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Authors: David Eddings

Tags: #Fantástico

La hechicera de Darshiva (29 page)

BOOK: La hechicera de Darshiva
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—Tomé la precaución de escribir sus palabras tal cual las oí —dijo—, pues ésas fueron mis instrucciones. Un hombre puede malinterpretar lo que se le dice, o incluso cambiarlo si no le gusta o no alcanza a comprenderlo. —Esbozó una sonrisa bondadosa—. No obstante, he escrito estas palabras en beneficio de los demás, pues están grabadas en mi corazón con una tinta mucho más indeleble que la de esta hoja. —Alzó el pergamino y leyó con voz temblorosa—: «Sabed que en los días que seguirán al encuentro entre el Niño de la Luz y la Niña de las Tinieblas en la Ciudad de la Noche Eterna, un gran pesar reinará entre los sacerdotes del Dios de las Tinieblas, pues él será derribado y nunca regresará junto a su pueblo. Pero alegrad vuestros corazones, pues vuestro dolor es sólo la noche que se disipará con la llegada del nuevo sol. Pues en verdad os digo, que Angarak asistirá a otro nacimiento con el advenimiento de su verdadero dios, aquel que debió haber guiado su destino desde el comienzo de los días. El Dios de las Tinieblas nació de la nada en el instante del HECHO que dividió la creación, y no era él quien debía guiar y proteger a Angarak. En el último encuentro de el Niño de la Luz y la Niña de las Tinieblas, se revelará el verdadero dios de Angarak y deberéis entregar a él vuestros corazones y vuestra devoción.

»Y el camino que seguirá Angarak estará determinado por la ELECCIÓN, que una vez realizada no podrá deshacerse y permanecerá por los siglos de los siglos para bien o para mal. Atended, pues dos seres se presentarán en el Lugar que ya no Existe, pero sólo uno de ellos será el elegido. El Niño de la Luz y la Niña de las Tinieblas abandonarán a los espíritus que los guían, para albergar a los dos que aguardan expectantes la ELECCIÓN. Si uno de ellos resulta elegido, el mundo se hundirá en la oscuridad; pero si el escogido es el otro, se inundará de luz y se cumplirán los designios concebidos antes del comienzo de los tiempos.

»Por lo tanto, aguardad con esperanza, y tratad a vuestros prójimos con cortesía y amor, pues ésa es la voluntad del dios verdadero, que será el elegido. Él os bendecirá y sólo os exigirá una dulce servidumbre». —El viejo grolim bajó el pergamino e inclinó la cabeza en actitud devota—. Así habló la voz que llenó de dicha mi corazón y disipó mi dolor —añadió con sencillez.

—Te agradecemos que nos hayas comunicado estas palabras —le dijo Belgarath—. ¿Podemos ofrecerte algo de comer?

—Ya no como carne —respondió el grolim sacudiendo la cabeza—. Nunca ofendería a mi dios. He arrojado mi daga y no volveré a derramar sangre en lo que me queda de vida. —Se puso de pie—. Ahora os dejo —añadió—. Sólo he venido a revelaros las palabras que pronunció la voz y a aseguraros que al menos una persona en todo Angarak rezará por vuestro éxito.

—Te lo agradecemos —dijo Belgarath con sinceridad mientras se levantaba a abrirle la puerta al anciano.

—Esas palabras fueron muy explícitas, ¿verdad? —dijo Beldin una vez que se alejó el grolim—. Es la primera vez que escucho una profecía que va directo al grano.

—¿Quieres decir que es un verdadero profeta? —preguntó Seda.

—Por supuesto que sí, es un caso clásico. Tuvo todos los síntomas: el éxtasis, el cambio radical de personalidad, todo.

