Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
Tal vez parezcan insólitas estas consideraciones sicológicas en el análisis de una lucha que tiene escala casi continental. Sigo fiel a mi concepto del núcleo; yo era el jefe de un grupo de cubanos, una compañía nada más, y mi función era la de ser su jefe real, su conductor a la victoria que impulsaría el desarrollo de un auténtico ejército popular, pero mi peculiar situación me convertía al mismo tiempo en soldado, representante de un poder extranjero, instructor de cubanos y congoleses, estratega, político de alto vuelo en un escenario desconocido. Y un Catón-censor, repetitivo y machacón, en mis relaciones con los jefes de la revolución. Al tirar de tantos hilos, se formó un nudo gordiano que no tuve decisión de cortar. Si hubiera sido más auténtico soldado hubiera podido tener más influencia en los demás aspectos de mis complejas relaciones. He narrado como llegué al extremo de cuidar al cuadro (mi preciosa persona) en los momentos de particular desastre en que me vi envuelto y como no me sobrepuse a consideraciones subjetivas en el instante final.
Es el análisis de un hombre que está" reuniendo información sobre sí mismo para la siguiente experiencia. De alguien que trata de tensar la propia cuerda y averiguar cómo y cuándo se rompe, a la espera de la próxima ocasión de practicar los juegos de la muerte. Ya no es El Che un derrotado absoluto. Ha convertido la derrota en una derrota parcial, puede sobrevivir a sus propios y a veces exagerados complejos de culpa. A su brutal autodemanda.
Hay en el prólogo otro mensaje explícito:
He aprendido en el Gongo; hay errores que no cometeré más, tal vez otros se repitan y cometa algunos nuevos. He salido con más fe que nunca en la lucha guerrillera, pero hemos fracasado. Mi responsabilidad es grande; no olvidaré la derrota ni sus preciosas enseñanzas.
Con Rivalta y Fernández Mell conversa sobre lo sucedido. Según sus interlocutores, tras el primer repaso y las primeras reflexiones estaba convencido de que acorto plazo no existirían condiciones para la retoma de la guerra, y que de reiniciarse debería hacerse de otra manera. Se empieza a reponer físicamente. A pesar de que es un hombre hermético y que resulta difícil conocer sus verdaderos estados de ánimo, a través de los pequeños gestos, las bromas, sus hombres sienten que aún se encuentra deprimido. Caminan por el piso azorados, inquietos.
El Che corrige a mano el material tipografiado y en una de sus reuniones en Dar Es Salaam le entrega una copia del manuscrito a Fernández Mell, para que a su vez lo entregue a Aleida y a Fidel en Cuba.
Sin duda en estos meses en Dar Es Salaam está en permanente contacto con La Habana. No hay constancia de estas comunicaciones ni de los intercambios epistolares que debe haber tenido con Fidel. Lo que sí hoy sabemos es que a iniciativa del propio Rivalta, se llega a la conclusión de que puede organizarse una visita de su esposa Aleida bajo las máximas condiciones de clandestinidad. Aleida viaja a Tanzania vía El Cairo. Rivalta comenta que durante unos días estuvieron viviendo juntos en la cancillería; que hablaban de sus hijos y que El Che se encontraba muy contento.
Poco después Rivalta se hará cargo personalmente de la transformación del Che y ejercerá labores de peluquero: "Fui y compré en los mercados una maquinita de pelar, tijeras, peines, máquina de afeitar. Me quedó el pelado muy bueno, me gradué de barbero. Al terminar le puse un tabaco en la boca." Queda la constancia de la foto: El Che rejuvenecido y sin barba mira por encima del puro con unos ojos burlones. Un hombre del Ministerio del Interior, Eddy Suñol, viaja de La Habana para realizar una transformación del personaje: prótesis, espejuelos.
Al final estará irreconocible.
En febrero le escribe a su hija Hilda que cumple 10 años:
Ya eres una mujer y no se te puede escribir como a los niños, contándoles boberías mentiritas. Has de saber que sigo lejos y estaré mucho tiempo alejado de ti haciendo lo que pueda para luchar contra nuestros enemigos. No es que gran cosa, pero algo hago y siempre podrás estar orgullosa de tu padre.
Poco después se despide de Aleida y deja Tanzania con destino desconocido. Su despedida quedará escrita en un mensaje que dirigirá la Conferencia Tricontinental que se celebrará en La Habana en enero de ese 1966:
Todavía se asiste a la lucha entre los sucesores de Lumumba los viejos cómplices de Tshombe en el Congo, lucha que en el momento acá parece inclinarse a favor de estos últimos, los que han pacificado en su propio provecho una gran parte del
país, aunque la guerra se mantenga latente.
