El Pontífice León se echó a reír. Era una antigua historia de horror del Vaticano. Ocho, diez versiones en distintos idiomas del
discorso
de seis minutos utilizado para beneficio de grupos de peregrinos políglotas en la Plaza de San Pedro, ¡y todo para demostrar que el Santo Padre tenía el don de las lenguas! Y además, estaba la otra palabra de advertencia acerca de su propia persona. Se habían hecho sugerencias muy cuerdas y razonables, en el sentido de que podía preparar una serie de programas con subtítulos, grabados en vídeo, destinados a la televisión mundial. Pero el obstáculo definitivo fue su propia e incurable fealdad y la severidad habitual de su expresión. El Papa aún podía reírse de la timidez que todos habían demostrado cuando intentaron explicarle la situación. Agostini aprovechó el buen humor del Pontífice para añadir otra advertencia:
—Su Santidad tiene conciencia de otra lección que hemos aprendido: la desvalorización de la moneda, el exceso de presentaciones del Pontífice sólo para demostrar su interés y su compromiso. Incluso en sus relaciones con la Curia, es necesario formular juicios exactos; y la primera declaración política será fundamental. Es el disparo que determinará el triunfo o la derrota en esta guerra.
—Y bien, dígame, Matteo, ¿usted cree realmente que puedo ganar mi guerra?
—Si es su guerra, no. La perderá. Si es la guerra de Dios, vencerá, aunque no de la forma que usted espera.
Lo cual, según la reflexión del propio Pontífice, vertía nueva luz sobre el carácter de Matteo Agostini, Cardenal secretario de Estado, un hombre consagrado al arte de lo posible.
En el salón V.I.P. de Fiumicino, Matt Neylan se hizo cargo de su familia provisional. Trató de mostrar un aire desenvuelto y una actitud cordial, pero el espectáculo de Britte, con su cuerpo desmañado, su cara angélica y la inteligencia penetrante que no podía organizar las palabras para expresarse, le conmovió extrañamente. Ella se sentía al mismo tiempo atemorizada y excitada en el ambiente desconocido, y hacía esfuerzos frenéticos para comunicarse verbalmente con su madre, que tenía sus propias preocupaciones y no podía concentrar bien la atención en la niña. El propio Matt Neylan se sentía incómodo. No se atrevía a realizar un gesto inoportuno dirigido a la madre o la hija, y se preguntaba cómo podrían convivir en una propiedad rural del condado de Cork, con una anticuada ama de llaves católica como acompañante, ¡y que ya estaba dolorida porque Matt había renunciado a los hábitos! Y entonces la mano pequeña, como una garra, de Britte le acarició la mejilla, y el cuerpo enflaquecido se apretó contra él. Las palabras brotaron irreflexivas de sus labios:
—No tienes miedo, ¿verdad? El lugar adonde vamos es muy agradable: prados verdes y viejos muros de piedra y un sendero que desciende hasta una playa blanca. Hay vacas y caballos y un manzanar, y la casa está pintada de blanco y tiene un amplio desván donde puedes pintar hasta que te canses… El lugar es bastante grande, de modo que cada uno puede aislarse de los demás, y bastante pequeño para ser agradable cuando llega el invierno. Tu dormitorio y el de tu madre miran al mar. Mi dormitorio y mi estudio están en el extremo opuesto. Hay una sala y un comedor, y una cocina grande y antigua, como suele haber en las casas de campo. La señora Murtagh y su marido viven en la casita contigua. Él administra la finca y ella es mi ama de 11; ves, y sospecho que ambos están muy escandalizados porqi me he alejado de la Iglesia. De todos modos, se acostumbrará a eso… He pedido que nos entreguen un coche nuevo en el a< ropuerto, y hay un Range Rover en la casa, de modo que no sentirás atada ni aislada… Confío en que me entiendas, jovenc ta, porque estoy hablando más de la cuenta…
—Señor Neylan, le entiende. Y no necesita esforzarse tanti Ambas se lo agradecemos. Las dos confiamos en usted.
—En cuyo caso, ¿le molestaría que usáramos los nombres de pila?
—Ambas lo preferimos así.
Britte emitió su propio sonido de aprobación y se volvi para besar a Neylan. Éste percibió la rápida sombra de inquie tud en la cara de Tove. Se puso en pie y se apartó con ella une pasos, de modo que la niña no oyese la conversación, y dij secamente:
—La muchacha está asustada. Necesita que la tranquilicei ¿Qué cree que soy yo… un abusón de niños?
—¡Claro que no! No fue mi intención…
—¡Escuche! Hasta que resuelvan sus problemas, tendremo que vivir como una familia en la misma casa. No tengo much práctica en eso, pero sé controlarme. Bebo moderadamente, los hombres de mi familia tienen reputación de ser buenos co sus mujeres. Entonces, señora, ¿por qué demonios no se calm y me hace el cumplido de una sencilla confianza…? Si su hij quiere volcar un poco de la calidez que se acumula en ellí probablemente soy el hombre más seguro para ella. Lo cua de paso, no es una garantía que le ofrezco a usted o a cual quier otra mujer… Si podemos tener claridad en eso, todos pa saremos unas vacaciones agradables.
