Ernesto Guevara, también conocido como el Che (85 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Con Osmany llegaban 17 hombres más. El ministro y amigo del Che traía
para mí la noticia más triste de la guerra: en conversaciones telefónicas desde Buenos Aires, informaban que mi madre estaba muy enferma, con un tono que hacía presumir que ese era simplemente un anuncio preparatorio. Osmany no había podido recabar ninguna otra.

Es probable que cuando Osmany llegó a Luluaburg, Celia de la Serna estuviera en coma. Había sido hospitalizada el 10 de mayo y se puso muy grave el 16, el día en que se logró establecer una pésima comunicación con La Habana y pudo conversar brevemente con Aleida. La muerte se producirá el 19 y será dada a conocer en la prensa cubana el 21.

Tuve que pasar un mes en esa triste incertidumbre, esperando los resultados de algo que adivinaba pero con la esperanza de que hubiera un error en la noticia, hasta que llegó la confirmación del deceso de mi madre.

Había querido verme poco tiempo antes de mi partida, presumiblemente sintiéndose enferma, pero ya no había sido posible pues mi viaje estaba muy adelantado.

A través del lago, en una revista recibida por el doctor Zerquera, llega la noticia de la muerte. "Le mandé una nota en la que le rogaba que bajara, que quería hablar con él. Al otro día apareció. Se sentó en mi hamaca y le di la revista' Bohemia.' La reacción de él fue decir que ya sabía por un amigo que su mamá estaba enferma. Empezó a hablar de su niñez. Quería tomarse un té. Le pedí que no se fuera. No me dijo que sí, ni que no, pero se quedó. Compartimos la comida. El andaba por ahí cantando tangos. Se fue en la mañana temprano."

Más allá de las reacciones estoicas de Ernesto Guevara, la muerte de Celia debe haber resultado un golpe tremendo para él. A lo largo de estos años, madre y confidente, hijo y narrador, han mantenido un hilo tenue pero permanente, una relación amorosa y cómplice. La carta de despedida que les dejó en La Habana a sus padres Celia no llegará a conocerla, se la entregará al padre en octubre, al hacerse pública la partida del Che. La carta de su madre en respuesta a su salida de Cuba, El Che la conocerá después de su muerte. En una larga historia epistolar, el final está lleno de misivas perdidas y cartas cruzadas que no tuvieron destino.

Una segunda noticia en esos días ha de afectar profundamente al Che, su amigo Ben Bella, presidente de Argelia, es derrocado por un golpe militar el 15 de junio. Su caída detiene en Oran un cargamento de armas cubano destinado a la operación congoleña.

En la base de Luluaburg, en medio de la nada, con un provecto guerrillero que no tiene ni pies ni cabeza. El Che pasa
jo
rn
adas angustiosas en que el ángulo formado por las dos colinas que morían en el lago dejando ver sólo el pedazo de agua por ellas enmarcado como horizonte, empezaba a hacerse odioso.

Cerca de la base de Luluabourg existen varias aldeas no mayores de una docena de chozas de emigrantes ruandeses, cuya mayor riqueza son las vacas, trueque obligado por esposas y fuente de vida.
Esta vecindad nos requeriría en el transcurso de la guerra acudir a la preciosa carne vacuna, que cura, casi, hasta la nostalgia.
Mientras tanto, enfrentado al hecho de que las agrupaciones de los guerrilleros lumumbistas tenían un carácter tribal y un criterio de guerra de posiciones, El Che se desesperaba, L
os combatientes ocupaban lo que se llama aquí las barreras listas barreras estaban situadas en lugares bien elegidos desde el punto de vista táctico, en lomas muy altas de difícil acceso. Pero allí los hombres hacían vida de campamento, sin realizar acciones, sin recibir entrenamiento, confiados en la inactividad del ejército enemigo, y contando para su abastecimiento con los campesinos, listos tenían que llevarles la comida
y
sufrían frecuentes vejaciones y malos tratos. La característica del Ejército Popular de Liberación era la de un ejército parásito, no trabajaba, no se entrenaba, no luchaba, exigía de la población abastecimiento y trabajo, a veces con dureza extrema.
En las tareas de organización del campamento,
los combatientes congoleses hacían que los campesinos les transportaran la comida y los implementos de guerra.
Existía una tremenda
flojera para no ir
a la base a buscar comida. Si a la gente se le daba algo para cargar decía
"Mimi apana molocari", (yo no soy un camión) o "Mimi apana cuban" (yo no soy cubano).

Mitoudidi, probablemente licuado por órdenes explícitas de Kabila, esperaba la-llegada de éste para ordenar la salida,
t
odos los días teníamos el mismo canto matinal: Kabila no llegó hoy, pero mañana sin falla, o
pasado mañana...

De no cambiar el orden de cosas existentes, la revolución congolesa estaba irremisiblemente condenado al fracaso. P
ero esta afirmación del Che estaba matizada por su habitual optimismo. En su balance del mes de mayo escribía:
Es casi seguro que en el transcurso del mes de junio podremos demostrar algo entrando en combate.

