El documento que Libro tenía en esos momentos en sus manos era especialmente importante porque uno de los líderes de Global Jihad, Shoab Riis, se encontraba entre los capturados. Por lo general, la captura de un terrorista tan conocido se habría dado a conocer en todo el mundo. Pero los franceses se habían guardado para sí la detención de Riis.
Rosenthal había añadido un comentario al margen: «Todos fueron llevados al cuartel general de la DGSE en Brest. Sin juicios. Sin mención alguna en la prensa. No volvieron a ser vistos. Posible relación con Kormoran/Camaleón. ¿Está Francia colaborando con el M-12? Seguir investigando».
Pero las pruebas más reveladoras se hallaban en las grabaciones de vídeo del interrogatorio de Rosenthal.
En pocas palabras: Rosenthal había estado jugando con fuego.
En primer lugar, sabía quiénes integraban el M-12:
El presidente: Randolph Loch, industrial militar, setenta años, al frente de Loch-Mann Industries, el proveedor de Defensa. L-M Industries fabricaba repuestos para aviones y helicópteros militares como el Huey o los Black Hawk. Había amasado una gran fortuna con la guerra de Vietnam y la operación Tormenta del Desierto.
El vicepresidente: Cornelius Kopassus, el famoso magnate griego de los contenedores de transporte marítimo.
Arthur Quandt: patriarca de la familia Quandt y dueño de un imperio siderúrgico.
Warren Shusett: el mejor inversor del mundo.
J. D. Cairnton: presidente de la compañía farmacéutica Astronox.
Jonathan Killian: presidente y consejero delegado de Axon Corporation, el gigantesco conglomerado de construcción de misiles y navíos de guerra.
La lista seguía.
Salvo por la ausencia de algunas fortunas de comercios minoristas (como la familia Walton en Estados Unidos, los Albrecht en Alemania o los Mattencourt en Francia) podría haberse tratado de una lista con las diez personas más ricas de la Tierra.
Y, como el comandante Benjamin Rosenthal había descubierto, se trataba de hombres cuyas fortunas se habían visto considerablemente incrementadas por una única cosa.
Rosenthal dijo en la pantalla:
«Sus fortunas se basan en acciones militares. Guerras. La segunda guerra mundial significó la creación del imperio siderúrgico de los Quandt. En los años sesenta, Randolph Loch fue uno de los defensores más activos de la participación estadounidense en Vietnam. Las guerras consumen petróleo. Las guerras consumen acero. Las guerras requieren de la construcción de miles de barcos nuevos, helicópteros, armamento, bombas, kits farmacéuticos. En un mundo de negocios, la guerra es el mayor de ellos».
A continuación:
«Miren si no la guerra contra el terrorismo. Los Estados Unidos lanzaron cuatro mil bombas en las montañas de Afganistán. Y ¿con qué resultado? No destruyeron puentes ni rutas de suministro ni centros militares. Pero, cuando se utilizan cuatro mil bombas, cuatro mil bombas deben ser reemplazadas. Y eso implica comprarlas. Y ¿qué pasó tras Afganistán? Sorpresa, sorpresa: se encontró otra batalla que librar, esta vez contra Iraq».
Otro corte de la grabación:
«No infravaloren la influencia de estos hombres. Crean presidentes y los destruyen. Desde el proceso judicial de Bill Clinton al ascenso a la presidencia de Rusia de un otrora agente del KGB llamado Vladimir Putin, el M-12 siempre ha influido a la hora de ocupar los asientos del poder mundial y por cuánto tiempo. Incluso aunque no financie directamente la campaña de ningún presidente, siempre tiene la capacidad de acabar con él en un momento dado».
«Con ese fin, el M-12 ha forjado fuertes vínculos con las principales figuras de las agencias de inteligencia del mundo. El director de la CIA: un antiguo socio empresarial de Randolph Loch. El jefe del MI6: el cuñado de Cornelius Kopassus. Ese tipo, Killian, ha visitado con regularidad la casa en París del director de la DGSE».