—Sin embargo, hay algo que no encaja —observó Belgarath con una mueca de preocupación—. He pasado siglos leyendo profecías y lo que dijo no tenía el mismo tono que ninguna de las que he encontrado, ni de las nuestras ni de las otras. —Se giró hacia Garion—. ¿Puedes ponerte en contacto con tu amigo? —le preguntó—. Necesito hablar con él.

—Puedo intentarlo —respondió Garion—, pero no viene siempre que lo llamo.

—Intenta comunicarte con él y dile que es importante.

—Veré lo que puedo hacer, abuelo. —Garion se sentó y cerró los ojos.

«¿Estás ahí?», preguntó con la voz de su mente.

«Por favor, no grites, Garion», respondió la voz con un deje lastimero. «Me haces daño en los oídos.»

«Lo siento», se disculpó Garion. «No me di cuenta de que gritaba. El abuelo quiere hablar contigo.»

«De acuerdo, pero abre los ojos, Garion. Cuando los cierras, no veo nada.»

Como había ocurrido en otras ocasiones en el pasado, Garion se sintió arrinconado en un confín de su mente, y la voz tomó el control.

—Muy bien, Belgarath —dijo a través de los labios de Garion—, ¿qué ocurre esta vez?

—Tengo que hacerte un par de preguntas —respondió el anciano.

—Eso no es ninguna novedad. Tú siempre tienes preguntas que hacer.

—¿Has oído lo que dijo el grolim?

—Por supuesto.

—¿De qué se trata? ¿Fuiste tú la voz de la que habló?

—No, no fui yo.

—¿Entonces fue el otro espíritu?

—No, tampoco fue él.

—¿Quién si no?

—A veces no puedo creer que Aldur te eligiera como su primer discípulo. ¿Tienes los sesos rellenos de serrín?

—No hay ninguna necesidad de insultar —dijo Belgarath, ofendido, pero Beldin soltó una carcajada ronca y desagradable.

—Muy bien —suspiró la voz—, te lo explicaré con cuidado, así que intenta no perder demasiados detalles. Mi contendiente y yo aparecimos cuando el destino se dividió. ¿Has entendido hasta ahí?

—Eso ya lo sabía.

—¿Y aún lo recuerdas? Es asombroso.

—Gracias —respondió Belgarath con voz inexpresiva.

—Estoy trabajando en el vocabulario de Garion. Es un campesino y en ocasiones puede mostrarse un poco grosero. Ahora bien, ¿no os parece lógico que cuando el destino vuelva a unirse aparezca una nueva voz? Mi contrincante y yo habremos cumplido nuestro propósito, así que nuestra existencia dejará de tener sentido. Millones de años de enemistad han contaminado un poco nuestras percepciones.

Belgarath parecía asombrado.

—Piensa, anciano —dijo la voz—. No estoy preparado para hacerme cargo de un universo unido. Guardo demasiados rencores antiguos. La nueva voz podrá comenzar de cero, sin ideas preconcebidas. Créeme, es mejor de ese modo.

—Te echaré de menos.

—No seas sentimental, Belgarath. No podría soportarlo.

—Espera un momento. Esta voz surgirá después del encuentro, ¿verdad?

—En realidad, aparecerá durante el transcurso mismo del encuentro.

—Entonces, ¿cómo habló con el viejo grolim, si aún no existe?

—El tiempo no significa mucho para nosotros, Belgarath. Podemos avanzar y retroceder en él sin ninguna dificultad.

—¿Quieres decir que la voz le habló desde el futuro?

—Es evidente. —Garion sintió que una sonrisa irónica se esbozaba en sus propios labios—. ¿Cómo sabes que yo no te estoy hablando desde el pasado?

Belgarath parpadeó.

—¡Te hemos pillado! —exclamó Beldin con tono triunfal—. Vamos a ganar, ¿verdad?

—Eso espero, pero no hay ninguna garantía.

—La voz que habló con el grolim representa a un dios más amable, ¿verdad?

—Sí.

—Pero si triunfa la Niña de las Tinieblas el nuevo dios no será muy amable.

