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Authors: Adelbert von Chamisso

Tags: #Cuento, Fantástico, Aventuras

La maravillosa historia de Peter Schlemihl (2 page)

BOOK: La maravillosa historia de Peter Schlemihl
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La reducción y la caricatura han sido procedimientos muy utilizados por los satíricos, sobre todo para burlarse de la política. En la ilustración, grandes conquistadores dedican sus esfuerzos al juego de la sortija. De izquierda a derecha: Carlomagno, Napoleón, César, Alejandro, Luis XIV, y el Mariscal de Saxe (ilustración de Grandville para
Un autre Monde
.

Un malabarista juega con el Universo y deja escapar un meteorito en forma de Cruz de la Legión de Honor. Las grandezas del Mundo se vuelven ridículas a la luz de la infinitud del Universo (ilustración de
Un autre Monde
.

Sátira, invectiva y parodia

Siendo la
sátira
en su origen un «género» didáctico, cuya función, por tanto, consiste en enseñar mostrando en toda su ridiculez los defectos y vicios sociales, tendremos que convenir que su objeto debería ser lo más amplio posible. Juvenal, uno de los más importantes poetas satíricos de la antigüedad, lo decía de este modo:

«Parcere personis, dicere de vitiis.»

(Tratar de los vicios, callar los defectos personales.)

Según este principio, que aspiraba a convertirse en norma universal, el escritor satírico debe intentar elevar la anécdota a nivel de categoría o, lo que es lo mismo, no ensañarse en alguien personalmente, sino hablar de los vicios de forma amplia y general.

Junto a esta tradición, que pretende fijar el objeto de la sátira en los vicios y costumbres sociales con evidente intención moralizadora, aparece la
invectiva
, cuyo objeto tiende a ser un individuo conocido y concreto. La invectiva, de la que suele ser sinónimo el libelo difamatorio, desciende, pues, de lo general a lo particular y centra sus ataques en un individuo conocido por el público.

El libelo satírico, que es una de las variedades de la sátira, tiene una rica tradición y ha conducido a sus autores con frecuencia a la cárcel o al destierro. Lope de Vega sufrió un proceso por practicar esta clase de literatura, pero él no es más que uno dentro de una gran lista que llega hasta nuestros días.

Gran parte de las disputas literarias de todos los tiempos han encontrado en la invectiva o libelo su desarrollo más perfecto. Las rencillas entre escritores y literatos en general constituyen un tema perenne de la sátira. Veamos lo que dice el crítico Matthew Hodgart acerca de ello en su estudio sobre la sátira:

«En general, hemos evitado este tema, pues, según nuestra opinión, gran parte de la literatura satírica consiste en las contiendas de los literatos entre sí. Dado que los poetas son gente irritable, gastan mucho de su tiempo y de su talento en demostrar cuan despreciables son sus rivales.»

La cita viene al caso, entre otras razones, porque ella misma es un buen ejemplo de ironía satírica. Y no olvidemos que la ironía, en opinión de algunos, es la forma más elaborada de la sátira.

La
parodia
, finalmente, es una variedad de la sátira cuyo objeto consiste en la imitación burlesca de una obra o un estilo. Han sido y siguen siendo blanco de este género todas aquellas instituciones, y personas dependientes de ellas, cuyos ritos o aspectos formales están ampliamente asentados en el público. Así, la Iglesia y los políticos de todos los tiempos, por ejemplo, han sido satirizados por este medio. El sistema es fácil: imaginemos a un político o a un orador de estilo muy peculiar, repleto de tics y ampulosidades retóricas. Bastaría imitar en su forma esa retórica y esos tics, pero modificando el contenido de su discurso, para conseguir una pieza paródica cuya capacidad para producir risa dependerá del ingenio de su autor.

