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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (86 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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En esos meses el novelista y periodista conservador Jean Larteguy, en las páginas de
París Match
propaga la teoría de que la desaparición del Che obedece a que ha sido asesinado por Fidel.

Sin embargo El Che parece estar vivo, porque un periodista italiano lo entrevista en Perú, mientras que una fuente de la CIA, cuando le preguntan si el comandante Guevara se encuentra en la clandestinidad ("underground") responde que sí, que se encuentra seis pies "underground" (bajo tierra); porque parece ser que en medio de toda la operación de desinformación hay una suerte de tendencia en la agencia a pensar que Fidel "sacó de la escena al Che."

Newsweek
, en su edición del 28 de junio, reportaba una larga cadena de rumores: despedido del Ministerio de Industria, se habría suicidado. Dirigía guerrillas en Vietnam o en Santo Domingo. Un cuento decía que había defeccionado y vendido los secretos cubanos a Estados Unidos en 10 millones de dólares.

Fidel mismo voluntaria o involuntariamente habría propiciado la especulación cuando le dijo a unos reporteros:

—¿Cuándo sabrá el pueblo sobre El Che?

—Cuando el comandante Guevara quiera.

CAPÍTULO 40

La derrota de Front de Force

El 19 junio del 65 El Che reúne a su columna y les informa de la decisión de Kabila. No le parece inteligente la operación, no le gusta tampoco el tener que fragmentar la columna cubana en tres grupos, y mucho menos le atrae la idea de tener que quedarse en la base, pero ante el peligro de que negarse podría llevarlo a una confrontación con Kabila y al fin de la operación en el Congo, siente que no tiene otra alternativa. Le entrega el mando del grupo que combatirá a Dreke y como encargado de la emboscada principal al teniente Pichardo, quien había sido combatiente durante la revolución cubana.

Le escribe a Kabila insistiendo:
Le pido un favor: deme permiso para ir a Front de Force sin otro título que el de comisario político de mis camaradas, completamente a las órdenes del camarada Mundandi. Acabo de hablar con él y está de acuerdo. Pienso que esto podría ser útil. Estaría de regreso tres o cuatro días después de haber recibido su llamada. Con mis saludos. Tatú
.

Al día siguiente con el ruandés Mundandi se hace un análisis del cuartel de Front de Force. Nuevamente El Che objeta la operación y sugiere se ataque un cuartel de menor importancia, los congoleños se niegan. Tiene una última conversación con Dreke:
A uno tienen que matarlo cuando se pueda, no cuando uno quiera
.
Lo desespera el tener que quedarse, piensa en voz alta:
¿Si voy y nos botan?, porque éste es su país.
Antes de salir el grupo se canta el himno del 26 de julio y el comandante Guevara se despide de mano de cada uno de los 36. combatientes cubanos que participarán en la operación. Como si fuera un mal presagio, ese día a causa de un accidente, cuando se estaba limpiando, arde la choza del Che
.

El 21 de junio, mientras la columna recorre los 50 kilómetros que la separan de Front de Force, El Che alertado por un grupo de congoleños de la presencia de elefantes, sale de cacería. Cuando llegan a la zona donde supuestamente los habían visto, "los tembos" se habían ido.

El 24 de junio arriban al campamento 39 cubanos más, entre los que se encuentran tres médicos. El Che recibe una grata sorpresa, en el grupo se hallan sus escoltas de los últimos años y compañeros de la Sierra Maestra y el Escambray, Harry Villegas y Carlos Coello, quienes han sido bautizados antes de entrar en el Congo como Pombo y Tumaini-Tuma. Sin que El Che lo sepa han sido enviados personalmente por Fidel con la consigna de velar por su seguridad personal. Traen entre otras cosas el M1 del Che, puros cubanos y un reloj que le manda Fidel. La aviación gubernamental recibe al grupo a la mañana siguiente con un nutrido bombardeo en el que ocho aviones utilizan incluso napalm. El Che envía siete hombres más de los recién llegados a reforzar a la columna combatiente.

En su balance del mes de junio El Che escribe:
Cuando todo parecía indicar que iniciábamos una nueva era, sucede la muerte de Mituodidi y la nebulosa es más densa. El éxodo hacia Kigoma continúa, Kabila ha anunciado su ingreso en reiteradas oportunidades y nunca ha hecho, la desorganización es total. El hecho positivo es la idea de los hombres al frente, pero el negativo es el anuncio de un ataque que puede ser foco o totalmente ineficaz y alertar a las fuerzas de Tshombe
.

No se habrá equivocado. Las primeras noticias llegan el 1º de julio, una breve nota de Dreke: "A las cinco horas del 29, empezó el ataque. Vamos bien, parece que Katenga está siendo atacada, para allá hay cinco compañeros nuestros, Eduardo Torres, jefe del grupo y dos compañeros ruandeses. Patria o Muerte. Moja." Y un poco más tarde llegaba un segundo mensaje: "Son las 7 y 30, esto va bien, muy contenta la gente y portándose bien. Todo comenzó a la hora fijada, abrimos el fuego con un cañonazo y un morterazo, después le envío más dalos."
Pero simultáneamente con esta nota llegaban noticias alarmantes de veintenas de muertos, de cubanos muertos, de gente herida, que me hacían pensar que no todo andaba bien
.

