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Authors: Neal Stephenson

Tags: #Ciencia-Ficción

Reamde (33 page)

BOOK: Reamde
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—¡A la fortaleza! —gritó. Y al volverse hacia un fantasma que de pronto había atisbado por el rabillo del ojo, cercenó del grueso cuello la bestial cabeza de un Wraq con un movimiento casi casual de la hambrienta hoja.

Este libro (el Volumen 11 de
Los Orígenes de T’Rain: Crónicas de los Escindidos: La Magia Olvidada
), y los muchos otros como él, tenían que ser entendidos como puesta en práctica por parte de Devin de una mitología mundial general que había sido esbozada en el dorso de una servilleta por Don Donald después de un almuerzo de cinco horas con Richard y Plutón, bien cargado de líquidos, en lo que Richard consideraba ahora como los buenos tiempos de la compañía.

El plan original era que solo iba a ser para que Richard y D-al-cuadrado empezaran a conocerse, ya que las reuniones serias tendrían lugar más tarde. Pero D-al-cuadrado acabó pasando de cero a mil kilómetros por hora con dos pintas de cerveza. Richard tendría que haberlo previsto. Pero no tenía ni idea, en aquellos días, de cómo trabajaban de verdad tipos como Don Donald y Devin Skraelin. Había supuesto que debían ser como ingenieros, en el sentido en que había que tener montones de reuniones con ellos y explicar el problema con presentaciones en PowerPoint y tener reuniones evaluadoras preliminares y follones contractuales antes de que ellos empezaran a poner manos a la obra.

Richard recogió a Don Donald en Sea-Tac y lo llevó hasta su hotel en el centro, suponiendo que querría descansar al menos un día para recuperarse del jet lag o lo que fuera, pero acabó dejando su Land Cruiser al servicio de aparcamiento y entrando en el restaurante del hotel con su invitado para «tomar un bocado», cosa que, después de que D-al-cuadrado advirtiera la fila de tiradores de cerveza que se proyectaban sobre la barra, mejoró a «una pinta», durante la cual Richard básicamente explicó toda la premisa del juego. Esto condujo a una segunda pinta durante la cual Don Donald, mostrando cero síntomas de jet lag o de embriaguez, consiguió captar completamente lo que identificó como el asunto central de interés, es decir, el código generador de terreno de Plutón, y se lanzó al tema tan intensamente que Richard se vio obligado a empezar a llamar por teléfono a Plutón y al final acabó enviando un taxi para que lo recogiera. La pinta número 3 se dedicó entera a conocer a Plutón (que bebió agua con gas). Después de una pausa para hacer un viaje al baño, dedicó las pintas números 4 y 5 a soltar una perorata de todo un esquema cosmogónico que o bien acababa de inventar o llevaba en la recámara por si alguien le pedía uno.

Durante la primera parte de esta proeza o como quisieras llamarla, Richard, un poco achispado, barajó la idea equivocada de que estaba escuchando el argumento de un libro que D-al-cuadrado ya había escrito. Pero Don siguió elaborando detalles a partir de lo que acababa de escuchar sobre T’Rain hacía solo diez minutos, lo cual obligó a Richard a reconocer, algo tardíamente y con cierta estupefacción, que D-al-cuadrado se lo estaba inventando todo sobre la marcha. Lo estaba haciendo. Ahora. A las 12.38 estaba esperando en la cola en Sea-Tac para que Seguridad Nacional le hiciera un escáner retinal y a las 2.26 estaba consumiendo pintas en el restaurante del hotel y haciendo el trabajo. El trabajo para el que le habían pagado. O más bien que proponían pagarle, ya que no había ningún acuerdo escrito.

Donald Cameron era una especie de operación de compras de una sola parada que suministraba la exégesis crítica de su propio trabajo mientras lo lanzaba al espacio a su alrededor.

—Habrán advertido que muchas si no la mayoría de las obras de la literatura fantástica giran en torno a objetos físicos, normalmente antiguos, imbuidos de un poder numinoso. Los anillos en la obra de Tolkien son el ejemplo más conocido.

