Read Ernesto Guevara, también conocido como el Che Online
Authors: Paco Ignacio Taibo II
Tags: #Biografía, Ensayo
La guerrilla se repliega por el monte borrando huellas. El balance del Che, que ha perdido a dos compañeros, es tan seco como siempre:
De nuestros muertos, Raúl no puede ser casi catalogado, dada su introspección; era poco combativo y poco trabajador, pero se le notaba constantemente interesado en problemas políticos, aunque no hacía nunca preguntas. Martínez Tamayo era el más indisciplinado del grupo cubano y el que menos decisión tenía frente al sacrificio cotidiano pero era un extraordinario combatiente y un viejo compañero de aventuras en el primer fracaso de Masetti, en el Congo y ahora aquí. Es otra pérdida sensible por su calidad. Somos 22, entre ellos, dos heridos, Pacho y Villegas, y yo, con el asma a todo vapor:
Enfrentará de nuevo con gran frialdad el análisis del mes de julio, pero nuevamente se referirá al aislamiento como un problema organizativo (con la red de La Paz y La Habana) y no político. Curiosamente en el momento en que las tres organizaciones más importantes de la izquierda boliviana (PCB, PC; prochino de Zamora y por trotskista de Lora) al calor de los éxitos militares y bajo fuerte represión militar declaran su apoyo a la guerrilla más allá de las divergencias y aceptan que militantes de sus organizaciones se sumen de manera individual.
Lo cieno es que para una visión exterior, que no puede valorar las debilidades del grupo, a causa de las bajas, el aislamiento de la retaguardia y la falta de incorporación campesina,
la leyenda de las guerrillas adquiere dimensiones continentales; Ongania cierra fronteras y el Perú toma precauciones.
El Che valora también la maduración del grupo de combatientes
(La moral y experiencia de lucha de la guerrilla aumenta en cada combate: quedan flojos Orlando Jiménez y Jaime Arana)
y la incapacidad del ejército, que
sigue sin dar pie con bola, pero hay unidades que parecen más combativas.
Pero ahora aparece una nueva prioridad al lado de restablecer los contactos y sumar combatientes, la necesidad de retornar a las cuevas de las viejas bases para obtener medicinas, tanto material de curas de urgencia perdido en el último combate como el antiasmático que permita al Che recuperarse, porque,
el asma me sonó muy duro y ya agoté la última inyección antiasmática; no quedan sino tabletas para unos 10 días.
Los heridos se van recuperando y la guerrilla va buscando el retorno a las bases. El 3 de agosto El Che anota en su diario:
Se avanza muy lentamente. No hay noticias. Pacho se recupera bien, yo, en cambio estoy mal; el día y la noche estuvieron duros para mí y no se vislumbra salida a corto plazo. Probé la inyección endovenosa de novocaína sin resultado.
Pacho completa: "El Che ha dejado de comer, sólo un jarro de maíz, va que el caballo le hace mal a su enfermedad, que cada día se le ve peor a pesar de las inyecciones."
Dos días después El Che escribe:
Mi asma estuvo implacable; a pesar de mi repugnancia a la separación, tendré que mandar un grupo por delante; Dariel Alarcón y Mario Gutiérrez se ofrecieron de voluntarios.
Como si esto fuera poco, al día siguiente al subir una loma, el caballo lo arroja al suelo, donde permanece tirado trabado al estribo y con un fuerte ataque de asma. A pesar del peligro no puede posponer la decisión. El 7 de agosto anota:
Mi asma sin variantes pero las medicinas se a
c
aban. Mañana tomaré una decisión sobre el envío de un grupo al Narahuazú. Hoy se cumplen 9 meses exactos de la constitución de la guerrilla con nuestra llegada. De los 6 primeros, dos están muertos
(Martínez Tamayo y Coello),
uno desaparecido
(Vázquez Viaña está muerto aunque El Che no lo sepa)
y dos heridos
(Pacho y Villegas);
yo
c
on asma que no sé cómo cortarla.
El Che, habitualmente estoico, debería estarlo pasando muy mal.
El presidente Johnson recibirá en esos días un memorándum de la CIA que evalúa la situación de la guerrilla y que en resumen afirma que se trata de un grupo de 100 guerrilleros, la mayoría bolivianos y cubanos y algunos peruanos, "bien entrenados y disciplinados, mejor dirigidos y equipados que el mal entrenado y pobremente organizado ejército boliviano." Sobre el crucial tema de la presencia del Che sigue privando el escepticismo, porque si bien lo afirman "fuentes de variada credibilidad" (entre las que incluyen las declaraciones de Bustos y Debray), "no se ha obtenido información concluyente de la presencia del Che." En la visión de la cúpula de la cIa parece continuar imperando la tesis de que El Che murió en Chiba.
