Read La maravillosa historia de Peter Schlemihl Online
Authors: Adelbert von Chamisso
Tags: #Cuento, Fantástico, Aventuras
Debido a estas tempranas muestras de la picaresca, se considera tradicionalmente que hay en ella dos épocas claramente diferenciadas: la de formación y la de plenitud.
• A la época de formación pertenecen
El lazarillo de Tormes
(1533) y
Guzmán de Alfarache,
cuya parte primera se publicó en 1599, editándose la segunda en 1604.
El lazarillo
es anónima, aunque se ha atribuido entre otros autores a Hurtado de Mendoza;
Guzmán de Alfarache
fue escrita por Mateo Alemán en dos partes, habiendo una distancia de cinco años entre la publicación de una y otra. En ambas novelas está el germen de todo aquello que habrá de constituir los rasgos específicos del género tanto por lo que se refiere a los aspectos formales como a los contenidos temáticos.
• En relación con los aspectos formales la característica más acusada es la utilización de la primera persona con todo lo que esta técnica influye en los demás elementos de la estructura narrativa que definen una novela. Es, pues, el carácter supuestamente autobiográfico de estas novelas, con todo lo que ello significa desde el punto de vista de la técnica narrativa, lo que constituye un rasgo específico reseñable de esta literatura.
• En relación con los aspectos temáticos es preciso señalar la extracción social del pícaro, su protagonista. El pícaro procede de las capas más bajas y necesitadas de la escala social. Parece que su único instinto es el de la supervivencia y la supervivencia a cualquier precio. Así pues, el héroe de la novela picaresca es el antihéroe de la vida real, ya que el pícaro es un sujeto marginal, inadaptado y ladrón. De él dice Matthew Hodgart:
«Se ve obligado a ir de un lado a otro continuamente, horizontalmente en la novela y verticalmente dentro de la sociedad, y recibe tantos crueles golpes del destino como el héroe cervantino.»
Así pues, la figura del pícaro, colocada en contraste con la sociedad de su época, sirve para hacer una auténtica crítica de esa sociedad. Es cierto que los ideales del pícaro no son muy elevados, pero sirven para poner al descubierto la hipocresía radical, o la simple estupidez, de los otros tipos sociales, señores o clérigos, cuya figura es aceptada por las normas de comportamiento vigentes.
Los dos rasgos señalados, referente uno a la forma y otro al contenido, serán el común denominador de toda la novela picaresca, cuyo mejor exponente es sin duda alguna
El lazarillo de Tormes
.
• El período de plenitud: La época de asentamiento de la novela picaresca coincide, naturalmente, con el período de agotamiento, repetición e inevitable decadencia del género. Como acertadamente señala el escritor F. Rico, el modelo de pícaro correspondiente a esta época no está tomado de la vida real, sino de la literatura misma.
El Lazarillo
y
Guzmán de Alfarache
, pero sobre todo el primero, se convierten así en paradigmas de una clase de personajes literarios, que recorrerán con mayor o menor fortuna las páginas de las novelas de este tiempo. Desde el punto de vista formal la narración pierde la unidad que caracterizaba a la etapa anterior, siendo muchas veces el pícaro el único elemento narrativo estable y capaz, por tanto, de facilitar la coherencia del relato. Se ha insistido también en la falta de verosimilitud de algunas de estas obras, cuyo origen pudiera estar en el hecho, ya citado, de que los modelos de que se sirven proceden más de la literatura que de la vida. Citemos como ejemplos más representativos de este período
La picara Justina
, de López de Ubeda (1605);
La vida del buscón
, de Quevedo (1626), y
La segunda parte del lazarillo de Tormes
, de Juan de Luna (1620).