Richard, ocultando la cara tras su pinta durante un momento, hizo una suposición plausible del significado de la palabra «numinoso» y asintió mostrando su acuerdo.

—Casi siempre hay un eslabón chtónico. El objeto-imbuido-de-poder-numinoso tiende a ser de origen mineral: oro, extraído quizá de una veta especial, o una joya de extraordinaria rareza, o una espada forjada de una estrella fugaz. Simplemente estoy describiendo —añadió D-al-cuadrado, haciendo chasquear los dedos— el pulp. Pero la enorme popularidad de, digamos, un Devin Skraelin, confirma el poder de estos motivos para llamar la atención del lector, hasta el nivel del cerebro reptiliano, incluso mientras el cerebro se marea.

—¿Quién o qué es Devin Skraelin? —preguntó Richard.

—Un colega que se ha distinguido por la pura vastedad de lo que sus amigos informáticos llaman el «output».

Richard miró su pinta y giró suavemente el vaso entre las palmas de sus manos, preguntándose cuánto material tendría que escribir una persona para ser considerado, nada menos que por Donald Cameron, como notablemente prolífico.

—Estaba usted diciendo algo sobre el origen mineral —dijo Plutón, alicaído y tal vez un poco ofendido por la digresión.

—En efecto, sí —dijo D-al-cuadrado—. Me atrevo a decir que es un arquetipo —se detuvo a tomar un trago—. Solo podemos especular sobre sus orígenes. ¿Por qué la serpiente es un arquetipo? Porque las serpientes han estado mordiendo a nuestros antepasados durante millones de años: lo suficiente para que nuestro miedo a ellas se haya soldado en nuestros bulbos raquídeos por los procesos de la selección natural.

Otro trago. Entonces se encogió de hombros.

—Los homínidos llevan haciendo herramientas de piedra desde mucho ante que existiera el
Homo sapiens
. Debieron advertir que algunos tipos de piedra hacían mejores herramientas que otros.

—El granito no se fractura del modo adecuado —concedió Plutón—. El tamaño del granulado...

—Incluso los trogloditas debieron de darse cuenta de que ciertos macizos de piedra permitían armas maravillosamente efectivas.

—¡Sobre todo los trogloditas! —le corrigió Plutón.

—Para ellos debía de ser una observación corriente del mundo natural, no tan antigua como «las serpientes son peligrosas», pero lo suficientemente antiguas para haber jugado algún papel en los procesos de la selección natural que condujeron al desarrollo de la conciencia humana. A la cultura. Y, en términos generales, a la literatura.

Richard estaba más que contento de estar allí sentado escuchando. Era la reunión de trabajo más extraña de su carrera hasta el momento, incluso utilizando una definición flexible de «trabajo», y vio que era buena.

—El tema es que funciona —dijo Don Donald—. Pones una gema mágica en una historia y atrapas al lector. Esto se puede hacer con toda la desvergüenza, o con más o menos habilidad, según los gustos y talentos del autor. Yo diría que Tolkien lo hizo bien al colocarle encima una historia sobre el bien y el mal. El objeto numinoso mineral es ahora también una tecnología: ha sido imbuido con poder por una voluntad sentiente que posee algún tipo de magia arcana. Solo puede deshacerse exponiéndola a cierto proceso geológico que, al ser geológico es anterior y tiene precedencia sobre cualquier obra de la cultura.

Don Donald estaba claramente acostumbrado a dirigirse a gente cuya única forma de responder era asintiendo religiosamente y tomando notas. En otras palabras, no hacía muchas pausas en su testimonio para permitir ninguna discusión. Por el momento, eso estaba bien, ya que así Richard podía pensar mejor.

—Si he comprendido correctamente a su compañía y su tecnología, poseen un control de los parámetros geológicos de su mundo que sobrepasa al de cualquier competidor. Parece el paso natural y obvio, entonces, capitalizar esto creando o proporcionando una capacidad para la creación de objetos numinosos de origen mineral.

