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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

Ernesto Guevara, también conocido como el Che (58 page)

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Fidel. ¿Qué está haciendo Fidel? Desbarata una conspiración de los ganaderos más conservadores cubanos que actúan de acuerdo con el dictador dominicano Trujillo. Utilizando a los cuadros del II Frente apresa un avión con armas enviado desde Santo Domingo en una operación en la que probablemente estaba involucrada la CIA. El gobierno rebaja el 25% a los libros de texto, el 30% las tarifas eléctricas.

¿Y El Che mientras tanto? Hace una visita relámpago a Sudán para entrevistarse con el presidente. El final del viaje se precipita. El 27 de agosto se encuentra en Roma de paso para Madrid, con el tiempo justo, exacto, apenas lo suficiente para visitar la Capilla Sixtina. Europa tantas veces añorada se consume en horas. Tras una fugaz estancia en tránsito en Madrid, viaja a Marruecos. Allí protocolos y miradas de extrañeza hacia la revolución cubana de la monarquía marroquí controlada por el franquismo español. Tan sólo un momento afortunado; Lo invita a comer el primer ministro un carnero al modo árabe, en cuclillas y con las manos. El Che se sentirá feliz en este retorno al estilo guerrillero.

El 2 de septiembre el avión queda detenido en Madrid por dificultades técnicas. Aprovecha para recorrer librerías de viejo con Vilaseca. Ahí descubre por qué el economista perdió el anterior avión y se lo reclama. La gira culmina el 8 de septiembre. Ha estado fuera de Cuba durante casi tres meses.

CAPÍTULO 26

Retorno

El 9 de septiembre Ernesto Guevara regresa a Cuba. Sus primeras declaraciones en el aeropuerto son para constatar la simpatía que la revolución cubana despierta fuera de sus fronteras. Más tarde dirá:
Hoy va desvaneciéndose
(en la visión de los asiáticos)
la otra América, la que tiene hombres desconocidos que trabajan miserablemente el estaño, por cuya causa, y en cuyo nombre, se explota hasta el martirio a los trabajadores del estaño indonesio; la América de los grandes cauchales amazónicos, donde hombres palúdicos producen la goma que hace más ínfimo el salario de los cauchenos de Indonesia, Ceilán o Malasia; la América de los fabulosos yacimientos petrolíferos por los cuales no se puede pagar más al obrero de Irak, la Arabia Saudita o el Irán; la del azúcar barato que hace que el trabajador de la India no pueda recibir mayor remuneración por el mismo trabajo bestial bajo el mismo sol inclemente de los trópicos
.

El 11 de septiembre informa a Raúl Roa en la cancillería de los resultados de gira. Una nota benévola: el "New York Times" señalará que El Che ha sorprendido a los observadores en la capital cubana por su habilidad negociadora.

Publica en "Humanismo" un artículo sobre el viaje: "América desde el balcón afroasiático" y escribe varios breves artículos para Verde Olivo sobre la gira, básicamente informativos, siempre enfatizando algo: Japón y la industrialización post atómica, los contrastes de la India, la necesidad de aprender de la planificación yugoslava y las virtudes de los pequeños intercambios comerciales con Ceilán y Pakistán. A lo largo de una semana volverá sobre los temas en un programa de televisión y en una conferencia de prensa.

El día 30 de septiembre habla en la Academia de la Policía, en lo que será uno de los mejores discursos de su vida. Machaca a los jóvenes policías con la idea de que siendo el cuerpo de los ejércitos de la revolución con más cercanía cotidiana con el pueblo, tienen la obligación de volverse portavoces de la opinión popular. Eso, sumado a las necesidades de guardar el orden público
son dos tareas que aparentemente chocan
. Y de este choque:
muchos de los miembros de las fuerzas armadas han cometido arbitrariedades no sólo en la policía, en cada uno de los cuerpos, que son mínimas, pero que existen y pueden contaminar al resto
.

Insiste en que el servidor público se debe al servicio de la voluntad popular. Y por tanto define la tarea esencial de los nuevos policías en una versión revolucionariamente radical de lo que debe ser la policía mas allá de la tentación autoritaria:
convertirse en un informante constante, no un informante de las posibles conspiraciones, tenemos un pueblo entero que vigila y que nos ayudará, un vigilante de la reacción popular frente a las medidas de un ministro o del mismo gobierno en general, para saber incluso qué se piensa (...)
Y no para tener fichado a nadie, no para castigar a nadie por exponer una opinión, todo lo contrario, para analizar la opinión, para ver lo verdadero que tiene esa opinión sobre nuestras acciones y lo que el pueblo opine de esas acciones, no está equivocado nunca el pueblo, nosotros somos los equivocados, tenemos que rectificar.

El 7 de octubre Fidel le dará un nuevo trabajo al comandante Guevara que se sumará a sus tareas como jefe del Departamento de Instrucción de las Fuerzas Armadas, que lo obliga a organizar la educación del Ejército Rebelde y le subordina "Verde Olivo", la banda militar, el departamento de cine y las secciones de artes plásticas, y a su cargo de jefe militar en La Cabaña. Esta vez se tratará de una tarea compleja, la jefatura de industrialización del recién creado Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA).

