Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
Un nuevo caso de bandidismo creó serias contradicciones en El Che; se trataba de un combatiente apellidado Echevarría que formando un pequeño grupo había estado practicando asaltos en la zona. El caso de Echevarría fue patético porque, reconociendo sus faltas, no quería, sin embargo, morir fusilado; clamaba porque le permitieran morir en el primer combate, juraba que buscaría la muerte en esa forma pero no quería deshonrar a su familia. Condenado a muerte por el tribunal, Echevarría, a quien denominábamos el bizco, escribió una larga y emocionante carta a su madre explicándole la justicia de la sanción que en él se ejecutaba y recomendándole ser fiel a la revolución. Junto a él será fusilado también Barrera, El Maestro, aquel personaje extraño que acompañó al Che en uno de los momentos más difíciles de la primera etapa y que luego, desertando de la guerrilla se había hecho pasar por El Che, el doctor Guevara, y violado a varias muchachas campesinas.
El Che no estaría presente cuando se producen estas últimas capturas y ajusticiamientos, empeñado en crear una base estable en las profundidades de la sierra en la zona de El Hombrito. Hablando con los campesinos, los estimulaba a que sembraran, organizó a los mensajeros para tener bajo vigilancia cualquier operación del ejército, creó nuevas redes de abastecimiento e incluso fabricó un horno para hacer pan y estableció un hospital de campaña.
Lidia Doce participará de esta estructura al igual que una joven campesina, Delsa Puebla, conocida como Teté y una combatiente urbana que había intervenido en un atentado en Holguín contra un militar de alta graduación, María Mercedes Sánchez, conocida en la sierra como Carmencita, con la que El Che comparte su afición por Neruda y a la que encargará tareas de alfabetización.
El periodista argentino Jorge Ricardo Masetti registraría unos meses más tarde: "Los guajiros jamás habían concurrido a una iglesia. No las había en las montañas. Ni habían comido pan. Ni carne vacuna (...) Eran analfabetos, pero de un inteligencia notable. Recién las primeras escuelas se instalaron en la sierra con el arribo del ejército rebelde. Comían de vez en cuando galleta pero ni sospechaban lo que era el pan hasta que las tropas de Guevara instalaron las primeras panaderías campesinas. Veían las reses y sabían que su carne era deliciosa, pero recién cuando los efectivos del movimiento comenzaron la distribución de ganado y la matanza orgánica de las reses probaron los bistecs. Y ellos, el 90% de ellos, habían nacido en la zona más rica de la riquísima Cuba."
Y ya en la tarea de crear una base de retaguardia, la llegada de dos estudiantes, Geonel Rodríguez y Ricardo Medina y un mimeógrafo fabricado en 1903, le permite iniciar uno de sus proyectos más acariciados, hacer un periódico de la sierra.
En una carta a sus enlaces en el llano comentaba al respecto de "El Cubano Libre": El periódico está todo redactado y pasado en stencil, pero la falta de tinta no lo deja salir, y la falta de papel lo limitará a unos 700 ejemplares. También aquel adolece de una falla fundamental de no tener un artículo firmado por Fidel. Luis Orlando ha quedado en ocuparse de eso para darle más tipo de periódico. Conviene que manden con generosidad todo lo que se pide en ese rubro, pues creo que el periódico puede ser de gran utilidad.
Pocos días mas tarde aparecía el pequeño periódico con una sección escrita por El Che y firmada como "El Francotirador." En una carta a Fidel lo resumiría: Tengo la esperanza de que su baja calidad te sirva de shock y colabores con algo que tenga tu firma. El editorial del segundo número será sobre la quema de caña. En este número colaboraron Noda en la reforma agraria, Quiala en la reacción frente al crimen, el médico en la realidad del campesino cubano, Ramiro en últimas noticias y yo en la explicación del nombre, el editorial y "sin bala en el directo. "La indicación de los temas la di yo. Se necesita urgentemente todas las noticias de acciones, crímenes, ascensos, etc. y comunicación regular para lo que se puede crear un cuerpo especial.
Su alegría se verá opacada por las noticias de que en el exterior se ha firmado un pacto, que habrá de ser conocido como El pacto de Miami, que debilitaba el ya de por sí débil programa unitario y lo que era peor, quitaba la dirección del movimiento al 26 de Julio. La estructura creada en Miami daba prominencia a organizaciones políticas tradicionales cubanas que si bien no estaban coludidas con el batistiato, sí lo estaban con las viejas tradiciones de corrupción y politiquería. El pacto había sido aprobado por la delegación del 26 de" Julio en el exterior encabezada por Felipe Pazos. Firmado el día 1º provocó reacciones agrias entre la izquierda del 26 de Julio en el Llano (Ramos Latour el día 4 lo calificó como el triunfo de: "los politiqueros parándose sobre nuestros cadáveres...") y en el exilio (donde Franqui desde Costa Rica decía que el pacto propiciaba una intervención "mediadora" estadunidense y se pronunciaba contra ella). El Che se siente traicionado y desconociendo las reacciones del conjunto del Movimiento y la del propio Fidel, que el 10 de noviembre desautoriza el pacto desde la Sierra, se ve sumido en un mar de dudas.