—Así es.

—Entonces es lógico suponer que la voz vino del futuro, después de la elección, y eso indica que el Niño de la Luz va a ser el vencedor. ¿No es cierto?

—¿Por qué siempre tienes que complicar las cosas, Beldin? —suspiró la voz—. El ser que habló con el grolim representa la posibilidad de un nuevo espíritu. Simplemente vuelve atrás en el tiempo para hacer ciertos preparativos, para que todo esté dispuesto en caso de que triunfe. La elección aún no se ha hecho y tú lo sabes.

—¿Incluso la posibilidad de la existencia tiene ese tipo de poder?

—La posibilidad tiene un poder enorme, Beldin, a veces más que la realidad concreta.

—¿Y la posibilidad del otro espíritu podría estar haciendo sus propios preparativos?

—No me sorprendería. Tienes una gran perspicacia para advertir lo evidente.

—Entonces estamos otra vez en el punto de partida. Siempre tendremos dos espíritus luchando por el poder a través del tiempo y del universo.

—No. La elección eliminará una de las posibilidades de una vez para siempre.

—No lo entiendo —confesó Beldin.

—En ningún momento pensé que pudieras hacerlo.

—¿Qué preparativos hacía esta nueva voz? —preguntó Polgara de repente.

—El grolim que vino a veros será el profeta y el primer discípulo del nuevo dios..., siempre y cuando el Niño de la Luz sea el elegido, por supuesto.

—¿Un grolim?

—La decisión no estaba en mis manos. El nuevo dios será el dios de Angarak, así que parece lógico que sea un grolim.

—Creo que me llevará un tiempo acostumbrarme a la idea.

—Tú tienes tantos prejuicios como yo, Polgara —rió la voz—, pero creo que con el tiempo demostrarás una mayor capacidad de adaptación..., mucho mayor que la de estos dos viejos tercos, por supuesto. En el futuro, todos llegaréis a aceptar estos cambios. Ahora, si no tenéis más preguntas, tengo asuntos que atender... en otro momento del tiempo.

Tras estas palabras, la voz enmudeció.

Capítulo 14

El sol se ponía, tiñendo las nubes púrpuras del oeste con un pálido matiz amarillo y abriendo una brecha en la inminente tormenta. Garion llegó a la cima de la colina y contempló el valle que se extendía a sus pies. Entonces avistó un grupo de edificios de aspecto tan familiar que se dejó caer sobre sus ancas para mirarlo con detenimiento. Luego volvió a incorporarse en cuatro patas y avanzó con cautela hacia la hacienda. No vio señales de humo, y la puerta de la verja estaba abierta, pero de todos modos no quería correr riesgos innecesarios. Los granjeros sienten una aversión instintiva hacia los lobos y Garion temía que le dispararan flechas desde un escondite.

Se detuvo junto al campo que rodeaba la granja, se dejó caer sobre la hierba y observó la casa durante un rato. Parecía desierta, de modo que corrió hacia allí y atravesó el portalón con cautela. Pese a estar situada en el otro extremo del mundo, era una hacienda muy similar a la de Faldor. Entró por la puerta abierta de un cobertizo, se detuvo al otro lado, y con una pata levantada y todos los sentidos alerta buscó alguna prueba de que no estaba solo. En la granja reinaba un silencio absoluto, roto solo por el quejido de una vaca con las ubres llenas de leche, que aguardaba ser ordeñada en el establo, al otro lado del patio central. Olía a seres humanos, por supuesto, pero sus aromas se remontaban a varios días atrás.

Garion salió del cobertizo, corrió con cautela de puerta en puerta y las abrió con las mandíbulas. Aquel sitio le resultaba tan familiar que no pudo evitar que lo invadiera una profunda sensación de añoranza al pensar en todo lo que había dejado atrás. Las despensas eran idénticas a las de la hacienda de Faldor y la herrería era tan similar a la de Durnik que casi le parecía escuchar el sonido metálico del martillo de su amigo golpeando sobre el yunque. Estaba seguro de que podía cerrar los ojos e ir del patio a la cocina sin equivocarse de camino.