No, todo había andado mal. A las cinco de la madrugada los cubanos habían abierto fuego Con un pequeño cañón y ametralladora sorprendiendo a los defensores, pero casi inmediatamente comenzaron las deserciones de los ruandeses ante la respuesta de morteros y ametralladoras de los mercenarios. Dreke, desesperado, reseña: "En ese momento se quedan solos los cubanos tirando. Nosotros no llevábamos muchos proyectiles. Los ruandeses que no sabían tirar ráfagas cortas metieron el dedo y se llevaron los 30 tiros. Estábamos combatiendo contra un batallón de 500 a 600 hombres. No se trataba de tomar el cuartel, sino de provocarlos para que cayeran en las emboscadas. Con el tiempo nos percatamos que había muchos bisoños. Decían que la dawa era muy floja. Miedo en la guerra tiene todo el mundo, pero te sobrepones a esa profesión de vivir. Un ruido de una calibre 50 o una 30 en una selva oscura, con neblina, animales despavoridos huyendo, es impresionante. No era muy fácil para nadie, ni para los nuestros que se portaron muy dignos, que lo aguantaron. Dos o tres ruandeses aguantaron con nosotros. Después de un hecho de cobardía, puede nacer un héroe. Esto lo sabemos. Pero nuestra gente no entendió; esperábamos mucho más de ellos. Esa fue la tónica de la operación:
se empezó con brío, pero antes de empezar el combate se habían perdido hombres en muchas posiciones y luego una desbandada completa
.

Mientras tanto, un segundo grupo al mando de Pichardo había entrado en combate en el lugar inapropiado y es descubierto en el momento en que está cruzando una carretera para tomar posiciones. Cuatro cubanos quedan muertos en el combate junto con 14 ruandeses. Las dificultades del idioma hacen más difícil entender a los mensajeros. Martínez Tamayo hace un esfuerzo desesperado para recuperar los cadáveres. Imposible. Antes de iniciar el combate se les había ordenado a todos los combatientes que dejaran los documentos y papeles que pudieran permitir una identificación, pero el grupo de Pichardo entró en combate con sus mochilas y eso le permite a las fuerzas del gobierno encontrar un diario que indicaba la presencia de cubanos en el ataque. Incluso uno de los muertos llevaba un calzoncillo "hecho en Cuba."

Dreke dirige un repliegue ordenado. Años más tarde diría: "Los cubanos rompimos el equilibrio de la paz armada que los congoleses habían logrado. Ellos estaban armados pero en casa, con mujer e hijos. No combatían." Y en esos momentos no puede tener idea del terrible significado que esto puede tener.

CAPÍTULO 41

Abatimiento y fuga

Paralelamente al combate de Force, un segundo encuentro de una columna dirigida por cubanos se produjo en Katenga con iguales o peores resultados.
Al ataque iban ciento sesenta hombres con un armamento muy inferior al de los ruandeses, ya que tenían como las armas más efectivas fusiles-ametralladoras y lanza-cohetes de corto alcance. El factor sorpresa estaba perdido, ya que el ataque, por causas que Mundandi nunca explicó, había sido ordenado para un día después, el 30, cuando la aviación enemiga sobrevolaba toda la región y los defensores del puesto lógicamente estaban alerta
.

De los 160 hombres, 60 habían desertado antes de comenzar el combate y muchos más no llegaron a disparar un tiro. A la hora convenida, los congoleses abrieron fuego contra el cuartel tirando al aire casi siempre, porque la mayoría de los combatientes cerraban los ojos y oprimían el disparador del arma automáticamente hasta que se acababa el parque. El enemigo respondió con un fuego certero de mortero 60, causando varias bajas y provocando la desbandada instantánea.

El resultado de los dos combates se tradujo en una gran desmoralización en las fuerzas nativas,
pero también entre los cubanos se produjo un gran abatimiento; cada uno de nuestros combatientes había tenido la experiencia triste de ver cómo las tropas que iban al ataque se disolvían en el momento del combate, cómo armas preciosas eran arrojadas por doquier para huir más velozmente; habían observado también la falta de 'compañerismo entre ellos, abandonando a las heridos a su suerte, el terror que se había enseñoreado de los soldados y la facilidad con la que se habían dispersado sin atender órdenes de ningún tipo.

El Che resentirá particularmente a los cubanos muertos en Force. De alguna manera se siente culpable por no haber podido dirigir el encuentro y está particularmente enfurecido porque no se recogieron los cadáveres.

