Ernesto Guevara, también conocido como el Che (96 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Regis Debray valorará a quiénes se ofrecen como voluntarios y para qué; será otro punto de vista y no por ello menos exacto: "Un alto dirigente no es solamente el pequeño zar rojo que se arrellana en su butaca: cuatro miembros del comité central, dos viceministros y dos altos funcionarios abandonaron familia, autos, casas, privilegios, para ir con El Che hacia una jungla desconocida, donde algunos, esqueletos en harapos, con las extremidades inflamadas por edemas del hambre, debieron beber su orina para poder morir de pie. Nadie los obligó y la televisión no estaba allí para recoger sus últimas impresiones."

En Bolivia, mientras tanto, continúa la danza de los equívocos. Los tres cubanos vuelven a reunirse con Mario Monje el 23 de septiembre, quien a nombre del partido les pide explicaciones sobre las relaciones de Debray con los otros grupos de izquierda, en particular con el grupo de Zamora (el PC marxista-leninista). Los cubanos responden que ellos no están al tanto de la misión de Debray, desentendiéndose del asunto. Monje les plantea que el partido ha estado concentrado en la línea de un alzamiento general considerando como secundaría la guerrilla; cuando le preguntan qué ha hecho en ese sentido, contesta que nada. El 28 de septiembre se produce una segunda reunión en la que Monje reitera que su compromiso con Fidel se limitaba a crear una base de apoyo para algo que habría de suceder en el sur, que Bolivia resultaba un elemento secundario en el plan estratégico. Los cubanos le contestan que Bolivia será el lugar esencial, porque existen las condiciones. La reunión termina mal, porque Monje les dice que no tolerará ser un títere en sus manos. Dos días más tarde, Villegas se entrevista con una parte del grupo de jóvenes comunistas bolivianos que han estado trabajando con ellos de manera más cercana para explicarles las dudas de Monje. Rodolfo Saldaña y Coco Peredo dicen que la posición de Monje no les interesa, que ellos combatirán. El 4 de octubre llega un mensaje del Che advirtiendo que sería grave en estos momentos de preparación una ruptura, les pide que hagan magia: "Continúen las relaciones con Monje evitando discusiones."

Mientras tanto, en San Andrés, la placidez de la finca, la piscina, rompieron pronto su aire engañoso. Primero se pronuncia la palabra clave: Bolivia, ése será el objetivo. Reacciones de sorpresa. Luego comienza un entrenamiento dirigido por El Che que resultaba brutal. Alarcón recuerda: "fue tan duro que no creíamos cumplir con el plan. Nosotros pensábamos que estábamos entrenados y El Che nos dice que hay que volver a empezar." Primero les lee la cartilla, se acabaron las condiciones de oficial, vuelven a ser todos iguales. Las guardias se reparten rigurosamente, él será el primero. La última guardia que termina a la cinco de la mañana se encarga del desayuno, media hora después la diana, a las seis en punto prácticas de tiro, el que no mejore sus resultados se queda fuera, se le acababa el viaje, y restallaban las cargas de los fal, los garand, los M1, las ametralladoras thompson, las uzis... centenares de disparos por sesión. Los sábados y domingos bazuca y ametralladoras de calibre 30 y 50. Tras las prácticas limpiar el armamento, luego salir de caminata a las 12, durante 6 horas, con la mochila llena de balas. De 7 de la tarde en adelante el grupo se divide en dos, El Che da clases a una parte de historia, español y matemáticas, Gustavo Machin a la otra. Bajo esa vida enloquecida y exigente, a partir de las 9 de la noche clases de idiomas, francés (¡!) y quichua. El Che no sólo cumplía el horario general sino que además preparaba las clases.

