Read La maravillosa historia de Peter Schlemihl Online
Authors: Adelbert von Chamisso
Tags: #Cuento, Fantástico, Aventuras
Pero donde el genio satírico de Grecia alcanza toda su mordacidad es en la comedia y con representantes tan cualificados como Menandro y Aristófanes.
Tradicionalmente se considera que la comedia tuvo dos períodos calificados como «comedia antigua» y «comedia nueva».
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La comedia antigua,
cuyo representante más conocido es Aristófanes, se caracteriza por la crítica despiadada y grosera a los políticos e instituciones. Es frecuente que los personajes satirizados aparezcan en escena con su propio nombre y revestidos de los atributos de su cargo. Asimismo, no es raro que los coros increpen e insulten al público de forma soez. Esta comedia inicia su desarrollo hacia el 480 a. de C, y entre sus autores, además del citado, cabe destacar a Crates, Cratino, y Eupolis.
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La comedia nueva
, en la que desaparecen los coros y la crítica deja de ser personal para convertirse en una crítica de costumbres, de tono moral, donde los personajes ya no representan a hombres públicos concretos. Sin duda alguna es Menandro el autor más importante de esta nueva tendencia impuesta por los gobernantes, temerosos de convertirse en el blanco permanente de los comediógrafos.
La sátira en la literatura medieval
Grecia y Roma constituyeron dos importantes momentos de la literatura satírica. El tercero de estos núcleos se da en la literatura medieval y uno de sus focos más importantes está en Francia.
La poesía satírica medieval surge en Francia por oposición a la poesía caballeresca cultivada en la Corte y en los palacios. El clero y la nobleza, depositarios de toda clase de bienes, ya fueran culturales o económicos, reciben a través de la sátira la respuesta de un pueblo cuyo único privilegio es la capacidad para burlarse de quienes lo oprimen. Las formas principales en que se desarrolla son:
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El Fabliau
, generalmente anónimo, es un cuento o poema breve de estilo ligero y con frecuencia licencioso. A diferencia de la fábula, los personajes no son animales. Sus temas son jocosos y su fin es producir la risa. El Fabliau comenzó a decaer hacia el siglo XV, pero su influencia fue importante en toda Europa. Bocaccio en Italia, Chaucer en Inglaterra, y Juan Manuel y Juan Ruiz en España, fueron, entre otros, algunos de los autores más influidos por esta clase de composición.
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Las fábulas:
La mayoría de los temas de las fábulas medievales francesas están tomadas de Esopo y Fedro. En el siglo XIII, y bajo el título de
Isopete
, se recogieron en Francia 103 fábulas, que constituyen al mismo tiempo la suma y el resumen de este género, tanto por lo que se refiere a sus contenidos temáticos como a sus contenidos formales.
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El roman de renart
o poema del zorro: Se trata, sin duda, de la composición más importante dentro de la poesía satírica medieval. En esta pieza, y bajo la apariencia de distintos animales, desfilan los personajes más odiosos para el pueblo contaminados por aquellas cualidades o defectos que los seres humanos atribuimos tradicionalmente a cada uno de los animales. Su carácter anónimo y su transmisión oral de padres a hijos hace conjeturar que se trata de una obra colectiva con sucesivos añadidos y modificaciones.
España
El estudio de la sátira en España ocuparía buena parte de la historia de la literatura en sus diversas lenguas y dialectos. Como ello es imposible, nos limitaremos, por ahora, a citar las dos grandes figuras de la literatura medieval castellana:
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Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
: Poco se conoce acerca de los aspectos biográficos de este escritor. Es probable que naciera en Alcalá de Henares en año incierto, situándose el momento de su muerte hacia mediados del siglo XIV. Fue el autor de uno de los textos más importantes de la literatura castellana, el
Libro de buen amor
, cuyos tramos supuestamente autobiográficos han confundido con frecuencia a los estudiosos de su vida y de su obra. Celebridades tales como Menéndez Pidal y Américo Castro, entre otros, se han ocupado a fondo de su obra, alcanzando frecuentemente conclusiones opuestas. Esto se debe, según Scholberg, al carácter fundamentalmente ambiguo del
Libro de buen amor
. En cualquier caso, todos aceptan que se trata de una de las piezas satíricas más importantes de todos los tiempos y donde se conjugan admirablemente las disgresiones morales con un tono humorístico y jocoso que en ocasiones hace dudar de las intenciones didácticas que el propio autor se atribuye.
