Tom Canty vivió hasta edad muy avanzada, un apuesto viejo, de pelo blanco, de grave y benévolo aspecto. Mientras vivió, se le rindieron honores; también fue reverenciado, porque su singular y sorprendente traje recordaba a las gentes que «en su tiempo había sido rey»; y así, doquiera que sé presentaba, la gente se apartaba para abrirle paso, susurrando unos a otros: «Quitaos el sombrero; es el “Protegido del Rey”», y así saludaban, y obtenían a cambio una amable sonrisa, y la valoraban, también, porque la suya era una honorable historia.
Sí; el rey Eduardo VI vivió pocos años, pobre niño, pero los vivió dignamente. Más de una vez, cuando algún gran dignatario, algún importante vasallo de la corona, argumentaba en contra de su lenidad, y alegaba que alguna ley que se proponía enmendar era lo bastante benigna para su objeto y no ocasionaba sufrimiento u opresión de gran importancia a nadie, el joven rey volvía hacia él la triste elocuencia de sus ojos espléndidamente compasivos y respondía:
—¿Qué sabes tú de sufrimiento y opresión? Yo y mi pueblo sabemos; pero tú no.
El reinado de Eduardo VI fue singularmente misericordioso para aquellos duros tiempos. Ahora que nos despedimos de él, tratemos de conservar esto en la memoria, en su honor
[14]
.
[1]
La indumentaria de los asilados en el Hospital de Cristo se trataba en realidad de un traje copiado del que usaban las habitantes del Londres de aquella época, cuando un largo gabán azul era la vestimenta corriente de los aprendices y de dos criados, y se usaban por lo general medias amarillas. El gabán se ajustaba al cuerpo, pero tenía mangas holgadas, y bajo todo ello se llevaba un chaleco sin mangas, de color amarillo; y la cintura se delineaba con un cinturón de cuero rojo. El chaleco se cerraba con un alzacuello, y la indumentaria se completaba con una gorra plana, del tamaño de un plato de postre.
Timbs
,
Curiosidades de Londres
.
[2]
Según parece, el Hospital de Cristo no fue fundado originalmente como escuela; su finalidad era la de rescatar a los niños de las calles, darles techo, alimentación, vestido, etc.
Timbs
,
Curiosidades de Londres
.
[3]
La Condena Del Duque De Norfolk:
El rey iba acercándose ya a su fin; y con temor de que Norfolk escapase de sus manos, envió una notificación a la Cámara de los Comunes, en la cual les manifestaba su deseo de que se apresurase el decreto, alegando que Norfolk gozaba de la dignidad de conde-mariscal, y se hacía necesario nombrar a otro que pudiese desempeñar tal cargo en la ceremonia de la proclamación de su hijo como Príncipe de Gales.
Hume
,
Historia de Inglaterra, vol. III, p. 307
.
[4]
No fue sino a fines de este reinado (Enrique VIII), cuando cualquier tipo de ensalada, ya fuese de zanahorias, nabos u otra variedad de legumbres de ese género, se produjo en Inglaterra. Las pocas legumbres que se usaron antes de aquel periodo eran importadas de Holanda y Flandes. La reina Catalina, cuando deseaba una ensalada con aquellos elementos, se veía obligada a enviar un correo a esos lugares para poder obtenerlas.
Hume
,
Historia de Inglaterra, vol. III, p. 314
.
[5]
Pena De Muerte Para Norfolk:
La Cámara de los Pares, sin interrogar al prisionero, sin proceso o evidencia, decreto la pena de muerte en su contra y la pasó a la Cámara de los Comunes… Estos serviles representantes del pueblo obedecieron las indicaciones de su rey; y éste, habiendo firmado el asentimiento real del documento presentado a la gran comisión, dio órdenes para que Norfolk fuese ejecutado en la mañana del 29 de enero (el día, siguiente).
[6]
La Copa Del Amor:
La copa del amor, y las curiosas ceremonias que se observaban al beber de ella, son anteriores a la historia de Inglaterra. Parece que todo ello es importación danesa. Hasta donde pueda saberse, la copa del amor siempre se ha bebido en los banquetes ingleses. La tradición nos relata la ceremonia de esta mera: en los tiempos primitivos, se tenía gran cuidado de que las dos manos de ambos bebedores estuviesen ocupadas; mientras el suplicante pedía el amor y la fidelidad a la amada, ella aprovechaba la oportunidad para clavarle un puñal.
[7]
La Salvación Milagrosa Del Duque De Norfolk:
Si Enrique VIII hubiese vivido unas horas más, su orden para la ejecución del duque de Norfolk se hubiera llevado a cabo. «Pero al llegar a la Torre la noticia de que el rey había expirado aquella noche, el lugarteniente difirió el obedecer el decreto; y el consejo no juzgó conveniente que comenzase un nuevo reinado con la muerte del más prominente noble del reino, que había sido condenado por una sentencia tan injusta y tiránica.»