El informe muestra la molestia de los estadunidenses con sus aliados bolivianos, en particular con el presidente Barrientos, quien tiene como única estrategia obtener más poder de fuego de los Estados Unidos, y con las fuerzas armadas bolivianas que, además de ineptas, actúan como una fuerza agresora contra la población civil, "aterrorizando a los habitantes de los pueblos, molestando a las mujeres y ofreciendo una imagen desfavorable ante los bien disciplinados guerrilleros." El informe concluye que: "Nada en el horizonte hace pensar que el problema guerrillero pueda desaparecer pronto"
Una semana antes ha desembarcado en el aeropuerto de La Paz un nuevo grupo de operativos de la CIA, encabezados por Félix Rodríguez, un exilado cubano que ha actuado en la guerra sucia contra Cuba y más tarde en Vietnam. Enlazarán directamente con inteligencia militar y operarán con uniforme y documentación bolivianos.
El Che tiene en esos días una sesión de crítica con sus hombres.
Reuní a todo el mundo haciéndole la siguiente descarga: Estamos en una situación difícil; el Pacho se recupera pero yo soy una piltrafa humana y el episodio de la yegüita
(en un acto de desesperación acuchill
ó en el cuello al animal que lo llevaba)
prueba que en algunos momentos he llegado a perder el control; eso se modificará, pero la situación debe pesar exactamente sobre todos y quien no se sienta capaz de sobrellevarla debe decirlo. Es uno de los momentos en que hay que tomar decisiones grandes; este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres; los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar la lucha. Todos los cubanos y algunos bolivianos plantearon seguir hasta el final.
Algunos de los hombres se enzarzan en pequeñas críticas y El Che interviene de nuevo.
Cerré la discusión diciendo que aquí se debatían dos cosas de muy distinta jerarquía: una era si se estaba o no dispuesto a seguirla otra era de pequeñas rencillas o problemas internos de la guerrilla, lo que le quitaba grandeza a la decisión mayor.
En esos días están moviéndose muy lentamente en un monte selvático, abriendo senda a machete. Se han estado comiendo a los caballos. Por la radio escucharán noticias de la caída en combate de un hombre de la guerrilla de Vilo Acuña, Antonio Jiménez, quien resulta muerto al romper un cerco. Curiosamente la muerte de Antonio, nativo de Tarata, motivó que se hicieran pintadas de apoyo en todo su pueblo y la consiguiente represión posterior. La guerrilla estaba creciendo en simpatías, pero no podía capitalizarlas. Su zona de influencia política estaba fuera de su zona de acción geográfica.
Finalmente, el 13 de agosto El Che bajo fuerte presión de Inti y Pacho se decide a enviar a un grupo hacia el Nancahuazú para buscar medicinas en una de las cuevas.
Pacho mejora a buen ritmo y mi asma tiene tendencia a aumentar desde ayer; ahora tomo 3 tabletas al día. El pie está casi bien.
Lo que El Che no puede saber y afecta su decisión de enviar a la patrulla, es que del grupo de Vilo Acuña han desertado desde finales de julio dos hombres, Hugo Silva y Eusebio. Capturados por el ejército son enviados a Lagunillas, donde el ejército y la CIA los interrogan. Sufren torturas a manos del coronel Reque Terán. Silva guiará al capitán Saravia hasta las cuatro cuevas donde estaban los depósitos de los guerrilleros entre el 10 y 11 de agosto.
El ejército descubrirá municiones, medicinas, documentos y fotografías muy importantes. Por un error de los militares, la noticia se filtrará y el diario "Presencia" la publicará, de ahí irá a la radio y El Che se enterará días más tarde:
Día negro. Fue gris en las actividades y no hubo ninguna novedad, pero a la noche el noticiero dio noticias de la toma de la cueva adónde iban los enviados, con señales tan precisas que no es posible dudar. Ahora estoy condenado a padecer asma por un tiempo no definible. También nos tomaron documentos de todo tipo y fotografías. Es el golpe más duro que nos hayan dado; alguien habl
ó
.
A las pérdidas materiales se suma la situación de riesgo enorme de los hombres que han ido a buscar medicinas.
Entre los materiales capturados por el ejército está una serie de fotografías, un manuscrito del Che sobre economía política y Latinoamérica, su pasaporte, películas y desde luego las medicinas contra el asma. La foto del pasaporte de "Benítez" coincide con la que se ha descubierto anteriormente. Una nueva prueba de la presencia del Che en Bolivia.
El 16 de agosto su cabalgadura le jugará una nueva mala pasada:
la mula me sacó limpio de la montura al pincharse en un palo pero no me hice nada; el pie mejora.
Un día más tarde llegan al Río Rosita. Escasez de comida, miedo a alertar al ejército con disparos si se caza. Jornadas agotadoras. El 19 de agosto Pacho anota: "Se me ha cicatrizado la entrada y salida de bala, falta por cicatrizar entre los muslos. Los cojones están casi bien." Una semana más tarde, tras haber estado visualmente en contacto con el ejército varias veces, finalmente se produce una emboscada, pero el apresuramiento de Olo Pantoja al tirar antes de tiempo les permite reaccionar a los soldados.
