Ernesto Guevara, también conocido como el Che (49 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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A las cuatro de la madrugada arriba a la Universidad el segundo contingente de los rebeldes; hacia las seis llega El Che Guevara. Acevedo, quien se ha adelantado con su pelotón en esos momentos, toma la estación de radio CMQ sobre la carretera, dos kilómetros adelante del resto de la columna.

Lolita Rosell, una simpatizante del 26 de Julio que vivía en la entrada de Santa Clara, ve llegar a la descubierta de Acevedo, flacos, sucios, su madre los recibe en la puerta gritando ¡Viva Cuba libre! Su padre le pregunta: ¿Estas son las tropas del Che? ¿Los que vienen a tomar el Leoncio Vidal? Ella le echa una arenga: la que cuenta es la moral... El padre le dice a su mujer: "Lola, ve recogiendo, porque cuándo regresen por aquí tenemos que irnos con ellos a las lomas. Un rebelde muy joven le pregunta: "¿Cuántos soldados tiene Batista en la ciudad?" Ella responde que 5 mil. Al ver la reacción en su rostro, pregunta: —¿Son muchos?.

—No sé si serán muchos, pero con el jefe que traemos, no van ser muchos, eso sí lo sé.

Enviado por el capitán Acevedo, el pelotón de Pacho Fernández desarrolla una mayor penetración acercándose a los límites de la ciudad: Se embosca en una bocacalle. A los pocos minutos aparece un camión repartidor de leche; el teniente Fernández lo deja pasar pensando que quién sabe cómo podrán los habitantes obtenerla en los días por venir. Minutos más tarde se aproxima un automóvil con fuerzas del ejército y se entabla un tiroteo donde muere un soldado. Poco después aparece la primera columna enemiga. Tras el choque, él pelotón de Alberto Fernández se repliega para conectar con la columna.

Hacia las 8:00 de la mañana inicia su avance, desde la Universidad, el grueso de la columna 8; Por las cunetas, en dos largas filas indias. En el centro El Che con una pequeña escolta. Harry Villegas cuenta: "Cuando entramos a Santa Clara, el pueblo decía que venía El Che con tres mujeres, una rubia que era Aleida, una negra que era yo y una jabá que era Parrita, porque como Parrita y yo teníamos un pajonal de pelo y nada de barba, nos confundieron."

Al llegar a la planta CMQ la vanguardia se encuentra con dos estudiantes que llevan detenido a un soldado para entregarlo a los rebeldes. Mientras lo están interrogando aparece por la carretera un jeep. Acevedo le dispara, el jeep frena y retrocede chirriando las llantas. Acevedo da orden de avanzar, porque sin duda informarán de su presencia allí. Ramón Pardo, Guile, cuenta: "Habíamos avanzado unos 300 metros, y sorpresivamente en una curva del camino, apareció una tanqueta abriendo fuego sobre la marcha. Nosotros nos desplegamos enseguida y respondimos al fuego. Yo recuerdo que pasé una alambrada con la mochila y el fusil y ni el sombrero se me cayó." Los guerrilleros se despliegan; toman los portales de las casas, responden el fuego. La tanqueta se retira pero deja a cinco rebeldes muertos y varios heridos, sus cuerpos ensangrentados en la carretera: En ese momento comienzan los disparos, desde el flanco izquierdo de la columna que avanza, son los soldados del tren blindado que han tomado posiciones en la Loma del Capiro.

En la Facultad de Pedagogía de la Universidad se improvisa un primer hospital de sangre» El doctor Rodríguez de La Vega recuerda:

"Fernández Mell y yo nos acostamos en la esquina de una de las aulas de la Universidad, los aviones tiraban, y a pesar de eso nos quedamos dormidos, los cristalitos nos caían a veces arriba, pero no los sentimos y como a la una de ese día empezaron a llegar los heridos (...) Ya habíamos organizado que allí se atendieran solamente a los casos más urgentes y el resto pasar a Camajuaní, a donde se podía llegar rápidamente."

