Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
Ese pecado y no más, porque parece incombustible, inagotable y recorre las fábricas a horas inusitadas y sin aviso, conversa con la gente, trabaja, discute, aparece como fantasma y aunque a nadie le sorprende, sin embargo, a veces se producen recepciones espontáneas espectaculares, como cuando llega al astillero de Gibara y la gente comienza a gritar "¡Aquí está El Che!" y no hay manera de callarlos.
Hacia el fin de año, la Unión de Escritores edita una recopilación de sus "Pasajes de la guerra revolucionaria", su segundo libro; se trata de una edición incompleta, a la que se añadirán textos en las posteriores.
No quise que se publicara fragmentario, pero no me hicieron caso y no veo como nadie pueda entenderlo sin conocer íntimamente la historia de la revolución.
Y el libro será un tremendo éxito que provocará colas en todas las librerías de Cuba y ediciones agotadas en el extranjero.
"Pasajes" es su respuesta a la nostalgia de la Sierra. Una manera, como les dijo en abril a los estudiantes de Minas del Frío, de retornar:
Cada vez que andamos cerca de la sierra no podemos resistir la tentación de volver a ver aquellos lugares.
Y también es una manera de impedir el olvido,
van pasando los años y el recuerdo de la lucha insurreccional se va disolviendo en el pasado sin que se fijen claramente los hechos que ya pertenecen, incluso, a la historia de América.
En el prólogo invita a todos los otros participantes a
que se desarrolle el tema por cada uno de los que lo han vivido (...) Sólo pedimos que sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posición personal o magnificarla o para simular haber estado en algún lugar, diga algo incorrecto. Pedimos que, después de escribir algunas cuartillas en la forma en que cada uno lo pueda, según su educación y su disposición, se haga una autocrítica lo más seria posible para quitar de allí toda palabra que no se refiera a un hecho estrictamente cierto, o en cuya certeza no tenga el autor una plena confianza.
El Che fue invitado a formar parte de la Unión de Escritores a partir de la publicación del libro, pero se negó argumentando que él no era escritor, que qué más quisiera que serlo; por otro lado, cedía gratuitamente los derechos de autor de las ediciones que se hicieran en países socialistas.
En los primeros días de octubre recorre las zonas afectadas por el ciclón en Oriente y Camagüey y reporta en el Ministerio. Las inundaciones han sido impresionantes, pero los daños humanos son menores: 500 casas destruidas, reses muertas, no muy dañada la industria que sufre pequeñas pérdidas. Se muestra como siempre fascinado por el grado de la reacción popular y el nivel de organización, así como por el trabajo de las brigadas de Obras Públicas. Una grata sorpresa ha de recibir pocos días después de los estudiantes y profesores de arquitectura reunidos en un encuentro internacional:
Me había olvidado (en mi mecanicismo) que hay algo más importante que la clase social a la que pertenece el individuo en sí, que es la juventud, la frescura de ideales, la cultura puesta, en el momento en que se sale de la adolescencia, al servicio de los ideales más puros.
Anuncia en esos días su salida del Juceplan y el que Fidel toma directamente la dirección de la planificación.
En Juceplan no hay autoridad. Ahora con Fidel habrá autoridad, pero cuando yo estaba no había autoridad: Además yo no tenía sino una delegación (...) una comisión económica fantasma que no decidía nada.
Y reflexiona sobre el exceso de ambiciones de los primeros momentos de la revolución:
Quisimos hacer escuelas y las hicimos; hospitales, y los hicimos. Hicimos caminos y centros turísticos: locales para obreros, clubes. Los salarios se aumentaron. Y al mismo tiempo hablábamos de desarrollo. Era imposible, las matemáticas no podían forzarse.
Y continúan los días de conflictos continuos por una u otra esquina de la gestión industrial. En una de las reuniones de la dirección del Ministerio señalaba que además no se cumplían las entregas del exterior:
nosotros incumplimos los contratos con los países socialistas y los países socialistas pues, incumplen con nosotros por la vía de suprimir las cosas, tranquilamente.
Comienza a dar muestras de cansancio en sus relaciones con la URSS y hace una observación muy agria respecto al desastre agrícola de la Unión Soviética. No se entiende que tras 45 años de vida de la revolución se sigan produciendo esas fallas. Algo anda muy mal. Y usa la palabra
catástrofe agrícola.
Dirá refiriéndose a los soviéticos que no sólo se trata de que tengan un sistema más justo que Estados Unidos, debería ser más productivo.
Pero además, los materiales que llegaban del bloque socialista eran de mala calidad. Raúl Maldonado recuerda: "Comenzaba a notarse una cierta desesperación por la calidad de los productos y las maquinarias que recibíamos de Europa oriental, era un reflejo de lo que podía pasar en Cuba."