Durante los días subsiguientes al ataque, gran cantidad de soldados desertaron o pidieron la baja. Mundandi me escribió una larga carta, abundante como siempre en cuentos heroicos, donde se lamentaba de la pérdida de su hermano, pero anunciaba que había muerto después de haber aniquilado un camión completo de soldados (...) Se dolía también de la pérdida de varios de los cuadros más firmes de su grupo y protestaba porque el estado mayor estuviera en Kigoma, mientras los hombres luchaban
y se sacrificaban en el Congo. Anunciaba de paso que dos tercios de las tropas enemigas habían sido aniquiladas (...) Estas cartas no eran sino el principio de la descomposición que envolvería posteriormente a todo el Ejército de Liberación e incluiría en sus mallas a las tropas cubanas
.

El Che hizo entonces un análisis de errores cometidos, entendiendo que quizá el más grave fuera la subestimación del enemigo,
pensando que era de las mismas características del soldado rebelde que se le oponía.
A esto se añadía la falta de disciplina:
por doloroso que fuera había que criticar el acto de Pichardo, heroico pero nocivo, por cuanto había conducido a la muerte, no sólo a tres compañeros cubanos más, sino también a más de una docena de ruandeses.
Por último siente que la moral de combate está decayendo.
Insistí mucho en este punto, y fui muy explícito en lo que nos esperaba; no solamente hambre, balas, sufrimientos de toda clase, sino, incluso, en algunas oportunidades, el ser muerto por los propios compañeros que no tenían nociones de tiro. La lucha sería muy difícil y larga; hacía esta advertencia porque estaba dispuesto en ese momento a aceptar que los recién llegados plantearan sus dudas y retornaran, si así lo deseaban; después no sería posible. El tono fue duro y la admonición clara. Ninguno de los recién llegados dio señales de debilidad, sin embargo para mi sorpresa, tres de los combatientes que habían participado en el ataque a Fort Bandera y que estaban de vuelta trayendo algunos mensajes, plantearon irse, para colmo, uno de ellos pertenecía a nuestro partido.

Para El Che en esos momentos el problema fundamental era detener la descomposición de la columna que había producido la derrota y el comportamiento de los guerrilleros ruandeses y congoleños. Las noticias de peticiones de abandono de la lucha seguían. Al poco tiempo querían irse dos de los médicos.
La selección realizada en Cuba no era lo suficientemente buena, eso es evidente, pero es difícil atinar a hacer una buena selección en las condiciones actuales de la revolución cubana. No hay que basarse solamente en la historia del hombre con las armas en la mano, ese es un gran antecedente, pero los años posteriores de vida cómoda también cambian a los individuos, y luego está la inmensa mayoría a los que la revolución hizo revolucionarios. ¿Qué significado tiene la frase: "Hasta la muerte si es necesario?"

Y es en ese ambiente emocional que decide quemar los barcos y le ordena a Rivalta en Tanzania que avise al gobierno de Nyerere
de mi presencia aquí, disculparse por el método, (por la) decisión mía y no de Cuba.
El Che analizaba en una nota a Kabila las contradicciones entre congoleses y ruandeses, paradójicas, porque a los ruandeses se les estimaba más militarmente y por otro lado se les culpaba de la derrota. Recomendaba la unificación de los mandos y aconsejaba que hubiera algún cubano entre ellos, insistía en su presencia en el frente.

En esos días, cruzándose con la nota, finalmente arriba Kabila acompañado de Masengo, jefe del estado mayor y Nbajira, ministro de Relaciones Exteriores, con un séquito que incluía unas mulatas guineanas.
Mi ánimo estaba bastante pesimista en esos días, pero bajé con cierta alegría el 7 de julio cuando se me anunció que había llegado Kabila. Por fin se encontraba el jefe en el lugar de operaciones.
Kabila resultaba
cordial pero esquivo.
De entrada se negó a la petición del Che de informar de su presencia al gobierno de Tanzania. Le
repetí mi vieja cantinela: quería ir al frente. Mi misión más importante, donde podía ser más útil, era la de formar cuadros y éstos se forman durante la guerra en el frente de batalla y no en la retaguardia.
Kabila planteaba grandes reservas a la propuesta del Che. El argéntino-cubano era un líder de la revolución mundial, no podía arriesgarse, etc. Propuso en cambio una gira por los frentes empezando por Kabimba: Se podría partir esa misma noche. Finalmente, hasta eso se pospuso. Y se volvió a posponer.

En esos días se realizó un mitin en la base.
Realmente fue interesante. Kabila demostró tener conocimientos de la mentalidad de su gente; ágil y ameno, explicó en swahili todas las características de la reunión de El Cairo y los acuerdos a que llegó. Hizo hablar a los campesinos, dando respuestas rápidas
y
que satisfacían a la gente. Todo acabó con una pequeña pachanga bailada por los mismos participantes al son de una música cuyo estribillo cantado era
"Kabila va. Kabila eh.' La actividad de Kabila era intensa, parecía querer ganar el tiempo perdido. Planteó organizar la defensa de la base y parecía infundir ánimo a
todos, cambiando la fisonomía de la zona tan golpeada por la falta de disciplina. Apresuradamente se juntaron 60 hombres, se les asignó tres instructores cubanos e iniciaron las tareas de hacer trincheras y dar clases de tiro.

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