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Pero López de Ayala
(1332-1407): Se trata sin duda de la figura más importante de la literatura castellana de la segunda mitad del siglo XIV. Fue historiador de los reinados de Pedro I, Enrique II, y Juan I. Desempeñó el cargo de canciller mayor de Castilla y está considerado como uno de los primeros humanistas españoles por haber traducido a Boecio y Tito Livio. Su obra poética aparece reunida bajo el título de
Rimado de Palacio
, que comprende más de 1.600 estrofas y unos 8.200 versos. El poema tiene varias partes, de las cuales la tercera constituye una violenta sátira de la sociedad de su tiempo. El estilo es severo y con frecuencia algo pesado. Está escrito en su mayor parte en cuaderna vía, aunque aparecen en él otras formas métricas que están señalando las nuevas tendencias poéticas. Se conoce también como
Libro rimado del Palacio
, su auténtico título, por constituir una especie de tratado sobre los deberes de los reyes y nobles en el gobierno de los Estados.
Francia y el Renacimiento
En la búsqueda de estos núcleos históricos donde la literatura satírica alcanza sus mejores niveles de expresión, volvemos a Francia, cuyo Renacimiento conoció una de las más importantes figuras de la literatura satírica de todos los tiempos: François Rabelais.
La gran figura del siglo XVI es sin lugar a dudas Rabelais (1494-1553), que fue sucesivamente franciscano, benedictino, médico, aventurero y, sobre todo, autor de las
Aventuras de Gargantúa y Pantagruel,
título bajo el que se incluyen los diversos libros que dan vida a dos de los personajes más sugestivos de la novela europea de todos los tiempos. La eficacia que muestra Rabelais en la utilización de la sátira, sobre todo en su vertiente paródica, le crearon innumerables problemas con la institución eclesiástica, hasta el punto de que el tercer libro de
Pantagruel
sufrió una condena por herético y su publicación obligó a su autor a huir a Metz.
Rabelais es un renacentista que huye de los dogmas y de la fe ciega para descansar en una suerte de humanismo científico que propugna una serie de reformas que lo relacionan con Erasmo. Su obra es maliciosa, realista, divertida, escandalosa, y todo ello, hábilmente trabado, la convierten en una joya de la literatura satírica.
Rabelais representa en las letras francesas el período de transición al francés moderno. Su escritura articula algunos de los temas y tonos de la literatura medieval con las búsquedas propias de la época renacentista.
De su obra dice el profesor Valbuena Prat:
«Es una literatura a la vez sana y divertida, que no busca retorsiones ni complejos, que sigue la línea vital que marcó nuestro Arcipreste y que revela a la vez humor, fantasía, y bondad, en el gran creador de lenguaje y utilizador de lo descomunal.»
Pero si en relación con la literatura medieval castellana Valbuena Prat cita al arcipreste, en relación con nuestro Siglo de Oro cita al mismo Cervantes:
«En este sentido viene a ser su obra como un
Don Quijote
al revés. Cervantes hará un drama humano de una parodia. Rabelais convertía el drama y el sainete de su época en una broma de creación gigantesca y de chiste continuo para entretener y hacer reír al más calvinizado.»
Otras literaturas
Antes de ocuparnos de la literatura española de esta época, en relación con lo satírico convendría citar, aunque sólo fuera de pasada, los hallazgos principales de otras literaturas en este terreno.
• En Italia, y en una época dominada por el florecimiento del humanismo, se produce entre 1400 y 1559, junto a una importante poesía lírica, una valoración de lo satírico. Sería preciso citar en este esquema, y con un criterio selectivo necesariamente muy reducido, las poesías burlescas de Berni recopiladas bajo los títulos de
Sonetos
y
Capítulos
. Como muestra de lo peligroso que ha sido ejercer esta clase de literatura en todas las épocas, añadiremos el dato de que Berni murió envenenado por el cardenal Cibo en 1535.
Con algunas reservas citaremos también a Machiavelli (1469-1527), el archiconocido y mil veces citado autor de
El Príncipe
, obra donde se expresan las «cualidades» de todo buen gobernante: hipócrita, falso, y, si es preciso, asesino. Pero donde Machiavelli demuestra ser un perfecto conocedor de las técnicas satíricas es sin duda alguna en su obra póstuma
Belfagor archidiablo
, novela corta en la que se desarrolla uno de los temas favoritos de la sátira de todos los tiempos: el de las mujeres.
Citemos por fin para completar esta breve nómina a los poetas Folengo y Aretino, en cuya obra podemos ver una muestra notable de la maledicencia y picardía que puede alcanzar la literatura satírica.
• En Inglaterra nos quedamos, dentro de esta dilatada época que comprende el Renacimiento, con John Skelton (1460-1529), que llegó a ser preceptor de Enrique VIII. También su vida, como es habitual en los autores satíricos, tuvo momentos difíciles, uno de los cuales sucedió al descubrirse, poco antes de ser ordenado sacerdote, que estaba casado en secreto. Escribió en su madurez numerosas poesías satíricas cuyo blanco principal lo constituyeron las costumbres religiosas de su época.