Y en Cuba el reflejo ya se estaba produciendo. El 11 noviembre, el periodista Severo Cazalis, Siquitrilla, entrevista al Che para el diario "La tarde":
—¿Por qué descendió la calidad de los zapatos?
—Cierta escasez inicial de materias primas y la supresión de la propiedad privada produjeron la terrible pérdida de conciencia de la calidad. Nosotros también caíamos en eso. También las confecciones son un ejemplo de cómo los trabajadores pueden perder el cuidado por la calidad. Pero está en vías de solución y el calzado puede ser un buen ejemplo inmediato, usted por ejemplo el otro día no dijo toda la verdad sobre los prototipos de calzado. Dijo que eran bonitos y muchos son muy feos
.
—Sí, es cierto. Pensé que aquel organismo realizaba un buen trabajo y que era tarde para arreglar eso este año. Evidentemente el cuerpo de diseñadores es pequeño y necesitan información sobre modas. Pero algunos tipos son bonitos.
—En efecto aquel es un organismo muy bueno.
—Allí me dijeron que usted había dicho:
Yo no me pongo sandalias salvo que lo mande la revolución.
—Sí, lo dije.... Dicen que yo protesto mucho de los errores de la prensa. Por ejemplo creo que es negativo publicar con alborozo el cumplimiento de las metas del calzado, sin decir la verdad, esas metas no alcanzan todavía para cumplir las necesidades de la población.
Ese mismo día El Che, revisando el informe del Instituto Cubano de Recursos Minerales, ofrece una nota de optimismo al hablar de Suárez Gayol, el compañero de la guerra, que
es uno de los pocos que expresa fe y entusiasmo y que tiene como cualidad fundamental saber expresarlo y comunicarlo a otra gente.
Es quizá lo que lo tiene más contento, el nivel alcanzado por los cuadros en el Ministerio. En un informe al Consejo de Ministros, El Che se congratula del equipo humano que había creado: su segundo, Orlando Borrego, un personaje de
carácter agrio,
pero con una enorme capacidad de trabajo; Tirso Sáiz, un ingeniero químico; el comandante Castiñeiras, quien había sido conspirador en la Marina durante la revolución, y que llevaba encima la enorme tarea del Vice-ministerio de la Industria Ligera; Mario Zorrilla, a quien considera el cuadro con más futuro; y el capitán Ángel Gómez Trueba, quien a pesar de su
tendencia al mando militar, algo brusco,
es
un trabajador entusiasta e incansable,
y Santiago Riera y Oltuski, éste último transferido al Juceplan.
Quizá con quien era más crítico, era consigo mismo:
Entre los fallos de tipo personal que cada hombre tiene, los míos son tan claros y se expresan en forma de contradicciones violentas tan repetidamente que no es el caso de analizarlos.
En tanto a sus tareas ministeriales, el fallo que piensa que es más grave es el haber impulsado siempre la acción (la beligerancia de la práctica) ahorrándose la discusión. A partir de ineficiencias en el aparato del Estado, El Che empujaba primero y preguntaba después, y luego a ver qué pasaba. En el informe reconoce que fue a partir de su iniciativa y sin discusión gubernamental que se impuso en el Ministerio el método de prepuesto, que se lanzó la emulación, que se iniciaron los trabajos voluntarios (que
fue criticado por Fidel
por la forma de establecerlos), las emulaciones. Al no ahorrarse la discusión
quizá hubiéramos tenido más choques en un momento dado pero se hubieran clarificado las relaciones.
Por esta autocrítica se conoce el grado de profundidad en los conflictos entre El Che y el INRA.
De más está decir que las malas relaciones entre el Ministerio de Industria y el INRA, los dos organismos más fuertes de la revolución, en nada ayudó al desarrollo económico del país y sí trajo como consecuencia muchos malos hábitos que todavía hoy estamos tratando de corregir.
Parece ser que estos enfrentamientos con el INRA no eran los únicos, en ese mismo balance se habla de choques con las ORI y con la central sindical CTC
.
Y no renuncia a las posiciones que llevaron al choque de su parte, sino que piensa que al haber rehuido el debate y pasado a instrumentar salidas en las áreas que conducía, se perdió la posibilidad de aclarar los terrenos y las discrepancias que existían en el seno de la revolución respecto a la conducción económica. Es eso lo que produjo que:
el cargo de ministro de Industria me absorbió tanto el entusiasmo y mi capacidad de trabajo que no fui capaz de elevarme por sobre él para ser un real dirigente nacional.
