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Authors: David Sherman & Dan Cragg

La prueba del Jedi (10 page)

BOOK: La prueba del Jedi
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—¡Excelente! Si usted mantiene su apoyo al Canciller, yo mantendré mi promesa de recompensarla.

El transmisor se apagó.

Y en el otro extremo de la línea, Sly Moore sonrió. Había llegado el momento de enviar un mensaje al Consejo Jedi.

Capítulo 9

EI Jedi Nejaa Alción no tenía ni la menor idea de por qué le convocaba el Consejo Jedi de forma tan imprevista. Ya lo habían reprendido por su fracaso. ¿Y si el Consejo estaba dispuesto a reintegrarlo en su cargo, tras el largo período de ostracismo impuesto por el asunto
Thranta Escarlata
? Deseaba desesperadamente una oportunidad de redimirse y puede que esta convocatoria lo fuera.

Se plantó nervioso ante la entrada de la Sala del Consejo, atusándose pelo y barba y recomponiendo su aspecto. Le sudaban las palmas de las manos.
Estoy reaccionando como un padawan
. La idea le hizo sonreír. Se colocó adecuadamente la capa y entró en la sala.

Tal como recordaba de la última vez que se había presentado ante el Consejo Jedi, había once de sus doce miembros sentados formando un semicírculo. A través de los enormes ventanales podía ver un vasto panorama que mostraba toda la ciudad, con su perfil reducido a un tamaño minúsculo a causa de la distancia y de la increíble altura a la que se elevaba la Torre del Consejo. Por todo el horizonte revoloteaban una miríada de manchitas negras, aeronaves de todas clases y tamaños, ocupadas en los asuntos del vasto complejo metropolitano que era Coruscant Era un día claro y el sol brillaba por encima de toda la escena. Para Alción, aquella visión por sí sola merecía la visita a la Sala del Consejo, fuera cual fuese el mensaje a recibir. Se relajó.

—Bienvenido, Nejaa —saludó Mace Windu.

Alción le dedicó una reverencia.

—Desde que por última vez nos vimos —sonrió Yoda—, mucho tiempo ha pasado.

—Sí, Maestro. Demasiado.

—¿Estás bien, Nejaa? ¿Has descansado? —preguntó Adi Gallia.

—Estoy bien —y Alción repitió la reverencia.

—Tenemos una misión para ti —dijo Mace Windu, clavando una mirada escrutadora en Alción—. El Canciller Supremo Palpatine en persona te ha recomendado para esta tarea.

Alción intentó no mostrar sorpresa.

—N..., no conozco al Canciller en persona, pero me siento honrado de que deposite su confianza en mí, Maestro. ¿Po..., por qué me ha recomendado? —tartamudeó.

—¿No sabes por qué te ha recomendado el Canciller Supremo? —preguntó Mace Windu.

—No, lo desconozco.

Windu asintió, como si creyera que la respuesta negativa de Alción lo explicaba todo.

—¿Estás familiarizado con Praesitlyn, en el sector Sluiss? —preguntó abruptamente.

—Sólo sé que allí tenemos un importante centro de comunicaciones, pero nunca he estado.

Windu explicó con brevedad lo ocurrido. Alción escuchó con creciente entusiasmo; era una misión importante, y todo un honor que se la encomendasen.

—Estarás interesado en saber quién está al mando del ejército que se opone a los separatistas —dijo Windu cuando terminó de describir la situación y la misión.

—Sí, por supuesto. Sólo un Maestro Jedi se atrevería a intentar un contraataque como ése... A menos que tenga muchos deseos de morir.

—Jedi no es —apuntó Yoda, sonriendo ligeramente.

—¿No es un Jedi? —preguntó Alción, extrañado.

Los miembros del Consejo intercambiaron rápidas miradas.

—El hombre es Zozridor Slayke —dijo Mace Windu.

El silencio se apoderó de la Sala del Consejo Jedi. Después, Alción aclaró su garganta y asintió con la cabeza.