«Después de todo —el agente del Mossad sonrió—, ¿quién sabe más acerca de los líderes de un país que su propio servicio de Inteligencia?».
En la pantalla de televisión, Rosenthal se puso serio:
«Sin embargo, la guerra que más le gusta al M-12, la guerra que les ha reportado más dinero del que habrían soñado, fue la única guerra que no llegó a librarse: la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos».
«La Tormenta del Desierto. Bosnia. Somalia. Afganistán. Iraq. Palidecen en comparación a la mina de oro que fue la guerra fría. Pues, dado que la carrera armamentista prosiguió a ritmo acelerado y en Corea y Vietnam se produjeron conflictos indirectos de esta guerra fría, los miembros del M-12 lograron amasar fortunas de proporciones monstruosas».
«Pero entonces, en 1991, ocurrió lo imposible: se produjo la caída de la Unión Soviética y todo desapareció. El Muro de Berlín cayó y, cual presa resquebrajada, el consumismo estadounidense inundó el globo. Y los mayores beneficiados de este mundo globalizado dejaron de ser los fabricantes militares estadounidenses. Fueron los minoristas estadounidenses de productos de consumo: Nike, Coca-Cola, Microsoft. O compañías europeas como BMW y L’Oreal. ¡Cosméticos!».
«Y, desde entonces, los miembros del M-12 han estado buscando aquello que, sin duda, les devolverá su antigua gloria…».
En ese momento, con una floritura, Rosenthal sacó otro documento de sus archivos y lo sostuvo ante la cámara.
«… Una nueva guerra fría».
Libro II tenía ese mismo documento en sus manos.
La pantalla de la televisión estaba en pausa y la imagen de Rosenthal congelada.
Libro echó un vistazo al documento. Este decía:
Nombres y números. Al principio Libro no sabía de qué se trataba.
Pero entonces, lentamente, algunas partes del documento comenzaron a cobrar sentido. Reconoció dos de los nombres más repetidos.
Shahab-5 y Taep’o-Dong-2.
El Shahab-5 y el Taep’o-Dong-2 eran misiles.
Misiles balísticos intercontinentales de largo alcance.
El Shahab-5 era de construcción iraní. El Taep’o-Dong-2 norcoreano.
Si organizaciones terroristas internacionales como Al Qaeda o Global Jihad quisieran hacerse con misiles que pudieran lanzar ataques nucleares contra Occidente, esos misiles serían el Shahab y el Taep’o-Dong.
Y ambos misiles tenían cabezas nucleares, a juzgar por las anotaciones: TN-76 y N-8. TN-76 era una cabeza nuclear de fabricación francesa, mientras que la N-8 era de fabricación norcoreana.
Pero esa lista no pertenecía a ninguna organización terrorista, sino al M-12.
Y entonces Libro cayó en la cuenta.
¿Podría el M-12 estar haciéndose pasar por una organización terrorista
?
Se volvió y quitó la pausa a la imagen de Rosenthal en la pantalla.
El agente israelí volvió a hablar de nuevo:
«Esta nueva guerra fría es una guerra contra el terrorismo mejorada. Una guerra contra el terrorismo de cincuenta años de duración».
«El M-12 se está valiendo de dos proyectos estadounidenses para ejecutar su plan: uno se llama Kormoran y el otro Camaleón. El Kormoran engloba el lanzamiento de misiles: navíos de guerra lanzamisiles con apariencia de superpetroleros y buques portacontenedores. Los proyectiles de esos superpetroleros han sido fabricados por el grupo naviero de Kopassus, mientras que los sistemas de lanzamientos de misiles son instalados en dichos proyectiles en las plantas que Axon posee en Norfolk, Virginia y Guam. Esos barcos con apariencia de superpetroleros y buques portacontenedores pueden pasar completamente desapercibidos y así atracar en puertos de todo el mundo sin ser descubiertos. Eso es el proyecto Kormoran».
