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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Ciencia Ficción

Las seis piedras sagradas (9 page)

BOOK: Las seis piedras sagradas
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Cimitarra señaló a su compañero, que había entrado en la habitación casi sin ser visto, oculto por la luminosa presencia de Cimitarra. Era un tipo delicado y preciso, calvo, y con una nariz larga como el hocico de una rata. Sus ojos inquietos observaron la habitación sin perder ni un detalle. Parecía y se comportaba como una comadreja; tenso e inquieto, suspicaz.

—Padre, permíteme que te presente a Abdul Rahman al Saud, del reino de Arabia Saudí, de su muy estimado servicio de inteligencia real. Su nombre en clave es Buitre.

Buitre saludó al jeque Abbas con una lenta y profunda reverencia.

A Lily le desagradó Buitre desde el primer momento. Su reverencia era exagerada, demasiado obsequiosa, demasiado deliberada.

En cuanto a Cimitarra, lo había visto un par de veces antes, y entonces, como ahora, observó que Osito Pooh se había retirado a un rincón de la sala en cuanto había entrado su apuesto hermano mayor. A Lily le pareció que la presencia de su hermano afectaba visiblemente al más joven y gordo Osito Pooh.

Lo que hizo que tampoco le cayera bien Cimitarra. Jack también estaba inquieto, pero por diferentes razones. Si bien esperaba a Cimitarra, no había esperado que trajera a un espía saudí, el primero de los presentes no invitados del jeque Abbas.

—¿Buitre? —dijo—. ¿No será el Buitre Sanguinario famoso por su comportamiento en la prisión de Abu Ghraib?

Buitre se tensó visiblemente. También lo hizo Cimitarra.

Durante las investigaciones oficiales de las atrocidades cometidas en la notoria nación iraquí, salió a la luz que los agentes de inteligencia saudíes habían practicado torturas prohibidas a los soldados norteamericanos. Uno de dichos agentes había llevado a cabo torturas tan brutales que se había ganado el apodo de Buitre Sanguinario.

—Visité aquella prisión en varias ocasiones, capitán West —respondió Buitre en voz baja, su mirada fija en los ojos de Jack—, pero no en las ocasiones en que se cometieron tan terribles atrocidades.

—Yo garantizo personalmente la presencia de este hombre —manifestó Cimitarra en un tono irritado—. Hemos pasado muchas cosas juntos durante dos guerras del Golfo, y más aún en el entreacto. Los rumores sobre Abu Grahib son mentiras sin fundamento. Él es prácticamente mi hermano.

Tras esto, Lily vio como Osito Pooh bajaba la mirada.

—Traigo información que estoy seguro será útil para usted y su causa —dijo Buitre—. Por ejemplo, conozco los planes de los chinos.

Eso captó la atención de West.

—¿Lo sabe?

En ese instante sonó el teléfono. Zoe atendió la llamada y miró a West:

—Jack. Es el director del hotel. Dice que hay un par de personas en el vestíbulo que quieren hablar contigo. Dice que son norteamericanos.

Momentos más tarde se abrió la puerta de la suite para permitir el paso de dos hombres: uno, un hombre alto de cabello cano vestido con traje, y el segundo mucho más joven vestido con prendas sencillas que apenas si conseguían disimular su físico militar. Un soldado.

Desde su silla, el jeque Abbas reconoció al hombre mayor.

—¡Agregado Robertson! ¿Qué está…?

Jack permaneció entre los dos norteamericanos y los demás para impedirles el paso.

—Nombres. Ahora.

El hombre mayor ni siquiera pestañeó.

—Capitán West, mi nombre es Paul Robertson, agregado especial de la embajada de Estados Unidos en los Emiratos Árabes Unidos. Mi compañero es el teniente Sean Miller, del cuerpo de infantes de marina de Estados Unidos, alias Astro. Estamos aquí para expresar la preocupación de nuestro país… ante las recientes acciones chinas, tanto militares como arqueológicas y, si es posible, ayudarlo a usted de alguna manera.

«Agregado especial significa agente de la CIA», pensó Jack.

—¿En qué pueden ayudarme? —preguntó.

Las relaciones de Jack con Estados Unidos eran un tanto tensas. Su misión para encontrar las siete maravillas del mundo antiguo lo había puesto en una oposición directa a un influyente grupo de norteamericanos conocidos como el grupo Caldwell, que en aquel momento había tenido el favor del presidente. Se habían producido algunas muertes, incluida las de personas estimadas por Jack.

