Ernesto Guevara, también conocido como el Che (81 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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A lo largo de las conversaciones en la casa de Nasser, el presidente egipcio le dice al Che que se olvide de ir al Congo, que no tendrá éxito, que es un hombre blanco y como tal será identificado. Cuando se despiden, El Che le informa que ha renunciado a la idea de ir al Congo.

A lo largo del viaje ha estado tomando notas para un artículo que habrá de publicarse tres meses después en la revista uruguaya "Marcha" y que se titulará "El socialismo y el hombre en Cuba."

Carlos María Gutiérrez dirá que el texto "tiene el sentido oculto de una despedida." Al historiador no se lo parece. Más bien se trata de un resumen de algunas ideas que al Che le han estado dando vueltas por la cabeza en estos dos últimos años, como sus reflexiones sobre la literatura y el arte, su descalificación del realismo socialista por un lado, de los corsés y
los becarios que vivan amparados del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas,
la simplificación, que es lo que le gusta a los funcionarios. Por otro lado se queja de la falta de una creación artística liberada de las angustias del pasado, ejercida por intelectuales cuyo pecado original es no ser auténticamente revolucionarios, y por tanto faltos de identidad con los parias y las luchas. De un modo un tanto injusto y de un solo plumazo descalifica a la totalidad de la intelectualidad cubana y se pierde en un galimatías en que no está claro qué le pide a la literatura: ¿ausencia de angustias, angustias nuevas?

Y de ahí entrará en el problema del hombre nuevo, centro de todas sus obsesiones. Ni habrá socialismo sin hombre nuevo, ni tendría sentido que lo hubiera. Y de ahí al papel del cuadro dirigente:
Y hay que decirlo con toda sinceridad, en una revolución verdadera a la que se le da todo, de la cual no se espera ninguna retribución material, la tarea del revolucionario de vanguardia es a la vez magnífica
y
angustiosa (...) En estas condiciones hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que luchar porque este amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización...

Y remata con una vieja idea guevarista, en la que Carlos María Gutiérrez ve una despedida:
El internacionalismo proletario es un deber, pero también es una necesidad revolucionaria... Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos
, puede leerse en las últimas líneas del artículo.

El 13 de marzo termina la gira africana y El Che sale de Praga. El avión se descompone en Shannon y durante dos días se queda ahí tirado. Tendrá largas conversaciones con el poeta Fernández Retamar, quien volvía en el mismo avión desde París. Se han quedado sin libros, sin puros cubanos (¿Fumaría Camel o Lucky Strike en esos días?) Hablan de Franz Fannon, cuyo libro a ojos del Che se había revalorado en el viaje, y que le había recomendado a Retamar para su publicación. Discuten un trabajo que acaba de publicar el intelectual francés Regís Debray en "Les Temps Modernes", "El castrismo, la larga marcha de América Latina." Retamar acaba de ver a Debray en París, y descubrió que en la casa del periodista francés en el Barrio Latino sólo había una foto, una foto del Che que Debray le había tomado. Discuten sobre la reedición de "Guerra de guerrillas", a lo que El Che estaba en contra, quería actualizarla, añadirle experiencias, un prólogo.


Es una mariconada que hayas ido a París y no a África
—le dijo El Che a Fernández Retamar, para inmediatamente después confesar que
lo que más había deseado de joven era haber ido a estudiar a París, pero África, África era...

CAPÍTULO 36

"El concurso de mis modestos esfuerzos"

El 14 de marzo del 65 el Comandante Guevara retorna a La Habana, pronto cumplirá 37 años; tiene un nuevo hijo que lleva su nombre, que aún no cumple un mes y al que no ha visto. Fidel lo está esperando en el aeropuerto, salen juntos. Franqui escribirá años más tarde que en ese primer contacto El Che fue acusado por Fidel de indisciplina, por su intervención en Argel que enfrentaba a los cubanos con los soviéticos y que El Che reconoció que era cierto, pero que no había expresado las posiciones del gobierno cubano, sino las propias.

Parece ser que además de retornar a la vida familiar, durante esos dos días mantiene varias largas conversaciones con Fidel; Rojo dice que un amigo mutuo le contó que se habían reunido al menos durante 40 horas.

¿Qué sucedió en esa serie de reuniones, en esa larguísima conversación? Parece claro que la decisión del Che de abandonar Cuba para lanzarse a una nueva aventura revolucionaria estaba tomada y era una decisión firme. El fracaso de la guerrilla de Masetti, el cambio de la situación política en la Argentina, donde la dictadura había sido sustituida por un régimen civil, y la debacle de los peruanos, parecía dejarle cerrado por el momento el camino de América Latina. ¿Pesaba en su cabeza el fantasma de Lumumba? Más allá de sus últimas conversaciones con Nasser, creía que su presencia podía ser definitiva en África?

