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Authors: David Sherman & Dan Cragg

La prueba del Jedi (9 page)

BOOK: La prueba del Jedi
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—Este asunto es especialmente delicado... Será mejor que por ahora nadie se entere de nuestra reunión —respondió Palpatine, moviendo la cabeza—. Mientras hablamos, mis propios androides de seguridad están registrando el apartamento; tardaríamos algo más en revisar la seguridad de mi despacho. Si me disculpa, ahora tengo que hacer otras invitaciones.

La imagen se desvaneció antes de que pudiera preguntar quiénes eran los otros invitados. Rápidamente, Paige-Tarkin canceló sus compromisos, los cambió y pidió un medio de transporte.

La siguiente llamada fue para Mas Amedda. Como portavoz del Senado y leal seguidor del Canciller Supremo, Amedda era conocido por mantener la boca cerrada y el orden durante los debates del Senado. También había apoyado la asunción por parte de Palpatine de los poderes extraordinarios que consideraba necesarios para que el Canciller Supremo pudiera enfrentarse a la amenaza separatista. Palpatine sabía que podía contar con Amedda en esta crisis, y su ayuda sería incalculable cuando el inevitable debate llegase al Senado.

Después, Palpatine convocó a Jannie Ha'Nook, de Glithnos, miembro del Consejo de Seguridad e Inteligencia. Ha'Nook era una mujer que lo veía todo en términos de beneficios y pérdidas personales. Aunque desde una posición independiente, también había votado para que el Canciller Supremo obtuviera todos los poderes contemplados en el estado de emergencia.

El siguiente fue Armand Isard, director del Servicio de Inteligencia de la República, un hombre que sabía mucho, pero que decía poco.

Por fin, Palpatine llamó a Sate Pestage, organizador de la agenda del ejecutivo del Senado. Pestage era un maestro de la persuasión. Desde la asunción por parte de Palpatine de sus poderes extraordinarios, Pestage había tenido que convencer muchas veces a ciertos senadores recalcitrantes para que se pusiesen del lado del Canciller Supremo.

Con él, el Canciller Supremo Palpatine terminó de reunir a sus leales aliados para enfrentarse a sus enemigos.


El apartamento de Palpatine era cómodo, pero nada ostentoso, como correspondía a un frugal servidor público. Dado que los invitados no llegaron al mismo tiempo, entretuvo a los primeros con charlas intrascendentes hasta que todos estuvieron presentes. Una vez se saludaron y se sentaron, hizo una señal con la cabeza a Sly Moore, su ayudante administrativa. La mujer conectó el sistema de seguridad que proveía las medidas adicionales necesarias para que nadie más escuchara sus deliberaciones.

—Podemos empezar, señor —anunció.

—Me disculpo de nuevo por convocarles con tanta premura de tiempo —comenzó Palpatine mientras sus invitados terminaban de acomodarse—. Iré directo al grano. Una poderosa fuerza separatista ha capturado Praesitlyn. Una fuerza mucho menor, no perteneciente a nuestros ejércitos, de hecho, se ha opuesto a la invasión, pero el resultado final de esta intervención todavía es dudoso. Armand, infórmenos de los hechos que conocemos.

—Una fuerza invasora de la Federación de Comercio ha tomado Praesitlyn. No sabemos ni su tamaño ni su composición, pero debemos asumir que es muy grande y muy poderosa. Como han cesado todos los contactos con el planeta, podemos suponer que a estas alturas ya habrán tomado el Centro de Comunicaciones Intergalácticas. También debemos suponer que se preparan para utilizar el planeta como una plataforma de lanzamiento para nuevas incursiones en los Mundos Centrales. Recibimos está información en un mensaje enviado por el comandante del ejército que ha mencionado el Canciller Supremo, el cual seguía a la flota invasora desde hace algún tiempo.

—¡Así que se trataba de esto! —gimió Paige-Tarkin, mirando al Canciller—. ¿Han hecho algún movimiento contra el sector Seswenna?

—No, que sepamos —respondió Palpatine—, pero tienen algún sistema para bloquear las transmisiones, así que todo es posible. Sabemos que han cercado Sluis Van con otra flota de unas ciento veinticinco naves de distintos tipos, en una evidente operación de contención, no de invasión inmediata. Debemos suponer que han consolidado su dominio sobre Praesitlyn, así que sí, senadora, luego irán a por Seswenna, mediante conversaciones o por la fuerza.

—Estamos haciendo demasiadas suposiciones. ¿Cómo sabemos todo eso? —preguntó Ha'Nook, mirando primero a Palpatine y después a Isard.

El Canciller hizo una señal con la cabeza a Isard para que continuase.

—Hemos recibido informes de este acontecimiento a través del capitán Zozridor Slayke.

—¿El pirata? —interrumpió Ha'Nook. Enroscó un mechón de pelo alrededor de uno de sus dedos y se mordió los labios mientras pensaba.

—Ya no —sonrió Palpatine—. Lo perdoné.

—E hizo bien —añadió Isard—. Porque ahora, su ejército y él, los Hijos e Hijas de la Libertad, como se llaman a sí mismos, son lo único que se opone a la fuerza separatista en Praesitlyn.

