Read La maravillosa historia de Peter Schlemihl Online

Authors: Adelbert von Chamisso

Tags: #Cuento, Fantástico, Aventuras

La maravillosa historia de Peter Schlemihl (7 page)

BOOK: La maravillosa historia de Peter Schlemihl
3.4Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

La biografía de Chamisso está poéticamente contenida en el bello poema que conmovió hasta las lágrimas a un monarca sensible y que lleva por título
Schloss Boncourt
. Describe la antigua residencia feudal en la Champagne, cuyo patio rodeó alegremente la infancia del poeta y sobre cuyos parajes pasa hoy el arado; con pesar, pero sin amargura, se resuelve en una bendición a aquella tierra entrañable, destinada ahora a la fertilidad, y al campesino que la cultiva; al final nos presenta en Boncourt al nieto de los señores de Chamisso, expulsado de aquel lugar, aprestándose —con la melancólica resignación que tan bien sienta al poeta romántico— a recorrer el vasto Mundo convertido en un cantor ambulante, con la lira en la mano.

Aquel joven había nacido en el año 1781 y fue bautizado con el nombre de Louis Charles Adelaide. Su familia, expulsada en 1790 a causa de las circunstancias políticas desfavorables, durante algunos años se ve obligada a llevar una vida errante y llena de privaciones por los Países Bajos, Holanda y Alemania, y va a parar finalmente a Prusia. Aquí, en Berlín, el joven Adelaide o Adelbert consigue en 1796 la plaza de paje de la reina consorte de Federico Guillermo II. Dos años más tarde inicia su carrera militar como abanderado en un regimiento de infantería berlinés, y en 1801 es ascendido a teniente. Cuando el Primer Cónsul permite el regreso de los padres a Francia, Adelbert se queda en Prusia. Parece que en esta época ha empezado ya su producción literaria. Escribe versos franceses y después alemanes, Traba amistad con jóvenes animados por parecidos sentimientos, con Varnhagen y Hitzig, y el fruto de esta fraternización es un
Musenalmanach
que aparece de 1804 a 1806 y que, a pesar de su inmaduro contenido, gana el joven Chamisso la paternal benevolencia de Fichte. Paralelamente cursa estudios particulares dedicados al griego, al latín, y ocasionalmente a las lenguas vivas de Europa. Pero llega la guerra e interrumpe el servicio a las musas. Chamisso toma parte en la campaña del Weser, cae prisionero en Hameln, deja el servicio y regresa a Berlín, donde ya huérfano, indeciso respecto a su futuro, solitario, pasa unos años de inactividad. Es llamado al país de sus padres, a Napoléonville, como profesor del liceo de dicha ciudad, y eso lo libera de aquella situación insoportable. Corre a Francia, que su corazón quizá añoró en los días de su calvario berlinés… o tal vez sólo creyó que debía añorarla. El profesorado acaba en nada. El joven
homme de lettres
es atraído al círculo de madame de Staël, aquella «mujer extraordinariamente maravillosa», a la que, en parte, él admira por su resistencia frente al Emperador. Sigue a la desterrada a Ginebra y Coppet. Y desde allí escribe a Fouqué, vástago de los normandos:

«Aquí vivo, aquí avanzo por mi tranquilo camino alemán; en ninguna parte me he sentido tan profundamente alemán como en París.»

Regresa luego —en 1812— por libre elección a Berlín, donde prosigue los estudios universitarios de ciencias naturales, iniciados en Francia. Los acontecimientos de los años 1813 y 1815, en los que no puede tomar parte activa, lo «desgarran», como consta en un
curriculum vitae
redactado por él, «
repetidas veces y de muchas maneras
».

«Lo que mis amigos más íntimos me gritaron en el momento de la primera marcha, me lo decía a mí mismo: el tiempo no tenía una espada para mí; pero resulta agotador ser tan sólo espectador ocioso de semejante movimiento de un pueblo en armas.»