Inti y Coco les cayeron atrás pero se parapetaron y los rechazaron. Mientras observaba la caza vi cómo le picaban las balas cerca, por efecto de tiros de nuestro lado, salí corriendo y me encontré con que Lucio Galván les estaba tirando, pues Olo Pantoja no le había avisado nada. Tenía una furia tan grande que perdí el control y maltraté a Olo.
En el repliegue el ejército no los sigue. Sin embargo no es esa la mayor preocupación, sino la falta de alimento y de agua, que los dejará sin comer ni beber. El 27 de agosto El Che anota:
El día transcurre en una desesperada búsqueda de salida, cuyo resultado no es claro todavía; estamos cerca del Río Grande y ya pasamos Yumao, pero no hay nuevos vados, según noticias, de modo que se podría ir allí para seguir por el farallón de Manuel Hernández, pero las mu
l
as no podrán hacerlo. Hay una posibilidad de cruzar una cadenita de montañas y seguir luego hacia Río Grande-Masicuri, pero sólo sabremos mañana si es factible.
Pacho añade: "No comemos, no agua."
Afortunadamente reaparece el grupo dirigido por Dariel que había ido a buscar medicinas al campamento.
Su odisea fue grande pues hay soldados en Vargas y Yumao y casi chocan con ellos, luego siguieron una tropa que bajó por el Saladillo y subió por el Nacahuasu y se encontraron con que el arroyo del Congrí tiene 3 subidas hechas por los soldados. La cueva del Oso, adonde llegaron el día 18, es un campamento antiguerrillero que tiene como 150 soldados, casi fueron sorprendidos allí pero lograron retornar sin ser vistos.
La sed es ahora peor que el hambre. En el diario se refleja de una manera angustiosa. El 29 de agosto El Che escribe:
Día pesado y bastante angustioso. Los macheteros avanzaron muy poco y en una oportunidad equivocaron la ru
t
a creyendo ir hacia el Masicuri. Hicimos campamento a 1,000 metros de altura, en un lugar relativamente húmedo que tiene una cañita cuya pulpa mitiga la sed. Algunos compañeros: Jaime Arana, Eustaquio. Chino, se están desmoronando por falla de agua.
Pacho precisará en su diario: "Se cocinaron seis jarros de frijoles de reserva y se hizo caldo de yegua podrida con gusanos."
Al día siguiente El Che reseña que
la situación se tornaba angustiosa; los macheteros sufrían desmayos, Manuel Hernández y Adnazola se
t
omaban los orines y otro tanto hacia el Chino, con resultados nefastos de diarreas y calambres.
Afortunadamente Tamayo y Alarcón encuentran agua al pie de la cañada.
En su resumen del mes El Che escribiría: Fue,
sin lugar a dudas, el mes más malo que hemos tenido en lo que va de guerra. La pérdida de todas las cuevas con sus documentos y medicamentos fue un golpe duro, sobre todo sicológico. La pérdida de 2 hombres en las postrimerías del mes y la subsiguiente marcha a carne de caballo (cruzando la serranía de San Marcos de nuevo) desmoralizó a la gente, planteándose el primer caso de
(propuesta de)
abandono, el de Orlando Jiménez, lo que no constituye sino una ganancia neta, pero no en esta circunstancia. La falta de contacto con el exterior y con Joaquín y el hecho de que prisioneros hechos a éste hayan hablado, también desmoralizó un poco a la tropa. Mi enfermedad sembró la incertidumbre en varios más y todo esto se reflejó en nuestro único encuentro, en que debíamos haber causado varias bajas al enemigo y sólo le hicimos un herido. Por otra parte la difícil marcha por las lomas sin agua hizo salir a flote algunos rasgos negativos de la gente.
listamos en un momento de baja de nuestra moral y de nuestra leyenda revolucionaria.
Pero El Che desconocía que la situación empeoraría aún más.
El 31 de agosto se ha de producir un hecho muy grave para la supervivencia de la guerrilla. Una patrulla al mando del capitán Vargas Salinas había estado rondado la casa de Honorato Rojas a la espera del retorno de la guerrilla. El campesino, reclutado por el ejército como guía, había confesado sus contactos con El Che en marzo pasado y se había comprometido con el ejército a colaborar. Hacia los últimos días de agosto el grupo de Vilo Acuña, en un desesperado intento por reconectar con El Che, decide acudir a la casa de Honorato a la busca de noticias. Gustavo Machín dirige una exploración que llega a la casa del campesino, quien se compromete a guiarlos hasta un vado cercano. Lo que los guerrilleros no saben es que mientras hablan con Honorato, en el interior de su casa se encuentran dos soldados que han quedado como centinelas. Los guerrilleros no entran a la casa a causa de los perros que ladran fieramente.