—¿Quién dirige a los invasores? —preguntó Ha'Nook.

—A través de otras fuentes, creemos que podría ser Pors Tonith, del Clan Bancario Intergaláctico —replicó Isard, sonriendo crípticamente. Miró a Palpatine, que le hizo una señal para que prosiguiera—. No sabemos mucho sobre Tonith, pero no es un cualquiera. Es conocido por su crueldad como financiero; suele derrotar a sus rivales aplicando una precisión y una determinación casi militares. Aparentemente, también ha tenido cierto éxito llevando a cabo operaciones militares. De todas formas, el último mensaje recibido de Slayke indicaba que iban a atacar.

—¿De qué fuerzas dispone? —preguntó Mas Amedda.

—No estoy segura de cuántos acorazados pesados tiene, pero estimamos que posee un ejército de unas cincuenta mil unidades.

—¡Grandes bolas de fuego! —exclamó Paige-Tarkin—. ¿Y piensa enfrentarse contra todo un ejército separatista con algo tan escaso como eso? ¡Increíble!

Los invitados se miraron unos a otros, incrédulos. Palpatine juntó los dos dedos índices, apoyando cuidadosamente la nariz en las puntas.

—La situación es desesperada —empezó—. Como ya saben, nuestras fuerzas operativas están desplegadas por toda la galaxia. No creo que el capitán Slayke sea capaz de repeler a los invasores, pese a sus obvias cualidades, su valentía y sus recursos. Sólo puede incomodarlos y retrasarlos. Y aunque tuviera éxito, no hay duda de que la Federación de Comercio planea enviar un ejército de refuerzo que asegure Praesitlyn.

—¿Por qué iban a tomar una medida tan desesperada ese Slayke y su ejército? —preguntó Ha'Nook.

Palpatine se encogió de hombros y sonrió antes de responder.

—Slayke es un idealista, un raro ejemplar en estos tiempos —volvió a sonreír e hizo un gesto vago, como dando a entender que gente como aquélla era incomprensible para él. Aclaró su garganta y cambió de postura—. Ya ven por qué he convocado esta reunión. No quiero dar a nuestros ciudadanos la impresión de que se toman decisiones precipitadas, pero esta tarde debemos actuar con rapidez. También es muy importante que nuestra gente comprenda la gravedad de lo sucedido y respalde completamente nuestro esfuerzo para recuperar el planeta y apoyar al capitán Slayke... o rescatarlo, de ser necesario. Necesito su ayuda porque todos ustedes son miembros influyentes y respetados de la República, y pueden convencer a los demás para que apoyen las medidas que tendré que tomar. Lo sé, lo sé, puedo enviar tropas a mi propia discreción, tengo poder para hacerlo, pero seguimos siendo una democracia y no quiero que se me acuse de utilizar métodos dictatoriales o de tomar decisiones influido por los críticos de salón. Dependo de ustedes para que convenzan a sus seguidores y representados de que actué en el mejor interés de la República, y de que no nos rendiremos ni dejaremos de luchar por la libertad a causa de un revés temporal.

—Yo añadiría que el ejército de Slayke no está compuesto por androides o clones —puntualizó Isard—. Todos sus soldados son voluntarios y, por tanto, muy motivados. Se lo harán pagar caro a Tonith, y con intereses..., y no pretendía ser textual.

—¿Con qué fuerzas podemos contar? —preguntó Ha'Nook.

—Apenas la guarnición de Centax Uno, unos veinte mil clones —dijo Palpatine, removiéndose en su silla y estirando las piernas—. Habrá que recurrir a ellos, son todo lo que tenemos a mano en estos momentos.

Centax Uno, la segunda luna de Coruscant, había sido transformada durante las primeras fases de la actual crisis en una base para operaciones militares.

—Canciller, ¿significa eso que nos quedaremos sin reservas para enfrentarnos a cualquier otra contingencia? —preguntó Ha'Nook—. ¿Y si necesitamos tropas aquí, en Coruscant? Creo que es un grave error estratégico.

Palpatine volvió a juntar los índices y no replicó durante lo que pareció una eternidad. Las demás permanecieron en silencio. Por fin, Isard se adelantó para hablar, pero el Canciller lo silenció con una simple mirada.

—Piense, senadora. Cuando los separatistas hayan consolidado su dominio sobre Praesitlyn y reforzado su guarnición allí, nunca seremos capaces de recuperar el planeta. En vez de tener ojos en ese sector tan vital, tendremos una daga apuntada directamente al corazón de la República. No hay elección. Debemos actuar y debemos hacerlo ahora.

—Canciller... —Ha'Nook se inclinó hacia delante con un dedo alzado para pedir la palabra—. Si ése es el caso, ¿por qué no se reforzó Praesitlyn en su debido momento?

—Un error mío —Palpatine se estremeció—. Acepto toda la responsabilidad por no prever ese acontecimiento.

—Tipoca City nos prometió una buena cantidad de refuerzos —señaló Isard.

—¿Cuándo estarán preparados? —cortó Ha'Nook.

—Dentro de dos o tres meses.

