Ernesto Guevara, también conocido como el Che (46 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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La desesperación comienza a sentirse entre los rebeldes. El cerco ha llegado a su segundo día, las bajas sin ser importantes en número son terribles en calidad, incluyen a los capitanes de dos de los pelotones; el bombardeo de la aviación es terrible.

Leonardo Tamayo cuenta: "El Vaquerito planeaba darle candela (al cuartel de Fomento), pero era una construcción de mampostería rodeada por muros, con una cerca de bloques alta, y era difícil entrar. En todos esos muros estaba el ejército con aspilleras. Entonces a él se le ocurrió una idea magnifica (para mí, por supuesto, en aquel tiempo; hoy creo que era la más absurda que puede haber) que consistía en buscar tanques de gasolina y una tubería, tirar esta última, e ir empatando tubos hasta llegar allá y con una bomba aspirante, lanzarle gasolina al cuartel. Pensábamos desconectar la bomba del tanque y meterle candela por dentro al tubo. Era un disparate. Decididamente, nos íbamos a quemar nosotros. El plan no se llegó a realizar porque no encontramos los medios."

La luz y el agua dentro del cuartel estaban cortadas, los soldados habían tenido muchos heridos, pero la resistencia continuaba. Anochecía el 17 de diciembre y El Che, a pesar del creciente riesgo, tomó una las decisiones más arriesgadas de su vida de guerrillero: mantener el cerco.

A lo largo de la mañana del 18, los revolucionarios fueron acercándose cada vez más a las paredes del cuartel. Otro invasor, Mariano Pérez, cayó herido. El Che levantó las emboscadas y concentró en torno al cuartel el resto de sus pelotones, se lo jugaba todo a una sola carta. Los bombardeos continuaban.

Las previsiones del Che eran correctas, los soldados no podían resistir mucho más en el interior del cuartel y los refuerzos por tierra no venían en camino, quizá porque pensaban que el ataque al cuartel era el cebo para una emboscada. Pérez Valencia cuenta: "Llegué a la conclusión de que no tenía nada más que defender. Las avanzadas del hotel y el cine habían caído ante el fuego de los rebeldes, mientras el resto de mis hombres se veían extenuados y sin moral alguna. Habíamos sufrido varias bajas y no contábamos con posibilidades de atender a los heridos ni de enterrar a los que cayeran (...) Después de comunicarle a la oficialidad la decisión, ordené sacar bandera blanca." Pasaba de las cuatro de la tarde.

El Che entró al cuartel y se sentó ante el oficial derrotado; la foto registra al médico Óscar Fernández Mell parado en el quicio de la puerta y al Che conversando y fumando un tabaco ante Pérez Valencia, con cara de que él está allí por casualidad, de que la cosa no va con él.

La primera orden del Che es que sus doctores se hagan cargo de los heridos del ejército. Luego ordena que le hagan entrega de las armas. Mientras los hombres de la columna 8 celebran la victoria en las afueras del cuartel ondeando una enseña del 26 de Julio, El Che levanta una minuciosa lista de los materiales bélicos capturados: dos jeeps, tres camiones, un mortero, una ametralladora calibre 30, 138 fusiles y ametralladoras ligeras y 9 mil balas: la extensa lista incluye 18 pares de zapatos, cuatro máquinas de escribir y un reloj despertador. Más de cien fusiles fueron incorporados a las fuerzas de la libertad. El comandante de la columna 8 sabe del valor de cada objeto sustraído en combate al enemigo. En manos de los guerrilleros han quedado 141 prisioneros.

Al final de los enfrentamientos se producen nuevos bombardeos, El Che denuncia la situación a la Cruz Roja: Salvajes ametrallamientos de que es víctima la población civil de la ciudad de Fomento y poblaciones circundantes, los que no persiguen objetivo militar alguno y han dado por resultado la muerte de dos niños en la ciudad de Fomento y el que fueran heridos dos civiles en el poblado de las Arenas.