Avergonzado, en discordia consigo mismo, se recluye en la soledad. Es una vuelta más grave a los tiempos difíciles y de indecisión que siguieron a su salida del ejército. ¿Adónde dirigiría sus pasos? No le permiten ser alemán y sin embargo siente ajena la patria francesa. Y he aquí que cae en sus manos un periódico en el que se anuncia una inminente expedición rusa de exploración «al Polo Norte», al mando de Otto von Kotzebue. Indaga el asunto, intervienen amigos suyos como mediadores, incluso hace gestiones el Consejero de Estado August von Kotzebue en Königsberg, y de un modo inesperado, se convierte en realidad un viejo y nostálgico sueño de Chamisso: en junio de 1815 es nombrado científico naturalista para un proyectado viaje de exploración a los Mares del Sur y alrededor del Mundo. Hamburgo, Copenhague, Plymouth, Tenerife, Brasil, Chile, Kamchatka, California, las Islas Sandwich, Manila, el Cabo de Buena Esperanza, Londres, Petersburgo… Son tres años que satisfacen con creces el romántico deseo de viajar, el ansia de lo exótico; son sin duda los tres años más ricos, más fructíferos de su vida; unos años que llenan las despensas de su espíritu de un inagotable caudal de imágenes y materias y que fundamentan toda su producción futura. El inmediato fruto literario de estos años es el estimable diario
Viaje alrededor del Mundo
, y el fruto científico, un volumen titulado
Observaciones y opiniones sobre una exploración al mando de Kotzebue
. No obstante, su resultado más importante fue de naturaleza humana y personal: en las salvajes tierras extrañas y remotas, el sentimiento patriótico de Chamisso, vacilante durante tanto tiempo, se decidió de una vez para siempre… y se decidió por Alemania. El deseo de viajar y el amor a la patria no sólo no son sentimientos contradictorios, sino afines y amistosos, que en igual medida tienen su morada precisamente en el alma romántica y que se acrecientan y estimulan mutuamente. El corazón dulce y necesitado de integración de Chamisso había sufrido bajo la escisión de la doble nacionalidad, por la incapacidad de decidir en cuál de los dos territorios iba a descansar un día. Sus viajes le permitieron comprobar que cuando dirigía sus pensamientos y sentimientos «a la patria», era a Alemania a quien los dirigía; que todas sus inclinaciones y esperanzas, con la lengua, ciencia y amistad le unían a aquella tierra y que, por una serie de azares del destino, se había convertido totalmente y de corazón en un alemán. Los hombres de hoy, que creemos menos en el «corazón» que en la raza y la sangre, y que tal vez llevamos esta fe a una exageración casi supersticiosa, quizá pongamos en duda esto; y de hecho, ateniéndonos a este dictamen de la fuerza de la sangre, el caso Chamisso sería hoy poco plausible, aun en el terreno subjetivo. Basta, sin embargo, con que lo fuese entonces y con que la experiencia interior del poeta, como toda verdad personal fuerte, acertara a materializarse también objetivamente: a través de su obra alemana.

Los versos en los que, al desembarcar en Swinemünde en octubre de 1818, saludó a la «patria alemana» y «por todo su amor» le pidió una sola cosa, dejarle hallar un día en su suelo la piedra bajo la cual descansar en su último sueño… esos versos se cuentan entre los más bellos, conmovedores y sentidos que jamás escribió; y trece años después, ya cincuentón, cantó con acentos igualmente fervorosos a su «amada patria alemana» y le agradeció todas las cosas amables que había concedido a su «humilde huésped». No era poco, y parece que, con la paz interior, también llegaron del exterior la felicidad y el bienestar. Federico Guillermo de Prusia, que admira su arte desde hace mucho tiempo, le toma bajo su protección, le nombra conservador del Jardín Botánico, director del Herbario Real, y le concede un sueldo holgado. El apátrida funda un hogar, se casa, adquiere una vivienda, «
y la modesta y pequeña estancia alberga una vida renacida, alegre, rica
». La paz y el prestigio le reconfortan, crece su gloria literaria; con la dignidad y el trabajo, se desarrolla su talento hasta la maestría, y su genial colega Heinrich Heine declara con admiración que Chamisso «se rejuvenece cada año de forma más esplendorosa». Honrado por las nuevas generaciones de escritores, de quienes fue consejero y bondadoso promotor, publicó desde 1832, con Schwab y Gaudy, el
Deutscher Musenalmanach
, y en 1835 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias. Pero en su obra empiezan a manifestarse presentimientos de muerte.
Sueño y despertar
, escrito en 1837, es la mirada retrospectiva, llena del humor melancólico de quien se sabe al final de su camino. Padecía de los pulmones y expiró en plena canícula del año 1838, en la cima de su gloria. Cincuenta años más tarde, Berlín, que le consideraba hijo suyo, le erigió un monumento en la Monbijouplatz.

Era un hombre de elevada estatura, dulce, de largos cabellos lisos y rasgos nobles, casi hermosos. Le agradaba hacerse amigo de niños y seres primitivos, y guardó un recuerdo ferviente de los isleños de Radak, de quienes fue huésped y cuya belleza y amor a la Naturaleza ensalza al estilo de Rousseau; consideraba al indio ulea llamado Kadú, que le sirvió en los Mares del Sur, «
una de las más atractivas personalidades que he encontrado en la vida y una de las personas que más he amado
». Sus trabajos científicos, por ejemplo un
Compendio de plantas benéficas y perjudiciales que se dan, silvestres o cultivadas, en el norte de Alemania
, se han considerado «encomiables». Pero su nombre sobrevive por su obra poética.