Tenemos también en la literatura innumerables ejemplos de este arte, algunos de ellos dignos de ser mencionados aunque sólo sea de pasada. Así por ejemplo, la respuesta paródica a la epopeya homérica es la
Batracomiomaquia
(combate entre ranas y ratones), de autor incierto, breve poema burlesco donde se parodia el estilo del autor de la
Ilíada
. En España, el
Libro de buen amor
, del Arcipreste de Hita, parodia a su vez las Horas canónicas contenidas en el
Breviario
o libro que contiene el oficio divino que han de rezar todos los días los sacerdotes católicos. Y no olvidemos que
El Quijote
, una de las novelas más importantes de todos los tiempos, se ha considerado universalmente como una versión paródica de los libros de caballerías. La parodia, pues, como una de las variedades de la sátira, tiene una importante tradición en la que no es difícil encontrar algunas obras maestras.

Los recursos formales de la sátira

Vistas ya las variedades más importantes de la sátira, intentaremos ahora comprender sus mecanismos, lo que viene a ser tanto como revisar las técnicas de que se vale para ridiculizar el objeto escogido y provocar la risa del eventual lector o espectador. En las primeras líneas de esta introducción hemos hablado brevemente de la risa a modo de anuncio de lo que desarrollaríamos más tarde. La mención era pertinente por cuanto sátira, humor y risa son los vértices de un triángulo dentro de cuyo espacio habremos de movernos para la comprensión de este fenómeno. Decíamos que el hombre parece ser el único animal de la Naturaleza con capacidad para la risa. Junto a esta capacidad de reír aparece también la de reírse de sí mismo y de sus semejantes. De ahí nace, como una interpretación posible, el carácter satánico que Baudelaire atribuye a este hecho profundamente humano. Y es que, en verdad, parece algo diabólico que un ser pueda reírse de sus propias carencias, de sus limitaciones, de sus defectos en suma. Pero no olvidemos que es la no aceptación de esas limitaciones, de esas carencias o de esos defectos lo que conduce al hombre a adoptar actitudes grotescas que por algún raro mecanismo producen risa.

Por otra parte, tales limitaciones y carencias no son a veces naturales en la medida en que son generadas por la cultura, en general, o por el orden social establecido. La conciliación entre orden social y libertad individual no es siempre fácil y constituye uno de los temas de la filosofía política de todos los tiempos. Los desajustes de esa complicada conciliación son un buen tema para la sátira, ya que suelen provocar situaciones de risa, por satánica que ésta sea. Deducimos con esto que aun la vertiente más pesimista y negra de la sátira, ejemplarmente representada por Jonathan Swift, produce en el lector, si no una risa sardónica, sí al menos una sonrisa irónica (esa versión educada de la risa), que nos hace cómplices de la negra visión del Mundo que el autor expone en sus libros.

El humor, la risa, el chiste

Resulta imposible referirse a los recursos formales, o técnicas, de la sátira sin hablar del tema del humor, que en alguna medida, y a pesar de las páginas que se han escrito sobre él, continúa siendo un enigma.

La acepción del humor que conviene a los intereses de este trabajo (pues ha tenido muchas a lo largo de la historia) es aquella que lo relaciona con una especial disposición del ánimo para advertir lo absurdo o lo contradictorio de una situación determinada. Su correlato es la risa, y su expresión más difundida, el chiste.

Para tener una visión humorística de la realidad parece conveniente, cuando no necesario, salirse de los rígidos esquemas y caminos a los que conduce el sentido común, que a decir de algunos es el menos común de los sentidos. En otras ocasiones es la exageración de ese sentido común lo que puede dar lugar a un hallazgo humorístico o chistoso, como cuando, por ejemplo, aquel autor se extrañaba de que los langostinos no supieran nadar llevando tanto tiempo en el agua.

En cualquier caso, la pérdida momentánea o permanente del sentido común es lo que permite una visión más aguda o distorsionada de la realidad, que conduce al humor. Citemos como ejemplo a aquel autor que ante la perspectiva de una jornada horrible de trabajo se preguntaba si había vida más allá del desayuno. La trascendental pregunta de si hay vida más allá de la muerte, cambiada de contexto, pero utilizada en semejante tono, produce sobre la realidad un efecto distorsionante que hace gracia. Y con esto ya citamos una técnica a la que nos referiremos más adelante.