—El capitán Slayke es un buen soldado —dijo secamente.

Yoda sonrió, y los demás miembros del Consejo se relajaron.

—Bueno oírte decir eso es —apuntó Yoda.

Mace Windu habló rápidamente en tono seco, cortante, como si leyera un conjunto de órdenes.

—Nejaa Alción, recogerás unas tropas de refuerzo integradas por veinte mil clones y las trasladarás a Praesitlyn. Una vez allí, desembarcarás tu ejército, asumirás el mando de la fuerza combinada y destruirás el ejército de la Tecno-unión. Estás autorizado a disponer las fuerzas navales y terrestres según el plan de batalla que decidáis tu Estado Mayor y tú, y a cumplir con la misión de la forma más expeditiva y efectiva posible —hizo una pausa—. Puedes seleccionar tu propio Estado Mayor y designar a quien quieras para que sea tu segundo al mando. Tenemos poco tiempo. Desde aquí irás a Centax Uno, donde la flota se prepara para partir. Y efectuarás esa partida con la mayor celeridad posible.

—Me honráis encomendándome esta misión —aceptó Alción.

—¿Con ese tal Slayke colaborar podrás? Pese a que tu propia nave te robó, ¿ninguna animosidad hacia él sientes? —preguntó Yoda.

—No, Maestro Yoda —respondió Alción, haciendo otra profunda reverencia—. Slayke es un soldado inteligente y lleno de recursos. Yo fui excesivamente confiado y estúpido, y él explotó mi debilidad —terminó con una sonrisa—. Me alegra tenerlo como aliado y sé que, juntos, podremos aplastar a las fuerzas de la Tecno-unión.

—De nuestra Orden, Nejaa Alción, verdadero Maestro eres —admitió Yoda.

—¿Tienes a alguien en mente para que sea tu mano derecha en esta expedición? —preguntó Windu.

—Sí, Maestro. Anakin Skywalker.

¿Vio una sombra de sorpresa en los ojos de Windu? El formidable Maestro Jedi era, como siempre, difícil de escrutar. Todo lo que dijo fue:

—¿Por qué?

—Es valiente, tiene recursos y está preparado para un verdadero reto. Y está aquí, ahora, en la Estancia de las Mil Fuentes.

—Pero esta misión requiere comandantes Jedi, y Anakin tiene una experiencia muy limitada dirigiendo tropas —dijo Adi Gallia.

—Lo he observado —replicó Alción—. Y he hablado mucho con él. Ha estado estudiando tácticas de combate y antiguas batallas. Creo que está preparado.

—¿De Obi-Wan Kenobi su opinión has recabado? —intervino Yoda.

—Conozco a Obi-Wan..., y hemos hablado sobre Anakin. Me dijo que aún no había obtenido ningún mando simplemente porque no se había presentado la oportunidad, no porque no estuviera preparado.

—¿No hay nadie más disponible? —preguntó Adi Gallia.

—Estoy seguro de que hay más candidatos —respondió Alción. Tomó aliento antes de proseguir—. Quizás uno o dos de vosotros. Pero ¿y si se presenta otra emergencia, una que requiera la experiencia diplomática de un Jedi experto o alguna otra misión en solitario? ¿A quién enviarías entonces, si me llevo a alguien más experimentado y Anakin Skywalker es el único Jedi que queda disponible?

Windu estudió a Alción por un instante, y después asintió.

—Dejamos la elección de tus subordinados en tus capaces manos. Pero recuerda esto, Nejaa Alción: esta misión es tanto una prueba para ti como para el joven Anakin. Y, más importante todavía, es una prueba para la República. De su resultado puede depender el destino de toda la galaxia. Que la Fuerza te acompañe.


Anakin cerró los dedos de su mano prostética y contempló el puño que formaban. La prótesis que había reemplazado su brazo y su mano derecha era incluso mejor que su miembro original. Los dedos eran electrostáticamente sensibles al tacto. La interfaz que unía la prótesis a su sistema nervioso permitía que la máquina operase como una mano humana normal, y la unidad estaba activada por una célula de energía que no necesitaba recarga.
Si supiera que iba a funcionar igual de bien, también reemplazaría mí otro brazo
, pensó, haciendo una mueca. Si tan sólo estuviera recubierta de sintocarne....