Sólo nos queda como constancia de esa larga conversación los breves comentarios que Fidel ha repartido a lo largo de los años. En uno de ellos afirma que "yo mismo le sugerí al Che que había que ganar tiempo, esperar" (para lanzarse a una empresa en América Latina); pero El Che quería irse.

¿Sentía El Che el paso de la edad? ¿Tenía miedo de ya no estar en condiciones físicas para una nueva experiencia guerrillera? Fidel mismo lo sugiere en su conversación con Gianni Mina: "Creo que en esto influyó el hecho de que pasaba el tiempo. El sabía que se necesitan condiciones físicas para todo eso"; y vuelve a la memoria las palabras del Che recordadas por Manresa, su secretario particular: "En el 61, cuando llegamos al despacho del Departamento de Industria, El Che se apoyo en un archivo y me dijo:

—Vamos a pasar cinco años aquí y luego nos vamos. Con cinco años más de edad, todavía podemos hacer una guerrilla..."

Los cinco años habían sido sólo cuatro.

Y Fidel no podía, nunca pudo, detenerlo, frenarlo. Sin duda El Che en esos momentos apeló a una vieja deuda que Fidel tenía con él, contraída desde los lejanos días del exilio: "Cuando se sumó a nosotros en México planteó una sola cuestión:

"—Yo lo único que quiero después de que triunfe la revolución y quiera irme a luchar a la Argentina, es que no se me limite esa posibilidad, que razones de Estado no impidan eso.

"Y yo se lo prometí. Nadie sabía, primero, si ganábamos la guerra y quiénes iban a estar vivos."

La idea de entrar en el Congo para continuar la lucha de Lumumba, para crear el "Vietnam africano", estaba en la cabeza del Che. ¿Le ayudó Fidel a confirmarla? Emilio Aragonés, entonces secretario de Organización del partido y que habría de colaborar con El Che en la organización de la expedición, así lo piensa, y Víctor Dreke, quien lo acompañaría en el Congo, lo confirma: "Lo hizo contra su idea original de ir a luchar en Argentina." Fidel aceptó la idea de África para separar a un Che ansioso, que estaba dispuesto a meterse en América Latina sin una organización previa. El propio Fidel parece sugerirlo cuando dice: "Y lo hicimos responsable del grupo que fue a ayudar a los revolucionarios en el actual Zaire." O cuando menciona en otro discurso: "se le dieron otra tareas que habrían de enriquecer su experiencia guerrillera."

Un mes más tarde El Che, en sus conversaciones con el segundo de la operación en el Congo, Víctor Dreke, y con el embajador en Tanzania, Pablo Rivalta, les expondría los argumentos clave para fundamentar que
"Era el momento de meterse en África."
Dreke los resume: "¿Por qué nosotros al Congo? ¿Por qué no Angola, Mozambique o Guinea? Porque parecía que las condiciones objetivas se daban en El Congo. No hacía mucho se había producido la masacre de Stanleyville. No era la misma situación de las colonias portuguesas, cuya lucha parecía incipiente. El Congo reunía dos características: que nos habían pedido ayuda de Brazzaville y que existía un enorme territorio liberado por las guerrillas en el ex Congo belga, con bastante armamento chino y soviético. Hasta tenía buenas condiciones geográficas", y Rivalta remata: "El Congo podía servir de base, es decir como un detonador, para revolucionar todos los países africanos. La lucha, el entrenamiento y la activación del Movimiento de Liberación en el Congo, iban a servir para todos los países, y fundamentalmente para África del Sur."

Si el objetivo final era la revolución en el tercer mundo, había una cierta lógica geopolítica en el planteamiento improvisado del Che.

Por otro lado, los síntomas de que Cuba se alinea con los soviéticos, y la ruptura con los chinos, no deben haberle gustado demasiado.

El hecho es que la decisión se tomó de inmediato, porque el 16 de marzo, tan sólo dos días después de su arribo, Guevara le entrega a Gustavo Roca una carta para Celia, su madre, donde le dice (en versión de Rojo) que se propone abandonar la conducción revolucionaria en Cuba, que trabajará 30 días en el corte de caña y después irá a una fábrica por cinco años, para estudiar desde adentro el funcionamiento. La carta no llegará a Celia sino hasta un mes más tarde.

Ese mismo 16, Fernández Retamar se da una vuelta por el despacho del Che en el Ministerio de Industria para recuperar una antología de poesía que le prestó en Shannon. Manresa lo recibe y le comenta confidencialmente que antes de devolver el libro el Comandante le ha pedido que copie un poema. ¿Cuál? pregunta Retamar interesado. El "Farewell" de Neruda.