Digamos, para terminar, que la novela picaresca constituye en sí misma uno de los momentos más importantes de la literatura satírica y que su influencia en otras lenguas europeas fue importante. En Francia, el ejemplo más importante es el
Gil Blas
, de Le Sage. Pero influye también en Alemania, y sobre todo en Inglaterra, donde fue copiado por los novelistas ingleses del siglo XVIII. Ahí está el
Tom Jones
de Fielding, por ejemplo. Y en el siglo XIX, esta vez en América, aparece
Las aventuras de Huckleberry Finn
, a la que Hodgart califica como:
«… el ejemplo más representativo de la mirada inocente
[1]
en toda la literatura novelesca norteamericana.»
El
Quijote
La tradición picaresca es ligeramente anterior a la cervantina, si bien en un punto coexisten. Aunque tal vez desde el punto de vista de la literatura satírica tenga más importancia la tradición cervantina, hemos preferido respetar el orden cronológico de cara a facilitar su seguimiento.
El
Quijote,
como se ha dicho tantas veces, es una sátira intencionada dirigida contra las novelas de caballerías. Fue editada la primera parte en 1605 bajo el título de
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
. La segunda parte se editó en 1615, poco antes de la muerte de Cervantes.
Decir de esta novela que es una sátira en forma de parodia, encaminada a fustigar un tipo de subliteratura (con las excepciones que sea preciso señalar) que producía fiebre en las mentes de sus contemporáneos, no es más que una forma grosera de reduccionismo. El
Quijote
es eso sin duda, pero no sólo eso. Es el principio de la novela moderna y el ejemplo más notable y perfecto de las narraciones de estructura episódica o aditiva. Además, como dice Martín de Riquer:
«El
Quijote
es una novela fundamentalmente literaria. El protagonista se vuelve loco frente a los libros, y su locura estriba precisamente en pensar y actuar como los seres literarios, que confunde con los reales, y ello da pie a que en el transcurso de la obra se debata con gran frecuencia sobre problemas literarios y se haga crítica de obras y autores contemporáneos…»
Sirvan estas líneas como constatación y homenaje, y como invitación también para el que lo desee, a repasar la abundante bibliografía que sobre el tema existe.
Quevedo
Terminemos este breve repaso del Siglo de Oro español, del que por razones de espacio hemos de dejar fuera los importantes autores teatrales (Lope de Vega, Calderón, Tirso de Molina, etc.), con una mención al «príncipe de los satíricos»: Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645).
Como tantos otros escritores satíricos, pagó su sinceridad con la cárcel, donde fue recluido durante cuatro años por sus críticas al conde duque de Olivares. Quevedo fue un importante escritor de temas políticos, pero a nosotros nos interesa particularmente su vertiente satírica y burlesca, entre cuya producción cabría destacar las cartas de
El Caballero de la Tenaza
,
Las zaturdas de Plutón
,
La hora de todos y la fortuna con seso
, y una novela ya citada, la
Historia de la vida del buscón llamado don Pablos
. A ello habría que añadir los opúsculos dedicados a la crítica literaria, como
La culta latiniparla
o
La aguja de navegar cultos
. En estas últimas es frecuente que su ingenio se dirija hacia la invectiva para atacar a sus oponentes literarios.
Su sátira es despiadada y aparece fuertemente impregnada de contenidos morales en cuyo origen es fácil advertir la concepción cristiana de la vida, en la que la única verdad absoluta es la muerte.
El gran siglo francés
Nuestro recorrido a través de la historia de la literatura para señalar aquellas zonas donde la producción satírica ha adquirido mayor importancia nos lleva ahora en el tiempo al siglo XVII, y en el espacio a Francia.
Se conoce como «el gran siglo francés» por la cantidad de escritores importantes que coincidieron en él. Desde el punto de vista de la literatura satírica, sus producciones más importantes se dan en el teatro y en la poesía.
• En el teatro hay que destacar a Molière (1622-1673), seudónimo de Jean-Baptiste Poquelin, que recorrió Francia con su propia compañía de actores. Satirizó acertadamente las costumbres de su época creando tipos que han quedado como símbolos de las miserias humanas.
