Nacido en un día azul (23 page)

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Authors: Daniel Tammet

Tags: #Autoayuda, #Biografía

BOOK: Nacido en un día azul
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Tony Attwood, psicólogo clínico y autor de
Asperger's Syndrome: A Guide for Parents and Professionals
, señala que algunos individuos con Asperger tienen la capacidad de crear su propia forma de lenguaje (conocido como «neologismos»). Ofrece como ejemplos la descripción del tobillo de una chica como «la muñeca de mi pie» y de los cubitos de hielo como «huesos de agua». El doctor Attwood describe esta capacidad como: «Uno de los aspectos más cautivadores y genuinamente creativos del síndrome de Asperger». Tras el nacimiento de mis hermanas gemelas me inventé la palabra «billizas» para describirlas, partiendo de que una bicicleta tiene dos ruedas y un triciclo tres, y que la palabra para tres bebés nacidos al mismo tiempo es trillizos. Otro de los neologismos de mi infancia fue «cochenata», que significaba salir a dar un largo paseo (una caminata) con un bebé en un cochecito de niño, algo que mis padres hacían a menudo.

De niño y durante varios años acaricié la idea de crear mi propio lenguaje, para aliviar la soledad que solía sentir y disfrutar de la delicia que experimentaba con las palabras. A veces, cuando sentía una emoción especialmente intensa o experimentaba algo que me parecía muy hermoso, se formaba de manera espontánea un término nuevo en mi mente para expresarlo, aunque no tenía ni idea de dónde provenía. Por el contrario, el lenguaje de mis compañeros escolares, los niños del patio, e incluso el de mis hermanos y hermanas, me parecía muy irritante y confuso. Se burlaban regularmente de mí por utilizar frases largas, cuidadas y muy formales. Cuando intentaba decir una palabra de mi creación en una conversación, cuando quería expresar algo de lo que sentía o experimentaba interiormente, rara vez se comprendía. Mis padres me desanimaban para que no «hablase de esa manera tan rara».

Continué soñando que un día hablaría un idioma que sería sólo mío, que no se burlarían de mí ni me regañarían por utilizarlo y que expresaría algo de lo que era ser yo. Tras dejar la escuela descubrí que contaba con el tiempo suficiente para empezar a desarrollar en serio esa idea. Escribía palabras en trozos de papel según se me ocurrían y experimenté con diversos métodos de pronunciación y construcción de frases. Llamé «mänti» a mi idioma, de la palabra finesa
mänty
, que significa «pino». Los pinos son árboles que viven en gran parte del hemisferio norte y especialmente numerosos en zonas de Escandinavia y la región báltica. Muchas de las palabras mänti son de origen escandinavo o báltico. Ésa es otra de las razones del nombre: los pinos suelen crecer juntos en gran número, y simbolizan amistad y comunidad.

El mänti es un proyecto en curso con una gramática desarrollada y un vocabulario que cuenta con más de mil palabras. Ha atraído el interés de varios especialistas en lenguaje que creen que podría ayudar a arrojar luz sobre mis capacidades lingüísticas.

Una de las cosas que más me gusta de jugar con el lenguaje es crear nuevas palabras e ideas. En mänti intento conseguir que los términos reflejen las relaciones entre distintas cosas:
hamma
(diente) y
hemme
(hormiga, un insecto mordedor), o
rât
(cable) y
râtio
(radio), por ejemplo. Algunas palabras cuentan con varios significados relacionados:
puhu
, por ejemplo, puede significar «viento», «respiración» o «espíritu».

En mänti abundan las palabras compuestas:
puhekello
(teléfono; literalmente «hablar-campana»),
ilmalâv
(aeroplano; literalmente «astronave»),
tontöö
(música; literalmente «arte tonal») y
râtalö
(parlamento; literalmente «lugar de discusión») y otros ejemplos.

Los conceptos abstractos se manejan de varias maneras en mänti. Una es crear un combinado para describirlo: tardanza o demora se traduce como
kellokült
(literalmente «reloj-deuda»). Otro método es utilizar «parejas de palabras» como ocurre en las lenguas ugrofinesas como el estonio. El equivalente en mänti de «(producto) lácteo» es
pîmat kermat
(cremas de leches) y para «calzado» tenemos
koet saapat
(botas zapatos).

Aunque el mänti es muy distinto del inglés, hay bastantes palabras reconocibles para los hablantes de este último:
nekka
(cuello),
kuppi
(taza),
purssi
(cartera),
nööt
(noche) y
pêpi
(bebé) son algunos ejemplos.

El mänti existe como una expresión tangible y comunicable de mi mundo interior. Para mí, cada palabra tiene color y textura, y es una obra de arte. Cuando pienso o hablo en mänti me siento como si pintase en palabras.

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Una buena porción del número pi

La primera vez que oí hablar del número pi fue en las clases de matemáticas del colegio. Pi —que designa la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro— es el número más famoso de las matemáticas; el nombre del número proviene de la décimo sexta letra del alfabeto griego (
π
), y fue adoptado como símbolo por el matemático Euler en 1737. Enseguida me fascinó y aprendí todos los decimales que pude encontrar en diversos libros de la biblioteca, varios cientos de ellos. Luego, a finales del 2003, recibí una llamada de mi padre que me recordó al final de nuestra conversación que hacía ya veinte años de mis crisis infantiles. Me dijo que debía sentirme orgulloso de los progresos que había realizado desde entonces. Pensé en ello durante bastante tiempo y decidí que quería hacer algo para demostrar que mi experiencia epiléptica infantil no me había impedido nada. Al final de esa semana me puse en contacto con el departamento de captación de fondos de la Sociedad Nacional de la Epilepsia (
NSE
en sus siglas en inglés), la organización benéfica dedicada a la epilepsia más importante de toda Gran Bretaña. Mi plan era aprender todos los decimales posibles del número pi en correcto orden, y recitarlos en público tres meses después, el 14 de marzo, Día Internacional de Pi (el 14 de marzo es 3/14 para los estadounidenses), que también es el cumpleaños de Einstein, a fin de ayudar a recaudar fondos para el
NSE
. La organización se entusiasmó con la idea y sugirió que podía intentar batir el récord europeo, por lo que fijamos un techo de 22500 dígitos. Mientras empezaba a aprenderme la serie, el director de la organización recaudadora de fondos, Simon Ekless, organizó el escenario de la recitación, seleccionando el Ashmolean Building en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford, donde entre las exposiciones que se celebraban había una de las pizarras de Einstein.

