Ernesto Guevara, también conocido como el Che (32 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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La red parece mejorar porque El Che se hará con un pequeño generador eléctrico, logrará que llegue hasta sus manos el tomo 1 de "El Capital" de Marx que había empezado a leer en México y no había terminado y un mimeógrafo mejor, lo que le permitirá reanudar la producción de "El Cubano Libre", el periódico serrano, que a lo largo de enero comenzará a bajar hacia la periferia de la sierra y las ciudades cercanas.

El "Cubano Libre", del que un campesino decía que había que leerlo a la luz del sol o con un farol bien grande, porque la impresión de stencil era un desastre, pero que subía mucho la moral, era una de las obsesiones del Che y le había dedicado muchas horas al montaje de su infraestructura y no pocas broncas, como cuando descubrió que alguien había usado un ejemplar como papel higiénico y estuvo a punto de poner a pan y agua a todo el personal de la comandancia.

A pesar de sus abruptos ataques de rabia, sus hombres y los campesinos de la zona tenían por él un enorme afecto. Carmencita lo describe así: "En la Sierra nadie hablaba mal del Che, la gente lo quería, nadie se sentía injustamente tratado, nadie lo responsabilizaba con las cosas que pasaban, nadie se atrevía a decirle una mentira y confiaban en él, en su sabiduría. Era un guerrillero sabio, lo estimaban, lo respetaban y lo trataban de usted."

Usted, Che... Y es ese Che respetado por los campesinos el que extiende su polémica con los hombres del Llano más allá de sus dudas sobre las redes de comunicación y abastos.

El 23 de noviembre Armando Hart le escribía al Che señalando que necesitaban mantener la estructura de mando del Llano; que existían muchos oportunistas tratando de establecer contacto directo con la sierra y que aceptarlos significa debilitar la estructura urbana del 26 de Julio que tanto trabajo había costado montar y que bajo la clandestinidad forzada por la represión costaba tanto trabajo matener. Respecto a las diferencias políticas, Hart dejaba claro que "te aseguro incluso que si conversaras con nosotros ampliamente comprenderías...", que los hombres del Llano no eran conservadores ni querían nexos con el sector más liberal de la oligarquía. La carta era extremadamente amable e incluso cariñosa hacia El Che.

El 14 de diciembre El Che le contestaba a Ramos Latour, el sucesor de Frank País (en lo que años más tarde autocalificaba como una carta bastante idiota), defendiendo sus derechos y prioridades guerrilleras ante las objeciones que constantemente me hacen sobre mi actividad centrípeta. Y de ahí pasaba sin solución de continuidad a enfrentarse al Llano estableciendo diferencias políticas: Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas económicas del imperialismo. Consideré siempre a Fidel como un auténtico líder de la burguesía de izquierda, aunque su figura esté realzada por cualidades personales de extraordinaria brillantez que lo colocan muy por arriba de su clase. Con este espíritu inicié la lucha: honradamente sin esperanza de ir más allá de la liberación del país, dispuesto a irme cuando las condiciones de la lucha posterior giraran hacia la derecha (hacia lo que ustedes representan). Y reconocía que en los momentos del pacto de Miami pensé lo que me avergüenzo de haber pensado. Afortunadamente llegó la carta de Fidel...

Y terminaba, a pesar de la dureza de la carta, me gustaría que pudiera haber una explicación.

Ramos Latour respondía el 18 de diciembre: "Acaba de llegar a mis manos la carta que tú mismo calificas de dura y cuyo contenido simplemente me sorprende sin que en modo alguno pueda llegar a herirme (...) por las expresiones de quienes como tú, no me conocen lo suficiente para juzgarme. Debo aclararte que si te doy una respuesta, lo hago por el respeto, la admiración y el criterio que sobre tu persona siempre he mantenido y que no ha variado en lo más mínimo a pesar de tus palabras." Tras esta elegante introducción Ramos Latour aclaraba que su respuesta hablaba en nombre de todos los miembros de la Dirección Nacional en el Llano y explicaba los sacrificios de las redes urbanas que se despojan de una bala con la que podrían defenderse para hacerla llegar a la sierra y citaba ejemplificando con la célula de Mayarí que entregó a la sierra los fusiles que habían recuperado y realizaban acciones desarmados.

Pasa a la definición de campos y su visión sobre el comunismo y la deja zanjada con un "la solución a nuestro males no está en liberarnos del nocivo dominio yanki por medio del no menos nocivo dominio soviético."

Y deja bien claro que ellos también están en la izquierda: "Tú sientes al igual que nosotros la necesidad de eliminar de nuestros países la corrupción administrativa, el militarismo, el desempleo, el pauperismo, el analfabetismo, la insalubridad, la privación de derechos sociales...." y se define como un obrero ("no de los que están preocupados por lo que pasa en Egipto y no se lanzan en Cuba", clara alusión a los comunistas del PSP) , un obrero con estudios de ciencias sociales y derecho que abandonó para ir a la guerra. Y remata señalando que la polémica es estéril "en tanto que sigamos trabajando como hasta ahora por el triunfo de la revolución."