Praga: El frío, la soledad
Al historiador le gustaría poder apelar nuevamente a la voz del propio Che. No hay manera de evadir ese tono narrativo, esa sinceridad cabrona, ese sentido del humor cáustico, pero al igual que tantos' otros materiales, los diarios que debió haber escrito tras su salida de África, los hipotéticos "cuadernos de Praga", si es que existen, no han sido hechos públicos. Si a esto se añade que los cronistas cubanos rehúyen como la peste bubónica la imagen de un Che deprimido y derrotado, muy poco o casi nada se ha hablado sobre el periodo "frío", que transcurre entre finales de marzo (o quizá antes) del 66 y julio del mismo año. Por lo tanto sólo quedará intentar reconstruir a partir de elementos sueltos y de muy diversa índole aquella inicial "Primavera de Praga."
Abandonar Africa e ir a Europa, un lugar donde podría mantenerse en una absoluta clandestinidad, a la espera de que se reactivara la tan pospuesta operación en América Latina, estuvo sin duda, en términos de fechas, ligado al reinicio de la operación andina.
Fernández Mell recuerda haber visto al Che en marzo del 66 en Dar Es Salaam y haberse cruzado después con Aleida que iba a visitar a su marido cuando el doctor y guerrillero, compañero del Che, retornaba a Cuba vía El Cairo.
Marzo será (si los recuerdos de su amigo Fernández Mell no fallan, un par de meses antes si la cronología de Cupull y González no se equivoca) cuando El Che salga del calor de la derrota y vaya al frío de la nueva propuesta. Marzo será también el mes en que el capitán Martínez Tamayo viajará a Bolivia enviado por El Che a volver a poner en pie aquella red de apoyo de jóvenes bolivianos. En una u otra fecha, Ernesto Guevara, nuevamente disfrazado saldrá de Tanzania vía El Cairo-Belgrado con destino a Praga.
Ulises Estrada, es el hombre encargado de asegurar la operación por parte del equipo de Piñeiro, en una misión que sería definida como: "llevarlo a un lugar seguro hasta que él decidiera qué iba a hacer."
Se instalan en la capital de Checoslovaquia, en una casa de seguridad, un departamento escueto, que sólo tenía camas y una mesa de cocina por todo mobiliario. Allí transcurren los días lentamente. Cuando se le acaban los libros, El Che casi enloquece y se ve obligado a concentrarse en resolver problemas de ajedrez, a solas con su tablero.
Lo acompañarán Villegas y Coello, sus escoltas y eternas sombras amables. De uno de ellos será la memoria de esos días; Villegas recordará que pasaban parte de la jornada caminando por la ciudad como poseídos, en medio de un frío terrible, aquella ciudad maravillosa, que al menos no invitaba al asma o que comían en restaurantes en las afueras de la ciudad, lo más alejados posible del centro, por razones de seguridad.
La clandestinidad es absoluta, El Che desconfía profundamente de los checos y no quiere tener nada que ver con sus servicios secretos. Solía decir que si ellos se enteraban, lo sabría la CIA; por tanto toda la operación será cubana. Guevara intercambia frecuentes mensajes con Fidel. Un día se escapa de sus custodios para ir al cine, en una sala casi totalmente vacía ve "Las Olimpiadas de Tokio", una película claramente comprensible más allá de que esté narrada en checo. Como Estrada es un negro voluminoso, resulta muy llamativo en Praga, El Che lo enviará por esa razón de regreso a Cuba. Lo substituirá Juan Carretero, conocido por el seudónimo de Ariel. Finalmente, cuando la operación latinoamericana comienza a tomar forma, El Che pide que le envíen desde La Habana a Alberto Fernández Montes de Oca, Pachungo, su viejo compañero de la batalla de Santa Clara y del Ministerio de Industria.
Y será en Praga y en esa primavera y verano donde Ernesto Guevara dé forma al nuevo proyecto que tomará elementos de las ideas originales del 64 y se adaptará a los cambios que se han producido en América Latina mientras estaba en África. Y será nuevamente un proyecto que girará sobre los ejes de la propuesta inicial, de la propuesta cancelada temporalmente por la muerte de Masetti y la destrucción del ELN peruano; la propuesta nuevamente sugerida en el invierno del 64 en la entrevista con Josie Fanon en Argel: el "frente continental."
¿De dónde saca energía El Che para este retorno tras la terrible experiencia congoleña? El periodista estadunidense I.F. Stone reflexionará tras la muerte del personaje: "Con la asunción del poder temporal, la revolución como la Iglesia, entra en un estado de pecado. Uno puede fácilmente imaginarse como esta lenta erosión de la virtud prís-tina debe haber molestado al Che. No era cubano y no podía quedarse satisfecho en liberar del imperialismo a sólo un país latinoamericano. Pensaba en término continentales. En cierto sentido estaba, como los santos primitivos, buscando refugio en el desierto. Sólo allí podría la pureza de la fe salvaguardarse del irregenerable revisionismo de la naturaleza humana." Pero hay algo más que a Stone se le escapa. América Latina no sólo era un territorio salgariano, donde practicar la estocada secreta que despacharía a los miserables de manera honrosa, o zona de sueños juveniles asociada a la venganza verniana del capitán Nemo, utilizando imágenes literarias de la infancia guevarista. América Latina también era un continente absolutamente real. Y sus imágenes, las miserias profundas de los barrios de Caracas, el horror de la desigualdad social peruana, la demagogia boliviana, la prepotencia de los militares colombianos, el abuso imperial gangsteril en Centroamérica, los dictadores de cartón que ordenaban torturas, la desnutrición, el hambre, la ignorancia, el miedo, eran imágenes reales que El Che había grabado en su retina durante los viajes de juventud. De ahí la tenacidad del Che, la clara conciencia de que la necesidad de la revolución latinoamericana, y no sólo su necesidad moral, era inaplazable. Y por si esto fuera poco; una revolución que en 1966, parecía posible, no sólo en el sentido de realizable, alcanzable, sino en el más terrible y urgente sentido de próxima, cercana.