El avaro
,
El misántropo
,
Tartufo
, son algunas de sus producciones donde aparecen estos tipos. Pero aún habría que citar
El enfermo imaginario
o
El médico a palos
para completar una muestra de lo que este autor fue capaz de hacer, desde lo cómico, para ridiculizar los caracteres de su época.
• En la poesía es preciso citar a Boileau por sus
Sátiras
, y sobre todo a La Fontaine (1621-1695), que retoma con acierto la tradición fabulista procedente de las literaturas orientales, medievales y de la antigüedad grecolatina.
Inglaterra en la época neoclásica (1660-1800)
La literatura inglesa de este período produjo numerosos escritores especialmente dotados para la sátira y el libelo. Bastaría citar los nombres de Sam Butler (1621-1680), Dryden (1631-1700), Pope (1688-1744), o Defoe (1660-1731) para justificar tal afirmación.
Por si fuera poco, esta restringida nómina se puede cerrar con Jonathan Swift (1660-1745), que es uno de los más importantes escritores satíricos de todos los tiempos. Nacido en Irlanda, hijo de padres ingleses, conoció desde niño toda clase de privaciones así como el precio humillante que es preciso pagar para salirse de ellas. En 1704 se publicaron juntas dos de sus obras más mordaces:
El cuento del tonel
y
La batalla de los libros
. La primera es un ataque a las costumbres religiosas de la época, así como a la enseñanza impartida en su país. La segunda es una disputa literaria entre antiguos y modernos escrita en forma de parodia. Su ingenio y su radical resentimiento social lo condujeron con frecuencia a la producción de furiosos libelos contra algunos de sus contemporáneos. Pero su obra más conocida y difundida al resto de las lenguas fue sin duda alguna
Los viajes de Gulliver
. Esta novela, que parecía en principio una narración para niños, constituye en realidad un alegato contra la Inglaterra que le tocó vivir, pero también contra todo el Mundo civilizado. La obra tuvo un éxito poco común, pese a ser una muestra de la desconfianza radical que se puede tener respecto al género humano. Swift representa, pues, aquella línea de la sátira cuyo ingrediente principal es el pesimismo. En el origen de ese pesimismo late una misantropía que su propia historia personal justificaba.
Los satíricos satirizados. Los espectadores de este teatro de guiñol son nada menos que (en orden inverso al de las agujas del reloj) Cervantes, Shakespeare, Rabelais, La Fontaine, Esopo, Moliere y Louis Benoit Picard (1769-1828), un prolífico autor teatral muy aclamado en su día. Nótese que Rabelais está con una botella de vino, y La Fontaine y Esopo con la cigarra y la hormiga de la fábula, más un cordero y un lobo de juguete (ilustración de
Un autre Monde
).
Uno de los procedimientos satíricos —también empleado por Swift en
Los viajes de Gulliver
— es el de la inversión. En la ilustración son los peces los que pescan y los hombres los que «pican», utilizando como cebo artículos habitualmente deseables (ilustración de
Un autre Monde
).
Evaluación final
Es obvio que este trabajo no ha pretendido agotar el tema ni desde el punto de vista teórico ni del histórico. Repetimos una vez más que nuestra propuesta básica consistía en presentar de forma ordenada aquellos momentos de la literatura europea en los que se produce una concentración importante de producciones satíricas. Muy a pesar nuestro no nos hemos podido extender en las causas que originan la aparición de estos núcleos, pero podemos afirmar que son de dos tipos:
• Causas de orden social y político: es el caso de la sátira castellana en tiempos de Enrique IV.
• Causas de orden estrictamente literario: son aquellas que se refieren a un hallazgo formal que funciona a modo de fórmula o esquema sobre el que sólo es preciso añadir el contenido. Tal es el caso de la novela picaresca, cuyo cliché fundamental es
El lazarillo de Tormes
.
Tras la lectura de estas páginas tenemos, pues, una guía cuyo recorrido principal, y por lo que concierne a la lectura europea, es el siguiente:
• Localización de los orígenes en Grecia y Roma.