El 3 de junio las rutinas de entrenamiento y estudio en la base de Luluaburg se ven alteradas al amanecer cuando se produce un incendio accidental en una de las chozas. Luego prosiguen las clases de español, matemáticas, swahili, francés, trabajo de construcción de trincheras, entrenamiento, almuerzo escaso, habitualmente arroz y frijoles, en la tarde prácticas de tiro; en las noches El Che daba un curso de política internacional a los cubanos, organizaba partidas de ajedrez con Arcadio Hernández, Cuando los demas duermen, a la luz de un farol chino, insomne como siempre-, él sigue leyendo. Pero las rutinas no merman su impaciencia, es más, la aumentan, Dreke y Martínez Tamayo sufren para impedir que se vaya de expedición a la zona de las trincheras, los frentes inmóviles que mantienen los congoleños.

Mitoudidi mientras tanto intenta organizar el caos, mete en cintura a los bebedores (el 90% o 95% de los hombres según El Che), congela la entrega de fusiles, exige que los sirvientes de las atinas pesadas delante de él hagan una demostración antes de entregarles municiones.
Pero faltaba demasiado por hacer. Y era un solo hombre. Incluso sus segundos lo ayudaban bastante poco en la tarea (...) Intimamos bastante.

En la mañana del día 7 de junio El Che comenzó el ascenso hacia la base de Luluaburg acompañado de Ilanga, tras despedirse de Mitoudidi, con quien había estado conversando en Kibamba. Este pensaba que Kabila no habría de cruzar desde Tanzania porque se encontraba en Dar Es Salaam hablando con Chou En Lai. Leonard habría de salir poco después con dos cubanos a Ruandasi en un bote, hacia una zona situada a unos cuatro kilómetros, donde se pensaba trasladar el estado mayor. A mitad de camino un mensajero alcanza al Che para informarle que Leonard Mitoudidi se ha ahogado.
Soplaba un fuerte viento y había olas grandes en el lago, parece ser que su caída al agua fue accidental, todo lo indica así. A partir de ese momento se suceden una serie de hechos extraños que uno no sabe si atribuir a la imbecilidad, a la extraordinaria superstición (ya que el lago estaba poblado por toda clase de espíritus) o algo más serio. El hecho es que Mitoudidi que nadaba un poco, alcanzó a sacarse las botas y estuvo pidiendo auxilio durante unos diez o quince minutos, según las afirmaciones de los distintos testigos, se tiró gente a salvarlo, uno de ellos fue su ordenanza que también se ahogó; el comandante Erancois que iba con él (nunca supe si cayó al mismo tiempo o se tiró a salvarlo) también desapareció. Al producirse el accidente pararon el motor del bote, con lo cual este perdía toda maniobrabilidad, después lo volvieron a echar a andar y parecía que alguna fuerza mágica no les permitía acercarse a donde estaba Mitoudidi. Por fin, mientras éste continuaba pidiendo auxilio la barca se dirigió a la orilla y los compañeros lo vieron desaparecer poco después. Así en un accidente estúpido, perdió la vida el hombre que había implantado un comienzo de-organización en aquel caos terrible que era la base de Kibamba. Mitoudidi era un joven que apenas pasaba de los 30 años.

La muerte de Mitoudidi provocó una carta de Kabila al Che en que le pedía nuevamente que lo esperara y le enviaba un nuevo enlace, un tal Mulcba, que tras un par de conversaciones en que sugirió cambiar el lugar de la base, para ahuyentar al espíritu errante de Leonard, volvió a desaparecer, llevándose la propuesta de que se formaran un par de unidades mixtas cubano-congoleñas para formar en el combate a cuadros y soldados y mantener la base central como punto de entrenamiento. Simultáneamente El Che se negaba a una operación sobre Albertville, que le parecía un suicidio, dado el nivel de desorganización reinante,
porque Albertville debe caer como resultado de una acción paulatina y tenaz, quizá sea más adecuado decir que será abandonada por el enemigo. Primero tenemos que disminuir totalmente su moral de combate hoy en relativa alza, mediante ataques sistemáticos a sus comunicaciones y refuerzos; aniquilar u obligar a la retirada de las fuerzas de Kabimba, Fort de Forte, Lulimba, etc.

En ausencia de un jefe superior, los encargados de Kibamba les pide a los cubanos apoyo para manejar las antiaéreas que defienden la base. El Che considera que es inútil, porque el ametrallamiento enemigo era inoperante: tan sólo efectuaban raids cuatro "tataguas" t28 y dos B 26. Se les rechazaba con las antiaéreas, pero los aviones se iban a bombardear a otro lado.