Pero la cosa no habría de quedar allí.

Armando Hart subiría a la sierra en enero del 58 y tendría una nueva carta dirigida al Che en respuesta a sus desconfianzas a la dirección del Llano. Fidel, preocupado por el tono que a veces adquiría el debate, le ordenó a Hart que no se la entregara; pero cuando descendía de la sierra fue capturado y la carta quedó en manos del ejército. Mientras la vida de Hart pendía de un hilo, los instrumentos de la propaganda gubernamental airearon el debate y enfatizaron las discrepancias existentes dentro del M26.

Raúl Castro se vería el 20 de enero obligado a dar explicaciones a Fidel aclarando que él nunca le había hablado al Che de Stalin en ninguna carta, y que el origen del rumor se generaba en la carta ocupada a Hart, quien finalmente se salvó de la muerte, aunque fue encarcelado en la isla de Pinos.

La polémica parecía quedar zanjada por las circunstancias, pero El Che percibía algunas diferencias aún existentes entre la Sierra y el Llano aunque mezclara con ellas el debate sobre el socialismo como alternativa y sus quejas sobre los abastos a la sierra. Años más tarde diría: La sierra estaba ya segura de poder ir desarrollando la lucha guerrillera; trasladarla a otros lugares y cercar así, desde el campo, a las ciudades de la tiranía, para llegar a hacer explotar todo el aparato del régimen mediante una lucha de estrangulamiento y desgaste. El llano planteaba una posición aparentemente más revolucionaria, como era la de la lucha armada, en todas las ciudades, convergiendo en una huelga general que derribara a Batista y permitiera la toma del poder en poco tiempo (...) Huelga general llamada por sorpresa, clandestinamente, sin una preparación política previa y sin una acción de masas.

Sin faltarle razón, la visión del Che tendía a subvalorar el papel que la lucha urbana había tenido y seguía teniendo en el proceso revolucionario, y al negar (quizá porque le faltaba la visión de la continuidad del movimiento a partir del asalto al Moncada en el 53) el proceso político que había cercado a la dictadura, veía a la guerrilla como un proceso autónomo y no como la vanguardia de una amplia disidencia popular de la que se alimentaba y a la que alimentaba. Más allá de su profunda inteligencia y enorme capacidad de intuición, de la universalidad antiimperial que le daba su latinoamericanismo bolivariano, a veces El Che, en lo que a Cuba se refería, no era más que un intelectual guajiro que nunca había puesto pie en una ciudad.

No eran estos debates la única preocupación del Che, más allá de la militar, tenía también en la cabeza el proyecto de poner a funcionar una estación de radio desde la Sierra.

El 23 de diciembre del 57 uno de sus oficiales le había contado que conocía a un técnico en Bayamo que pensaba que se podría construir una emisora en la sierra. El Che le entrega 10 pesos para que lo enlace y da luz verde. Ya se había hablado del asunto antes a iniciativa de Frank País, pero se trataba entonces más bien de un medio de enlace entre la comandancia de Fidel y la dirección en Santiago. El hombre es Eduardo Fernández, un pequeño radiotécnico con un taller de reparaciones en Bayamo, miembro de la red del 26 de Julio. Al paso de los días Eduardo se entrevista con El Che en el campamento de El Hombrito y recuerda: "Lo vi completamente interesado y entusiasmado en la cuestión."

El 8 de enero del 58 El Che escribe: Comunícale a Daniel, Débora o cualquiera de la dirección que tengo un técnico que se compromete a hacer una planta transmisora en quince días, a un costo de $500 aproximadamente. La Planta puede venir por La Habana. El técnico vive en Bayamo, Zenea 54, su nombre es Eduardo Fernández.

Dos semanas más tarde Ramos Latour ha tomado cartas en el asunto: "Estoy esperando que el técnico nos diga los materiales que necesita para hacerla y poder situárselos."

En Santiago, en un local extraño el mítico Daniel (Ramos Latour) se reúne con Fernández. Poco más tarde en La Habana irán apareciendo los equipos necesarios, se montará una pequeña planta y será transportada de nuevo en piezas a Bayamo. Ese es sólo el principio, luego seguirán infinidad de penurias para construir y transportar la emisora hasta el corazón de la Sierra Maestra: primero será llevada a Contramaestre en las estribaciones de las montañas evadiendo el cerco del ejército. Luego entrará en la sierra en un jeep con dos mujeres sentadas arriba del equipo cubriéndolo con sus anchas faldas. De ahí la planta irá a dar a la casa de la abuela de Ciro Redondo, luego a hombro cruzará unos potreros y finalmente una patrulla de la columna del Che se hará cargo del equipo. En la segunda semana de febrero, el rumor de que tendrán su propia estación de radio corre entre los rebeldes. El primer capítulo de las tribulaciones de una planta radiofónica ha culminado.

