—Pero ¿cuándo, cómo, dónde...? —Ahora todos se apiñaban a su alrededor, inquisitivos.
Lucky los apartaba.
—Lo siento. De veras que lo siento... Oídme, ¿recordáis las pocas palabras que recogimos del Agente X instantes antes de que su nave estallase? ¿Recordáis las sílabas «orb... norm...», que nosotros decidimos habían de significar «órbita normal»? Pues bien, los sirianos, como es lógico, supusieron que «normal» significaba «habitual», y que la cápsula había sido dejada en la órbita habitual de las partículas de los anillos; de modo que la buscaron en éstos.
»Pero es que normal también significa "perpendicular". Los anillos de Saturno se mueven directamente de oeste a este, de modo que la cápsula, en una órbita normal a los anillos, se movería directamente de norte a sur, o de sur a norte. Y esto tenía sentido, porque de este modo la cápsula no se perdería en los anillos.
»Ahora bien, cualquier órbita alrededor de Saturno rodando sin desvíos hacia el norte o hacia el sur había de pasar por encima de los polos, sin que importaran las demás variaciones que dicha órbita pudiera ofrecer. En consecuencia, nosotros nos acercamos al polo sur de Saturno y vigilé el detector de masas por si veía algo que se moviera en la órbita precisa. Y como en el espacio polar había muy pocas partículas, se me ocurrió que si la cápsula estaba allí había de encontrarla. Sin embargo, no quise decir nada, porque las probabilidades eran pequeñas, pensé, y me sabía mal infundir esperanzas falsas.
»No obstante, algo se registró en los detectores de masas, y jugué mi naipe. Hice que las velocidades anduvieran a la par y salí de la nave. Como supusiste luego, Bigman, aproveché la ocasión para manipular el aparato Agrav, preparándolo para cuando nos rindiésemos; pero además recogí la cápsula.
»Cuando aterrizamos en Mimas la dejé entre los serpentines del acondicionador de aire del aposento de Wess. Luego, cuando volvimos a buscarle para entregarlo a Devoure, cogí la cápsula y me la puse en el bolsillo. Al embarcarme en la nave, fui objeto de un cacheo rutinario en busca de armas, recuerdo; pero al robot que lo efectuaba no le parecería que una esferita de dos centímetros de diámetro pudiera ser un arma... El utilizar robots tiene muchos inconvenientes. Sea como fuere, ésa es la historia.
—Pero ¿por qué no nos lo dijiste? —aulló Bigman.
Lucky parecía aturdido.
—Quise decíroslo. De veras. Pero después de haber recogido la cápsula y regresado a la nave, los sirianos nos habían localizado ya, recuérdalo, y era cuestión de marcharse. Y lo cierto es que luego, si vuelves la vista atrás, no hubo un solo momento en que no ocurriera algo nuevo. Simplemente... no sé por qué... ya no me acordé de contárselo a nadie.
—¡Qué cerebro! —exclamó Bigman en tono despectivo—. No es raro que no quieras ir a ninguna parte sin mí.
Conway, se echó a reír y dio una palmadita en la espalda al marciano.
—Eso es, Bigman, cuida de ese gran tarugo, y asegúrate de que sepa distinguir el «arriba" del «abajo».
—Después que —intervino Wess— hayas encontrado alguien que te explique a ti qué dirección es «arriba», naturalmente.
Y la nave se zambulló en la atmósfera de la Tierra, hacia el campo de aterrizaje.