Días más tarde se deshará el malentendido y El Che le escribirá a Fidel: En este momento llega el mensajero con tu nota del 13, te confieso que junto con la nota de Celia, me llenó de tranquilidad y alegría. No por ninguna cuestión personal, por lo que significa para la revolución eso. Vos sabés bien que yo no tenía la menor confianza en la gente de la dirección nacional, ni como jefes ni como revolucionarios... Y propone en un ataque de maximalismo destituir a toda la dirección nacional como si hubieran estados implicados en el pacto.
El 8 de noviembre, el Movimiento 26 de Julio en La Habana organiza un despliegue espectacular haciendo explotar un centenar de bombas, petardos y explosivos en la capital. A las nueve de la noche comienza el concierto de ruido y fuego. El régimen está a la defensiva atacado en varios frentes.
Días más tarde El Che, que había sido advertido por Fidel, descubre que la columna de Sánchez Mosquera vuelve a incursionar en lo que considera sus territorios. Tras infructuosas emboscadas y habiendo fracasado en el intento de explotarles una mina al paso, los guardias avanzan utilizando a la población campesina como escudo, tanto en los camiones como en las exploraciones a pie. El Che trata de cerrar el cerco, pero se le cuelan por un camino desguarnecido incendiando bohíos.
En una de las marchas para tenderles un cerco El Che llega a un caserio donde había una guitarra y un tres y se arma una fiesta, con canciones y baile: la primera fiesta campesina cubana que veía en su vida. La presencia de un perro provoca que vea en él a un cachorro que se han visto obligados a asesinar durante la marcha para impedir que revelara su posición ladrando. De esa experiencia saldrá el mejor de sus relatos, "El cachorro asesinado", que habrá de escribir años más tarde.
La persecución no dará resultado. Y para las tropas será uno más de los paseos bárbaros que han realizado en esa zona de la sierra. El ejército pasó por 6 emboscadas nuestras y no les tiramos. Algunos dicen que no tiramos por consideración a los niños. No tiré porque estaba a 500 metros, eran muchos y había perdido contacto con las otras emboscadas, estaba detrás de un banano, árbol no muy duro de la sierra maestra, y había dos preciosos aviones P.47 rondándonos constantemente. Como dicen los intelectuales, nos comimos el mojón con pelo.
El 24 de noviembre, después de la persecución infructuosa de la tropa de Sánchez Mosquera, El Che le escribe a Fidel: Como tantas veces (¿No hay puestito de teniente coronel?) su ílustrísima tenía razón y el Ejército se nos vino a las barbas. No te preocupes que no hubo nada hasta ahora en ninguno de los sentidos... Y presenta un primer informe sobre El Hombrito: Decidimos entonces crear una base de operaciones fija en El Hombrito y Zarzal y crear allí nuestra industria pesada. Tenemos ya la armería funcionando a todo trapo aunque no se ha podido hacer el morterito por la mala asistencia de Bayamo que no manda materiales. Encargué la fabricación de dos modelos experimentales de ballestas lanzagranadas que creo que pueden dar buenos resultados. Ya se han fabricado varias minas muy potentes pero no ha explotado ninguna todavía y el ejército se apoderó de una. La maquinaria de zapatería está instalada y capacitada para fabricar toda clase de implementos de talabartería y zapatería pero no se han recibido los materiales. Tenemos dos embriones de granja para la cría de puercos y aves de corral; se ha construido un horno de pan que tirará probablemente el primer kake al día siguiente de escrito esto, aniversario del embarque que nos hiciste. Hemos iniciado la construcción de una presa pequeña para dar energía hidroeléctrica a esta zona. Se creó un hospital estable, se va a iniciar la construcción de otro en buenas condiciones higiénicas. Los materiales ya están donados. Toda la zona se está cubriendo de refugios antiaéreos. Tenemos la intención de aguantar a pie firme y no ceder este lugar por nada.
La carta tiene un epílogo: Vienen las noticias con una secuencia cinematográfica. Ahora los guardias están en Mar Verde. Vamos a toda máquina para allá. La continuación de esta interesante historia la leerás después. Y remata:
Me olvidaba decirte que la bandera del 26 de Julio está en la punta de El Hombrito y trataremos que siga allí. Pusimos otra en la Coreaba para hacerle una emboscada a la avioneta y a los dos voluntarios les cayeron los p47 que les llenaron el culo de metralla (verídico; pero pedacitos chicos, sin novedad los voluntarios y también la avioneta).