El frente de Front de Force era mantenido no por guerrilleros congoleños, sino por combatientes ruandeses, cosa que había sorprendido a los cubanos. Los ruandeses, exilados de su país mantenían una fuerte presencia en el ejército congolés. Mundandi su comandante se presentó a mediados de junio en la base para decirle al Che que se habían aprobado sus propuestas y que podía comenzarse con las emboscadas.
Había estudiado en China y daba una impresión bastante agradable de seriedad y firmeza, pero en el transcurso de la primera conversación me soltó una batalla en la que habían causado treinta y cinco bajas al enemigo; le pregunté cuantas armas habían logrado como resultado de esas treinta y cinco bajas, me contestó que ninguna, porque los habían atacado con bazucas y las armas habían desaparecido en pedazos minúsculos. Mis cualidades diplomáticas nunca han sido muy grandes y le dije simplemente que eso era mentira; se disculpó argumentando que él no había estado presente en el combate, que le habían informado sus subordinados, y allí paró el incidente. Pero como la exageración era una norma habitual dentro de esta zona. El decir con tanta franqueza que una mentira es mentira no es el mejor método para establecer relaciones de amistad fraterna con nadie.

Mundandi le pedía 50 cubanos al Che para un ataque a Front de Force, también llamado Force Bendera, donde se encuentra una planta hidroeléctrica en las márgenes del río Kimbi. No era un objetivo menor, se calculaba que podría haber allí un batallón, de 500 a 700 hombres incluidos mercenarios blancos y un pequeño campo de aviación, Tenía
la orden de atacar el 25 de junio. Le
pregunté por qué esa fecha y tampoco podía responder (...) Parecía un infeliz al que se le ha encargada una tarea superior a sus fuerzas; y algo de eso había, pero también una gran dosis de disimulo.

El plan de la dirección congolesa en el exterior era atacar
Front de Force
, confiados en que un ataque por sorpresa podía conducir a una victoria. Arriesgaban además las fuerzas "extranjeras" involucradas en la guerrilla, cubanos y ruandeses. El Che tenía serias dudas sobre el plan, porque la plaza tenía
trincheras, defensas naturales y armas pesadas,
según las informaciones recibidas, Quería además participar personalmente en las operaciones y así se lo escribió a Kabila:
Puede asegurarles que mi impaciencia es la de un hombre de acción; no significa ninguna crítica. Soy
capaz de comprender porque he vivido personalmente en condiciones parecidas.

La respuesta llegó el 17 confirmando el ataque pero pidiéndole al Che que no participara y se mantuviera en la base.

CAPÍTULO 39

Un fantasma dotado del don de la ubicuidad

La desaparición del Che de la vida pública cubana provocó un alud de desinformaciones, que iban desde la alucinación especulativa de periodistas desempleados hasta cortinas de humo tendidas por los servicios cubanos o por la propia CIA, tratando de forzar su aparición. En este baile alucinante de historias no estuvo ausente el absurdo.

Originalmente los cubanos había desplegado una mínima cobertura y en los cines habaneros en abril podía verse un documental que mostraba al Che cortando caña, pero la máscara no podía sostenerse por mucho tiempo. Manresa, su asistente y encargado de despacho confiesa: "durante mes y medio estuve parando candela con lo de que El Che se había ido a cortar caña."

Rumores en diarios brasileños, publicados años más tarde, situaban al Che a mitad del año 65 en Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, inclusive en una clínica siquiátrica en la ciudad de México. Seis noticias de diversos periódicos, surgidas en variados países durante el año 1965, anunciaban su muerte violenta. Quizá la más sorprendente era la de que se encontraba muerto y enterrado en el sótano de una fábrica en Las Vegas, capital mundial del juego. La información no resultaba muy precisa respecto a cómo había llegado hasta allí, quién lo había matado o de qué era la fábrica.

Según una fuente cubana, las emisiones de las estaciones de radio controladas por la CIA divulgaban en sus programas dirigidos hacia Asia que El Che había sido asesinado por Fidel por sus inclinaciones prochinas, y en las emisiones hacia Europa oriental, que lo había sido por prosoviético. Se decía incluso, que circuló una foto con la imagen del padre del Che, Ernesto Guevara Lynch, portando un cartel donde le pedía a Fidel que devolviera el cadáver de su hijo. Guevara padre intentó publicar un desmentido, pero eso no era noticia.

Mientras El Che se encontraba en el Congo, hacia junio del 65, circularon entre las agencias de seguridad cercanas a la CIA y se filtró hasta la gran prensa, una serie de noticias provenientes de un extraño material, el "Memorándum R."

Se atribuía su autoría a la inicial del nombre de un secretario de la embajada soviética en La Habana y basándose en fuentes supuestamente sólidas informaba que El Che se encontraba recluido en el hospital Calixto García de La Habana víctima de agotamiento y trastornos mentales. Atacado por fiebres de origen desconocido veía el fantasma de Camilo que lo inducía a seguir la revolución en otras partes del mundo. El memorándum hablaba de que El Che era víctima de un ataque de grafomanía y escribía delirantes cartas a Fidel Castro proponiéndole entre otras cosas ir a Zanzíbar para trabajar con los chinos.

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