Tove Lundberg le dirigió una sonrisa breve e insegura, después le ofreció la mano.
—Mensaje recibido y entendido. Me siento aliviada. ¡Duran te un momento pensé que usted me echaría la culpa del incen dio de Dublín!
—Eso es para el invierno. Todas las noches le recitaré la le tañía de las desgracias de Irlanda.
—Preferiría que me las cantase.
—¿Por qué no? Hay un piano en la casa, aunque probablemente es necesario afinarlo. Organizaremos un «venid todos».
—¿Y qué es eso?
—Una fiesta irlandesa. Casa abierta: todos los amigos, y todos los vecinos, y todos los que pasan por el camino. Será interesante ver qué resulta, ¡y qué piensan del sacerdote infiel y sus dos mujeres!
Nicol Peters estaba sentado en su terraza, observando a los vencejos que describían círculos alrededor de las cúpulas de la ciudad vieja, e incorporando los últimos toques a la edición más reciente de «Un panorama desde mi terraza». Esta vez era un material un tanto peculiar, pues había aceptado, por deferencia a una petición conjunta de los italianos y el Mossad, incorporar cierto material real y sugestivo:
»Miriam Latif, la joven técnico de laboratorio que desapareció en circunstancias misteriosas de la Clínica Internacional, ahora ha aparecido, en circunstancias igualmente misteriosas, en Líbano. De acuerdo con las noticias, sencillamente entró en la casa de sus padres en Byblos y anunció que un hombre y una mujer la habían llevado allí. No pudo ofrecer un relato coherente de sus movimientos anteriores. Al parecer, no sufrió malos tratos físicos o agresiones sexuales, y los padres la han puesto bajo tratamiento psiquiátrico, con fines de observación y terapia. Se han negado a revelar su paradero a los periodistas.
»Entretanto, ciertas fuentes de inteligencia fidedignas y la Secretaría de Estado del Vaticano confirman que las amenazas terroristas contra el Papa están siendo consideradas con mucha seriedad. Se han organizado medidas especiales de seguridad. Su Santidad regresó de Castel Gandolfo en un helicóptero militar. Se dice que el Pontífice no se siente turbado por la amenaza, sino más bien irritado por las restricciones impuestas a sus apariciones públicas, e incluso a sus movimientos en la misma Ciudad del Vaticano.
»De todos modos, su salud continúa mejorando. Ha perdido mucho peso, y todos los días se ejercita una hora bajo la supervisión de un terapeuta. Aunque Su Santidad todavía tiene que someterse a un plan de trabajo limitado, hay firmes rumores en el sentido de que pronto soplarán vientos de cambio en la Ciudad del Vaticano. Ciertas fuentes generalmente fidedignas sugieren que el Pontífice se ha visto profundamente afectado por sus experiencias recientes, y que incluso ha adoptado una actitud revisionista ante algunos temas contemporáneos importantes: un conocido prelado del Vaticano hizo un juego de palabras al respecto: «Nos dice que le han puesto un
by—pass
. Ahora, parece que le han cambiado por completo el corazón».
»Como de costumbre, es difícil obtener datos concretos, pero ya ha habido dos cambios importantes. El Cardenal Antón Drexel, camarlengo o chambelán papal, se ha retirado a su propiedad rural. Se designor á un nuevo funcionario. Monseñor Malachy O’Rahilly, principal secretario privado del Pontífice, se aleja de Roma. Su lugar será ocupado por un inglés, monseñor Gerard Hopgood.
»Para las personas corrientes como ustedes y yo, éstos son temas eclesiásticos, importantes sólo para ese extraño mundo célibe de «los que se han convertido en eunucos por el bien del Reino del Cielo». En realidad, es muy posible que sean presagios de acontecimientos más trascendentes en esta organización de carácter mundial.
»Los organismos más importantes de la burocracia de la Iglesia Romana son las congregaciones, que funcionan como los Departamentos de la burocracia estatal común en todos los países. Pero a diferencia de estas burocracias, las congregaciones romanas están organizadas de acuerdo con lo que podría denominarse un sistema de estructuras interconectadas. Así, los mismos nombres aparecen en distintos cargos. El Cardenal secretario de Estado dirige el Consejo de Asuntos Públicos de la Iglesia. Un alto funcionario de este Consejo también es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El mismo personaje ocupa un lugar en la Congregación de Obispos. De modo que sustituir a un funcionario importante es como tirar de un hilo en un bordado: la trama entera puede desenredarse ante los asombrados ojos del espectador.
»Por lo tanto, el observador de la escena romana tiene que interpretar, no sólo lo que parece estar sucediendo, sino lo que sucede en realidad. Me parece difícil creer que un hombre tan adherido a sus ideas como León XIV se comprometa a suavizar los actuales rigores. Sin embargo, él no puede dejar de observar que la Iglesia está sangrando por todos los poros, el de la gente, el de los clérigos e incluso el de los ingresos financieros.