Robertson permaneció impasible, un tipo tranquilo.

—Sabemos, por ejemplo, dónde tienen los chinos a su amigo, el profesor Epper.

Jack se hizo a un lado de inmediato.

—Por favor, pasen. Tomen asiento.

En ese mismo momento, un avión de carga Boeing 767 despegó del aeropuerto internacional de Dubai.

En el fuselaje llevaba pintadas las palabras: Transatlantic Air Freight.

Su piloto, tal como aparecía en el plan de vuelo: capitán Earl McShane.

Así que eran seis los representantes de sus respectivas naciones quienes estaban sentados en la suite presidencial del Burj al Arab: Australia, Irlanda, Nueva Zelanda, los emiratos, Arabia Saudí y Estados Unidos.

—Todos han leído el informe —dijo West—. Aquí está la traducción de una talla que recibí del Mago en China momentos antes de que fuera capturado por las fuerzas chinas.

West distribuyó tres páginas grapadas. En la primera de ellas aparecía la traducción del Mago enviada desde China:

LA LLEGADA DEL DESTRUCTOR DE RA

VE EL
ARRANQUE
* DE LA GRAN
MÁQUINA
**

Y, CON ESO, EL ASCENSO DEL
SA-BENBÉN.

HONRA AL
SA-BENBÉN,

MANTENLO CERCA, MANTENLO PRÓXIMO,

PORQUE SÓLO ÉL GOBIERNA A LOS SEIS

Y SÓLO LOS CARGADOS SEIS PUEDEN

PREPARAR LOS PILARES Y

LLEVARTE A LOS SANTUARIOS Y, ASÍ,

COMPLETAR LA MÁQUINA ANTES DE LA
SEGUNDA LLEGADA
.***

EL FIN DE TODAS LAS COSAS ESTÁ CERCA.

TERMINOS AMBIGUOS:

* «comienzo», «inicio» o «puesta en marcha»

** «mecanismo» o «mundo»

*** «el regreso»

REFERENCIA ASOCIADA:

Ref XR: 5-12 Inscripción parcial encontrada en monasterio de Zhou-Zu, Tibet (2001)

—Como verán —añadió West—, el texto descifrado se refiere a una Gran Máquina y a la importancia del
Sa-Benbén.
La «segunda llegada» hace referencia a la llegada del Sol Oscuro.

—Este Sol Oscuro, o Estrella, este portador del Apocalipsis, ¿cómo es que no ha sido visto antes de ahora por los astrónomos? —preguntó el jeque Abbas.

—Según el Mago —respondió West—, existe en un espectro de luz desconocido para la humanidad, así que no podemos verlo a través de ninguno de nuestros telescopios en ningún espectro, como los infrarrojos, ultravioletas o UVB. Su presencia sólo ha sido verificada por aquello que tapa de nuestra vista.

»Por lo que he leído, parece vagar por los confines exteriores de nuestro sistema solar en una órbita elíptica muy extendida. Cuando se acerca, lo que no ocurre muy a menudo, una vez cada seis millones de años, el movimiento de Júpiter nos escuda y nos protege de sus radiaciones letales. Pero incluso si esto no ocurriera, no podríamos ver el Sol Oscuro a simple vista.

»En cualquier caso, ahora está cerca, y esta vez, al parecer, surgirá por detrás de Júpiter y será entonces cuando las cosas se pongan de verdad feas, será cuando la constante descarga de radiaciones como energía punto cero barrerá nuestro planeta y matará a todas las criaturas vivientes, a menos que podamos reconstruir esa Máquina. Por lo que parece, la Máquina envía una respuesta de equilibrio que rechaza la energía del Sol Oscuro y salva la Tierra. Siempre se trata de volver al equilibrio, a la armonía.

—Venga ya, Jack —intervino Zoe—. Escúchate a ti mismo. ¿Dices en serio que hay una especie de orbe celestial maligno dispuesto a destruir la Tierra?

—No es maligno, Zoe; simplemente es. Puedes llamarlo antimateria, puedes llamarlo una singularidad o un agujero negro, al final es un vacío negativo, un denso agujero que se mueve en el espacio. No es malvado ni nos odia. Sólo es que estamos en su camino.

—Sin embargo, en algún lugar, en algún momento, alguien construyó aquí en la Tierra una Máquina que, de alguna manera, está conectada con ese Sol Oscuro —manifestó Elástico—. ¿Estás hablando de alguna tecnología avanzada, Jack? ¿Una tecnología extraterrestre?

