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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (95 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Mientras se va elaborando la lista, Villegas y Coello arribarán a Santa Cruz en Bolivia el 25 de julio, tras haberse despedido del Che en Praga y después de un largo viaje cruzando Alemania, África, Brasil... Los recibirá Martínez Tamayo, el "adelantado" de la operación. Otros dos cuadros participan en las labores de aquellos días, alguien a quien el historiador no ha podido identificar y que será conocido con el seudónimo de "El Flaco" (quien pediría poco tiempo después su retirada de la operación) y el peruano Julio Dagnino Pacheco, quien será además el enlace con sus compatriotas del ELN. Casi simultáneamente, en la última semana de julio retornan de La Habana Coco Peredo y otros tres bolivianos que han estado entrenándose en el marco de la colaboración del PC boliviano, con lo que se piensa será una nueva operación en Argentina o Perú con una base en Bolivia.

Villegas y Coello le transmiten a Martínez Tamayo las últimas orientaciones del Che: Tania debe mantenerse compartimentada y no relacionarse con el grupo que preparará la guerrilla, la necesidad de adquirir una granja en el norte de la zona de posibles operaciones, las fechas posibles del viaje del Che a Cuba y la posible duración de la estancia en periodo de entrenamiento allá. La respuesta de Martínez Tamayo a Villegas es desoladora: "Según nos dijo, tendríamos que comenzar ya que nada se había hecho."

El propio Villegas registra en su diario que las primeras conversaciones que Martínez Tamayo había tenido con el dirigente del PC boliviano Mario Monje fueron muy confusas, que de hecho estaba en contra de la lucha armada y que Tellería, miembro del comité central del PC boliviano, que estaba cargo de los abastos, era muy ineficiente.

A partir de ese momento las conversaciones de los enviados del Che se sucederán a toda velocidad, no habrá sin embargo claridad ni transparencia, quizá por la ambigüedad con la que se ha venido manejando un proyecto que ha sufrido muchas variaciones en los últimos años.

En La Paz por conducto de Pacheco, el peruano, transmiten al ELN que el objetivo de la operación será "primero en Bolivia y después en el Perú", el hombre parece estar de acuerdo y transmite el acuerdo al Chino Juan Pablo Chang, viejo conocido del Che, bajo el supuesto de que el ELN peruano enviará a un grupo de hombres qué se entrenarán y participarán en la guerrilla boliviana. Un día más tarde (el 30 de julio) Martínez Tamayo y Villegas enlazan con Moisés Guevara, dirigente minero excluido del PC boliviano por pro-chino y quien ha estado pidiendo a los cubanos reiteradamente armas y dinero para montar una guerrilla. Le proponen que se una al grupo que está en proceso de organización, pero que no habrá ni dinero ni armas, que todo está "siendo centralizado." Moisés Guevara acepta.

Estas relaciones se le ocultarán a Monje, el dirigente del PC, quien está en la idea de que Bolivia, en el misterioso proyecto que están trazando los cubanos será, base de retaguardia y no más. En una más de las reuniones, se le hará un sondeo:

—¿Si viniera El Che?

—Combatiría con él donde quiera que pudiera ser —contesta.

Y siguen los encuentros y las comunicaciones. La respuesta del ELN peruano no es tan complaciente como la de su enviado Pacheco. ¿Por qué en Bolivia y no en Perú como se había dicho antes? Aún así ofrecen seis hombres para combatir y entrenar en esta nueva propuesta.

Una y otra vez los hombres del Che machacan a Monje. Le preguntan por los 20 hombres que prometió, ¿qué 20 hombres? responde, se le olvidó la promesa, dice qué el Comité Central no está por la lucha armada, que los 32 mil votos obtenidos en las últimas elecciones fueron un triunfo para ellos. Villegas resume: "En realidad Martínez Tamayo tiene que estar soplando en la nuca de esta gente para que se haga algo."

Paralelamente el equipo comienza a llegar y continúa la búsqueda de una granja en el norte del país. A lo largo del mes de agosto prosiguen las reuniones. ¿En qué momento comienza a hablarse de que se combatirá en Bolivia, de que no sólo se trata de una base para acciones en otros países, sino de una base armada?

Villegas da cuenta en su diario de conversaciones con Monje, en las que interviene Coco Peredo apoyando la posición de los cubanos. Monje contrapropone una variante al proyecto guerrillero: un alzamiento urbano en la capital y luego un repliegue a las montañas, "un levantamiento que tendría las características de un golpe de mano y que, si fracasaba, serviría para despertar la conciencia del pueblo." Le explican la idea de que se trata de un proyecto de alcance continental y de la presencia personal del propio Che. Monje reitera que si se trata del Che él combatirá. Pero la ambigüedad persiste.

Mientras tanto en Cuba los hombres seleccionados son convocados de manera abrupta. Los capitanes Alarcón y Manuel Hernández, quienes habían pasado por un entrenamiento con vistas a apoyar una guerrilla en un país latinoamericano, que pensaban sería Venezuela o Colombia, reciben una llamada de Raúl Castro convocándolos de inmediato en el aeropuerto de Santiago de Cuba. Alarcón, al ver que hay un avión esperándolos sólo a ellos piensa que los "van a fusilar con elegancia."

