Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
Bajo lluvia y tanteando el terreno, porque los mapas no eran exactos
(El arroyo no puede ser el Rio Frías; simplemente, no está en el mapa)
El Che iba
tratando de crear su propia cartografía corrigiendo
con lápices de colores los planos, ubicando en su lugar exacto sierras y ríos, tomando fotografías.
El 4 de febrero, tras jornadas de 10 y 12 horas de marcha, la columna comienza a resentir el desgaste.
El camino fue siguiendo el Ñacahuasu; relativamente bueno pero fatal para los zapatos, pues ya hay varios compañeros casi descalzos. La tropa está fatigada pero todos han respondido bastante bien. Yo estoy liberado de casi 15 libras y puedo caminar con soltura aunque el dolor en los hombros se hace a ratos insoportable.
El Che es magnánimo y hasta optimista en su anotación, según Inti, desde el principio la exploración está resultando durísima por las dificultades del terreno selvático, la lluvia constante. Pacho registra: "Los hombres están agotados. Leonardo Tamayo fiebre, Alarcón con hinchazón en los ganglios. Yo no puedo comer."
Y todo en medio de la soledad.
No se han encontrado señales recientes del paso de gente por el río, pero debemos toparnos con zonas habitadas de un momento a otro, según el mapa.
Un mapa que era poco confiable y que El Che iba corrigiendo continuamente. Regis Debray anotaría más tarde: "Ñancahuazú hasta el Río Grande, es una región casi desierta, social y económicamente pasiva en su parte rural. Esto a tal grado, que en no pocos lugares la selva era realmente virgen, inexplorada, por lo cual todos los mapas disponibles de la región estaban llenos de blancos, de aproximaciones o de errores de localización."
El día 5 la vanguardia de la columna llega ante un gran río,
varias veces mayor que el Ñacahuazú y que no daba paso. Nos trasladamos allí y nos encontramos con el auténtico Río Grande crecido además.
Un río que medía entre 80 y 100 metros de ancho, confluencia de varios otros ríos, entre ellos El Rosita y el Ñancahuazú. Pacho escribe; "El Che se volvió loco de contento, me dijo:
—Pacho, llegamos al Jordán, bautízame.
Siguen sin aparecer seres humanos.
Hay señales de vida
pero
un poco viejas y los caminos que se siguieron mueren en yerbazales donde no hay señales de tránsito.
Finalmente El Che da un descanso a su tropa para tratar al día siguiente de cruzar el río.
El 6 de febrero, un día de
calma y reposición de fuerzas.
Las patrullas que exploran corriente arriba y abajo no encuentran un vado posible. Algunos de los guerrilleros tratan de cruzarlo a nado y fracasan. Pacho cuenta: "Me tiré al río cuatro veces, fue imposible pasar."
Al día siguiente un nuevo intento con una balsa
muy grande y poco maniobrable
construida por Pinares.
En dos viajes cruzó la vanguardia y en el tercero la mitad de la gente del centro y mi ropa, pero no mi mochila; cuando lo cruzaban de nuevo para trasladar el resto del centro, Suárez Gayol calculó mal y el río se la llevó muy abajo, no pudiendo recuperarla. Se deshizo y Vilo Acuña comenzó otra que estuvo lista a las 9 de la noche y
el cruce del centro de la columna no se produce hasta el día siguiente.
En marcha al otro lado del río grande, más de lo mismo: soledad y hambre. El 9 de febrero se produce el primer contacto, se trata de un campesino que habrá de ser pieza fundamental en la posterior historia, Honorato Rojas. El Che se entrevistará con él al día siguiente. Una foto testimonia el hecho, cuando El Che se retrata con los hijos de Honorato.
El campesino está dentro del tipo; incapaz de ayudarnos, pero incapaz de prever los peligros que acarrea y por ello potencialmente peligroso. El Médico curó los hijos, engusanados y otro pateado por una yegua, y nos despedimos.
El Che define los siguientes pasos esa noche:
En principio, pienso caminar 10 días más rumbo a Masicurí y hacer que todos los compañeros vean físicamente los soldados,
aunque aclara que en principio no se trata de trabar combate;
luego trataremos de llegar por el Frías p
ara
dejar otro camino explorado.
Al día siguiente la guerrilla llega al Río Masicurí. Pacho anotará en su diario: "Me bañé con jabón, fue divino." A partir de ese momento empieza una etapa en la que se tiene que abrir senda a golpe de machete, con contactos esporádicos con los campesinos que les proporcionan muy poca comida. El propio Che, a pesar de su tremenda resistencia, comienza a dar síntomas de agotamiento:
Tenía un cansancio atroz, pues las humitas me habían caído mal y llevaba un día sin comer.