Los rebeldes llegan a la vía del tren y establecen una primera línea defensiva para aislar a los soldados que se encontraban en la loma y frenar a los refuerzos que aparecieran por la carretera. La labor de contención se encomienda al pelotón de Guile. Se da la consigna a los pelotones de comenzar a infiltrarse en la ciudad, sobre los objetivos secundarios, evadiendo el cuartel Leoncio Vidal. La aviación había iniciado los bombardeos desde las 8:35 de la mañana. Vuelan sobre Santa Clara diez B26 y F47 bombardeando, ametrallando y arrojando rockets sobre los barrios periféricos de la ciudad. Las primeras operaciones se prolongan hasta las 10:05 de la mañana. Una bomba que cae frente al hospital de maternidad e infancia destruye ocho casas. Son particularmente castigados los rebeldes que se aproximan a la Loma del Capiro y las fuerzas del Directorio que se acercan al cuartel Los caballitos.

La población civil, que a diferencia de las comunidades del Escambray no había sufrido los aterradores efectos del bombardeo, se atemoriza. La ciudad se estremece por la explosión de las bombas.

Hacia las 10:00 de la mañana habían hecho su entrada en Santa Clara, por la carretera de Manicaragua, las tropas del Directorio, un centenar de hombres, en una caravana de camiones precedida por dos automóviles. El camino de acceso había sido lento por los obstáculos que las propias fuerzas rebeldes habían colocado, pero no se produjeron choques con el ejército. En los primeros automóviles viajaban los capitanes del Directorio: Raúl Nieves, Víctor Dreke, Abrantes, El Mexicano, César Páez, Oropesa, Gustavo Machín Hoed de Beche y el comandante de la columna, Rolando Cubela. Sus objetivos son el cuartel de Vigilancia de Caminos (Los caballitos) y el cuartel del escuadrón 31 de la guardia rural, donde los esperan unos 400 soldados apoyados por cuatro tanques. Tras los primeros choques con avanzadas del ejército, la columna se fragmenta en dos y avanza bajo bombardeo.

Hacia las 11:00 de la mañana los combatientes del Directorio se encuentran a unos 600 metros del cuartel. Los grupos de Nieves y Dreke toman posiciones en el edificio de la Coca-Cola y en la Maternidad Cabrera. Abran tes inicia el ataque sobre Los caballitos y es rechazado, pero las fuerzas del teniente López logran escurrirse hacia la retaguardia del enemigo. Dreke narra: "Como a las 11 o 12 de la mañana la situación se puso bastante crítica, ya que algunos soldados habían salido del Escuadrón en unas tanquetas y disparaban sobre nuestras posiciones, sobre los compañeros que se encontraban en los alrededores de las casas. Los guardias disparaban y retrocedían al interior del cuartel, mientras otros avanzaban con las tanquetas..."

Desde la guarnición del cuartel Leoncio Vidal, el coronel Casillas desesperado y sin una clara idea de lo que le está pasando, fuera de que tiene a los mau mau en las calles hostigando las concentraciones militares y que está a la defensiva, se comunica con el Estado Mayor en Columbia y pide se le envíen refuerzos desde Cienfuegos por avión y más bombardeos. En respuesta a su demanda la base de Columbia ordena una nueva oleada de bombardeos; los B26 y los Sea Fury atacan de nuevo los barrios de Santa Clara. Las acciones se producen de las 10:42 de la mañana a las 16:54.

El Che, desde la CMQ, lanza un llamado a la población a colaborar con los rebeldes, a través de las ondas se escucha la voz rasposa con un acento argentino suavizado por el agotamiento: La situación militar del régimen se está socavando día a día, pues sus soldados no quieren pelear. El mensaje se retransmite a las 2:00 de la madrugada desde Sancti Spíritus y es retomado de allí por Radio Tiempo, Unión Radio y Radio Nacional. Una red misteriosa reproduce el mensaje en el que El Che solicita que se bloqueen las calles para impedir el libre movimiento de los blindados y ordena el corte de agua y luz en la ciudad para someter a mayor presión a las fuerzas acuarteladas. Y otra red, más potente aún, en el interior de Santa Clara, comienza a cumplir la orden del Che, automóviles con las ruedas desinfladas a mitad de la calle, colchones, muebles arrojados por las ventanas... Una foto registra cómo en una calle de no más de 60 metros hay nueve automóviles atravesados.

