanza. Y son guapos no en el sentido castizo español o mexicano de la palabra, sino en el sentido cubano de valientes, echados para adelante. Y están guapeando al proponerse derrocar a una dictadura militar con esos 82 hombres mal armados en ese barquito frágil. Y este guapear final es el último equívoco en el abandono de México, donde ser guapo no es ser valiente y ser pendejo es ser pendejo y no cobarde. Se terminan un par de años de dudas, de construir la empresa imposible. Como se decía entonces, "ahora, Dios dirá."

Los esperan alertados por traidores y soplones más de 35 mil hombres en armas, incluyendo a la policía, un ejército dotado con tanques, 10 navíos de guerra, 15 guardacostas y 78 aviones de combate y transporte.

Pero ahora, el Granma va bailando sobre las olas, sometido a las inclemencias del norte que azota el Golfo, y México se queda atrás, en una memoria que en el paso del tiempo para el protagonista central de esta historia y sus compañeros resultará benévola, en la que se recordarán las ayudas y las sonrisas, y no las mordidas y los policías que torturaban; las largas caminatas por Insurgentes y los tacos, y no el frío y la soledad. Quedará en la memoria la solidaridad de Cárdenas y la belleza de las pirámides mayas, incluso el recuerdo de la vieja María y no los patíos de altas paredes de la cárcel de Miguel Schultz.

Una de las muchas fotos de Guevara y Burro

La famosa foto en la partida de su viaje por Argentina en bicimoto. 4,500 kms en una bicicleta con motor. Córdova. 1950. Durante el viaje fue preparando exámenes para la carrera de medicina.

A Bordo de la balsa “Mambo-Tango”, en el Amazonas, durante su primer viaje por América Latina con Alberto Granado.

En Córdova. 1948, a los 20 años.

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