En esta nueva fase el objetivo inicial parece haber sido Perú, pensado con una base de apoyo en Bolivia y un segundo foco guerrillero en Argentina en la perspectiva mediata, así lo recuerda Harry Villegas: "La idea principal que nos habíamos planteado no era Bolivia, sino Perú, que era donde la lucha guerrillera se estaba organizando."
En abril del 65 Héctor Béjar había reorganizado un nuevo frente del FLN y en junio el MIR de De la Puente Uceda comienza a operar en tres frentes guerrilleros de manera muy activa, después de varios meses de trabajo político en la zona. Poco después entrará en acción el ELN dirigido por Héctor Béjar, Lobatón y el Chino, Juan Pablo Chang al frente.
Pero el enorme empuje de la guerrilla peruana, con el apoyo de una permanente inquietud agraria sufrió a finales del 65, mientras El Che estaba en África, una serie de golpes tremendos que descabezaron el movimiento. El 23 de octubre mucre Luis de La Puente en el intento de romper un cerco al salir del campamento de Mesa Pelada, y el 17 de diciembre es desarticulada la guerrilla del eln a causa de la delación de un guía.
Sin duda El Che barajó la posibilidad de sumarse al movimiento en Perú y lúe la convicción por parte de los cubanos de que "la guerrilla estaba penetrada", lo que hizo que el proyecto se abandonara. Villegas les diría más tarde a los guerrilleros peruanos: "Hay todavía muchas cosas que deben ser aclaradas, como la captura de Calixto (Béjar), la muerte de De la Puente, la desaparición de Lobatón y la captura de Gadea (el hermano de Hilda, primer cuñado del Che). A nuestro juicio El Che no debe ir allí."
Regis Debray opina que: "Hasta mediados del 66, según parece, El Che no pensaba efectivamente en Bolivia sino como una plataforma de partida para el Perú." Para ser más exactos parece evidente que ya desde su salida de África El Che había abandonado la propuesta peruana y comenzaba a pensar en Bolivia, quizá en algo más que como una base de retaguardia para ingresar a otro territorio.
En noviembre del 64, los restos de la revolución boliviana, que El Che había conocido en sus orígenes, se habían desplomado en medio de un sangriento golpe militar dirigido por los generales Barrientos y Ovando, con una secuela de terribles represiones, concentradas particularmente en los mineros. Lechín fue deportado y una parte de la izquierda legalizada. Aunque los militares se dieron una forma legal en el 65, con unas elecciones que llevaron al poder a Barrientos con Siles Suazo como vicepresidente, la inestabilidad política seguía dominando al país.
El Che no sólo había mantenido contactos directos e indirectos con la dirección del Partido Comunista boliviano, antes de salir de Cuba. En el 64 se había reunido con Óscar Zamora, dirigente de una disidencia radicalizada del partido, que se manifestaba por la lucha armada y que pronto iniciaría una lucha fraccional dentro del partido so pretexto de las diferencias entre chinos y soviéticos. Esta entrevista y otras relaciones habían motivado que el PCB enviara a su dirigente, Mario Monje, a Cuba a protestar porque los maoístas de su partido estaban preparando una pequeña guerrilla y suponía apoyo cubano al grupo de Óscar Zamora.
En abril del 65, cuando El Che salía para el Congo el partido se había escindido y crecía en ambas facciones la tendencia partidaria al enfrentamiento armado a la dictadura militar. A mediados del 65 un grupo de 12 militantes de la JCB que estudiaba en La Habana pedía "reiteradamente" a los cubanos que les dieran entrenamiento. Kolle, el segundo secretario del PCB, quien estaba en La Habana en esos días, accedió e incluso envió a un nuevo grupo de jóvenes con los que la red del Che había tenido relaciones anteriormente en los casos de Masetti y Puerto Maldonado: Coco Peredo, el Ñato (Luis Méndez), Rodolfo Saldaña, Jorge Vásquez Viaña.
En enero del 66, durante la Conferencia Tricontinental celebrada en la Habana, las conversaciones sobre una actividad guerrillera en Bolivia se reanudaron, bien fuera base de retaguardia para guerrillas en el Perú o bien una base activa. Fidel discutió la situación personalmente con el dirigente del PCB, incluso se dice que Monje se sometió a un breve entrenamiento después de la conferencia y se juramentó con una browning 9 milímetros en la mano ante un grupo de jóvenes.