Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
Mientras tanto, los rumores que han precedido la emboscada hacen que el estado mayor del ejército impulsado por los operativos de la CIA movilice hacia la zona de Vallegrande el batallón de rangers que está entrenando en La Esperanza. Los datos sobre quiénes son los muertos y las informaciones que ofrecen los desertores permitirán confirmar que es El Che y su grupo el que se encuentra en la zona, el hecho de que el comandante Guevara se encuentra enfermo y la debilidad del grupo; y a partir de esto permitirán que el ejército coordine su estrategia.
El 28 de septiembre El Che escribe:
Día de angustias que, en algún momento pareció ser el último nuestro.
Cada vez que intentan salir del cañón descubren soldados. A las diez de la mañana un grupo de 46 hombres
tardando siglos en alejarse. A las 12 hizo su aparición otro grupo, esta vez de 77 hombres y, para colmo, se oyó un tiro en ese momento y los soldados tomaron posición; el oficial ordenó bajar a la quebrada, que parecía ser la nuestra, de todas maneras, pero, al fin, se comunicaron por radio y pareció quedar satisfecho reiniciando la marcha. Nuestro refugio no tiene defensa contra un ataque desde el alto y las posibilidades de escapar eran remotas si nos descubrían.
Pacho escribiría en su diario: "El sonido de las latas de sardinas al abrirlas, por mucho cuidado que se tiene, nos parece que hacen una bulla bárbara."
Encerrados en la quebrada pasan tres días, los exploradores no encuentran camino de salida. La radio chilena informa que El Che está atrapado en un cañón de la selva boliviana. El tercer día continúan viendo pasar patrullas y finalmente a las 10 de la noche inician marcha con el médico y Alarcón en mal estado, pero logran salir de la ratonera. El Che le confiesa a Pacho, que
habíamos nacido dos veces.
En su balance del mes escribirá:
La tarea más importante es zafar y buscar zonas más propicias; luego los contactos, a pesar de que todo el aparato está desquiciado en La Paz, donde también nos dieron duros golpes. La moral del resto de la gente se ha mantenido bastante bien, y sólo me quedan dudas de Simón Cuba, que tal vez aproveche algún zafarrancho para tratar de escapar solo si no se habla con él.
Según Pacho "Sólo la voz de Che hace que la gente camine." Impulsados por este hombre que parece incombustible, inderrotable, la guerrilla llega a un nuevo campamento en un
bosquecillo ralo y
El Che les da un respiro.
Decidí permanecer un día más aquí, pues el lugar está bueno y tiene retirada garantizada, dado que se dominan casi todos los movimientos de la tropa enemiga.
Durante los dos siguientes días avanzan de noche evadiendo el cerco, casi sin agua y bajo una enorme tensión.
Quebrada del Yuro
El último combate del Che en Bolivia tiende a conservarse en la memoria de los guerrilleros sobrevivientes de una manera cruel, grabado, fijo, reiterativamente repetido, y siempre bajo la pregunta: ¿Pudo haber sido de alguna otra manera?
El 4 de octubre El Che conduce a su cuadrilla de desesperados a la mayor velocidad a la que pueden obligados a las servidumbres de la cautela, subiendo y bajando cerros, sin agua. En su diario todavía tiene la oportunidad de reírse de los militares:
La radio dio (...) el comentario de que si me capturan fuerzas de la IV me juzgarán en Camiri y si lo hacen los de la VIII, en Santa Cruz.
Al día siguiente avanzan de noche siguiendo una senda que habitualmente usaba el ganado. Por delante van Dariel y Pacho buscando agua.
Al acabar la exploración vieron llegar seis soldados a la casa, al parecer de camino. Salimos al anochecer con la gente agotada por la falla de agua y Lucio Galván dando espectáculo y llorando la falta de un buche de agua. Tras un camino muy malo y muy jalonado de paradas, llegamos por la madrugada a un bosquecillo donde se oía el ladrido de los perros cercanos. Se ve un firme alto y pelado muy cerca.
El 6 de octubre la guerrilla de 17 hombres conducida por El Che encuentra agua y decide fijar un campamento temporal. Pacho escribe en su diario: "Ya estoy que se me confunden los días unos con otros, caminamos a cualquier hora, principalmente de noche, de día con postas y emboscados, me confundo cuando termina un día y empieza el otro."
Ese mismo día la revista "Life" publica un amplio reportaje gráfico: "Bolivian pictures of missing Che Guevara." A lo largo del planeta fortaleciendo el mito guevarista las fotos son vistas con sorpresa. Son el resultado de los materiales encontrados en las cuevas que algún militar vendió a la revista estadunidense. En una de las fotos puede verse a Juan Pablo Chang en el primer plano y al Che en el segundo fumando un puro. Una segunda foto muestra claramente al Che en una foto de campamento, sobre una loma sentado en la yerba y rodeado de una docena de guerrilleros, entre ellos Coello, Pacho y Olo Pantoja.