Mientras tanto, El Che desarrolla en La Mesa otro de sus más caros proyectos: la armería. Apoyándose en Oris Delfín Zaldívar, con quien ha venido trabajando desde la época de El Hombrito, están desarro liando nuestra última arma, a la que atribuimos una importancia excepcional, el M-26, también llamado Sputnik, una pequeña bombita de hojalata que primeramente se arrojaba mediante un complicado aparato, una especie de catapulta confeccionada con las ligas de un fusil de pesca submarina. Más tarde fue perfeccionado hasta lograr impulsarlo por un disparo de fusil, con bala de salva, que hacía ir más lejos el artefacto. Estas bombitas hacían mucho ruido, realmente asustaban, pero, dado que solamente tenían una coraza de hojalata, su poder mortífero era exiguo y sólo inferían pequeñas heridas cuando explotaban cerca de algún soldado enemigo.

Terminado el sputnik, en esos días estaban probando un lanzagranadas mejorado de la versión LM 1 que era muy incómoda y el 10 de enero le mandaba una nota a Oris con un esquema de una ballesta primitiva. Existe una fotografía de Oris y El Che con el lanzagranadas ballesta entre ambos, Oris se ve orgulloso, como si bautizara a un nuevo hijo, El Che está ceñudo, parece que no lo tiene tan claro. En febrero, a sugerencia de Fidel, el lanzagranadas se ajustaría a un fusil y más tarde a una escopeta.

El 16 de febrero Fidel vuelve a concentrar sus columnas para un golpe de efecto, nuevamente en Pino del Agua, en una operación más bien de hostigamiento y emboscadas que con la pretensión de tomar el cuartel, ahora custodiado por una compañía completa.

Fidel dirigió personalmente el ataque y el pelotón de Guillermo García emboscaba a los posibles refuerzos del cuartel sitiado. A las cinco de la mañana Camilo avanzó descubriendo que los guardias se habían replegado en el cuartel. 105 guardias habían instalado un sistema elemental de alarmas consistente en unos hilos a ras del suelo que tenían amarradas unas latas, las que sonaban al pisarlas o tocar el hilo pero, al mismo tiempo, habían dejado algunos caballos pastando, de manera que cuando la vanguardia de la columna tropezó con la alarma, se confundieron con el ruido de los caballos. Así Camilo pudo llegar prácticamente hasta donde estaban los soldados.

Se produce entonces un bombardeo ineficaz por parte de los rebeldes y luego la vanguardia de Camilo entra en combate sobre las avanzadas del ejército sufriendo varias bajas. En pocos minutos las fuerzas de Camilo habían arrasado con la resistencia, tomando 11 armas, entre ellas dos fusiles ametralladoras y tres guardias prisioneros, además de hacer 7 a 8 muertos, pero inmediatamente se organizó la resistencia en el cuartel y fueron detenidos nuestros ataques.

En el intento de continuar la ofensiva los rebeldes sufren varias bajas, incluido el propio Camilo que es alcanzado en una pierna. A pesar de su herida, Camilo volvió a tirarse para tratar de salvar el arma, ya en las primeras luces de la madrugada y en medio de un fuego infernal; volvió a ser herido, con tan buena suerte que la bala le penetró en el abdomen saliendo por el costado sin interesar ningún órgano vital. Mientras salvaron a Camilo, perdiéndose la ametralladora (...) algunos combatientes aislados, desde posiciones cercanas al cuartel, lo bombardeaban con los sputniks o M-26, sembrando la confusión entre los soldados.

A media mañana reinaba la calma rota tan sólo por ráfagas esporádicas. En esos momentos, un joven oficial de la dictadura llamado Evelio Laferté, escuchaba las comunicaciones por radio entre la guarnición de Guisa y los sitiados en Pino del Agua que querían retirarse o rendirse. El tono iba subiendo: "¡Pendejos, maricones, no se rindan o los vamos a fusilar!"

Poco más tarde la predicción de Fidel se cumplía y una compañía subía desde Oro de Guisa para caer en una de las emboscadas, la dirigida por Paco Cabrera. La vanguardia de la compañía batistiana fue arrasada, 11 muertos, cinco prisioneros, entre ellos el teniente Lafeté, y armas abundantes.

Una segunda emboscada fracasará porque los soldados logran descubrir las posiciones de los rebeldes, pero aunque Raúl Castro tiene que replegarse, el cerco sobre Pino del Agua se mantiene. Por la noche, insistí en que era posible un ataque del tipo del que Camilo realizara y dominar a los guardias que estaban apostados en Pino del Agua. Fidel no era partidario de la idea pero en definitiva accedió a hacer la prueba, enviando una fuerza bajo el mando de Escalona, que constaba de los pelotones de Ignacio Pérez y Raúl Castro Mercader; los compañeros se acercaron e hicieron todo lo posible por llegar hasta el cuartel pero eran repelidos por el fuego violento de los soldados y se retiraron sin intentar nuevamente el ataque. Pedí que se me diera el mando de la fuerza, cosa que Fidel aceptó a regañadientes. Mi idea era acercarme lo más posible y, con cocteles Molotov hechos con la gasolina que había en el propio aserrío, incendiar las casas que eran todas de madera y obligarlos a rendirse o a salir a desbandada, cazándolos, entonces, con nuestro fuego.

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