—¿Qué mierda hiciste tú —dirá Manuel— para que nos fusilen a los dos?

En el aeropuerto de La Habana los espera el jefe de escolta de Raúl en un auto, quien los conduce de inmediato al Ministerio de las Fuerzas Armadas y de ahí directamente al despacho del ministro. Son los primeros en llegar, pero al poco tiempo comienzan a aparecer sus viejos compañeros: Pinares, Olo Pantoja, San Luis, viejos conocidos de la Sierra... Alarcón reseña con gracia: "¿Y qué muchachos, ustedes aquí? Sí, aquí. ¿Bueno y qué? No, aquí. Y de ahí no salíamos, ni ellos ni nosotros." Nadie conocía el motivo de la reunión. Nadie se atrevía a hablar de más. Al Che, que tanto celebraba el cantinfleo, le hubiera encantado aquel prólogo.

Raúl los recibe sonriente, se disipan los miedos, se reparten puros. Pinares toma tres. "Uno para ahora y dos pa'Pola." El ministro de guerra les informa que se han aceptado sus peticiones para ser voluntarios en una misión internacional. Parece ser que no todas las entrevistas fueron tan amables, según Tamayo, algunas se celebraron de manera individual, y uno de los convocados declinó la oferta.

El grupo saldrá directo en jeeps hacia San Francisco, un campo de entrenamiento próximo a la Loma del Taburete, un lugar donde El Che había tenido su comandancia en el 60. Los entrenamientos comenzaron bajo el mando de Pinares.

En los primeros días de septiembre, El Che ha elegido la zona del Alto Beni, cercana a la frontera con Perú y el Brasil, para establecer en Bolivia el primer campamento guerrillero y envía a Pacho Fernández Montes de Oca para intercambiar opiniones con el grupo que ya se encuentra en La Paz. Simultáneamente, un nuevo personaje habrá de aparecer en la ya compleja trama. Durante el último año Fidel ha mantenido relaciones con Regis Debray, el joven intelectual francés, cuyo texto "El castrismo, la larga marcha de América Latina" Fernández Retamar le había recomendado al Che cuando este retornaba de África y que el comandante Guevara leyó en francés y trajo a Cuba para que se tradujera, recomendándoselo ampliamente a Fidel. A partir de esto, se crea una relación, Debray participa en la Tricontinental y redacta, apoyado por Fidel, un ensayo que bajo el título de

"Revolución en la revolución", se volverá uno de los resúmenes oficiosos del pensamiento guerrillero cubano. El francés, quien acaba de terminar de escribir el libro acepta colaborar con los cubanos y compartimentado en La Habana recibe instrucciones de Fidel para conectar grupos revolucionarios bolivianos a la izquierda del PCB y los sondee sobre la posibilidad de realizar acciones guerrilleras. Debray dirá años más tarde que "piensa que se trata de una operación importante por la manera como Fidel se lo dice." Le pide también que realice un estudio político de dos zonas bolivianas, la del Alto Beni y la de Chapare. Debray no tiene mayor información, no sabe que está trabajando para un proyecto que involucra directamente al Che.

El 3 de septiembre Pacho Fernández Montes de Oca llega a La Paz, vía Santiago de Chile y se entrevista con los otros cubanos. La propuesta de situar el campamento en el alto Beni entra en conflicto con el trabajo previo que se había estado haciendo con el grupo de jóvenes comunistas apoyado por el PC; boliviano en la zona de Camiri, porque ya se habían concentrado en Santa Cruz depósitos con armas, ropa y comida.

Martínez Tamayo es el más disgustado de los tres, incluso comenta, según Villegas, que "había muchas cosas insensatas de parte del Che"; no le gusta la nueva relación con el grupo de Moisés Guevara y piensa que puede traerles problemas con la gente del PC con la que han estado trabajando. Pacho insiste: Las relaciones con el PC se vuelven secundarias, hay que apoyarse en las propias redes. Hay que desembarazarse de la granja de Santa Cruz y buscar una nueva en la zona del Beni.

El 10 de septiembre Villegas envía un informe al Che, en el que prevalece la opinión de Martínez Tamayo. Tras una conversación con Monje y haber hecho un balance de las tres zonas, el grupo cubano en La Paz desecha las propuestas de actuar en el Alto Beni o el Chapare y se retorna al trabajo en la zona de Santa Cruz Camiri, los argumentos son que se trata de una zona deshabitada cerca de los Andes, favorable para la idea del Che de crear una "base de extrema retaguardia para ir organizando la guerrilla y posteriormente, sin ningún tipo de enfrentamientos avanzar para el norte, e ir marchando a una zona más céntrica y tener como vía de comunicación, como vía de desplazamiento, fundamentalmente, la línea de la cadena occidental de Los Andes que llega hasta la frontera argentina." En el informe también se reporta que las relaciones con Moisés Guevara los han colocado en mala situación con el PCB. En estos momentos hay un grupo de diez hombres trabajando con ellos dirigido por los hermanos