Dos meses más tarde en otra reunión del Consejo de Dirección del Ministerio, hablará de que a causa del trabajo voluntario chocó con la CTC; en la mecánica liviana donde se crearon unos bonos de trabajo voluntario que fueron
muy vilipendiados por la
ere,
por algunos miembros de la
ere;
y cuenta de choques con el inra que acusaba a la brigada del Ministerio de estar cortando mal la caña, de que el trabajo
voluntario era negativo totalmente, que rompe la cepa, que gasta muchísimo y no rinde nada.
Lo que parece que no es cierto, porque había especialistas que controlaban el corte y era
un trabajo bien hecho.
Y si bien el balance que hace en la industria es muy positivo: gran salto de calidad en la gestión en Industria, entusiasmo generalizado, crecimiento récord de la industria y su producción, percibe en el conjunto de la sociedad cubana el incremento de la burocratización.
A lo largo del año el tema irá apareciendo una y otra vez en sus discursos, sus intervenciones en el Ministerio, incluso en su correspondencia privada:
Su libro sobre Laos fue triturado por los peligrosos engranajes de nuestra maquinaria burocrática
(a Anna Luisa Strong, cuando la invita a venir a Cuba y le informa que le encantó el libro sobre las comunas chinas).
Permítame hacerle la confesión que en nuestro país la burocracia es sólida y bien asentada en su inmenso seno, absorbe papeles, los incuba y a su tiempo los hace llegar a su destinatario
(a Peter Marucci, editor del
"Telegraph" en Canadá).
Nosotros copiamos mecánicamente experiencias de países hermanos y eso constituyó un error, no muy grave, no de los más graves, pero un error que frenó el desarrollo libre de nuestras fuerzas y contribuyó peligrosamente a uno de los fenómenos que más deben combatirse en una revolución socialista, el burocratismo
(en el Seminario de Argel. Opinando sobre los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) le escribe a su dirigente, José Matar:
Por lo que yo conozco hasta ahora, el rasgo fundamental es la desorganización en su Buró Ejecutivo, probado por el hecho de que recibo una carta fechada el 22 de julio para dar mis opiniones antes del 31 del mismo mes con fecha de salida de ese organismo 12 de julio y recibida en estas oficinas el 17 de septiembre. Tal vez la desorganización esté en este Ministerio. En ese caso le corresponde informar a la con del piso.
Y sólo conoce una manera de combatir la burocratización, el contacto directo, la relación personal entre dirigentes y bases. El historiador cuenta con la reseña de Lázaro Buría, quien a los 17 años era el encargado del almacén de una empresa metalúrgica, y al que un domingo se le apareció El Che con un grupo de cuadros del Ministerio y le preguntó:
—¿Usted es el jefe?
Y reiteró:
¿ Qué es lo que hay que hacer?
—¿Usted viene a trabajar?
—Sí, esto es un trabajo voluntario... ¿usted es el jefe? Pues arriba, ¿qué hay que hacer?
El adolescente duda, actúa en consecuencia y lo pone a medir varilla de fierro y a contarla.
En una visita a las minas de Matambre para hacer trabajo voluntario con Alberto Fernández Montes de Oca, quien era el administrador, decidió hacerlo en el pozo más profundo. Sabiendo que el asma se le recrudecía en la humedad, cuando El Che empezó a jadear en el elevador, Montes de Oca sugirió que lo subieran y El Che insistió:
Bajamos,
y fue a dar al nivel 42, donde estuvo varias horas conversando y trabajando con los mineros.
Un minero llamado Pablo estaba picando a dos kilómetros bajo tierra con un taladro, alguien le tocó la espalda, era El Che, quien le ofreció la mano
—No, comandante, está muy sucia.
El Che le da un abrazo. Está sin camisa, pantalón y botas de goma por el calor. Toma en sus manos el taladro eléctrico, pregunta cómo funciona, se pone a picar por unos minutos, le dice:
—Es agotador, no sé como tú tan chiquito puedes manejar esa cosa.
Luego desaparece en la oscuridad. Pablo no sabe si es cierto lo que ha pasado.
El asma sigue castigándolo. Fernández Mell, su amigo, compañero de la guerra y doctor, controla los experimentos que hace para enfrentarla. El Che sigue sin encontrar cuáles son los elementos que la desencadenan, aunque tiene varios identificados: climáticos, alimenticios, texturas.
Ha estado usando una cura de caballo: "El Che se metía adrenalina con el nebulizador, que le dilataba los bronquios, la adrenalina lo intoxicaba y le producía dolores de abdomen y tremendos dolores de cabeza, usaba además suero con cortisona que es un antiinflamatorio y además líquido abundante para diluir la adrenalina en el organismo. Era terrible y al mismo tiempo, extraña la enfermedad. El Che era un barómetro, podía adivinar la llegada de los frentes fríos. Y la enfermedad lo había marcado físicamente: los senos frontales inflamados del Che son el producto de sus dificultades para respirar."