A los 15 días aparece la documentación falsa junto con las supuestas biografías y lo que en espionaje se llama las "leyendas." Uno se torna comerciante ecuatoriano, otro tratante de carne uruguayo, ya estudiar el himno nacional de Colombia, los equipos de béisbol de Panamá, o la prensa de Montevideo. Los sufridos voluntarios le piden al Che que temporalmente se abandonen las clases de cultura general, para en ese tiempo concentrarse en el estudio de la documentación. El Che responde que esa tarea se puede hacer en el horario libre. Le responden que cuál. Muy ufano contesta que después de las 12 de la noche. Parece normal para un hombre que nunca duerme.

El entrenamiento va dando resultado. Tamayo, Alarcón, Reyes, San Luis, quien van en la vanguardia, logran hacer la caminata en una hora cincuenta. El Che entonces presiona al resto, lo que motiva que la vanguardia sea insultada hasta el aburrimiento. Durante todo el tiempo que dura el entrenamiento Fidel se hace presente al menos una vez por semana Aprovechando una de sus visitas, El Che lo pone a cronometrar el tiempo de caminata, que se hacía con un recorrido siempre fijo, subiendo y bajando lomas, precipicios, cortando riachuelos. En premio al mejor marchista Fidel le entregará su reloj.

Hombre que pasaba del estoicismo y la frugalidad al abuso, El Che comía durante aquellos días como un salvaje, "como caballo" recuerdan sus compañeros, "hasta la ración de tres hombres", provocando las envidias de Vilo Acuña, que al estar pasado de peso se veía obligado a hacer dieta. Una situación peligrosa porque se va debilitando y esa debilidad la pagará en la futura campaña.

Entre las muchas anécdotas que se cuentan sobre el entrenamiento en Pinar del Río, hay una que divierte al historiador y aunque no ha sido confirmada, contiene elementos coherentes a lo que hoy se sabe sobre Fidel y El Che. Cuentan que un día Guevara estaba discutiendo muy enfadado con Ramiro Valdés y hasta le daba manotazos, mientras Aleida March estaba sentada en un coche ahí cerca, al pie de una loma donde habían estado entrenando. La gente se dio cuenta de que le estaba echando la bronca a Ramiro Valdés porque habían traído a Aleida; mientras que no habían traído a las esposas de los otros compañeros. Incluso se oyeron más de un coño y carajo.

La llegada de Fidel en ese instante fue providencial, porque cuando El Che se enrabietaba resultaba peligroso. Fidel se ofreció para subir a algunos de los combatientes hasta la loma, pero como le tenían pánico a su manera de manejar, se inventaron un pretexto, "mejor vamos atrás de usted, comandante." Cuentan los narradores qué Fidel agarró al Che y se disculpaba: "No es cosa de Ramiro, es cosa mía, pensamos que mientras a los otros sé les puede dar un día de permiso para que vean a sus esposas, a ti no." El Che se fue calmando poco a poco.

Esa noche Guevara y Aleida compartieron cuarto en el campamento y al día siguiente El Che no podía subir la loma en la caminata diaria y los cubanos, con el respeto habitual, que la cosa no era para joder demasiado, se burlaban: "¿Durmió bien, comandante?"

El 5 de octubre el capitán Martínez Tamayo salió de Bolivia rumbo a La Habana para entrevistarse con El Che. Entre otras cosas quería hablarle de que no le gustaba demasiado aquella finca de Ñanzahuazú para establecer campamento, que prefería ir a otra zona. El Che tuvo un disgusto con él, el viaje resultaba inútil y un riesgo de seguridad, además la finca cumplía bien los objetivos que el propio capitán Martínez Tamayo había señalado, una base alejada que permitiera un largo entrenamiento, con Argentina a una cierta distancia en las espaldas.

Avanzado el mes de octubre se produce en las afueras de La Habana una última reunión de Ernesto Guevara con sus hijos. Previamente Celia, la más pequeña, quien se encontraba enferma de los riñones, ha visitado a su padre junto con Aleida. No había cumplido los cuatro años y por lo tanto, no había peligro de que lo reconociera.