Hegel, Richter, Lips, Taine, Bergson, Freud, y Pirandello son, entre otros, algunos de los filósofos y literatos que se han ocupado del tema del humor. Curiosamente, sus opiniones sobre esta cuestión no son siempre conciliables, lo que indica, de un lado, que el tema es complejo y misterioso; y, de otro, la multiplicidad y riqueza de los puntos de vista desde los que se puede observar la realidad.

Veamos una definición de la risa atribuida al filósofo inglés Thomas Hobbes:

«No es más que una pasajera exaltación emanada del descubrimiento repentino de nuestra superioridad sobre los demás, si nos comparamos con los achaques de éstos o incluso con nuestra propia debilidad anterior.»

Opinamos que esta definición contiene las virtudes de una síntesis: alude, de una parte, a esa capacidad del hombre para ver en el espejo de la sátira todos los rostros menos el suyo, pero, de otra, se refiere a la relativización que es preciso efectuar sobre la vida para que surja el sentimiento humorístico. Decía Pascal:

«No hay hombre que difiera tanto de otro como cada cual difiere de sí mismo en la sucesión del tiempo.»

Esta capacidad para advertir las diferencias respecto a sí mismo y respecto a los demás conduce inevitablemente a la comparación de la que hablaba Hobbes y, si esa comparación se trata adecuadamente, a la risa.

Hagamos aún otra cita, esta vez de Pirandello:

«El hombre no tiene de la vida una noción absoluta, sino un sentimiento mudable y vario según las épocas, los casos, la fortuna.»

Vemos cómo de nuevo se insiste en lo relativo de las costumbres, relatividad que adecuadamente tratada produce ese sentido de lo contrario, que para Pirandello es específico de la reflexión humorística.

La relativización de la vida y de los seres es un recurso característico de la sátira: se es bajo o alto en relación con otro. Este recurso fue utilizado por Swift en
Los viajes de Gulliver
y por André Maurois en
Reventones y Alambretes
(ilustración de
Un autre monde
).

Bergson se refirió al humor como algo que provoca una espera decepcionada. El momento de la decepción, que seguramente coincide con el de la risa, es aquel en el que la cadena lógica se rompe y surge el disparate. De un famoso político americano, conocido por su dificultad para bajar de las escalerillas de los aviones sin besar el suelo, se decía que no podía andar y mascar chicle al mismo tiempo. Cuando el oyente esperaba una explicación verosímil (lógica) a este raro fenómeno se explicaba que dicho personaje se hacía un lío y se caía. Se satirizaba de este modo al político resaltando su torpeza, que le impedía hacer dos cosas al mismo tiempo.

Vemos, pues, que la visión humorística produce cierto extrañamiento, cierta distancia respecto a lo cotidiano. En esta visión distanciada de la realidad veía Bergson una de las claves del humor. Por cierto, que su libro titulado
La risa
es uno de los estudios más inteligentes que se han hecho sobre este fenómeno profundamente humano.

Citemos por fin, en este breve repaso, a Sigmund Freud, cuyo trabajo
El chiste y su relación con el inconsciente
continúa siendo de consulta obligatoria para todo aquel interesado en el tema. Para Freud el humor cumple una función económica, ya que gracias a él se ahorra una cantidad de despliegue afectivo que de otro modo sería liberada. Así, según su propio ejemplo, el reo que va a ser ejecutado un lunes y de camino al cadalso dice: «
empezamos bien la semana
» evita con esa visión humorística sobre su propia situación una descarga afectiva de mayores consecuencias. Por cierto, que este pensador, fundador del psicoanálisis, tampoco escapó a la sátira de sus contemporáneos. De la ciencia fundada por él se llegó a decir:

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