A veces le molestaba el dolor fantasma de los inexistentes nervios de su mano perdida, pero ése sólo era otro más de los fantasmas que actualmente preocupaban a Anakin.

Se puso en pie. La gruta artificial donde le había citado Nejaa Alción era una de las muchas que albergaba en varios niveles todo el Templo Jedi. El banco en el que se había sentado estaba sombreado por las frondosas ramas de los árboles que crecían alrededor de la piscina formada por el agua de una cascada. Una luz neblinosa pendía sobre el estanque, condensándose sobre el camino donde se encontraba. En conjunto resultaba un lugar encantador, pero Anakin Skywalker no estaba de humor para lugares encantadores.

Caminó unos pasos por el sendero, frenó de improviso y volvió al banco. Se golpeó la palma de la mano izquierda con su puño derecho. Anakin sacudió la humedad que se había condensado en su capa. ¿Voces? Dio media vuelta. Dos padawan, un chico y una chica, se aproximaban por el sendero, ajenos a su presencia. Su conversación parecía muy animada, y de repente estallaron en carcajadas. Entonces se dieron cuenta de la presencia del Jedi ante el banco que era obviamente su destino, y se detuvieron.

—Oh. Lo siento, señor —se disculpó el chico—. No sabíamos que hubiera alguien —la chica sonrió, nerviosa. Ambos sabían quién era Anakin.

Viendo a la chica de cerca, a Anakin le recordó dolorosamente a Padmé.

—Estoy aquí por asuntos del Consejo Jedi; espero que me perdonéis.

No era exactamente una mentira: Alción estaba reunido con el Consejo, así que cualquier noticia que tuviera para Anakin estaría relacionada con ello... más o menos. Pero su frustración ante el inesperado recordatorio de su esposa debió de ser demasiado evidente en su tono de voz, porque la cara del joven enrojeció.

—Lo siento, señor, lo siento mucho —repitió el muchacho. La pareja dio media vuelta rápidamente y se alejó.

Anakin se sorprendió ante el fogonazo de culpabilidad que sintió por hablar al joven de una forma tan cortante, pero sacudió la cabeza. No. Tenían que aprender cuál era su lugar, como lo había aprendido él. Pero ¿cuál era realmente su lugar? Pese a todos sus estudios teóricos y su experiencia en combate, y al sacrificio de su brazo en un combate cuerpo a cuerpo, él seguía siendo un padawan, y todavía no sabía una palabra sobre su ascenso a Caballero Jedi. Hacía semanas que estaba en Coruscant, estudiando y practicando sus habilidades. Dadas las circunstancias, hubiera preferido pasar su tiempo con Padmé.
No, no pienses eso
, se dijo a sí mismo,
piensa en el futuro
. El Maestro Alción tenía algo que ofrecerle, por eso había organizado ese encuentro. Coruscant hervía de rumores aquellos días, todo el mundo especulaba sobre las nuevas amenazas de los separatistas. Se avecinaban grandes acontecimientos, y Anakin quería ser parte de ellos.

El Jedi Nejaa Alción. Anakin había llegado a conocerlo bastante bien durante su tiempo de ocio forzoso. Anakin respetaba al Maestro Alción y no entendía qué pudo ir mal en su misión a Bpfassh para que concluyera de forma tan embarazosa para él y para toda la Orden Jedi. Los detalles concretos de la misión se mantenían en secreto, pero eso no impedía los rumores. Anakin suponía que Alción había sido llamado a Coruscant porque el Consejo Jedi intentaba decidir su futuro, pero era demasiado cortés para preguntarlo. Lo realmente importante para Anakin era que él parecía gustarle a Alción, y que tenía la confianza del Maestro Jedi. Algo que ahora podía beneficiarlo.