Al salir de la estación, una niña le pide que se detenga para tomarle una foto, El Che desconcertado posa para ella. La situación no es transparente, están entrando en la ciudad, pero superados ampliamente en número y con la gran diferencia que hacen las tanquetas. Un contraataque puede ser trágico. Comenta con Fernández Mell que para tomar Santa Clara será necesario al menos un mes de combates. Hay que aumentar la presión. Siguiendo sus instrucciones comienza a producirse la infiltración. Mientras el pelotón de Ramón Pardo opera sobre los soldados del tren que disparan desde la Loma del Capiro, apoyado por el pelotón suicida, los otros pelotones van avanzando hacia el interior de Santa Clara. Descubren sorprendidos que las puertas de las casas se abren para ofrecerles desde un vaso de agua hasta una tacita de café.

En el frente del sur, las tropas del Directorio; aprovechan la ausencia de luz del atardecer que marca el fin de los bombardeos, lanzan un contraataque que obliga a las fuerzas del cuartel de los caballitos a replegarse hacia su interior. En el frente de Santo Domingo, al occidente de Santa Clara, las tropas de Bordón se han enfrentado a un convoy del ejército que viene con refuerzos para la ciudad sitiada y logran frenarlo. En las cercanías de Jatibónico, el pelotón de Pantoja y San Luis trata de impedir, con una emboscada, el arribo de refuerzos a la guarnición.

Anochece. El balance para los rebeldes es positivo a pesar de las bajas y de la lentísima progresión. Han logrado impedir que se aproximen por oriente y occidente refuerzos a Santa Clara, se ha tomado prácticamente Trinidad. Con grandes dificultades comienzan a presionar hacia los barrios del centro de la capital provincial; el ejército, a pesar de su enorme superioridad, no ha sido capaz de pasar al contraataque, ni siquiera ha movilizado las enormes reservas con las que cuenta en el cuartel "Leoncio Vidal." En el interior de la ciudad la población levanta barricadas para impedir el accionar de los tanques.

En la mañana, pocas horas antes, cuando instalaba una ametralladora en una casa cercana a la Universidad, el capitán Acevedo respondió al propietario, el profesor Luis García, cuando le pedía que en caso de repliegue le permitiera retirarse con los rebeldes:

—Aquí no habrá para atrás, doctor.

Parece que sus palabras están en camino de cumplirse.

En la noche del 28 de diciembre, El Che reorganiza sus fuerzas y trata de sacar las tristes lecciones, las enseñanzas claves de los acontecimientos del día. Envía un mensaje a Rolando Cubela donde hace un sintético balance: Nosotros no pudimos avanzar casi. Tuvimos cuatro mantos y varios heridos. Esta noche probaremos suerte. Dame tu posición exacta paira poder actuar can más conocimiento. Che.