Al final de la batalla El Che informa de los siguientes ascensos a capitanes: Roberto Rodríguez (Vaquerito), Orlando Pantoja y Óscar Fernández Mell a capitán médico. Comienza el reparto y distribución de las armas, una parte de las cuales es enviada hacia el campamento de Caballete de Casa para ir armando a la reserva. La población está en las calles. Las fotografías muestran a un sonriente y estrenado capitán Roberto Rodríguez sentado en un jeep recién capturado y rodeado de rebeldes de incipientes barbas y muchachas admiradas. El Vaquerito, todo un personaje con sus 23 años y su barba y pelambre abundante, cubierto con una gorra que parece flotar precariamente sobre su cabeza; sin bigote, con su escasa estatura y su apariencia de niño malvado; cubierto de cananas, granadas y con un rifle al hombro que parecía mayor que él. Un hombre que según las palabras del Che, jugaba con la muerte. Las otras fotos ofrecen en cambio la imagen de un agotado Che Guevara rodeado de las milicianas del 26 de Julio, demacrado, tratando de repartir justicia en las esquinas de la victoria: cuántos rifles aquí, quién se ganó el derecho a cambiar un garand por un M1 en el combate, quiénes deben mantener las emboscadas sobre las carreteras, cómo distribuir las municiones en los pelotones.

Zobeida Rodríguez se le acerca. No debería estar ahí, no tenía rifle y se había quedado en Piedra Gorda porque con un winchester no se podía ir a tomar un cuartel, pero "se fue por la libre" y combatió con otros siete compañeros de la reserva. El Che la descubre y la regaña. Zobeida se disculpa, repite las palabras al autor de la frase: "las armas hay que ganarlas en combate." El Che le contesta: Está bien, media naranja, y le da un garand.

Hay una foto en particular que resume la victoria de Fomento: Sobre un jeep con una enorme bandera cubana que cuelga de una pared y cae sobre la parte trasera del vehículo, y otra cubriendo la parte delantera, El Che, de pie sobre el asiento, habla a una multitud que lo rodea, y lo mira fijamente, tratando de comerse las palabras.

Una multitud de habitantes de Fomento, desarmados, arracimados frente a la voz de la revolución que les llega con ese sorprendente acento argentino. El Che experimenta una nueva relación. No conoce de Cuba mas que las montañas y los llanos pantanosos de la invasión. Ha discutido y arengado decenas de veces a campesinos. Por primera vez habla al pueblo de las ciudades, a obreros, artesanos, pequeños comerciantes, estudiantes, amas de casa, secretarias, empleados. La base urbana de la revolución.

Con la ayuda de las fuerzas del Directorio, el 26 de Julio y los sindicatos recién reorganizados, se nombran autoridades civiles en Fomento. La columna guerrillera, a diferencia de sus otros ataques a los cuarteles, parecía no tener prisa en retirarse a la seguridad del Escambray. ¿Se estaba iniciando la batalla de Santa Clara? ¿Qué lecciones había obtenido El Che de la victoria de Fomento?

En principio y sin perder mayor tiempo El Che lanzó un pelotón hacia el este de las posiciones ocupadas, el del capitán Olo Pantoja y el teniente Elíseo Reyes (San Luis), que se desplegó hacia Santa Lucía para enfrentar a las tropas de) escuadrón 38 de la guardia que avanzaban como tardío refuerzo. Se trataba también de paralizar totalmente el tráfico ferroviario hacia Oriente. El 19 de diciembre este mismo cuerpo voló un puente ferroviario dejando aislado Cabaiguán de Sancti Spíritus. Tras permitir el paso de un primer tren, descarrilaron el segundo que llevaba alimentos a Santa Clara. La comida fue repartida entre los campesinos de la zona y se llevó a los soldados prisioneros al campamento de Manacas. De ahí el pelotón avanzó hacia La Trinchera para cortar con acetileno el segundo puente.