La última reunión se ha de producir con El Che ya maquillado en su nueva caracterización, y asisten sus cuatro hijos más pequeños con Aleida. Hilda, quien tiene en ese momento 10 años es excluida, porque "tal vez pensaron que yo podía decirle a mis amigos o compañeros que lo había visto o que se iba a ir."

Aleida Guevara, la mayor de los hijos presentes, casi seis años, mantiene un claro recuerdo de la reunión: "El hombre me saluda. Dijo que era español se identificó como Ramón y dijo que era muy amigo de mi papá."

—Chico, pero tú no pareces español, tú lo que pareces es argentino.

Todo el mundo se pasmó. Se dijeron que sí una niña tan pequeña podía descubrir el disfraz, este no servía. El Che mantuvo la calma: —¿Y por qué argentino?

—Fue una cosa que se me ocurrió —respondió la niña.

Poco antes de salir, en octubre. El Che habrá de recibir los informes de Debray ("El reporte que hice fue lo que mejor he escrito en mi vida") y puede compararlos con los de Pacho: mapas, planos, informes políticos, listas de simpatizantes. Parecía a todas luces que otras zonas de Bolivia ofrecían un mejor asentamiento para el foco guerrillero, un campesinado más sensible socialmente, un menor aislamiento de los mineros, una de las fuerzas políticamente más radicalizadas de la sociedad, una mayor base militante de los partidos de izquierda, pero parece evidente, como dice Debray, que: "impaciente por volver a la vida de guerrillero (...) concentrado en el entrenamiento militar, en la selección de personal de la guerrilla y en la preparación de los contactos futuros, sólo prestó un interés secundario a la localización inicial del foco." Pero no sólo se trata de eso. El Che acepta la base de Ñancahuazú, en una zona donde no hay ningún trabajo político previo, porque la concibe como una base de retaguardia de la que se valora más su aislamiento, y no una base de operaciones.

Los últimos elementos se han puesto en marcha, la sorpresiva ausencia de la vida pública de docena y media de conocidos militantes ha sido cubierta por los servicios cubanos corriendo el rumor de que se encuentran en Vietnam. El entrenamiento ha llegado a su fin, quizá se han mostrado un par de debilidades en la selección de los hombres: Pinares, quien resulta indisciplinado, caótico, a pesar de ser un personaje extremadamente simpático y Vilo Acuña, pesado, enfermizo, quien se mantiene a base de pura voluntad.

El 21 de octubre retorna a Bolivia el capitán Martínez Tamayo, dolido por los regaños del Che (le confiesa a Villegas que él solo está en esto por fidelidad al Che) y con la consigna de entrar en contacto con todos los grupos de la izquierda radical, inclusive con el ex vicepresidente Lechín. Renán, quien ha entrado en contacto con Villegas y Coello, le presentará a Tania. Los hombres del Che se enlazan con la red paralela que maneja Piñeiro desde La Habana. La deseada compartimentación que El Che buscó al principio se está perdiendo, los cubanos comienzan a actuar como un grupo integrado. Poco antes Villegas había tenido una reunión con Monje, quien le contó que el Comité Central del partido ha aprobado la idea de que el camino al poder en Bolivia pasa por la lucha armada. Monje le confesaba que creía "que mucho del apoyo a la lucha armada era solamente verbal y que ellos (la dirección del PC, sus compañeros) son incapaces de participar físicamente en ella." ¿Sí o no? Nada parece estar claro. Poco después Monje saldrá para Bulgaria vía Cuba. Tiene un último enfrentamiento con los cubanos del Che, a quienes les pide apoyo económico para el viaje; pero estos hartos del estilo sinuoso del personaje, lo ignoran.

El 22 de octubre termina el entrenamiento en Cuba. Los combatientes reciben permiso para visitar a sus familias y despedirse, aunque manteniendo en absoluta reserva el destino del viaje. Manuel Hernández le dirá a su mujer que se va a Camagüey a cortar caña, pero la despedida resulta más larga de lo habitual y se le salen las lágrimas. Se dice que Pinares con su habitual humor cáustico se despide de su mujer con un: "Vete buscando otro marido, porque de ésta no regreso."