Peredo, Jorge Vázquez Viaña, Rodolfo Saldaña. Y ya con los hechos consumados, informan que se ha comprado una granja en una zona muy remota, cerca del río Ñancahuazú, no muy lejana del poblado de Lagunillas y de la casa de seguridad en Santa Cruz, donde se tiene almacenado equipo. La granja, que tiene 1227 hectáreas, se encuentra "en un área montañosa de vegetación exuberante" y se le ha dado la cobertura de un rancho de cría de cerdos, en el que trabajan dos peones bolivianos que son miembros del Partido Comunista. Coco Peredo ha sido el comprador formal y aparece como el dueño. Curiosamente, ya desde el 11 de septiembre, un día después de haberle informado al Che de la compra, Villegas advierte sobre el riesgo del vecino Ciro Argañaraz, quien resulta "extremadamente curioso."

El 12 de septiembre Pacho retornó a La Habana, mientras Martínez Tamayo va a visitar otra posible granja en el Alto Beni, de tal manera que aunque se ha optado por Ñancahuazú, no se abandona totalmente la posibilidad alternativa a la espera de lo que diga El Che. En paralelo, el propio Debray está haciendo un estudio sociopolítico de esa zona, así como de la de Chapare, al norte de Cochabamba, que le llevará todo el mes de septiembre "bajo la vigilancia inquieta y suspicaz del PCB." Ahí se encontrarán, aunque Martínez Tamayo simulará no conocer al francés.

A mediados de septiembre los voluntarios cubanos que están entrenando para marchar hacia una misión desconocida en América Latina, bajo el mando de un jefe desconocido, son subidos a un camión cubierto con una lona y con un chofer de lujo, el comandante Tomasevich, y viajan con rumbo también desconocido. Pinares, por hacer una pequeña maldad, con la brasa de un puro le hace un hueco al toldo y va de observador dando datos a los demás de por donde se pasa; la ruta le resulta conocida; están recorriendo su tierra, Pinar del Río, en el occidente de la isla. Al llegar a una finca, los voluntarios se forman en el jardín, como a unos 50 metros de la casa, Tomasevich les advirtió:

—Se tienen que hacer de tripas corazón, porque se van a ir con un tipo que es bastante engreído y bastante grosero.

Pinares puso el pelotón en atención. Pasaron los minutos. Cuando esperaban ver aparecer a alguien uniformado de verde olivo, desde la casa asomó un individuo, que descrito por Alarcón, vestía un "traje corte parisién, corbata, gafas montadas al aire, calvicie y los pelitos que le colgaban caneando, fumando en pipa, con botines de media caña." El hombre camina hacia el grupo y se detiene a un par de metros, saluda ceremoniosamente a Tomasevich dándole la mano.

—Mire doctor, éste es el grupo al cual usted le va a dar entrenamiento.

Y Tomasevich comienza a presentarlos usando sus seudónimos. El hombre los mira de frente y les dice con acento español:

-Bueno, comandante, tengo que decirle algo. Me parece que todos son unos comemierdas
— y luego se dirige uno a uno a saludarlos presentándose como Ramón.

—¿Qué le parecen ahora?—pregunta Tomasevich.


Me parece que son los mismos comemierdas
—responde contemplando de arriba abajo al grupo. Luego se dirige a Pinares.


Yo a ti te conozco...

—A mí, imposible que me conozca.


¿Tú no eres el comandante Pinares? ¿Tú no eres aquel comandante que cuando la crisis del Caribe andaba por aquí por Pinar del Río en un jeepecito todo destartalado metiéndoles mentiras a todos los guajiros por aquí?

La broma es tan abusiva que provoca en el grupo una carcajada. San Luis hace gestos, como queriendo reconocer al personaje que se encuentra detrás de la caracterización, incluso llega a pensar, por el falso acento español detrás del que se encubren giros argentinos, que puede tratarse de un hermano del Che, a quien no conoce, pero será Suárez Gayol el que rompa el embrujo y se lance a abrazar al personaje.

—¡Coño bicho, eres tú, coño, Che!

Los demás le hacen quitarse los lentes, le ponen una camisola verde olivo, le ponen una gorra. La alegría es desbordante. Ellos, al igual que millares de cubanos, tienen perdido al Che desde hace año y medio. San Luis abrirá su diario de combate con el siguiente registro: "Nos sentimos extraordinariamente conmovidos cuando lo reconocimos", y orgullosos: van a combatir con el comandante Guevara.

Una vez serenados los ánimos, El Che hace una primera descripción de la operación sin referirse concretamente a ningún país, Alarcón recuerda: "la cuestión no radicaba en que íbamos a un matadero, sino que la lucha sería larga, cruenta, en condiciones dificilísimas." Por último El Che les insiste en que no quiere embarcados en este proyecto, los obliga casi a que reafirmen uno a uno que son voluntarios.

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