—OBNUMS —acuñó Plutón.

D-al-cuadrado pareció sorprendido hasta que lo pilló.

—Entre los frikis informáticos —intervino Richard—, el sonido atractivo del acrónimo es más importante que la existencia de aquello a lo que se refiere.

—Entonces podría ser útil —dijo D-al-cuadrado— erigir una (ejem) historia cultural sobre esa base geológica. Las culturas tendrían artesanos, metalúrgicos, gemólogos, etcétera, que crearía el... er... OBNUM que presumiblemente sería de importancia central para el juego.

—Estuve pensando en la formación de la luna el otro día —dijo Plutón.

—Plutón, ¿te importaría abundar en lo que acabas de decir, ya que no lo entiendo? —pidió Richard.

—Hay una teoría que dice que la luna se formó cuando la joven Tierra fue golpeada por algo enorme, casi de tamaño planetario. No sabemos adónde fue esa cosa —se encogió de hombros—. Es raro. Cabría pensar que si nos golpeó algo tan grande para desgajar la Luna, estaría todavía por alguna parte, orbitando el Sol. Pero estaba pensando... ¿y si cayó luego a la Tierra y se fundió con ella?

—¿Qué? —preguntó Richard.

—Sería una situación muy extraña —dijo Plutón. Señaló al cielo a través de la ventana del restaurante—. Un trozo de la Tierra está ahí arriba. Desgajado. Separado para siempre. No volverá.

Entonces bajó el dedo y señaló al suelo.

—Mientras que dentro de la Tierra hay material extraterrestre. Material que no pertenece. El residuo de la cosa que nos golpeó y dividió el mundo.

A Richard le preocupó que D-al-cuadrado encontrara incomprensible a Plutón y que toda la entrevista fuera una larga serie de atroces pasos en falso. Pero, quizá porque Cameron vivía y cenaba con picados de la Premier League en Cambridge, parecía perfectamente tranquilo con el desgreñado demiurgo de Alaska. O se sintió fascinado por la idea de Plutón, o hizo un encomiástico esfuerzo por fingir fascinación, no importaba cuál fuera.

—¿Cree que este planetesimal alienígena permanece intacto y oculto bajo la superficie?

—En el fondo, un gran pedazo podría estar intacto —dijo Plutón—, pero una parte se habría fundido y dispersado por los ríos de magma. Pero no disuelto. Se manifestaría en la superficie de T’Rain como yacimientos de minerales especiales y demás.

—¡Naturalmente! —dijo Don Donald—. Y las culturas que surgieron en la superficie del planeta, desconociendo los hechos geológicos, aprendieron a reconocer las propiedades especiales de esos minerales, fueran cuales fuesen.

—Si la física del planetesimal fuera diferente, quizá porque atravesó un agujero de gusano de otro universo o algo, entonces eso proporcionaría la base para lo que llamamos magia —dijo Plutón—, y los metalúrgicos, o lo que sea, que aprendieron a explotarla se convertirían en alquimistas, fabricantes de pociones, hechiceros...

—Y estarían muy ocupados fabricando montones de OBNUM —intervino Richard, por si acaso lo estaba pasando por alto. Porque había jugado lo suficiente para saber que OBNUM equivalía a propiedad virtual valiosa que era igual a flujo de dinero para la Corporación 9592—. Creo que mi trabajo aquí ha terminado —dijo, poniéndose en pie por el siempre seguro método de borracho de apoyarse contra una pared mientras estiraba las piernas—. Les dejaré para que resuelvan los detalles.

No por primera vez, la futura supervivencia y prosperidad de la compañía estaba asegurada en la memoria de Plutón. Después de hablar con D-al-cuadrado durante otro par de horas, se fue a casa y lo anotó todo en un documento emacs titulado «eso.txt», que más tarde cambió a «eso.docx», y a partir de ahí fundó un linaje de documentos más discursivos y páginas wiki, y un proyecto y luego un departamento que se llamaron todos «eso» hasta que una de las gestoras profesionales que habían empezado a infiltrarse en la compañía alzó las cejas y todo tuvo que ser renombrado Dinámica de Narrativa. Y su primera iniciativa importante fue contratar a Devin Skraelin.

