Las canicas, las «cuquis» y el novio tontito de Mamá (2 page)

BOOK: Las canicas, las «cuquis» y el novio tontito de Mamá
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No cambia esta mujer. Herida en sumo grado por su pase a la reserva como marquesa Uno de La Jaralera y la pérdida de la cabecera en la mesa del comedor de la provincia de Sevilla, hace lo posible por boicotear a su nuera. Cuando sus planes fracasan, ingresa en un convento de clausura. Allí sufre un accidente y es devuelta en condición de tontita a su lugar de origen. Sobrevive a un nuevo golpe y sana felizmente, que es un decir.

Su maltrato al nuevo jardinero marroquí Mustafá provoca una tensión en La Jaralera de difícil superación. El jardinero humillado se hace talibán y ataca a la marquesa viuda con el permiso de su hijo, el marqués de Sotoancho. Pero como siempre, la marquesa sobrevive y sigue dando la tabarra en un paraíso de la armonía donde la única excepción es ella.

Tomás Miranda Carretón

Lugar de nacimiento:
Quintanilla del Ebro (Burgos).

Fecha:
6 de diciembre de 1947.

Estado civil:
Soltero.

Mayordomo y ayuda de cámara del marqués de Sotoancho.

Leal y competente, pedigüeño y discreto. Es la mano derecha de Sotoancho, y en su ausencia, el marqués está perdido. Se considera segundo padre de Marisol, la nueva marquesa. A pesar de su nueva fortuna, Tomás —como el resto del servicio— no abandona a su viejo señor. Eso sí, de cuando en cuando, con más frecuencia que la deseada por el marqués, Tomás se larga a su casa del Puerto de Santa María.

Flora Bermudo Gutiérrez

Lugar de nacimiento:
Algodonales (Cádiz).

Fecha:
4 de septiembre de 1967.

Estado civil:
Casada.

Mantuvo relaciones con el Cigala, secuestrador y posterior pinche de La Jaralera, que terminó por alistarse en la Legión. Guapísima e insinuante. Es íntima amiga de la nueva marquesa.

Acompaña día y noche a Marisol en el cuidado de los niños. Se casa con Pepillo.

Ha dejado de ser la doncella y ponebaños de la marquesa viuda, a la que desea todo lo peor.

Elena Garcilópez Carli

Lugar de nacimiento:
Cuenca.

Fecha:
9 de mayo de 1971.

Estado civil:
Soltera.

Impresionante. Profesora de EGB. Rubia, alta y un tanto miope.

Viuda de hecho del tío Juan José. No encuentra a nadie que cubra el hueco del nonagenario golfo. Ama a la ausencia y se vuelca en el cuidado de los niños. El dinero le sale por las orejas. Pero el dinero no lo es todo. Los hijos del marqués y de su amiga Marisol llenan su vida, y a ellos se entrega. Cuidar a esos niños se convierte en la única justificación de su existencia.

José de Lorenzo Serrano, Pepillo

Lugar de nacimiento:
La Almadraba de Campo Soto (San Fernando, Cádiz).

Fecha:
5 de octubre de 1971.

Estado civil:
Casado.

También bañado en millones y casado con Flora. Para trabajar con más sosiego, convenció al marqués para que contratara a un magrebí sin papeles, que según aseguraba fue jardinero en Marruecos.

Margarita Restrepo Olivares, Marsa

Nació en Santa Fe de Bogotá (Colombia) hace treinta años.

Sus padres fallecieron en un accidente de aviación cuando era casi una niña, y se encontró, con toda la naturalidad del mundo, con una inmensa fortuna. En Armenia y Pereira tiene varias estancias, alguna dedicada al ganado y otras a las plantaciones de café. Se crió entre capataces y andariegos, y aprendió a conocer y amar a la gente de su campo. Pero un tío suyo, hermano de su padre, decidió que su posición era merecedora de otro tipo de educación, y la envió a Londres, Madrid y París para refinar su cultura. Y como está muy buena, es simpática, graciosa y políglota —lo mismo habla un inglés perfecto que la jerga de los recolectores—, ha dejado miles de corazones rotos en la cuneta de su camino.