Se trata de la tarea aparentemente imposible de coordinar, la actividad de un grupo de industrias y talleres que se han convertido en el sector nacionalizado dependiendo del INRA,
algunas recuperadas por malversación de bienes, otras intervenidas por la ley 647 de trabajo, otras porque simplemente sus dueños las entregaron, algunas se compraron, y algunas nuevas se crearon.
Casi todas eran pequeñas empresas.

Colaborarán con él un grupo de economistas enviados por el Partido Comunista de Chile encabezados por Jaime Barrios, Raúl Maldonado y Carlos Romeo. Los chilenos estaban comisionados al INRA, pero veían al Che como el representante del ala izquierda de la revolución y se ofrecieron como asesores sumándose por la libre. El grupo se completaba con Manresa, el secretario descubierto en La Cabaña; El Patojo, que estaba viviendo en la casa del Che, y Orlando Borrego Díaz, el oficial rebelde que había organizado los talleres.

Raúl Maldonado describe el surrealismo de este pequeño subministerio de industria, cuando el grupo de los chilenos se acercó al Che: "El octavo piso del INRA donde tenía las oficinas era un baldío, al fondo un escritorio y en él El Che con los pies encima y un grupo de jóvenes armados atrás, siete u ocho escritorios vacíos detrás de ellos, al salir del elevador había un poco de luz. La imagen es absurda: Aleida le estaba arreglando las uñas."

Los primeros problemas tienen que ver con la necesidad de administrar las empresa y por ningún motivo cerrarlas, para mantener los empleos. La primera idea obvia fue organizarlas por ramas de la producción y coordinar talleres y empresas. Había que improvisar nombrando administradores honestos que tuvieran alguna idea, pero si en el grupo dirigente no había ninguna experiencia en gestión industrial, mucho menos a nivel de los talleres y las empresas. Se apeló entonces a cuadros guerrilleros y a militantes surgidos del movimiento sindical (varios de ellos del PSP) y se fundó una pequeña escuela de administradores de empresas y se creó un fondo de ganancias central que asumía el pago de los salarios.

El panorama industrial al iniciarse la revolución, tal como lo recogería El Che en un artículo año y medio más tarde era terrible:
Un ejército de desocupados de 600 mil personas (...), una serie de industrias manufactureras que elaboraban sus mercancías con materias primas venidas del extranjero, en máquinas extranjeras y utilizando repuestos extranjeros; una agricultura sin desarrollo, ahogada por la competencia del mercado imperialista y por el latifundio, que dedicaba las tierras a reservas cañeras o ganadería extensiva, prefiriendo importar alimentos de Estados Unidos
.

Será en esos días cuando El Che apele a su compañero de viaje el economista Vilaseca, y le pida que le empiece a dar clases de matemáticas superiores. Comienza una relación que con pizarrón de por medio recorrerá el repaso de matemáticas elementales, álgebra superior, análisis matemático, geometría analítica, cálculo diferencial e integral. Vilaseca cuenta que las lecciones eran: "Dos veces a la semana, martes y sábados a las ocho de la mañana. Muy pocas veces las suspendió diciendo que se iba a dormir, que no resistía más, los sábados a veces era una o dos o tres horas, hasta cinco."

Con su nuevo trabajo a cuestas, el 16 de octubre-El Che habla en Cabaiguán con motivo de la conmemoración de la llegada de la columna 8. Una serie de fotos con muchos de sus ex compañeros registran el hecho; quizá sea una de las pocas series de fotografías del Che en las que la media sonrisa maliciosa habitual que la cámara recoge cuando está de buen humor es sustituida por una abierta carcajada.

Y al día siguiente en la Universidad de Oriente comenzará una serie de discursos-debates en las tres universidades clave del país poniendo a discusión el distanciamiento entre la revolución y las instituciones de enseñanza superior. Focos donde era fuerte la presencia entre los estudiantes del relegado Directorio 13 de Marzo, y de la oposición liberal entre los profesores, las universidades resistían la presión del gobierno para integrarse al proceso revolucionario, defendiendo por un lado su autonomía, pero también las trincheras políticas. El Che entraba de frente al debate con la pregunta
¿Es un hecho fatal que las universidades se conviertan en factores de atraso, casi en focos de contrarrevolución?

En Santiago, su intervención es muy crítica, tratando de convencer a los estudiantes de la necesidad de que la universidad se integre en el proyecto gubernamental a riesgo de que se pierda autonomía y pidiendo que cesara la polémica y el enfrentamiento, porque para desarrollar el proceso revolucionario se necesitaba la incorporación de los estudiantes en las prácticas sociales, la definición de prioridades en las carreras, etcétera.