Registró metódicamente cada una de las habitaciones de la planta baja y luego subió por las escaleras que conducían a la galería, arañando los peldaños de madera con las uñas de los pies.

Todo estaba desierto.

Por fin regresó al patio y espió con curiosidad en el establo. La vaca mugió aterrorizada y Garion retrocedió para tranquilizarla.

—Tía Pol —dijo con el pensamiento.

—¿Sí, cariño?

—Aquí no hay nadie y es un sitio perfecto.

—La palabra «perfecto» siempre resulta exagerada, Garion.

—Espera a ver este lugar.

Poco después, Belgarath atravesó la puerta de la verja, olfateó, miró a su alrededor y recuperó su forma normal.

—Es como volver a casa, ¿verdad? —comentó con una sonrisa.

—Eso mismo pensé yo —respondió Garion.

Beldin regresó volando en espiral.

—Está a unos cinco kilómetros del río —dijo mientras se transformaba—. Si nos damos prisa, podremos llegar al anochecer.

—Mejor quedémonos aquí —sugirió Belgarath—. Es probable que las márgenes del río estén custodiadas y no tiene sentido esconderse en la oscuridad si no es imprescindible.

—Como quieras —dijo el jorobado encogiéndose de hombros.

Luego Polgara, pálida y silenciosa como un fantasma, voló por encima de un muro, se posó sobre una carretilla situada en el centro del patio y recuperó su forma natural.

—¡Oh, cielos! —murmuró mientras miraba alrededor—. Tenías razón, Garion. Es un sitio perfecto.

La hechicera se colocó la capa doblada sobre un brazo y cruzó el patio en dirección a la cocina.

Cinco minutos después, Durnik condujo a los demás al interior de la granja. El herrero también miró alrededor y se echó a reír.

—Tengo la impresión de que en cualquier momento veré al propio Faldor atravesar esa puerta —explicó—. ¿Cómo es posible que dos sitios tan distantes entre sí se parezcan tanto?

—Es el diseño más práctico para una granja, Durnik —le aseguró Belgarath—, y tarde o temprano toda la gente pragmática del mundo acabará por adoptarlo. ¿Puedes hacer algo con esa vaca? Si muge durante toda la noche, no nos dejará dormir.

—La ordeñaré ahora mismo —dijo el herrero mientras desmontaba y conducía a su caballo al establo.

Belgarath lo miró marchar con expresión afectuosa.

—Tendremos que arrastrarlo para sacarlo de aquí por la mañana —señaló.

—¿Dónde está Polgara? —preguntó Seda mientras ayudaba a Velvet a bajar del caballo.

—¿Dónde crees tú? —respondió Belgarath señalando la cocina—. Sacarla de allí puede ser aún más difícil que arrancar a Durnik de la herrería.

Velvet miró alrededor con expresión soñolienta. Aún seguía bajo los efectos de la droga que Sadi le había administrado la noche anterior y Garion suponía que Polgara la tenía sometida a un estricto control.

—Muy bonito —dijo ella mientras se inclinaba hacia Seda de forma involuntaria—. Parece un sitio hogareño.

Seda tenía la expresión alerta de un hombre preparado para huir en cualquier momento.

Aquella noche volvieron a disfrutar de una cena espléndida, sentados alrededor de una larga mesa en la cocina con techo de vigas y alumbrados por la dorada luz de las velas que inundaba la estancia y parpadeaba sobre las brillantes bases de los cacharros de cobre colgados de las paredes. Era una habitación cálida y confortable, aunque la tormenta que se había estado anunciando durante toda la tarde rugía en el exterior y llenaba la noche de truenos, ventoleras y violentos chaparrones.

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