En la noche del 28 El Che no duerme, recorre con una escolta la vía férrea tratando de encontrar el punto vulnerable del tren blindado, y elige un lugar donde levantar los rieles. Un poco antes del amanecer los rebeldes utilizando el carterpillar amarillo d6 del Departamento de Agronomía de la Universidad de Santa Clara, levantan un tramo de la vía férrea a unos cuatro kilómetros de donde se encontraba el tren, con lo cual se impide el retroceso hacia las instalaciones del cuartel "Leoncio Vidal." El capitán Acevedo recuerda: El Che "a veces hacía cosas u ordenaba hacer algo cuyo sentido inmediato no comprendíamos y que era producto de su gran intuición de combatiente. "Una vez aislado el tren y la posición de la Loma del Capiro, donde se han desplegado parte de los soldados, El Che ordena que prosiga la infiltración hacia Santa Clara. El pelotón suicida es enviado a atacar la estación de policía, el de Acevedo a combatir en la zona de la Audiencia y la cárcel y el pequeño pelotón de Alberto Fernández hacia el Gran Hotel. Al pelotón del capitán Zayas se le ordena combatir a las fuerzas que se encuentran en la Loma del Capiro y al capitán Alvárez, reforzar a los combatientes del Directorio que se enfrentan con las fuerzas del escuadrón 31 y el cuartel Los caballitos. El pelotón de la reserva, que comanda el teniente Ribalta, recibe la orden de entrar al Barrio del Condado, atacar el edificio "Raúl Sánchez", el edificio "Martí" y ejercer una contención sobre las fuerzas del "Leoncio Vidal." Aislar la fuerza central, atacar las concentraciones más débiles, el esquema guevarista del último mes. Las fuerzas del Che entran en Santa Clara. Si el pelotón de Ribalta sabe a dónde va, porque sujete ha nacido en ese barrio, no ocurre lo mismo con las fuerzas de Acevedo, que avanzan por la acera contraria; o las tropas del pelotón suicida, que sé encuentran absolutamente perdidas en Santa Clara. El propio Che, que no conoce de Cuba más que la Sierra Maestra y la Sierra del Escambray y el trayecto entre ambas, ha tenido que usar a la dirección del clandestinaje para guiarse en la ciudad en sombras, en particular la invaluable ayuda de Aleida March. Así, un ejército de desarrapados barbudos, transitando como fantasmas, cruza en las horas nocturnas la ciudad. Santa Clara quedaba partida en dos.

Al amanecer del día 29 la infiltración había dado resultado, los rebeldes estaban dispersos por todo Santa Clara. Años más tarde, El Che diría, quizá recordando aquella noche: El combatiente guerrillero es un combatiente nocturno, y al decir esto se dice también que tiene todas las cualidades de la nocturnidad...

El 29 va a ser el día clave de los combates en Santa Clara. Repuesto de la sorpresa inicial, el ejército batistiano puede movilizar sus tropas, desplegarlas y en contraataque enfrentar a los guerrilleros a los que supera abrumadoramente en número y en poder de fuego. Eso, o el frente invisible del Che, la inexistente línea de fuego que El Che ha creado con la infiltración irá afianzando posiciones, aislandolos reductos, inmovilizando a los soldados, incorporando a la población en su apoyo. Un par de años más tarde El Che escribiría en "Guerra-de guerrillas" una frase que habría de enloquecer a los teóricos militares, una frase llena de humor: Afe existen líneas de fuego determinadas. La línea de fuego es algo más o menos teórico. Hoy, 29 de diciembre, ningún cartógrafo podría trazar la línea divisoria que separaba a soldados y rebeldes, la línea no existía. Compenetrados, mezclados en el paisaje urbano, los rebeldes habían roto el cordón defensivo del coronel Casillas y se le habían metido dentro de la casa.

De madrugada las tropas del Directorio que atacaban el cuartel Los caballitos inician una nueva aproximación. Rolando Cubela cae herido por una ráfaga de ametralladora. Gustavo Machín Hoed se hace cargo de la dirección del ataque.

Mientras tanto la ciudad vuelve a estar a merced de las bombas. Dos B26 bombardean y ametrallan. El periodista José Lorenzo Fuentes, testimonia: "Los vecinos de las zonas más beligerantes abandonaban las casas despavoridamente. Ancianos, mujeres y niños deambulaban por la ciudad con sus pequeños líos de ropa bajo el brazo, en busca de un refugio más seguro para sus vidas. El hambre, el sufrimiento y el terror estaban retratados en sus rostros. La metralla de los aviones se cernía sobre los techos y grupos de civiles resultaban heridos y muertos. Muchos cadáveres tenían que recibir sepultura en los patios de las casas sin ataúd siquiera. Un niño de 12 años recibió la metralla en medio del pecho y los padres ni pudieron acercarse."

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