El Che escribirá el 7 de octubre: Se
cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente; hasta las 12:30 hora en que una vieja, pastoreando sus chivas entró en el cañón en que habíamos acampado y hubo que apresarla. La mujer no ha dado ninguna noticia fidedigna sobre los soldados, contestando a todo que no sabe, que hace tiempo que no va por allí.
Inti, Aniceto y Francisco Huanca la acompañan a su casa. La mujer se hace la sorda, luego dice que no habla español. Luego que no quería que los guerrilleros entraran. Era un cuadro desolador.
Al caer la noche y bajo la luz de la luna el grupo volvió a movilizarse
y la marcha fue muy fatigosa y dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí sembradíos de papa regados por acequias del mismo arroyo.
En medio de la oscuridad observan una luz, pero no se puede precisar de dónde viene, años más tarde se sabrá que era de un campesino que estaba recogiendo papas y que ve pasar a la guerrilla. Van caminando muy lentamente a causa de la situación de Juan Pablo Chang, quien viene agotado y al que se le caen los lentes, sin los cuales no puede ver; el médico está también destruido físicamente. La radio dará la noticia de que el ejército tiene cercada a la guerrilla entre los ríos Grande y Acero, lo que esta vez resulta cierto. Alarcón comentará años después: "Parece que se juntara todo: los meses de entrenamiento, el hambre, la desnudez, las enfermedades, la sed, el aislamiento y ahora saber que estamos siendo detectados por radio bemba. El Ejército afirma a través de las emisoras que nuestro aniquilamiento es cuestión de horas."
De repente un risco se cruza en el camino de los hombres. La gente quiere detenerse. En la punta del risco se abre en una brecha de metro y medio que hay que sallar, en el hueco hay un pozo de agua helada. Alarcón recuerda: "Y El Che mirándonos. Ninguno quería ser el primero en el intento de escalar esa faralla. El hombre es hombre, no gato... Entonces él dijo que subiría la faralla y comenzó a escalar, arañando la pared."
A las 2 paramos a descansar, pues ya era inútil seguir avanzando.
A las cuatro y media de la madrugada el grupo está en pie con sólo un par de horas de descanso. Avanzan por una nueva cañada que se conoce como El Yuro.'
La quebrada del Churo, llamarla por El Che y los cubanos quebrada del Yuro, ha sirio vista por miles de ojos que nunca estuvieron allí, sus pedregosas laderas, que culminan en montes pelarlos separarlos entre sí por una serie de cañadas de vegetación selvática por la que corren arroyos. Un cañadón de mierda, sin importancia, a mil kilómetros de la nada.
A las cinco y media de la mañana del 8 de octubre El Che ordena tres exploraciones, una al flanco izquierdo con Dariel Alarcón y Pacho, otra al frente con Tamayo y el Nato Méndez, una tercera al frente con Adriazola y Aniceto.
Alarcón cuenta: "Yo estaba en la exploración (...) y Pacho me dijo: ¡Mira dónde hay un hombre! y vi a un primer soldado que se levanta del suelo, como centinela. Más adelante se levantó otro hombre, en ese instante comenzaba a salir el sol. Cuando ya vimos que eran varios los que se levantaban nos bajamos."
El Che ordena entonces levantar la emboscada y replegar las tres exploraciones. Inti Peredo cuenta: "No podíamos volver atrás, el camino que habíamos hecho, muy descubierto, nos convertía en presas fáciles. Tampoco podíamos avanzar, porque eso significaba caminar, derecho a las posiciones de los soldados. Che tomó la única resolución, que cabía en ese momento. Dio orden de ocultarse en un pequeño cañón lateral y organizó la toma de posiciones. Eran aproximadamente las 8:30 de la mañana. Los 17 hombres estábamos sentados al centro y en ambos lados del cañón esperando. El gran dilema del Che y de nosotros era saber si el ejército había descubierto nuestra presencia."
Los rangers han estado rastreando una zona mucho más amplia, pero no han tenido contacto con la guerrilla, que suponen en algún lugar dentro del cerco que se estableció desde la escaramuza del 1 de octubre.
Al amanecer del 8 el campesino Pedro Peña, quien ha visto a los guerrilleros cuando pasaron cerca de su sembradío de papas se presenta para denunciarlos al subteniente Carlos Pérez, que acampaba en las cercanías.
Dos pelotones de la compañía A del batallón de rangers avanzan hacia la quebrada tras informar a su capitán Gary Prado, quien se reúne con ellos en la confluencia del Churo con la quebrada de la Tusca, acompañado con una sección de morteros y ametralladoras. Prado establece su puesto de mando y manda a los rangers a tomar las alturas de la quebrada.
El Che, desconociendo a cuántos hombres se enfrenta, decide replegar a la guerrilla hacia el fondo de la quebrada para esperar a que al caer la noche se pueda ganar el firme del risco y romper el cerco.