Hume
,
Historia de Inglaterra, vol. III, p. 307
.
[8]
El «Niño De Azotes»:
Jáime I y Carlos II tuvieron niño de azotes cuando eran pequeños, para que soportasen los castigos en su lugar cuando no sabían bien las lecciones; por eso me he aventurado a proporcionar uno a mi pequeño príncipe para mis propios propósitos.
[9]
Durante el reinado de Enrique VIII, los envenenadores eran, por ley del parlamento, condenados a ser hervidos hasta morir. Esta medida fue abolida en el reinado siguiente. En Alemania, aún en el siglo XVII este espantoso castigo se aplicaba a los monederos falsos y a todo falsificador. Taylor, el Poeta del Agua, describe una ejecución que presenció en Hamburgo, en 1616. El jurado dio su veredicto en contra de un monedero falso y se pronunció porque se le «hirviese en aceite hasta morir: no que se le lanzase de una sola vez al aceite hirviendo, sino que sujeto a una especie de pértiga, con una cuerda pasada baja los brazos, se le hiciese sumergir poco a poco en el aceite; primero los pies, luego las piernas, y así hasta quemar todo el cuerpo, desprendiéndose la carne de los huesos».
Dr. J. Hammond Trumbull
,
Las Leyes Azules, falso y verdadero
.
El Famoso Caso De Las Medias: Una mujer y su hija, de nueve años, fueran ahorcadas en Huntingdon por haber vendido sus almas al diablo, desencadenando una espantosa tormenta ¡al quitarse las medias!
Ibid., p. 20
.
[10]
Un rey tan joven y un campesino tan ignorante podían equivocarse y esto es un ejemplo. Este campesino sufría el peso de una ley por anticipado; el rey mostraba su indignación contra una ley que todavía no existía: porque este odioso estatuto se creó precisamente durante el reinado del pequeño rey. Sin embargo, sabemos, por lo humano de su carácter, que nunca pudo ser sugerido por él.
[11]
Pena Por Pequeñas Raterías:
Cuando Connecticut y New Haven forjaban sus primeros códigos, la ratería que sobrepasase el valor de doce peniques era considerada en Inglaterra como un crimen capital; como había sido desde la época de Enrique I.
Dr. Hammond Trumbull
,
Las Leyes Azules, falso y verdadero, p. 17
.
En el antiguo y curioso libro titulado
El pícaro inglés
, se asienta como límite al robo trece peniques y medio, siendo el castigo la pena de muerte para cualquiera que robase algo «con valor superior a trece peniques y medio».
[12]
En muchos géneros de robos la ley expresamente suprimió la inmunidad del clero: Robar un caballo, un halcón o una tela de lana del tejedor era motivo para ser colgado. También el matar un venado en los bosques del rey, o el exportar ovejas del reino.
Ibid., p. 13
.
William Prynne, un letrado jurista, fue sentenciado (mucho después del reinado de Eduardo VI) a perder las dos orejas en el cepo, a la expulsión de la Barra, a una multa por tres mil libras y a prisión perpetua. Tres años más tarde incurrió en un nuevo delito al publicar un panfleto contra la jerarquía. De nuevo se le procesó y fue sentenciado a perder lo que quedaba de sus orejas, a pagar una multa de cinco mil libras, a ser marcado en ambas mejillas con las letras S. L. (Sedicioso Libelista), y a permanecer encarcelado de por vida. La severidad de esta sentencia fue igualada por el salvaje rigor de su ejecución.
Ibid., p. 12
.
[13]
Hospital De Cristo O Escuela Del Gabán Azul «Más Noble Institución Del Mundo»:
El terreno sobre el cual se erigió el Priorato de los Frailes Franciscanos fue otorgado por Enrique VIII al municipio de Londres (que destinó esa institución a hogar para niños y niñas pobres). Después, Eduardo VI ordenó la reparación adecuada del viejo priorato, y fundó el noble establecimiento llamado el
Blue Coat School
, o
Christs Hospital
, para la educación y sustento de huérfanos e hijos de personas indigentes… Eduardo no lo dejó (al obispo Ridley) que abandonase su cargo sin antes haber escrito una carta (al alcalde), y luego le ordenó que fuese él mismo quien la entregase, e insistiese sobre su especial requerimiento y orden, en cuanto a que no se perdiese el tiempo en señalar lo que fuera conveniente, e informándolo a él de los trámites. La obra fue realizada con gran celo, tomando parte en ella el mismo Ridley, y el resultado fue la fundación del
Hospital de Cristo para la Educación de Niños Pobres
. (El mismo rey patrocinó otras obras de caridad en aquellos tiempos). «Señor Dios», solía decir, «te doy gracias de todo corazón por haberme permitido vivir hasta hoy, y, así, haber podido terminar esta obra para mayor gloria de tu nombre». Aquella vida inocente y ejemplar se iba aproximando rápidamente a su fin y pocos días más tarde rindió el espíritu a su Creador, rogando a Dios que defendiese al reino del poder del Papado.
