Una tradición recoge la noticia de que, en el momento de arder en la hoguera, el maestre Molay pronunció una terrible maldición contra sus asesinos. La maldición pareció cumplirse, pues los principales autores de la persecución contra el Temple murieron en los meses siguientes a la ejecución del maestre.
El rey Felipe IV falleció en noviembre de 1314 en el transcurso de una cacería; los dos hijos que le sucedieron, Felipe V y Carlos IV, son conocidos en la historia de Francia con el nombre de los «reyes malditos»; el último, Carlos IV, murió sin descendencia y con él se extinguió en 1328 la dinastía real de los Capetos, que había reinado en Francia ininterrumpidamente desde fines del siglo X.
Guillermo de Nogaret, el brazo ejecutor al servicio de Felipe IV, murió poco después, y Enguerando de Marigny, ministro de finanzas y administrador de los bienes templarios incautados, fue acusado de herejía y condenado a muerte en abril de 1315 por un tribunal del que formaba parte su propio hermano Felipe de Marigny.
El papa Clemente V murió en abril de 1315; este papa fue quien trasladó la sede papal de Roma a Aviñón, dando lugar a la llamada «segunda cautividad de Babilonia» que desencadenó años después el gran cisma de Occidente.
Los caballeros templarios que no fueron ejecutados o no desaparecieron fueron adscritos a otras órdenes religiosas, sobre todo a la del Hospital. En Escocia se fundó con caballeros templarios la Real Orden, en Portugal la de los Caballeros de Cristo y en la Corona de Aragón la de Montesa.
Una tradición asegura que en 1793, cuando la cabeza del rey Luis XVI rodaba en el cadalso de París cercenada por la guillotina, una voz anónima gritó: «Jacques de Molay, estás vengado».
Siete siglos después de la ejecución del último maestre, los templarios siguen despertando un interés extraordinario, que ha sido aprovechado por falsarios, especuladores, pseudo historiadores, intrigantes y arribistas, que han contribuido a desenfocar su historia y el papel que desempeñaron estos monjes guerreros en los dos siglos centrales de la Edad Media.
Esta novela recrea los últimos años de la Orden del Temple a través de la figura imaginaria de Jaime de Castelnou, que ha sido utilizado como paradigma de caballero templario. La historia del Temple puede seguirse en mi libro
Breve historia de la Orden del Templ
, también editado por Edhasa.
La leyenda atribuye a los templarios el hallazgo de relevantes reliquias en las excavaciones que realizaron en el suelo de la explanada del Templo en Jerusalén, entre otras el Arca de la Alianza y el Santo Grial, aunque no existe indicio alguno de ello.
En el monasterio aragonés de San Juan de la Peña, cerca de la ciudad de Jaca, existía en 1399 un cáliz de piedra semipreciosa que el rey Martín el Humano envió a su palacio de la Aljafería en la ciudad de Zaragoza, y que a mediados del siglo XV el rey Alfonso V remitió a Valencia. En la catedral de esta ciudad se conserva todavía, en una capilla gótica edificada para custodiarlo, con el nombre de Santo Cáliz, y son muchos quienes lo consideran como el que Cristo utilizó en la celebración de la eucaristía en la Ultima Cena. Se trata de un vaso de una variedad de ónice de color rojizo oscuro con algunas vetas y datado en el siglo I al que se ha añadido un pie también de piedra semipreciosa que tiene una inscripción en árabe que dice «LA BRILLANTE»; ambas piezas están unidas por un soporte de orfebrería en plata sobredorada, añadido en el siglo XIV.
Por toda Europa existen decenas de iglesias que aseguran que entre sus reliquias está el cáliz de la Ultima Cena. No obstante, son muchos los seres humanos que siguen buscando, como los caballeros del rey Arturo, su verdadero Santo Grial.