• Alemania: Terminemos este repaso de las literaturas europeas con Alemania, que ya en la época medieval había dado algunas muestras interesantes de literatura satírica, aunque enormemente influida por la poesía satírica francesa de ese tiempo. Citaremos las sátiras de Fischart y Munner. Las obras satíricas de Ulrich von Hutten, las
Fábulas satíricas
de Burkard Waldis, pero sobre todo el poema satírico-didáctico
La nave de los locos
de Sebastian Brant (1458-1521), escrito en dialecto alsaciano, que fue traducido al latín por Locher. De esta versión latina fue traducido a la casi totalidad de las lenguas europeas con notable éxito. El poema consta de 112 capítulos y un epílogo, y se nos narra en él la historia de una nave en la que embarcan todos los locos con destino a Locogonia. Cada loco, a la manera de las fábulas, simboliza un vicio o representa una clase social, y a cada uno de ellos se le dedica un capítulo. Hay en el origen de la obra resonancias carnavalescas y populares relacionadas con algunas costumbres del bajo Rin.
Literatura satírica española en el Renacimiento y Siglo de Oro
Aceptamos la convención de que el Renacimiento se puede situar en una época cuyos límites van del año 1400 al año 1559. Es decir, que comprende el siglo XV y buena parte del XVI. Esta época, que significa la ruptura con los modelos medievales, consigue imprimir un importante movimiento de renovación intelectual en cuyo origen está el descubrimiento de la Antigüedad clásica. Como nuestra intención consiste en aislar aquellos núcleos de la historia de la literatura donde la producción satírica alcanzó su mayor virtualidad, nos referiremos también en este apartado al «siglo de oro» español, que abarca en realidad los siglos XVI y XVII, considerando cronológicamente aquellos movimientos literarios o autores que aparecen en la cumbre de este tipo de literatura que intentamos ver.
Si bien es cierto que tanto en la prosa como en la poesía española del Renacimiento podemos encontrar muestras abundantes y cualificadas de lo que ha sido la literatura satírica, la imposibilidad de resultar minuciosos nos ha decidido a considerar únicamente aquellos grandes momentos o aquellos grandes autores que representan con la mayor potencia la literatura satírica de esta dilatada época. Si en algún momento podemos resultar arbitrarios, ello se debe a la imposición selectiva que rige siempre esta clase de trabajos.
Citaremos, no obstante, a fray Antonio de Guevara (1480-1545), ya que en nuestra consideración reúne las condiciones del espíritu renacentista junto a las de escritor satírico:
• Su personalidad renacentista es fácil de advertir en el sorprendente conocimiento que demostró en los temas relacionados con la antigüedad griega y latina. Su erudición, en este sentido, es fácil de advertir gracias a las numerosas citas que apreciamos, a través de su obra, relacionadas con las costumbres griegas o latinas y con la cultura producida por estos pueblos de la antigüedad.
• Su personalidad satírica se revela en las frecuentes parodias que hizo del humanismo. Curiosamente, fray Antonio de Guevara encuentra placer en mostrarse a sí mismo como un castellano medieval cerrado a las innovaciones y modas del Renacimiento, de las que se burla con frecuencia. Sin embargo, su obra es la de un renacentista, como, entre otras cosas, lo demuestra el interés que por ella hubo en toda Europa. Esta paradójica actitud es una señal de identidad visible también en numerosos escritores satíricos de todas las épocas. Citemos su obra
Menosprecio de corte y alabanza de aldea
como una muestra donde es posible apreciar su estilo locuaz, burlón, inteligente, y elegante, que define el estilo mismo de las producciones satíricas escritas.
Para completar este panorama que estamos intentando presentar en núcleos, en el sentido de que ellos constituyen la parte más concentrada de esta clase de literatura y de que ellos irradian los aspectos más específicos de la misma, dedicaremos ahora unas palabras a la novela picaresca y un injusto, por breve, apartado a la que algunos han considerado la novela más importante de todos los tiempos:
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
. Esperamos que la presentación de estos núcleos sirva al curioso a modo de guía que, más que agotar, señale las arterias principales por donde discurre la literatura satírica española de esta época.
La novela picaresca
Si bien es cierto que el desarrollo de la novela picaresca, por lo que se refiere al menos a la cantidad, coincide con el punto más alto del Siglo de Oro español, las primeras muestras se sitúan en el lugar donde se articula el fin del Renacimiento con el principio de este «siglo», dicho sea esto con todas las reservas que nos merecen las divisiones que del tiempo se hacen con fines didácticos o metodológicos. Aun aquellas unidades históricas que gozan de mayor autonomía están insertas en un proceso cuya eliminación descontextúa y vicia el objeto de estudio.