Se decide descansar el 13 de
febrero en las cercanías de la casa de un campesino. El estómago de Pacho habla en su diario: "Salí con Pinares a buscar maíz, nuestra única comida en varios días, en todas sus formas." El Che mantiene la disciplina: lo poco que se coma se comerá en orden, en el orden de marcha, en el que él ocupa el lugar número 14.
Ese día se descifrará un mensaje de La Habana en que se dan noticias de nuevas conversaciones con el PC boliviano. Según estas, Kolle reiteraba que
no se le había informado de la magnitud continental de la tarea, que en ese caso estarían dispuestos a colaborar en un plano cuyas características pidieron discutir conmigo. Se
anuncia por tanto la visita de los miembros de la dirección Kolle, Humberto Ramírez y Simón Reyes, quien declara que resuelva lo que resuelva el partido colaborará con la guerrilla. También le anuncian que Lechín, dirigente de un partido con fuerte influencia entre los mineros y al que El Che había conocido en su paso por Bolivia en los años cincuenta, está dispuesto a sumarse al movimiento armado. Curiosamente, estas noticias, que permitirían ampliar el débil frente político en que podría moverse la guerrilla en el futuro son lapidariamente registradas con El Che con la frase:
Veremos cómo afrontamos esta nueva ofensiva conciliadora.
Abriendo senda a machete con contactos esporádicos con los campesinos y poca Comida, prosiguen las jornadas. El maíz los salva de la inanición, Pacho cuenta: "Desayuno sopa de maíz, almuerzo nada, comida un poco de maíz."
El 16 de febrero El Che decide cruzar la sierra hacia el Río Rosita. Un campesino les ha hablado de soldados que están construyendo una carretera y que tienen 30 fusiles en su campamento. El Che analiza con el grupo la posibilidad de entablar combate y concluye que no tiene sentido, que todo está previsto para iniciar acciones en julio, con la guerrilla entrenada y los refuerzos sumados.
En las siguientes jornadas es la lluvia la que se ensaña con la columna, hay días que están 18 horas bajo el aguacero torrencial mientras comienzan la ascensión. El 18 Pacho escribe: "En marcha para el Río Rosita por firmes de montañas enormes con precipicio a los lados." El Che acotará:
Muy malas noticias; toda la loma es cor
t
ada por farallones cor
t
ados a pico, imposibles de bajar. No hay más remedio que retroceder.
No son muy diferentes las entradas de su diario en días posteriores:
Día perdido. Bajamos la loma hasta encontrar el arroyo e intentamos subir por él, pero fue imposible.
El 20 de febrero:
Día de lenta marcha.
Y así buscando abrirse camino entre arroyos que se podían vadear y riscos sin fáciles accesos. Exploraciones infructuosas buscando rutas.
Todo el día se invirtió en subir por firmes bastante difíciles y de mucha manigua. Tras un día agotador (...) estamos en las cabezas del arroyo que desemboca en el Masicurí, pero con rumbo sur (22 febrero) y el
23:
Día negro para mí; lo hice a pulmón, pues me sentía muy agotado. A las 12 salimos, con un sol que rajaba piedras y poco después me daba una especie de desmayo al coronar la loma más alta y a partir de ese momento caminé a fuerza de determinación.
Y Pacho añade: "Sin gota de agua, con sed y poca comida." Y sigue, sigue la terrible marcha." El 24 de febrero:
Día trabajoso y desganado. Se avanzó muy poco. Sin agua, pues el arroyo que llevamos está seco.
Y el 25;
Día negro.
En esa jornada va a producirse un conflicto que obligará al Che a intervenir drásticamente.
Pacho
(que iba en la vanguardia)
me llamó para decirme que Pinares y él habían tenido una discusión y que Pinares le había dado órdenes perentorias amenazándolo con un machete y dándole con el cabo en la cara; al volver Pacho y decirle que no seguía más, lo volvió a amenazar con el machete, zarandeándolo y rompiéndole la ropa. Ante la gravedad del hecho, llamé a Inti y San Luis, quienes confirmaron el mal clima que existía en la vanguardia por el carácter de Pinares, pero también informaron de algunos desplantes de Pacho.
Llueve sobre mojado, El Che había anotado en su diario que dos días antes había oído a Pinares mandar a la mierda a un compañero y que tenía que hablar con él.
Al día siguiente El Che se entrevista con los implicados, piensa que Pinares tiene actitudes despóticas, pero que Pacho exageró y además informó el hecho con demora. El Che aprovecha para explicarle al grupo que las tensiones producto de la fatiga y las privaciones, que Inti en su diario llama infernales, tienen que ser controladas y amenaza con graves sanciones. San Luis recoge las palabras del Che:
"7 años de revolución habían influenciado a algunos camaradas que cuando recibían los servicios de choferes, secretarios y otras personas, se habían acostumbrado a dar órdenes y a recibirlo todo hecho; como una vida relativamente fácil nos hizo olvidar de algún modo los rigores y sacrificios de la vida que ahora vivíamos de nuevo."