Y sin embargo no partía de las amenazas o las presiones políticas, sino que convocaba al debate,
a llamar naturalmente a la discusión, todo lo agria, todo lo violenta que se quiera, pero siempre saludable.
Un par de meses más tarde el encuentro se reproduciría en la Universidad de Las Villas, cuando con el pretexto de recibir un título de pedagogo honoris causa, que consideraba no merecido (
si toda la pedagogía que he ejercido ha sido la pedagogía de los campamentos guerreros, de las malas palabras, el ejemplo feroz
) y por lo tanto lo recibía como un homenaje al Ejército Rebelde, sin toga y con uniforme verde olivo, pide que la universidad
se pinte de negro, se pinte de pueblo, de obrero, de campesino
. Que se abran las puertas de la universidad para parias, segregados por razones raciales o económicas y se queja de que el gobierno
no tiene voz en las universidades cubanas
. Tres meses más tarde sería en la Universidad de La Habana, donde entraría en la polémica quejándose de que en nombre de la autonomía se vivía en la irracionalidad: mala preparación, abundancia de oferta de carreras liberales que no tienen salida en el mercado laboral, ausencia de
una escuela de economía, que hace una falta enorme
, periodos escolares diferentes en las tres grandes universidades del país, falta de facilidades a los estudiantes para poder terminar las carreras y compaginar sus obligaciones sociales con el estudio.
¿Por qué razón la universidad no puede marchar junto con las otras universidades en el mismo camino y al mismo ritmo que el gobierno revolucionario?
Y tras disculparse por estar provocando una polémica ante las cámaras de televisión, defiende la palabra "coordinación" contra los defensores de la autonomía a ultranza. Y se despacha un tremendo fin de discurso contra el mito de la vocación, usando su experiencia personal como ejemplo y tratándose en broma:
inicié mi carrera estudiando ingeniería, acabé siendo médico, después he sido comandante y ahora me ven de disertador
. Resulta sorprendente que sea Ernesto Guevara quien arremeta contra la vocación, la libertad de elección, la voluntad, cuando su historia ha sido la demostración permanente de que no se puede encarcelar a la voluntad en las prisiones de la razón. Pero las presiones de las carencias técnicas de la revolución deben ser tremendas en esos momentos.

Él 18 de octubre Ernesto Guevara interviene en un acto en Santiago de Cuba para recordar al hermano de Pacho Montes de Oca, Orlando, asesinado y desaparecido durante la dictadura. Por primera vez en muchos años pisará el interior de una iglesia, porque la madre del combatiente muerto quiere hacer una ceremonia religiosa. En un país en que las posiciones se van enconando y radicalizando. Ese mismo día Raúl Castro es nombrado ministro de las Fuerzas Armadas, lo que provoca una reacción airada de Huber Matos, comandante del ejército en Camagüey, que a su vez coincide el 21 con una incursión aérea de Díaz Lanz desde Miami que provoca varios heridos entre la población civil. Las primeras versiones culparán al bombardeo de los heridos, pero El Che que no suele negociar con la verdad dirá más tarde que
como consecuencia de los propios proyectiles que arrojaron, más el fuego de nuestras baterías antiaéreas, se produjeron dos muertos y medio centenar de heridos
.

Ese mismo día Huber Matos presenta su renuncia junto con 14 de sus oficiales, acusando a Fidel de estar cayendo en las manos del comunismo. La reacción de Fidel es ordenar a Camilo que se presente en Camagüey, desarme y detenga a Matos y a su gente. Camilo cumple a rajatabla y detiene a Matos.

Cinco días más tarde, en una concentración nacional contra las agresiones aéreas frente a Palacio Nacional, El Che pregunta a la multitud:
¿es que este gobierno revolucionario y este pueblo que está aquí cederá ante las presiones extranjeras? ¿Claudicará?
Gritos de ¡No!, ¡no!, en la multitud. En el discurso se deslizará una frase reveladora:
¡Nosotros no seremos Guatemala!

En el gobierno se produce un nuevo cisma: Ante la amenaza de Fidel de llevar a juicio a Huber Matos por traición, Pazos amenaza renuncia, el ala izquierda no marxista del gobierno disiente de la posición de Fidel. En un debate en el que participan varios ministros y El Che, la escisión se amplía: Faustino Pérez, Oltuski y Ray sostienen que Matos se habrá separado de la revolución pero que en su renuncia no hay ningún acto de traición. Raúl Castro, en versión de Franqui, opina que bajo agresión externa, la actitud de Matos es contrarrevolucionaria y que hay que fusilarlo. Como los argumentos a favor de Matos de Oltuski y Ray se repiten, El Che, en broma dice:
Vamos a tener que fusilarlos a todos
. Fidel cortó en seco: Matos debe ir a juicio y pidió la renuncia de los disidentes. El Che intercedió entonces por Oltuski, Faustino y Ray, diciendo que deberían seguir siendo ministros, que si tenían el valor de mantener sus opiniones a riesgo de su vida deberían seguir. A partir de este momento los cambios se producen: Oltuski se queda temporalmente, los otros se separarán del gobierno en noviembre dando entrada a Martínez Sánchez y

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