El Che se maquilla para esta segunda salida de Cuba. Usa el disfraz que ya había experimentado en San Andrés. Quizá lo más molesto es la prótesis que utiliza para deformar el maxilar inferior y los lentes de miope que usa y que lo obligan a caminar con cautela para no dar un mal paso. El día de la despedida, Fidel convoca una comida con miembros del gobierno cubano y les advierte que habrá un visitante. El disfraz funciona, nadie lo reconoce.

Existe una última foto con Fidel: El Che vestido como un burócrata de nivel, en su caracterización final, con abrigo, corbata, sombrero, lentes de armazón cuadrados, observa a Fidel que revisa su pasaporte mientras fuma un puro. Están a unos 20 centímetros uno del otro. Tras ellos un closet abierto de cuya barra no cuelga ni ropa ni gancho. No hay registro de las últimas palabras de ambos fuera de unas breves frases de Fidel confesadas a Gianni Mina: "sin mucha efusividad, porque no somos hombres de gran... El no era, yo no lo soy, pero sí sentimos las cosas fuertemente."

El 23 de octubre Ernesto Guevara, en camino del retorno a ser nuevamente El Che, sale de Cuba.

CAPÍTULO 49

"Hoy comienza una nueva etapa"

Se dice que hay una foto de un hombre en el cuarto del Hotel Copacabana de La Paz, contemplándose ante un espejo; una foto tomada el mismo día en que este hombre regresa a esa ciudad tras varios años de ausencia. Si esa foto existe, sin duda refleja a un hombre que acaba de pasar el peor año de su vida, y que sin embargo está de regreso, de retorno. Es el 3 de noviembre de 1966 y Ernesto Guevara arriba a la capital de Bolivia por segunda vez y como un personaje de tango, con los tiempos cambiados, lo hace 13 años más tarde. ¿Se produce en ese momento algún tipo de reencuentro? El doctor Guevara del 53, el aventurero que vagaba por América Latina y El Che del 66, con la experiencia cubana y la derrota Africana a sus espaldas, tienen entre sí la corta pero abrumadora distancia de 13 años.

El hombre que se ve al espejo y toma la foto, se llama temporalmente Adolfo Mena y tiene una cobertura de la OEA refrendada por la Dirección Nacional de Informaciones de la Presidencia de la República boliviana que lo presenta como un uruguayo estudioso del campo.

Se dice que hay una segunda foto, tomada desde la ventana hacia el edificio de enfrente, un edificio gubernamental. Sin duda el doctor Mena está probando la cámara.

El historiador no ha visto ninguna de las dos fotos, se dice que están en manos de un militar boliviano.

Existe una tercera foto, aquella que los laboratorios de la CIA han compuesto retocando una foto original para hacer aparecer al Che Guevara sin barba y que sin duda estaba en manos de los controles del aeropuerto por los que Mena acaba de pasar…

Al día siguiente, El Che, sin darse tiempo para colocarse sobre el terreno, sin utilizar el impasse para familiarizarse con la situación política de Bolivia, apremiado por su peligrosa clandestinidad, entra en operaciones: utiliza a Pacho para concertar un encuentro con Renán. El capitán Montes de Oca se entrevista con el agente cubano en el restaurante El Pardo, a unas cuadras del Hotel Copacabana y hace una cita para el comandante. A las 8 de la noche en una casa de seguridad El Che le dará instrucciones a Renán sobre la recepción de los restantes miembros del grupo y los traslados de armas. Este, a su vez, conecta al capitán Martínez Tamayo, quien por un error les dice a Villegas y Coello que El Che no los quiere ver, cuando el mensaje es que El Che no quiere reunirse con todo el grupo simultaneamente. Los dos viejos escoltas del Che, angustiados porque temen una bronca de su jefe al que conocen bien, sé pasan la noche sin dormir.

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