Las poesías completas de Chamisso, que el autor no se decidió a dar a la imprenta hasta 1831, cuando ya tenía cincuenta años, sólo son lírica propiamente dicha en una mínima parte. Lo inmediatamente asimilable a la canción es escaso y no siempre felizmente representado; lo hímnico, ditirámbico y extático se halla por completo ausente. Un espíritu sosegadamente épico, forjado a partir de lo objetivo, impregna la mayoría de sus trabajos. Exordios y preludios como el siguiente:

Ich bin schon alt, es manht der Zeiten Lauf

Mich oft an längst geschehene Geschichten,

Und die erzähl'ich, horcht auch niemand auf.

So weiss ich aus der Chronik und Gedichten,

Wie bei der Pest es in Ferrara war,

Und will davon nur einen Zug berichten.
[2]

son característicos de su talante poético, e incluso lo específicamente lírico, como
Frauen-Liebe und Leben
(
Amor y vida de las mujeres
) y
Lebens-Lieder und Bilder
(
Canciones e imágenes de la vida
), se encadena a composiciones épico-dramáticas, a unidades de canto y contracanto, de monólogos y réplicas. Lo que llama la atención es la abrupta, casi patológica contradicción entre la dulzura feérica de esta parte de la producción de Chamisso y su verdadera pasión por los temas fuertes, casi crueles. Se comprende que la opinión pública le haya reprochado no el primero, pero sí el segundo de tales extremos, y los benevolentes, para justificarle, han aducido la amistad que le unió al criminalista Hitzig; sería éste quien, entre sus lecturas suministró al escritor, sediento de temas, unos motivos tan exóticamente sangrientos. La disculpa es tan frágil como el reproche, un reproche que cayó también sobre Heinrich von Kleist. Más bien se podría afirmar que su amistad con un redactor de revistas criminalistas fue consecuencia de la inclinación de Chamisso hacia las experiencias objetivas en el terreno de lo anormal y lo atroz. En efecto, la ternura excesiva y la brutalidad son necesidades complementarias del talante romántico, ávido de excitación, y dicho contraste es justamente el que traslada la obra de Chamisso, de una claridad latina, cerrada y racional, al terreno anímico del Romanticismo.

Poemas que presentan esta propensión a los temas crueles son, por ejemplo:
Don Juanito Marques Verdugo de los Leganes
, la historia, narrada también por Balzac, del joven grande de España que, por razones heroicas, se obliga a consumar el juicio de sangre francés en la propia familia; está también
Vergeltung
(
Desquite
), la anécdota verdaderamente lamentable del verdugo que marca con el estigma de la vergüenza al conde seductor de su hija mientras éste está durmiendo; o bien la famosa serie de tercetos
Salas y Gomez
, aparecida por primera vez en el
Wendtscher Musenalmanach
de 1829, que causó sensación en el mundo intelectual y consolidó para siempre la posición literaria del autor. Hoy no comprendemos del todo la admiración concedida entonces a tan tremenda robinsonada. ¿No es un tanto problemático su valor literario? ¿Qué indujo realmente al poeta a explicar, con la maestría de su lenguaje, la lastimosa historia del joven comerciante que, a causa de un naufragio, va a parar a una isla habitada sólo por aves marinas, llega a centenario y garrapatea sus infortunios en tres tablillas de pizarra? En su viaje alrededor del Mundo, había visto los desnudos arrecifes de Salas y Gomez y se había dicho con un escalofrío que allí un náufrago probablemente se vería impelido a sobrevivir tan sólo a base de huevos de pájaros… esa honda impresión le dio motivo suficiente para componer más de trescientos versos, pero no nos da motivo a nosotros para encontrar el asunto especialmente interesante. Lo que sí admiramos sin reservas es la forma del poema, el metal repujado de este lenguaje, y es seguro que si Platen ha escrito los más perfectos sonetos alemanes, Chamisso merece ser considerado el forjador de los tercetos más magistrales en aquella lengua.

BOOK: La maravillosa historia de Peter Schlemihl
3.4Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Storming the Castle by Eloisa James
The Covert Element by John L. Betcher
Curtain Up by Lisa Fiedler
A Chamber of Delights by Katrina Young
Wolfsbane by Andrea Cremer