Mientras El Che preparaba la siguiente acción central de la columna, la aviación continuaba bombardeando las carreteras de la región y los alrededores de los pueblos pensando que así podrían impedir una nueva aproximación de los pelotones del Che a otras ciudades. Sin embargo, las tropas del coronel Río Chaviano seguían encerradas en el cuartel del regimiento "Leoncio Vidal" de Santa Clara o en los cuarteles de Cabaiguán, Placetas, Remedios. Inmóviles, fijadas al terreno, esperando el golpe, hostigadas por el odio popular que vibra en torno suyo, golpeadas por el miedo que provoca el mito de la invencibilidad del Ejército Rebelde, de los "mau mau"; perseguidas por las ondas hertzianas desde las que los bombardean los mensajes de Radio Rebelde, de la emisora de la columna 8 o de su hermana gemela en el norte de Las Villas.

El 19 de diciembre la columna de Camilo puso cerco al cuartel de Yaguajay en el noroeste de la provincia. Ese mismo día se hizo pública la orden militar número 67 en la emisora 8CR de la columna del Che: Visto el desarrollo exitoso de la lucha por la liberación en el territorio de Las Villas, se declara Territorio Libre de Cuba al comprendido por los centrales Natividad, Amazonas, Santa Isabel y Agabama. Se ordena el cese de las directivas sindicales batistianas y se convoca a asambleas generales obreras para nuevas elecciones. Comandante Che Guevara.

Ahora, El Che tenía que tomar una decisión eligiendo entre consolidar el territorio liberado, o aprovechar la actitud defensiva del ejército para prolongar su ofensiva. Esta decisión implicaba todo un cambio en la mentalidad guerrillera de las primeras épocas, y una invitación a convertir a los pelotones de la guerrilla en fuerzas de sitio aunque sin perder su movilidad. Un proyecto militar así estaba desarrollándose en Oriente bajo la conducción de Fidel Castro, cuyas columnas comenzaban a dibujar el cerco sobre Santiago de Cuba arrasando cuarteles y ampliando sus bases de apoyo en toda la provincia. La misión original del Che de cortar la isla en dos estaba cumplida, ¿iría más allá?

Sesenta y un horas después de la rendición de Fomento, el día 21 de diciembre a las ocho de la mañana, las tropas de la columna 8 atacaron simultáneamente los cuarteles de la ciudad de Cabaiguán a 67 kilómetros al este de Santa Clara sobre la Carretera Central y a 12 de Sancti Spíritus, y el cuartel del pueblo de Guayos, siete kilómetros al este de Cabaiguán y sobre la misma vía.

El Che había optado por la ofensiva relámpago, para no darle tregua al enemigo y comenzaba a desarrollar un plan de combate que lo llevaría, en pocos días, a las puertas de Santa Clara, si el comportamiento de sus fuerzas y la reacción del ejército seguían produciéndose como hasta ahora.

A las 5:00 de la mañana, dirigidos por El Che, cuatro pelotones de la columna 8, los de Migue! Alvarez, el capitán José Ramón Silva, el teniente Rogelio Acevedo y el pelotón suicida encabezado por El Vaquerito, así como fuerzas del Directorio, descendieron de los vehículos en las afueras de Cabaiguán, una población de 16 mil habitantes, y comenzaron a infiltrarse.

Las fuerzas batistianas se componían de unos 90 soldados y policías al mando del capitán Pelayo González y estaban distribuidas en el cuartel, en los altos de la casa de tabaco de la Escogida de Breña y en la estación de microondas, a un kilómetro del pueblo: además, varios francotiradores se encontraban en los edificios más altos.

El primer punto qué se tomó fue la casa de tabaco. Dos rebeldes lograron alcanzar la azotea, rompieron una ventana y dispararon al interior. Los seis soldados que ahí estaban se rindieron casi de inmediato. El Che ordenó entonces avanzar sobre la microonda, donde había una guarnición de 10 hombres, mientras se cercaba el cuartel.

En la Carretera Central, rumbo a Placetas, El Che había colocado un bloqueo para impedir el arribo de refuerzos, y pasando Guayos, rumbo a Sancti Spíritus, se había apostado una segunda emboscada sobre el puente del río Tuinicú. Con estas fuerzas de contención garantizaba temporalmente poder operar sobre los cuarteles sin el peligro de ser tomados entre dos fuegos. Si el ejército mostraba la lentitud de reacción usual, los rebeldes podían esperar más de 40 horas de tranquilidad en su retaguardia con tan sólo la molestia de la aviación, que hizo presencia con la prontitud acostumbrada. Durante seis horas cinco B26 de las fuerzas batistianas bombardearon las afueras de los pueblos sitiados.