Ha'Nook resopló con fuerza y se dejó caer hacia atrás en su silla.

—Tendré que pensármelo, Canciller. Puede que se necesite una votación en el Senado. Al fin y al cabo, no podemos poner en peligro la seguridad de...

—Esperaba poder evitar todo eso, senadora —le interrumpió Palpatine—. Comprendo lo que quiere decir, pero en tiempos de crisis se tienen que tomar decisiones. Los líderes tienen que aceptar la responsabilidad de sus cargos y actuar con atrevimiento...

—¿Y sufrir las consecuencias del fracaso? —contraatacó Ha'Nook.

—Y aceptar las consecuencias, sí, senadora —replicó Palpatine.

Había esperado una reacción así de Ha'Nook. Hizo una señal casi imperceptible con la cabeza a Sly Moore, que había permanecido silencioso durante la conversación. Sólo el Canciller Supremo percibió su sonrisa.

—¿Y si lo consultamos con la almohada? Volveremos a hablar por la mañana.

—¿Y quién comandaría la expedición? —preguntó Paige-Tarkin. Palpatine se irguió, alisó sus ropas y le sonrió:

—Un Maestro Jedi.


Jannie Ha'Nook casi esperaba la llamada que recibió menos de una hora después de su reunión en la residencia de Palpatine. El hecho de que su comunicante utilizase una holomáscara para disfrazar su imagen tampoco la sorprendió. Era una táctica que se utilizaba con frecuencia en Coruscant, cuando los políticos, los representantes de los grupos de presión o los informadores deseaban mantener en secreto sus verdaderas identidades.

—¿Eres tú, Isard? —preguntó Ha'Nook, riendo.

—No soy Isard, senadora —contestó el comunicante con una voz grave, profunda, tan irreconocible como la imagen que bailaba ante los ojos de Ha'Nook.

—Bien, vaya directo al grano. Hace horas que no he comido nada.

—Soy su aliado, senadora —dijo la imagen—. Y deseo ayudarla.

—¿Cómo? —aquello podía ser interesante.

—Todo el mundo reconoce que usted es una persona llamada a mayores empresas que simples intrigas políticas. Puedo utilizar mi considerable influencia para acelerar su carrera en formas que no puede ni imaginar —su voz tenía una cualidad convincente, casi hipnótica.

—Siga.

Jannie enroscó un mechón del pelo alrededor del dedo índice y se mordió los labios en actitud pensativa. Cuanto más hablaba el misterioso comunicante, más mechones se enroscaban en su dedo.

—Van a producirse grandes acontecimientos en la galaxia. Acaba de volver de una reunión en la que se han discutido algunos de ellos.

—¿Cómo lo...? —pero Ha'Nook calló de inmediato.

Alguien los había estado espiando, por supuesto, pese a todas las medidas tomadas por el Canciller Supremo Palpatine para impedirlo. Aquello era moneda corriente en Coruscant y nadie podía evitarlo completamente. La seguridad absoluta nunca era posible del todo.

—La invasión de Praesitlyn sólo es una ola aislada en la vasta marea de la historia, senadora, y yo le ofrezco cabalgar sobre esa ola.

—Continúe, por favor —Ha'Nook empezaba a disfrutar de la conversación.

—Los acontecimientos que están teniendo lugar en el Sector Sluiss terminarán resolviéndose. Cuando lo hagan, la República necesitará que alguien vele allí por sus intereses. Permita que le sea franco: un nombramiento como embajadora plenipotenciaria resultaría muy provechoso para usted.

—Ah —jadeó Ha'Nook.

—Sí.

—¿Y puede conseguirme ese nombramiento?

—Sí.

—¿Cómo?

—Puedo. Pero, antes, necesito algo de usted.

—Sabía que llegaríamos a este punto.

Ha'Nook sonrió, pero en ese momento estaba más que intrigada por la conversación. Su mente no dejaba de dar vueltas. ¿Embajadora plenipotenciaria? Le parecía un buen cargo. Trabajar como simple senadora, por muy influyente que pudiera llegar a ser, acabaría siendo inmensamente aburrido si debía tratar diariamente con tonterías como las facturas por la mejora del sistema de cloacas de Coruscant o mantener infinitas discusiones sobre alguna estúpida resolución que garantizase la libertad religiosa de alguna especie primitiva en alguna remota bola de barro. Tras tanta dedicación a los asuntos de rutina de las sesiones senatoriales, hasta los temas importantes dejaban de emocionarla o excitarla. ¡Esta era su oportunidad para hacerse cargo de algo importante!

—El Canciller Supremo Palpatine le ha pedido apoyo para enviar tropas de refuerzo a Praesitlyn. ¿Puedo contar con usted, senadora?

—Sí —respondió ella sin dudarlo.

¿Qué diferencia puede suponer para mí?
, pensó,
¿y si la expedición de apoyo falla? ¿Y si los separatistas derrotan a la República? Si no puedo ser embajadora, de la República, podría ser una aliada de los separatistas
, Jannie Ha'Nook pensaba estar en el bando vencedor, fuera cual fuese el resultado de la guerra.

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