West agachó la cabeza.

—No lo sé. El Mago no lo dice.

—«Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.» Arthur C. Clarke —citó en voz alta Buitre.

—Y ¿cómo reconstruimos esa Máquina? —preguntó el jeque Abbas—. ¿Por qué China tiene tanto interés en hacerlo por su cuenta? Sin duda, incluso los chinos deben de comprender que una coalición global sería el mejor medio para conseguirlo.

—Como siempre, jeque, ha ido directamente al corazón de este asunto —dijo West—. Por favor, pasen a la segunda página del informe.

Todos lo hicieron. Allí había una fotocopia del resumen del Mago:

West pidió a los presentes que fueran al centro de la página.

—En cuanto a su primera pregunta, jeque: ¿cómo reconstruimos la Máquina? Observe los seis pilares dibujados por el Mago y descritos como «diamantes oblongos sin tallar». En todas sus otras notas afirma que cada uno de estos pilares tiene el tamaño de un ladrillo. También dice…

—¿Un diamante del tamaño de un ladrillo? —preguntó Cimitarra, incrédulo—. Uno solo ya sería más grande que el Cullinan, el mayor diamante jamás encontrado, y de un valor incalculable. Y ¿dice que hay seis de éstos?

—Sí, seis. El Mago también dice que cada pilar debe ser «purificado por la Piedra Filosofal antes de ser colocado en la Máquina, y eso da lugar a su exhortación de que debemos tener «el
Sa-Benbén
y la Piedra Filosofal. Son básicos para todo».

—Tal como yo lo veo, para reconstruir la Máquina debemos colocar los seis pilares, purificados por la piedra Filosofal, en posición en esa misteriosa y todopoderosa Máquina.

—Eso me lleva a su segunda pregunta, Abbas: ¿por qué China quiere hacer esto sola? Quieren hacerlo solos porque parece que aquel que coloque cada pilar en su lugar en la Máquina recibirá una recompensa. Como pueden ver, las recompensas que apunta el Mago son: conocimiento, calor, visión, vida, muerte, poder. Qué son en realidad estas recompensas, no lo sé. Asumo que el Mago lo sabe, pero no hay nada en sus notas referente a su verdadera naturaleza. Sin embargo, dado que los chinos han capturado al Mago y han intentado robarme el
Sa-Benbén,
imagino que las recompensas son muy importantes.

West dirigió una aguda mirada a los dos norteamericanos, Robertson y Astro.

El primero se aclaró la garganta.

—No estoy al corriente de las investigaciones de mi país en este asunto, así que no me pregunte por ellas. Pero, sí, Estados Unidos no está dispuesto a permitir que China obtenga los beneficios que usted describe.

—Querríamos hablar con alguien cuanto antes sobre las investigaciones de su país —dijo West con mucha intención.

—Esperen, esperen, esperen —intervino Zoe—. Necesito volver atrás un poco. Las seis piedras de Ramsés, junto con el
Sa-Benbén,
nos dan información sobre esta Máquina. La Piedra Filosofal, una vez cargada por el
Sa-Benbén,
purifica los seis pilares, que luego han de ser colocados en la Máquina. Por tanto, ¿qué es esta Máquina? ¿Qué tamaño puede tener?

West apoyó un dedo en la imagen que representaba la Máquina:

Después de leer las notas del Mago durante los últimos dos días había pensado mucho en la Máquina: en la imagen y las anotaciones de Epper a su alrededor. Por fin, dijo:

—El Mago no dice qué o cómo de grande es la Máquina, pero tengo una teoría.

—¿Cuál es?

West se volvió para mirar a Zoe.

—Creo que la Máquina es otro nombre para nuestro planeta. —Señaló la imagen—. Este círculo es la Tierra. Estos seis triángulos oscuros son los lugares ubicados alrededor de la Tierra, seis lugares donde los seis pilares, adecuadamente «purificados» o activados, deben ser colocados en posición para, de esta forma, poner la Máquina en funcionamiento antes de que el Sol Oscuro emita su letal estallido.

—Dios santo… —dijo alguien.

—Sí —convino Jack—. Si no reconstruimos esta Máquina para la hora señalada nuestro planeta será destruido. Amigos, el fin del mundo está cerca de verdad.

—El fin del mundo… —susurró el jeque Abbas.

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