Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
—En cuanto al problema ese de Santa Clara, OK, muy bien, vamos a trazar planes para más adelante, para hacerlo en comunidad, yo quiero repartirme esa gloria contigo, así es que yo no soy ambicioso. Te voy a dar un chancecito en el anillo de hierro ese pues vamos a poner 7 mil escopeteros al ataque. Esos escopeteros están locos por entrar en acción y en estos días han desarmado a todos los soldados en los centrales (...) es una cosa espantosa lo que hacen los muchachos por conseguir fusiles.
El 12 de diciembre se produce una nueva entrevista, ahora al Che, desde la radio de la columna, la 6VF, que será emitida en el Escambray y retransmitida por Radio Rebelde desde la Sierra Maestra. Es una entrevista muy formal, un tanto seca, El Che todavía no les ha perdido el miedo a los periodistas, ni siquiera a los suyos:
—¿Qué acogida tuvieron ustedes en los pueblos de Las Villas?
—Bueno, la acogida fue fantástica. No podíamos esperar mejor acogida. Tuvimos algunos problemas con los sectores revolucionarios que operaban en la zona; pero nuestra conducta posterior hizo disipar al fin y al cabo aquellas discrepancias.
—¿Qué cree usted, comandante sobre la situación del régimen despótico?
—Creo que estamos al borde de un colapso. Si factores ajenos a la nación intervienen, quizás se mantenga algo. De todas maneras las fuerzas populares son tan grandes que el colapso es inevitable. Estimo que el factor intervencionista en este momento no debe producirse por el amplio espíritu revolucionario de todo el pueblo cubano.
—Bueno, comandante, en relación con las luchas anteriores en la Sierra Maestra, ¿cómo ve usted la lucha en esta tierra de aquí?
—En la Sierra Maestra hubimos de iniciar nuestra lucha un grupo de hombres casi desarmados, sin balas y casi sin apoyo campesino. Nuestra acción fue mejorando; pero la Sierra Maestra es un lugar inhóspito, con muy pocas vías de comunicación. En cambio, en Las Villas estamos situados a muy poca distancia de las ciudades importantes y de la carretera central y recibimos una gran cantidad de ayuda de nuestras líneas de abastecimiento en el llano. Las condiciones son mejores. —¿Entonces le gusta más esto?
—No es que me guste más. El estar más cómodo no quiere decir que me guste más, pues siento un gran cariño por aquella zona de la Sierra Maestra donde empezamos a luchar y donde nos fuimos engrandeciendo como factor revolucionario.
—¿Qué nos puede decir en relación con la gran ofensiva del gobierno valientemente rechazada por ustedes?
—Bueno, no sólo fue rechazada por los hombres a mi mando, fue además humillantemente perdida por el ejército de la dictadura que no luchó, que se retiró dejando en nuestro poder armas y demás equipos.
—¿Y qué cree en relación con las ofensivas en esta provincia?
—Estimo necesario y vital dejar incomunicado el occidente con el oriente y estimo que la ciudad de Santa Clara está virtualmente en nuestras manos, cuando realmente se haga una ofensiva de todos los factores revolucionarios agrupados.
—Y una última pregunta, doctor Guevara, ¿estima usted que podamos todos juntos cenar en Nochebuena?
—Bueno. Todos juntos podemos cenar, el asunto es dónde. De todas maneras espero que todos cenemos en armonía... los que estamos aquí.
La bandera del 26 de julio en lo Alto del Hombrito, campamento del Che en la Sierra Maestra, fin de 1957. La bandera fue colocada para provocar a la aviación batistiana.
La toma del cuartel de Fomento en la ofensiva del Che en Las Villas. Diciembre, 1958.
Ya dentro de Santa Clara, en la batalla por la toma de la ciudad, con Aleida March, la que sería meses más tarde su esposa, y que durante la batalla operó como guía de la columna gracias a su conocimiento de Santa Clara, donde había actuado clandestinamente meses antes. Últimos días de diciembre del 58.
En la Habana, antes de la llegada de Fidel, aún la situación no estaba completamente clara, aunque militarmente las columnas del 26 de julio y el Directorio Revolucionario controlaban el país. Ramiro Valdés, Camilo Cienfuegos, Che, Carlos Franqui. Primeros días de enero del 59.
Hilda Guevara en La Habana. Como el Che no tenía dinero, los amigos hicieron una colecta para comprarle la muñeca a su hija recién llegada. Enero, 1959.
La boda con Aleida, junio del 59. El pasajero es su amigo Óscar Fernández Mell.