Pi es un número irracional, lo que significa que no puede escribirse como una simple fracción de dos números enteros. También es infinito: los dígitos a la derecha de la coma decimal continúan infinitamente en una interminable corriente numérica, por lo que no es posible que nadie escriba el número pi con exactitud, ni aunque tuviese un pedazo de papel tan grande como el universo para hacerlo. Por esa razón, los cálculos siempre deben utilizar aproximaciones de pi como 22 dividido por 7 o 355 dividido por 113. En matemáticas el número aparece en todo tipo de lugares inesperados, además de en círculos y esferas. Por ejemplo, lo hace en la distribución de primos y en la probabilidad de que un alfiler que caiga en un conjunto de líneas paralelas haga intersección con una línea. Pi también aparece en el radio promedio de la longitud y la distancia directa entre fuente y desembocadura en un río serpenteante. Los primeros valores de este número sin duda fueron hallados por medición. Existen evidencias que indican que los antiguos egipcios tenían 4(8/9)2 = 3,16 como un valor de pi, mientras que los babilonios utilizaban aproximaciones: 3 + '/8 = 3,125. El matemático griego Arquímedes de Siracusa ofreció el primer cálculo teórico del valor de pi alrededor del 250 a. de C. Determinó sus valores superior e inferior calculando los perímetros de un polígono inscrito en el interior de un círculo (que es menor que la circunferencia de un círculo) y de un polígono circunscrito fuera de un círculo (que es mayor que la circunferencia).

Doblando el número de lados del hexágono y convirtiéndolo en un dodecágono (12 lados), luego en un polígono de 24 y 48 lados, y finalmente en uno de 96 lados, Arquímedes acercó ambos perímetros cada vez más a la longitud de la circunferencia del círculo, alcanzando así su aproximación. Calculó que pi era menos de 3'/7 pero mayor que 310/71. En notación decimal eso se traduce a entre 3,1408 y 3,1429 (que se redondea hasta cuatro decimales), muy cercano al valor actual de 3,1416.

En la Edad Media, el matemático alemán Ludolph van Ceulen pasó una gran parte de su vida calculando el valor numérico de pi, utilizando esencialmente los mismos métodos empleados por Arquímedes unos 1800 años antes. En 1596, dio un valor a pi de 20 decimales en su libro
Van den Circkle (En el círculo)
, que más tarde ampliaría a 35. Tras su muerte, los dígitos se grabaron en su lápida.

Matemáticos posteriores, entre ellos Isaac Newton y James Gregory, desarrollaron nuevas formas aritméticas para mejorar sus cálculos del valor de pi. En 1873, el inglés William Shanks publicó su cálculo de pi hasta 707 decimales. Le costó más de quince años, a un promedio de cerca de un decimal por semana. Por desgracia, en la década de 1940, cuando se comprobó utilizando calculadoras mecánicas se descubrió que había cometido un error en el punto 528°, y que todos los puntos posteriores eran erróneos.

Con la aparición de los modernos ordenadores, fue posible calcular pi hasta valores mucho más grandes que nunca antes. El primer cálculo informático de pi se llevó a cabo en 1949 con el
ENIAC
(Electronic Numerical Integrator and Computer) —una máquina enorme que pesaba 30 toneladas y tenía el tamaño de una casita—, calculando hasta 2037 decimales en 70 horas. Desde entonces, los rápidos avances en la tecnología informática han ayudado a los investigadores a calcular pi hasta un número cada vez mayor de decimales. En el 2002, el científico informático Yasumasa Kanada y sus compañeros del Centro de Informática de la Universidad de Tokio calcularon pi hasta más de un trillón de decimales.

Con los años, muchos entusiastas de pi han intentado memorizar algunos de los decimales de su infinita cadena. El método más común utiliza frases e incluso poemas enteros compuestos con palabras cuidadosamente elegidas, con el número de letras en cada una de ellas representando los dígitos sucesivos de pi. Tal vez el ejemplo más famoso sea el siguiente, atribuido al matemático británico sir James Jeans:

How I want a drink, alcoholic of course, after

the heavy lectures involving quantum mechanics!

(¡Cómo deseo un trago, alcohólico desde luego,

después de las pesadas conferencias sobre

mecánica cuántica!).

La palabra
how
equivale a 3 (tiene tres letras),
I
a 1 y
want
a 4, por lo que la frase completa se traduce como 3,14159265358979, que es pi con 14 decimales.

Otra (publicada en 1905) da a pi 30 decimales:

Sir, I send a rhyme excelling

In sacred truth and rigid spelling

Numerical sprites elucidate

For me the lexicon's dull weight

If Nature gai

Not you complain,

Tho' Dr Johnson fulminate.

(Señor, envío una rima sobresaliente

en la sagrada verdad y rígida ortografía.

Duendes numéricos elucidan

para mí la pesadez del léxico.

Si la naturaleza gana

no se queje,

o el doctor Johnson le fulmina).

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