J. Heneage Jesse
,
Londres, sus personajes y lugares famosos
.
En el Gran Salón hay un retrato del rey Eduardo VI sentado en su trono, con manto escarlata y ornado de armiño, sosteniendo el cetro en su mano izquierda y presentando con la derecha el cabildo al alcalde arrodillado. A su lado se ve en pie al Canciller, sosteniendo los sellos, y junto a él están otros dignatarios de Estado. El obispo Ridley, arrodillado ante el, con las manos levantadas, como suplicando la bendición del acontecimiento; mientras los regidores y concejales, junto con el alcalde, permanecen arrodillados a ambos lados, ocupando el segundo término del cuadro; y por último, en primer término, aparecen dos filas de niños, a un lado, y de niñas, al otro; bajo la mirada del maestro y la matrona, dos de ellos, niño y niña, se han adelantado de sus filas respectivas, y, arrodillados, elevan las manos ante el rey.
Timbs
,
Curiosidades de Londres, p. 98
.
El Hospital de Cristo, por una vieja costumbre, posee el privilegio de dirigirse al soberano, cuando llega a la ciudad, para que comparta la hospitalidad del Cabildo de Londres.
Ibid
.
El Salón de Banquetes, con su gran antesala y su galería del órgano, ocupa todo el piso, de 187 pies de largo, 51 pies de ancho y 47 pies de altura: Está iluminado por nueve grandes ventanas de vidrio emplomado en el lado sur, es decir, hacia Westminster Hall, el recinto más noble de la metrópoli. Aquí los niños, ahora en número aproximado de 800, toman sus alimentos, y aquí también tienen lugar las «colaciones públicas», en las cuales se admite a los visitantes por medio de boletos emitidos por el tesorero y por los gobernadores del Hospital de Cristo. Las mesas están provistas con queso servido en recipientes de madera, cerveza escanciada en odres de cuero en vasijas también de madera, y abundante pan traído en grandes cestos. El cortejo oficial hace su entrada, el alcalde o presidente, toma asiento en la silla principal, construida con madera de roble, procedente de la Iglesia de Santa Catalina, situada junto a la Torre. Se canta un himno acompañado por el órgano; un
grecian
o muchacho principal lee las oraciones desde el púlpito, impuesto el silencio por medio de tres golpes de un
mollete
. Después de las oraciones, comienza la comida, y los visitantes desfilan entre las mesas. Al final, los muchachos retiran las canastas, los recipientes del queso, los odres, las vasijas y los candeleros, y desfilan en procesión, haciendo reverencias muy formales al gobernador. Este espectáculo fue presenciado por la reina Victoria y el príncipe Alberto en 1845.
Entre los más eminentes niños del Gabán Azul, se cuentan Joshua Barnes, editor de Anacreonte y Eurípides; Jeremiah Markland, crítico notable, especialmente de literatura griega; Camden, el anticuario; el obispo Stillingfleet; Samuel Richardson, el novelista; Thomas Mitchell, el traductor de Aristófanes; Thomas Barres, durante muchos años editor del Times de Londres; Coleridge, Charles Lamb y Leigh Hunt.
No se admite a ningún niño menor de siete años, o mayor de nueve, y ningún niño puede permanecer en el colegio después de los quince años, excepto en los casos de los «Niños del Rey» y de los
Grecians
. Existen cerca de 500 gobernadores, a cuya cabeza están el Soberano y el Príncipe de Gales. Para obtener el título de gobernador se requiere un pago de 500 libras. Timbs, Curiosidades de Londres, p. 97.
[14]
Nota General:
Uno oye mucho de las «odiosas Leyes Azules de Connecticut» y por lo general experimenta un piadoso escalofrío cuando se las menciona. Existen gentes en América —¡y aun en Inglaterra!— que piensan fueron un monumento de malignidad, falta de compasión e inhumanidad; sin embargo, en realidad fueron el primer paso para hacer desaparecer las atrocidades judiciales que el mundo civilizado presenció hasta entonces. Este humano y bondadoso código de las Leyes Azules, de hace doscientos cuarenta años habla por sí mismo, con siglos de leyes sanguinarias antes de su existencia, y casi un siglo y tres cuartos de sangrienta legislación inglesa, después de él.
Nunca existió una época bajo las Leyes Azules o bajo otras en que más de catorce delitos fuesen castigados con la pena de muerte de Connecticut. Pero en Inglaterra, aún recuerdan hombres sanos de cuerpo y mente que el número de delitos castigados con la pena de muerte llegaba a doscientos veintitrés. Vale, pues, la pena conocer estos hechos y meditar sobre ellos. Véase:
Dr. I. Hammond Trumbun
,
Las Leyes Azules, falso y verdadero, p. 11
.