Sintió que Alción se acercaba y dio media vuelta para saludarlo en el mismo instante en que el otro empezó a hablar:

—Un crédito por tus pensamientos.

Ambos sonrieron.

Alción pasó un brazo por encima de los hombros de Anakin.

—Mi joven amigo —anunció—, traigo buenas noticias.

—¿Sí? —Anakin mantuvo su actitud fría, pero por dentro su corazón latía desbocado.

No obstante, Alción podía sentir la oleada de anticipación en el joven Jedi y sonrió más ampliamente:

—El Consejo Jedi nos envía a una misión. Me han dado la oportunidad de redimirme... No, no lo niegues, Anakin, eso es lo que significa este encargo. Es una prueba... Y he pedido que tú seas mi segundo al mando. El Consejo está de acuerdo.

Anakin sintió una ligera punzada de desilusión. Había sido Alción, y no el Consejo Jedi, quien había solicitado sus servicios. Pero el Consejo se había mostrado de acuerdo, así que...

—¿Cuál es la misión, Maestro?

—¿Estás familiarizado con el Centro de Comunicaciones Intergalácticas de Praesitlyn, en el sector Sluiss?

—No mucho. Sé que es un eje vital para todas nuestras comunicaciones, pero no mucho más.

—Ha sido tomado por las fuerzas separatistas. Hemos de suponer que la guarnición fue derrotada, pero el enemigo se enfrenta a una armada aliada que rastreaba la flota invasora y que consiguió romper el bloqueo de Praesitlyn. Ahora combate contra las fuerzas terrestres separatistas. Vamos a reforzar ese ejército, si es posible —hizo una pausa—. No estamos seguros del número de tropas separatistas que hay implicadas, pero sí de que es un ejército muy poderoso. No será una tarea fácil.

—¿Quién está al mando de la fuerza intervencionista en Praesitlyn?

—Zozridor Slayke —respondió Alción, sonriendo ligeramente.

—¿Te refieres a...?

—Al mismo... A mi Némesis —los labios de Alción se retorcieron formando una mueca—. Pero nos envían allí para recuperar Praesitlyn, Anakin. Si Slayke sigue vivo cuando lleguemos, y sigue teniendo capacidad de combate..., bueno, estará encantado de vernos. No creo que yo tenga problemas para trabajar a su lado.

Permanecieron callados un largo momento. El agua seguía cayendo en el estanque, salpicando alegremente. Anakin no notó las ocasionales gotas de humedad que una rama dejaba caer sobre su nuca.

—Maestro, ¿cuál será exactamente mi papel como segundo al mando?

—Dispondremos de un ejército de veinte mil clones. Los dividiremos en dos divisiones, yo supervisaré las dos, pero sólo comandaré una, y tú la otra. Si algo me sucediera, toda la flota quedaría bajo tu mando. Puedes hacerlo, Anakin, por eso te he elegido —hizo una pausa y removió un montoncito de barro con la punta de la bota—. Nuestras fuerzas cuentan también con armas y unidades de apoyo, así que además de la infantería clónica, contaremos con pequeños contingentes de toda la República como parte integral del ejército. Tendremos que organizarlo todo durante el viaje.

—¿Cuándo partimos?

—Muy pronto.

—Entonces, ¿cuál será nuestro primer paso? —preguntó Anakin.

—¿Nuestro primer paso? Pues, tú y yo iremos a ver a alguien muy especial.


Toda sociedad tiene sus bajos fondos.

Coruscant, la gema de la galaxia, el eje central de la República, contaba con más de un trillón de habitantes e insondables oscuridades bajo sus brillantes espirales. Coruscant era como un vasto océano; las olas de la superficie eran surcadas por lujosos transportes llenos de felices participantes en toda clase de fiestas, mientras seres repugnantes, ajenos a la luz, anidaban mucho más abajo, en sus oscuras profundidades. Hasta allí llevó el Maestro Jedi Nejaa Alción a Anakin.

BOOK: La prueba del Jedi
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