»Las finanzas vaticanas se encuentran en un estado caótico. La institución soporta un déficit de por lo menos cincuenta millones de dólares anuales. Afronta constantemente los aumentos del costo de la vida y las depreciaciones de la moneda en todos los países del mundo. Nunca ha logrado recuperarse de los lamentables escándalos de una etapa reciente. Las donaciones de los fieles se han reducido notablemente. El informe completo de una firma internacional de auditores, encargado por el actual Pontífice, será entregado en poco tiempo. No se espera que ofrezca muchas esperanzas de una mejora inmediata.
»Ahora incluiremos referencias más amables, ya que no más felices. Parece probable que el profesor Sergio Salviati, cirujano de Su Santidad, pierda los servicios de su colega muy respetada, la señora Tove Lundberg, que desempeña el papel de consejera de los pacientes cardíacos. La señora Lundberg ha salido de Roma con su hija Britte para pasar unas largas vacaciones en Dinamarca.
»Matt Neylan, hasta hace poco monseñor Matthew Neylan, de la Secretaría de Estado del Vaticano, y ahora un hombre de los círculos sociales de esta ciudad, acaba de firmar un contrato de seis cifras, que triplica el compromiso de escribir dos libros para un editor norteamericano. Tema: las personalidades y la política de la Secretaría de Estado del Vaticano… Como Matt Neylan ha cortado todos los vínculos, no sólo con el sacerdocio, sino con la Iglesia Católica, el libro puede ser una inversión interesante tanto para los editores como para los lectores.
»Una última observación (una palabra de advertencia a los turistas que llegan a Roma en otoño). La
Guardia di Finanza
ha iniciado una nueva ofensiva contra las drogas en esta ciudad. Esta semana parece concentrar su atención en los clubes nocturnos más caros. El último inspeccionado con un peine fino ha sido el Alhambra, un lugar lujoso y caro que está cerca de Via Véneto. El local es muy frecuentado por hombres de negocios árabes y japoneses, y sus espectáculos de varieté son tan caros como tolera la clientela. Se interrogó a los clientes, sin molestarles demasiado; pero el personal soportó una inspección rigurosa, y la empleada del puesto de cigarrillos ha sido detenida. Los informes más recientes dicen que todavía están interrogándola…»
—¡Están jugando con nosotros! —Omar Asnan estaba furioso, pero su cólera se disimulaba con una calma glacial—. Esa mujer, Lundberg, salió de Roma en un vuelo de Aer Lingus con destino a Dublín. Nuestros contactos en el aeropuerto la identificaron, lo mismo que a su hija, que fue llevada al avión en una silla de ruedas. Miriam Latif fue devuelta a los padres, después de un lavado de cerebro y de atiborrarla de drogas psicotrópicas. El allanamiento del Alhambra fue una cortina de humo para molestar e intimidar. ¡La muchacha del puesto de cigarrillos nunca ha vendido nada más fuerte que tabaco! Mi criado informa que hubo dos visitas de la compañía de electricidad, para controlar el contador y la caja de fusibles… Después, recibí una llamada del Vaticano. Mi visita guiada fue cancelada porque monseñor Tabni cayó enfermo de gripe. Para coronar todo esto, mi amigo el señor Matt Neylan se ve obligado a salir súbitamente de la ciudad, pero considera necesario telefonearme, precisamente a mí, un hombre con quien pasó sólo una noche en el curso de su vida… Ese detalle me molestó como una picadura de mosquito, hasta que decidí llamar de nuevo al aeropuerto. Y entonces descubrí que el señor Matt Neylan partió en el mismo vuelo que la señora Lundberg y la hija. —Se interrumpió y miró a los tres hombres que estaban con él en el asiento trasero de la limusina, estacionada en un camino de tierra de los bosques de pinos próximos a Ostia—. Amigos, la conclusión es evidente. Intentan empujarnos a una trampa, como esas que los pescadores de atún usan frente a las costas. Es como un laberinto. El pez entra pero no puede salir. Y se mueve de aquí para allá esperando la matanza.
—¿Qué haremos al respecto?
—Renunciar —dijo serenamente Omar Asnan.
—¿Abandonar el proyecto?
—No. Subcontratarlo.
—¿Con quién?
—Estoy investigando las posibilidades.
—Tenemos derecho a saber.
—Lo sabrán en el momento adecuado. Pero como yo garantizo la operación reclamo el privilegio de organizaría de acuerdo con mis propias condiciones. Además, si secuestran a uno cualquiera de ustedes como hicieron con Miriam Latif, los cuatro, y el propio plan, correrán peligro.
—¿Sugiere que usted resistiría más que nosotros?
—De ningún modo. Sólo que soy el último a quien intentarán secuestrar. Nos conocen a todos gracias a Miriam; pero yo soy el más conocido (dónde vivo, dónde trabajo, mis cuentas bancarias, y el hecho importante que aquí estoy ganando mucho dinero y no abandonaré el país). De modo que confíen en mí, caballeros, y feliz viaje a Túnez. Los dejaremos en Ostia. Desde allí, un taxi puede llevarlos al aeropuerto.