Durante los últimos días de marzo El Che se comporta de una manera un tanto extraña con sus amigos, regala objetos personales, presta libros, toma multitud de fotos, escribe varias cartas. Sólo habrá una reunión pública, aunque sí varias con sus colaboradores, entre ellos Maldonado, a quien le han pedido la renuncia en Comercio Exterior porque está marcado como pro-chino. Maldonado cuenta: "Voy a ver al Che. Lo encontré distendido, haciendo gimnasia en el suelo. Me dijo:
Un revolucionario nunca renuncia.
No renuncié, me corrieron."

El 22 de marzo El Che preside una sesión del Consejo de Dirección del Ministerio, anuncia que estará ausente porque iría a cortar caña en Camagüey por un tiempo. Algunos de los cuadros muestran su preocupación, pero El Che disipa las dudas: allí había cuadros capaces y el Ministerio funcionaba sin problemas. La reunión culmina a las 11:30 de la mañana. Gravalosa lo verá marcharse ágil por el pasillo, seguido alegremente por su perro Muralla.

Ese día se produce la única comparecencia pública de la que hay registro, en el Ministerio de Industria da una conferencia sobre su reciente viaje por África. La centra en el reflejo africano en la vida cotidiana en Cuba: pintura, música, costumbres... Una despedida como cualquier otra.

El canciller Raúl Roa se lo encuentra y deja un último registro: "Mientras sorbía con moroso deleite el humo aromático de su tabaco, manoseaba la boina negra en que resplandecía la estrella (...) De súbito se puso en pie y, con un efusivo apretón de manos, me dijo a guisa de despedida:
Mañana salgo para Oriente a cortar caña un mes. Eli, ¿no vienes con nosotros?
'No. Esta vez, no.' Y con su aire sencillo, su andar característico y su respiración cortada, se marchó saludando a cuantos le salieron al paso en el jardín del Ministerio."

Se entrevistará también con uno de sus jóvenes cuadros, Miguel Ángel Figueras: "Para hablar del último número de la revista 'Nuestra Industria Económica', yo le había mandado los números 13 y 14 a Nueva York y Argelia. La última noche que hablamos fue la del 25 al 26 de marzo. Estallamos solos, el Ministerio se había movilizado al trabajo voluntario. Venía muy dolido de lo que habían hecho los imperialistas en el Congo y se quejaba de la manera como estaban vendiendo armas los checos y soviéticos a los movimientos de liberación,
eso no es socialismo ni nada, que había que regalarlas.
Me preguntó
¿qué tienes para el numero 15 de la revista? Pon el artículo que salió en "Marcha ", pon el artículo de Alberto Mora, donde me echa y defiende el estímulo material, pon el artículo de Mandel y pon el artículo de un psicólogo argentino sobre la naturaleza humana respecto al problema de los estímulos.
Y me dice:
Pídele a fulano un artículo sobre un vicepresidente de la Ford, donde explica los métodos de desarrollo de los cuadros.
Era un artículo de Iacocca. Coño, luego se fue el argentino y el partido preguntaba ¿quién te mandó publicar ese artículo?"

Verá a Gravalosa por última vez cuando éste se encuentra haciendo una guardia de milicia en el Ministerio. El Che aparecerá en la noche con su chofer Esteban Cárdenas, Aleida y el perro Muralla. Ha ido a recoger algunas cosas. En el maletero lleva la mocha para cortar caña y una maldita. Su chofer, cuando se despiden, pone la radio, un programa de medianoche de tangos. En la radio del automóvil se escucha "Adiós muchachos", el chofer quiere bajar el volumen, El Che descubre las posibilidades teatrales del asunto y le pide que lo suba, y allí se va con que, 20 años no es nada, que febril la mirada, por las calles de La Habana.

El operativo se organiza en la oficina de Emilio Aragonés con el apoyo del equipo de Manuel Piñeiro. Se analiza el grupo que se está entrenando, quiénes lo acompañarán, cómo se organizarán los viajes, el armamento, camuflajes, coberturas. Aragonés insiste en acompañarlo, pero El Che lo bloquea, le contrapropone que monte su propia operación:
Tú en una, yo en otra.
Los últimos argumentos de-Aragonés no prosperan: "Eres una mula argentina y necesitas un político atrás."

Hacia el 28 o 29 de marzo, Víctor Dreke, el hombre que había sido elegido para comandar la columna de negros cubanos que iría a "algún lugar", es entrevistado en el campamento donde los está entrenando Osmany Cienfuegos, quien le informa que un nuevo jefe, llamado Ramón, "un compañero que tiene historia", se hará cargo de la expedición y que él irá como segundo. Esa misma tarde se reúnen en una casa de seguridad en una zona conocida como El Laguito con José María Martínez Tamayo, el capitán del Ministerio del Interior de unos 30 años que ha mantenido previamente relaciones con El Che en la preparación de algunas operaciones en América Latina y quien intervino de manera lateral en la guerrilla de Masetti.

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