La bandera que coronaba la montaña tenía seis metros y medio de largo y era no sólo un reto para forzar a que Sánchez Mosquera subiera a quitarla y una señal de territorialidad rebelde, también una provocación para las avionetas. Lucía un letrero en el que el 26 de Julio saludaba el nuevo año. La columna se había fotografiado ante ella: El Che en el centro sin arma, con un palo largo que le sirve de bastón; es como una foto de familia, con el patriarca, abuelito, el montón de adolescentes y su guía moral Che en el centro, con su gorra de guagüero.
La presencia de la bandera provocó decenas de bombardeos. Años más tarde el director de cine Sergio Giral recogería de la memoria colectiva campesina serrana esos momentos, cuando los guajiros decían "borbardear" y miraban a un cielo en que ya no había aviones. Finalmente el propio Che habría de ordenar que la quitaran para impedir que lo hicieran un grupo de niños amenazados por las tropas de Sánchez Mosquera.
El 29 de noviembre se produce el combate de Mar Verde. Poco antes de la madrugada, cinco o cinco y media de la mañana, me levanté después de dormir sin angustias, con el sexto sentido, desarrollado en la vida militar, embotado ese día por el cansancio y la comodidad de una cama campesina del poblado de Alar Verde. Hicimos el desayuno tranquilamente mientras se esperaban noticias de los múltiples mensajeros que habían sido enviados para hacer contacto con los grupos guerrilleros. Un mensajero informa que a unos 500 metros había soldados robando gallinas, quienes eran la vanguardia del destacamento de Sánchez Mosquera situado a un par de kilómetros del Che. El Che analiza la situación. No cuenta con las tropas de Camilo que se habían enfrentado en otra zona a la columna el día anterior y tenía que cerrar con emboscadas dos de los posibles caminos de la tropa. Dividiendo sus pelotones, él con su pequeña escuadra monta la emboscada por el camino que baja hacia el mar donde pensaba que era más segura la salida del ejército.
En las primeras horas de la mañana, ya completo el cerco, se dio la voz de alarma. Cubierto por un mango del que se habrá de acordar perfectamente al paso de los años El Che espera. Se oyeron los pasos de los soldados casi encima nuestro (...) En esa época mi única arma era una pistola Luger y me sentía nervioso por la suerte de los dos o tres compañeros que estaban más cerca que yo del enemigo, de modo que apuré demasiado el primer disparo y erré el tiro. Inmediatamente, como sucede en estos casos, se generalizó el tiroteo y fue atacada la casa donde estaba el grueso de las fuerzas de Sánchez Mosquera.
Joel Iglesias y otros dos rebeldes de la escuadra del Che avanzan buscando a los hombres de la vanguardia de la tropa a los que El Che ha disparado y se metía por el mismo camino de los soldados, siguiendo el túnel vegetal. Oía su voz intimándoles la rendición y asegurando la vida a los prisioneros. De pronto, se oyó una sucesión rápida de disparos y los compañeros me avisaron que Joel estaba gravemente herido. Joel cuenta: "El Che salió desafiando las balas hasta donde yo estaba, me cargó en los hombros y me sacó de allí. Los guardias que habían oído cómo alguien lo llamaba Che no se atrevieron a dispararle. Un tiempo después los entrevisté y me narraron que les imresionó mucho verlo salir con la pistola en el cinto, desafiar el peligro hasta donde yo estaba y cargarme como lo hizo, que no se atrevieron a disparar." La suerte de Joel, dentro de todo, fue extraordinaria, tres fusiles Garands le dispararon a quemarropa: su propio fusil Garand fue atravesado por dos balas y su culata rota, otra le quemó una mano, la siguiente una mejilla, dos le perforaron el brazo, dos una pierna, y algunas otras más le dieron rozones también. Estaba cubierto de sangre pero, sin embargo, sus heridas eran relativamente leves.
Los tres soldados se rendirían poco más tarde y Vilo Acuña, indignado porque Joel estaba allí tirado cubierto de sangre quería fusilarlos, "a esos perros", El Che le dice:
—Mira, esos perros me pudieron matar a mí y no me quisieron matar. Y no resolvemos nada matando a esos perros, a los que hay que matar es a los perros principales, a los que avivan a estos. Estos son unos infelices que están ganando un sueldo y no tienen un ideal siquiera.
Sergio del Valle y El Che le hacen una cura de campaña a Joel mientras los combates continúan y luego lo envían junto con los prisioneros a la retaguardia donde el doctor Martínez Páez lo opera con anestesia a base de ron.
Al interrogar a los soldados descubren que Sánchez Mosquera está parapetado con una compañía de 100 hombres con ametralladoras y abundantes municiones. Entendimos que lo mejor era no empeñar un combate directo, de resultados dudosos, ya que nuestras fuerzas tenían aproximadamente el mismo número de combatientes, pero con armamento inferior y Sánchez Mosquera estaba a la defensiva, bien parapetado. Decidimos acosarlo para imposibilitar sus movimientos hasta que llegara la noche, momento propicio para nuestro ataque. La oportunidad se perderá porque una? nueva columna del ejército sube desde la costa y hay que montar nuevas emboscadas para frenarlos.