A Pacho le dolerá particularmente que El Che diga de ellos que son unos comemierdas.
La perspectiva del Río Grande es amenazadora, según Alarcón, "Cuando nos paramos a mirar el río nos sobrecogió y hasta atemorizó un poco; traía ya por el medio de la corriente trozos de tierra que había arrancado a su paso y en ellos navegaban árboles fantásticos apuntando hacia el cielo." El encuentro del río estará unido a un grave accidente. Benjamín, uno de los bolivianos entrenado en Cuba, resbala en las márgenes del río y antes de que lo puedan rescatar se ahoga.
Tenemos ahora nuestro bautismo de muerte a orillas del Río Grande, de una manera absurda.
El 28 de febrero sólo han tomado té, las últimas latas ya se han consumido, algunos de los novatos consumen sus raciones de emergencia, El Che anota en su diario:
Mal síntoma.
Varias exploraciones buscando un vado son infructuosas y se construye una balsa en la confluencia del Río Rosita, Tras un cruce parcial la balsa se pierde, durante dos días tratarán infructuosamente de cruzar el río. Finalmente seguirán camino por la orilla sin contacto con la vanguardia.
El 3 de marzo, en la misma situación, sólo comerán palmito y corojo, Pacho anotará: "El día fue de perro." Un día después tras marchas cortas en medio de la selva logran cazar una cotorra y una paloma a repartir entre todo el grupo.
El ánimo de la gente está bajo y el físico se deteriora día a día; yo tengo comienzo de edemas en las piernas.
Pacho anota: "En marcha. En marcha, sin comer y agotados bajo la lluvia, mirando los árboles, buscando alguna fruta, algo para cazar, nada, nada, me dan mareos y veo estrellas. Lo único que me mantiene en pie es la conciencia."
El hambre es ahora el gran enemigo de la columna, palmito y pájaros cazados al azar apenas si sirven para engañar al estómago. El 7 de marzo El Che escribe:
4 meses. La gente está cada vez más desanimada, viendo llegar el fin de las provisiones, pero no del camino.
Están buscando el Río Ñancahuzú de nuevo.
El 8 de marzo se pierden Inti y Martínez Tamayo. El Médico Morogoro registra que El Che "está muy flaco y seguramente muy débil, pero hace un gran esfuerzo y lo disimula a los demás." Un día después recuperarán a los desaparecidos y junto a ellos malas noticias: el Ñancahuazú se encuentra a unos cinco días de jornada y Pinares con la avanzada entró en un campamento petrolero mostrando las armas.
El Che no podrá saberlo aunque lo intuye, pero la acción de Pinares provocará que un oficial del ejército, el capitán Silva, quien estaba de caza por la región, recoja la información a los obreros sobre la presencia en la zona de hombres armados, y pensando que se trata de narcotraficantes informe a la superioridad. El mayor Patiño del ejército boliviano, luego de entrevistar a los obreros de la compañía petrolera, ordenará al capitán que salga con una patrulla a buscarlos. Durante tres días Silva seguirá a la guerrilla. La persecución será infructuosa, pero la presencia de los guerrilleros ha sido detectada. Casi al mismo tiempo, y sin que tampoco de esto El Che tenga noticias desertan del campamento central un par de voluntarios que habían llegado en el grupo de Moisés Guevara, Vicente Rocabado y Pastor Barrera.
Durante los siguientes tres días los guerrilleros del grupo del Che avanzan tan sólo de cuatro a cinco kilómetros diarios. El 13 de marzo El Che escribe: La
gente está bastante cansada y un poco desmoralizada nuevamente. Queda una sola amida. Caminamos unos 6 kilómetros pero poco de provecho.
Ese mismo día el cerco invisible, aunque aún muy tenue; que opera sobre la guerrilla, añade un eslabón más cuando la policía llega a la Casa de Calamina, el campamento inicial, maltratan a Serapio tratando de saber quiénes son los que por ahí rondan y colocan sobre el techo de la casa una bandera para indicar a los helicópteros el objetivo en medio de la selva. Los policías no saben muy bien lo que están buscando.
El 14 de marzo,
casi sin darnos cuenta, llegamos a Ñancahuazú. (Yo tenía-tengo un cansancio como si se me hubiera caído una pena encima.) El río está bravo y no hay ánimos de intentar el cruce, pero San Luis se ofreció de voluntario y pasó cómodamente emprendiendo viaje a la base a las 1
5.20
exactamente. Espero que llegue en dos días. Nos comimos la última comida; un mote con carne y ahora dependemos de la caza. A la hora de hacer estas notas tenemos un pajarillo y se han oído tres tiros. El médico e Inti son los cazadores. Oímos partes del discurso en que Fidel castiga con toda crudeza a los comunistas venezolanos y con dureza a la actitud de la URSS con respecto a los títeres americanos.