Los años pasados en Inglaterra, España y Francia la pulieron. Estudió idiomas y arte. Se enamoró, en señal de buena educación, de un inglés, de un español y de un francés, a los que despachó cuando se apercibió de que los tres, más aún que de su encanto y belleza, estaban enamorados de sus posesiones. Murió su tío, y fue nombrada consejera del Banco de Bogotá.

Se casó dos veces. La primera con un hombre educado y cortés, fogoso y macho, llamado Óscar Rubén Cañizares. No quiso saber demasiado de su trabajo, pero era rentable. Una tarde lo ametrallaron en Medellín y se enteró de que era conocido como Cocafina. Renunció a la herencia que le correspondía porque su fortuna es tan grande como limpia. Pero le costó olvidarlo, porque fuera de sus manejos era un tipo divertido y vividor, loco como una cabra.

Su segundo marido era todo lo contrario. Un celoso tamaño baño. Inhóspito, desconfiado y pesadísimo. No se enamoró; simplemente le nació en su presencia su impulso de madre, porque era como un niño. Se llamaba Simón Bolívar Gutiérrez Eichmann, y mucho nos tememos que su madre fuera hija de un alemán muy rubio que vino a Colombia después de la Segunda Guerra Mundial. Porque Simón Bolívar, de estar callado, hubiera parecido de Nuremberg. Acabó harta de él y se divorciaron.

Le dio una buena cantidad de dinero, pero era muy correosón, y le advirtió que si se casaba por tercera vez «balacearía» a su nuevo marido. Y era muy capaz.

Cuando se aburre, viaja. Lo hace sola. En Portugal eligió un hotel, el Albatros, que está en Cascáis, un pueblillo pesquero cercano a Lisboa. Una noche en el bar, conoció a un personaje fantástico. Estaba como una cuba, bebía sin parar y tenía un mayordomo que de cuando en cuando entraba en el bar y le daba noticias. Se sentó a su lado y no hizo falta que utilizara sus trucos para saber de él. Se lo contó todo.

Hasta que no había hecho el amor con mujer alguna a pesar de su edad. La conmovió. Era como un hombre de otra época, y eso a las colombianas les gusta mucho. Un tímido caballero andante con escudero y todo. Le habló de su casa, La Jaralera, y de su madre, su padre, su vida, su aburrimiento, su fortuna… y de Marisol.

Le pareció una locura lo de Marisol, pero lo dejó estar. Al día siguiente almorzaron en un restaurante de Estoril y por la tarde se lo llevó a la piltra. Quiso probarlo. Lo malo es que, incomprensiblemente, sintió por él una pasión verdadera, entre maternal y hembrera.

Y él, lo mismo de lo mismo. Habló con su madre, rompió sus relaciones con Marisol, y le ofreció ser la novena marquesa de Sotoancho, o sea, su mujer. Estalló la guerra. La niña Marisol se comportó correctamente, pero la madre… Hasta utilizó el más miserable de los trucos para suspender su boda por lo civil.

Inesperadamente, dos años después vuelve a España y hace dudar de nuevo al marqués de Sotoancho. Fue la mujer que le hizo hombre y a la que no ha podido olvidar.

Su encontronazo con Marisol en el Alfonso XIII de Sevilla le hace recapacitar.

Marisol se ha hecho respetar y ella, arrepentida, se instala en Madrid. La muerte de la joven marquesa hiere su conciencia. Pero el tiempo lo cura todo y el amor siempre vence.

Alcoceba, el administrador

Ha recuperado el puesto de administrador después de algunos años en el paro. Su lugar lo ocupó Perona, que se ha jubilado. Su máxima ilusión es la de ser invitado a comer en el comedor principal de La Jaralera. Pero suda mucho y Sotoancho no termina de dar el paso.

Eficiente y respetuoso, aunque aficionado a meterse en el bolsillo cantidades mal administradas.

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