El pelotón del Vaquerito reconoció las posiciones enemigas encontrando resistencia. Mientras en un ataque de locura de los que le eran habituales preparaba una operación comando sobre la loma en que se encontraba la microonda, sorpresivamente los guardias se rindieron gracias a la presión que desde adentro hacía un soldado que luego se incorporó a las fuerzas rebeldes.

Ahora seguía el cuartel, donde se encontraban las fuerzas del capitán González. Se avanzaba por el interior de las casas, saltando por azoteas, cruzando patios interiores, rompiendo paredes. En uno de los avances, El Che, al saltar desde una azotea, tropezó con una antena de televisión y cayó al patio golpeándose con unas latas en las que estaban plantadas flores. Se hizo una pequeña herida de un par de centímetros sobre el ojo derecho y una lesión en la muñeca. Trasladado a la clínica donde estaba el capitán Fernández Mell, Se le hizo una radiografía que mostró que tenía además una fractura en el codo y una lesión dolorosa en el brazo. El Che se negó a que le aplicaran una antitetánica, porque pensaba que a causa del asma podía provocarle una reacción y paralizarlo, dejándolo fuera de las acciones. A partir de ese momento, y a causa de los dolores, tomaba aspirinas como galletas. No fue el único en andarse cayendo por las azoteas, a causa de los francotiradores, Gustavo Machín Hoed, un capitán del Directorio, cuya vida estaría posteriormente ligada a la del Che, se cayó también lesionándose la espalda.

Hacia las 8:00 de la noche, el cerco al cuartel continuaba, los miembros del pelotón suicida se encontraban a muy pocos metros y una granada de mano lanzada por los soldados hirió a Leonardo Tamayo, Harry Villegas y Alfredo Salas. Se produce una tregua nocturna.

Los combates en Guayos se habían prolongado mucho menos: El tiroteo en el pueblo se inició a las 7:00 de la mañana, tras un enfrentamiento sobre el puente del río Tuinicú donde detuvieron a los refuerzos que venían de Sancti Spíritus y que fue protagonizado por el pelotón de Olo Pantoja y San Luis. Ahí se destruyó el puente tras hacer huir a los custodios, luego se produjo el repliegue tras el contraataque de los militares, pero manteniendo el bloqueo en la carretera central.

Las tropas de Bordón combaten en dos frentes, contra los soldados guarecidos en el cuartel y contra los policías, que comandados por José Rojas, hijo del conocido coronel de la policía de Santa Clara, actúan como francotiradores apostados en el cine Alcázar.

El grupo de Pantoja y San Luis, entra en la ciudad. Marcelo Martínez, miembro de la escuadra, cuenta: "Al llegar a los elevados de Guayos la situación estaba fea y además no conocíamos el lugar. Los francotiradores que se hallaban apostados en el hotel del pueblo nos reciben a tiro limpio, obligándonos a tirarnos del jeep en la parte derecha de los elevados. Nos parapetamos en el portal del antiguo Liceo y comenzamos a ripostar el ataque. Aquello era pelo y palo." San Luis se llena de ardor, se incorpora y avanza disparando. Le advierten del peligro que corre, pero las detonaciones y su estado de ánimo no lo dejan escuchar y sigue. Olo abandona también su posición y corre tras él. Una ráfaga que sale de las ventanas del hotel hace blanco en sus cuerpos. Caen. Olo tiene dos balazos, uno en el pecho y otro en el brazo derecho, San Luis es herido en el costado posterior izquierdo. Un combatiente se acerca a sacarlos y le responden que no es nada y continúan disparando. La sangre comienza a mancharles las ropas. Ninguno de los dos quiere retirarse del combate. A regañadientes abandonaron el lugar.

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