«El proyecto Camaleón, sin embargo, es bastante más siniestro. Quizá se trate del programa más siniestro jamás creado por Estados Unidos. Se centra en los propios misiles. Verán, los misiles mencionados en el documento no son auténticos Shahab o Taep’o-Dong. Son clones de esos misiles construidos por Estados Unidos. Cada misil posee sus propias características: estela, vuelo, incluso la explosión tras el impacto es diferente en cada tipo de misil. El proyecto Camaleón se creó para sacar provecho de dichas diferencias. Se trata de un proyecto secreto de Estados Unidos bajo el cual dicho país está construyendo misiles balísticos intercontinentales que imitan las características de aquellos misiles construidos por otros países. Clones de misiles».
«Pero el proyecto Camaleón no se limita a los Shahab iraníes y los Taep’o-Dong-2 norcoreanos. Otros misiles que también han sido clonados son el Agni-II indio, el pakistaní Ghauri-II, el Sky Horse taiwanés, el Trident II D-5 británico, el M-5 francés, el israelí Jericho 2B y, por supuesto, el ruso SS-18.»
«No han sido creados para empezar guerras, sino para que parezca que fueron otros los que dispararon primero. Si en algún momento Estados Unidos necesita una excusa para iniciar una guerra, simplemente lanzará un clon del país al que quiera echarle las culpas. La cuestión es que, al igual que el proyecto Camaleón ha sido encargado a Axon Corporation, los proyectiles de los superpetroleros Kormoran son fabricados por la compañía de Kopassus. Y esa es la clave. Ambos proyectos han sido encargados a compañías propiedad de miembros del M-12.»
«A las 11.45 del 26 de octubre veremos una lluvia de misiles nucleares, una lluvia nunca antes vista. Coordinada. Precisa. Misiles cayendo en intervalos de quince minutos para que los medios de todo el mundo puedan cubrir la noticia. Se informará del impacto de un misil justo cuando otro estalle, y a continuación otro. En las principales ciudades del mundo: Londres, Nueva York, París, Berlín. El mundo se sumirá en el caos, temeroso por ver qué ciudad será la siguiente».
«Y, cuando todo haya terminado, comenzará la investigación, y los misiles, de acuerdo con sus características de vuelo e impacto, resultarán ser iraníes o norcoreanos».
«Misiles terroristas».
«El mundo estará en estado de
shock
. Pero luego, como es lógico, ese horror se convertirá en ira. La guerra contra el terrorismo deberá extenderse. Ya se ha prolongado durante dos años. Pero ahora durará otros cincuenta. Una nueva guerra fría ha comenzado y el complejo industrial-militar se verá movilizado como nunca antes. Y el M-12 logrará miles de millones».
El cerebro de Libro estaba funcionando a toda velocidad.
Superpetroleros ocultos. Misiles clonados. Y todo ello creado por su propio Gobierno. Sabía que el Gobierno estadounidense era capaz de cosas terribles, pero ¿comprometer a otras naciones con misiles falsos?
Y ahora esos misiles clonados iban a ser lanzados, y no por el Gobierno de Estados Unidos, sino por quienes los habían construido, los hombres del M-12, en las principales ciudades del mundo: Nueva York, Londres, París y Berlín…
Nueva York, Londres, París
…
Y entonces Libro vio los números decimales de la lista desde una nueva perspectiva.
Eran coordenadas.
Coordenadas GPS de los buques de lanzamiento y de las ciudades objetivo.
Fue entonces también cuando vio los nombres de los superpetroleros Kormoran (Ambrose, Talbot, Jewel, Hopewell, Whale). Qué irónico. Eran los nombres de la flota del Mayflower, los barcos que habían plantado la semilla del Nuevo Mundo. Del mismo modo que el M-12 estaba intentando en esos momentos crear otro nuevo mundo.
Pero ¿qué tiene todo esto que ver con Shane Schofield y con la lista de objetivos que tienen que estar muertos a las doce del mediodía
?, se preguntó Libro II.