La esencia de «eso», como Richard descubrió mucho más tarde (era un gran creyente en delegar responsabilidades en gente que se preocupara realmente por ellas), era que la biosfera t’rainiana albergaba dos tipos distintos de ADN, uno hecho exclusivamente de elementos originales de T’Rain, el otro mezclado con restos de material del planetesimal engullido y por tanto imbuido de «magia», donde «magia» era ahora un subterfugio social inventado por las razas sentientes de T’Rain para explicar las diferentes físicas que gobernaban los átomos extraños. Algunas especies estaban hechas completamente del ADN mundano, algunos eran híbridos con un poco de material alienígena, y muy pocos estaban hechos de material alienígena al cien por cien y por tanto tenían cualidades de ángel/demonio/dios, aunque tenían problemas para reproducirse ya que era difícil encontrar la suficiente biomasa para el tipo adecuado de material.

Naturalmente era mucho más complicado de lo que parecía; y no pasó mucho antes de que hubiera que dibujar tablas y diagramas de árbol para llevar la cuenta, pero esta era la esencia de eso.docx, que, en su encarnación completa de 9,7 megabytes, habían entrado a Devin cuando lo convirtieron en el primero, y el último, escritor residente.

—¿Cómo le va a Zula? —preguntó Richard, intentando iniciar una conversación con Plutón. Estaban sobre las Grandes Llanuras ahora y supuso que su compañero de viaje tendría menos que mirar.

—Hace unos cuantos días que no la veo —respondió Plutón, sin apartar los ojos de la ventanilla. Tal vez los meandros del Platte habían llamado su atención.

De modo que la maniobra había fracasado. Richard consideró sus opciones. Otra gente quería ponerse sentimental sobre los viejos tiempos, pero lo bueno de viajar con Plutón era que solo se preocupaba por ti mientras le resultaras interesante. De ese modo te mantenía alerta. Ningún aspecto de la relación podía ser falsificado cuando se forjaba nuevamente de un momento a otro.

—Quería decir cómo está haciendo el trabajo —dijo Richard.

—Tan bien como puede hacerlo cualquiera dada la naturaleza del problema —dijo Plutón, mirando finalmente en la dirección de Richard durante una fracción de segundo.

Durante la fase titánica del desarrollo del juego, cuando creaban grandes partes del mundo y la historia de un día al siguiente, Richard había presionado a Plutón, mucho, para que les suministrara material incluso antes de que estuviera «preparado», lo cual, para Plutón, significaba que cada milímetro cúbico de materia sólida del mundo tenía que tener un trasfondo detallado que se extendía a cuatro mil quinientos millones de años. La diligencia de Plutón en este y otros asuntos se había convertido en un cuello de botella que retrasaba un valor de millones de dólares en el trabajo de los otros colaboradores. Richard había exigido a Plutón que suministrara mapas que estipularan la localización de ciertas vetas de mineral y yacimientos de gemas por decreto. En una reunión de catorce horas, cuyo recuerdo aún provocaba palpables escalofríos de horror por la columna vertebral de Plutón, Richard dibujó a mano en una pizarra blanca los depósitos minerales. Luego utilizaron fotos de la pizarra para generar los mapas empleados en el juego. Gran parte del trabajo de Plutón desde entonces había sido en la recién creada disciplina de Tectónica Teleológica, lo que quería decir que empezó con los mapas de Richard y luego pasó hacia atrás las simulaciones tectónicas y del flujo de mapas a tiempo para que todo pudiera ser unido a una narrativa de la lava que tuviera sentido para Plutón. Este proyecto estuvo esperando en segundo plano durante varios años y solo recientemente llegó al lugar donde podían emplearse recursos informáticos serios. Ese trabajo recayó en Zula. «La naturaleza del problema» era Plutón recordándole a Richard que él había sido el origen de dicho problema.

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