Hacia las 11 y media El Che envía a Aniceto y al Ñato Méndez a reemplazar a Tamayo y Villegas, que se encuentran en un extremo de la cañada. Alarcón cuenta: "Aniceto, cuando va en cumplimiento de la orden, camina por el corte de la quebrada, pero, como que siente curiosidad al oír al ejército hablando arriba, va caminando y asomando la cabeza. Yo, desde mi posición le estoy viendo pero no puedo alertarlo, no puedo hablarle porque nos vamos a descubrir." Un soldado lo descubrirá entonces, y le disparará dos tiros en la cabeza, matándolo. El grupo de Alarcón e Inti comienza a disparar y hiere a un militar. "Vienen entonces tres soldados y un sargento a socorrerlos y también los blanqueamos." Prado informa a La Higuera que sus hombres han entrado en acción y pide un helicóptero para recoger a los heridos.
La cima del risco de la izquierda había sido prevista como punto de reunión, pero no se podía ascender porque el ejército controla el paso. Desde la posición donde se encuentran emboscados Dariel Alarcón, Inti y Adriazola se le responde al fuego del ejército, que comienza a lanzar granadas hacia el fondo de la quebrada, donde se encuentra el grupo del Che. Inti cuenta: "Disparábamos sólo cuando nos hacían fuego para no delatarnos y para ahorrar parque, desde el lugar en que estábamos ubicados dejamos fuera de combate a varios soldados."
Se dispara durante tres horas. Hacia las dos y media de la tarde El Che debe haber dado orden a Francisco Huanca que se retire con los hombres que están peor físicamente: el médico peruano De la Pedraja, Lucio Galván y Jaime Arana y contiene con el resto de su grupo a los rangers (Pacho, Simón, el Chino, Olo Pantoja y René. Prado lanza al pelotón del sargento Huanca hacia el interior de la quebrada y ordena apuntar la ametralladora y los morteros hacia el punto de confluencia, donde espera que se produzca la ruptura.
Alarcón, desde su posición privilegiada, observa el inicio de los movimientos del grupo del Che. El y sus compañeros piensan que ha logrado salir del cerco. En otra zona alta se encuentran Villegas y Tamayo.
Es en esos momentos en que El Che es herido por una ráfaga que impacta en la pantorrilla derecha, unos diez centímetros arriba del tobillo, destruye su carabina m2 a la altura de la recámara y perfora la boina que llevaba en la cabeza, obligándolo a retroceder al interior de la quebrada. Su grupo se dispersa.
Villegas cuenta: "Hay que imaginarse cómo son aquellos lugares, un terreno muy quebrado, lleno de zigzags, de lomas que se unen de tal manera que aunque sólo nos separaban 300, 400 o 500 metros, en realidad no podía verse qué pasaba desde una posición a la otra." Los 16 guerrilleros vivos enfrentan en esos momentos a un centenar de rangers.
La captura
Hacia la 2:30 de la tarde, tres sorprendidos soldados de los rangers de la compañía B, quienes no habían intervenido directamente en los combates, porque estaban custodiando un mortero, vieron aparecer"! en la cima de una de las lomas a tan sólo unos metros de donde se encontraban, a un guerrillero que llevaba el fusil en bandolera y que penosamente cargaba, casi arrastraba, a otro guerrillero herido en la' pierna y sofocado.
Simón Cuba (del que una semana antes El Che ha dicho que
tal vez aproveche algún zafarrancho para tratar de escapar solo),
estaba a punto de coronar un ascenso de unos 60 metros de una pendiente muy aguda casi soportando el peso del comandante Guevara, quien herido en la pierna derecha y con un terrible ataque de asma apenas si podía moverse. El Che aún sostenía su carabina M2 inutilizada en el último enfrentamiento.
El cabo Balboa y los soldados Encinas y Choque los dejaron avanzar y luego Balboa les gritó que se rindieran. Simón no tuvo tiempo de alzar su rifle porque los tres soldados lo estaban encañonando. Entonces, dicen que gritó: ¡Carajo, éste es el comandante Guevara y lo van a respetar!
Los soldados, desconcertados, se menguaron, incluso se dice que uno dijo: "Tome usted asiento, señor." Luego reponiéndose del espanto, les quitaron las armas a sus prisioneros, el fusil de Simón, el m2 averiado del Che, su pistola y una daga Solingen.
La historia de la captura del Che surge de la bruma, se ha contado tantas veces como se ha descontado, hubo los que mintieron para robar una esquinita y aparecer de contrabando en la foto enorme de la historia y los que mintieron para montar una fábula con intenciones políticas; hubo los que convirtieron un medio recuerdo en un recuerdo completo y acabaron creyéndoselo; hubo al fin los que ofrecieron temerosamente y a lo largo de 25 años un elemento aquí y otro allá. Curiosamente, han sido los más pequeños detalles los que oscurecen el texto final y en particular el misterio extraño que ha rodeado la pistola Walther PPK de 9 mm del dirigente de la guerrilla boliviana.