Siguiendo ese patrón, Madre y Libro se agacharon para volver a cargar sus armas; Retaco y Freddy ocuparon su lugar y los alcanzó una ráfaga devastadora de disparos. El rostro de Freddy se transformó en pulpa. A Retaco lo acertaron en la garganta y cayó, apretando los dientes del dolor. Libro II se tiró hacia delante para evitar que se cayera del camión y logró cogerlo…
Pero eso era todo lo que los Skorpion necesitaban.
Madre, que seguía cargando su arma, se volvió para ver qué estaba ocurriendo. Se giró justo a tiempo para ver que dos ocupantes del vehículo ligero de asalto saltaban de la parte delantera del vehículo a la batea trasera del Driftrunner.
Libro tenía las manos ocupadas, pues seguía sujetando a Retaco.
Los dos Skorpion aterrizaron de pie y levantaron sus armas para matar a Libro y a Retaco.
Su arma todavía no estaba cargada, así que Madre se abalanzó sobre ellos, placándolos, y los tres cayeron al suelo de la batea mientras las paredes del túnel se sucedían en una masa borrosa de color gris.
Knight y Schofield lo vieron todo.
Schofield se incorporó para ir a ayudarlos.
—¡Tenga! —gritó Knight mientras le pasaba una de sus Remington plateadas—. ¡Mientras esté allí atrás, no deje de disparar a ese vehículo!
Schofield se lanzó a la zona de carga descubierta del Driftrunner.
Vio a Madre en el suelo, forcejeando, vio que Libro II subía a Retaco a la batea, vio el vehículo ligero de asalto avanzando por el túnel tras ellos y cómo sus faros iluminaban el espacio confinado.
Levantó la Remington plateada y, sosteniéndola con las dos manos, disparó al vehículo.
El retroceso de la escopeta fue bestial.
Sus efectos, aún mayores. Lo que quiera que fueran los proyectiles que usaba ese Knight resultaba de lo más destructivo.
El vehículo ligero de asalto salió disparado del suelo.
Alcanzado por los disparos de la escopeta, se elevó en el aire y comenzó a tambalearse de lado a lado. Tal era la velocidad que llevaba, que el vehículo rodó y comenzó a dar tumbos, golpeándose con las paredes y el techo del túnel antes de detenerse súbitamente sobre su techo abollado.
El conductor seguía con vida de milagro, pero no por mucho tiempo.
Una fracción de segundo después de que se detuviera, el vehículo ligero de asalto fue golpeado por detrás y estalló en pedazos cuando el primer Driftrunner Skorpion lo arrolló y pasó por encima, seguido del segundo camión de los Spetsnaz y posteriormente del tercero.
En cuestión de segundos, los Driftrunner de los Skorpion estaban justo detrás del camión de Schofield, con sus faros refulgentes acercándose cada vez más en aquel polvoriento túnel.
El primer camión ruso aceleró y golpeó su parachoques
bull bar
con el paragolpes trasero del Driftrunner de Schofield.
Los dos vehículos sufrieron el impacto.
Entonces los Skorpion quitaron de una patada el parabrisas del primer Driftrunner ruso y salieron al capó y, antes de que Schofield pudiera hacer nada por evitarlo, en el estrecho espacio que conformaba el oscuro túnel, tres de ellos saltaron a la batea de su vehículo.
Hicieron caso omiso de Libro II y Madre y fueron directamente a por Schofield con sus subfusiles listos para disparar.
Knight los vio por el espejo retrovisor y pisó el freno.
El Driftrunner dio un bandazo y todos cayeron hacia delante, incluidos Schofield, Madre, Libro y Retaco.
Como piezas de dominó al caerse, los otros tres camiones del convoy chocaron entre sí, morro con batea, morro con batea, morro con batea.
En el Driftrunner de Schofield, los tres Skorpion que iban tras él salieron despedidos hacia delante.
Uno de ellos soltó el arma para intentar agarrarse a algo; el otro cayó dando tumbos al suelo de la batea, junto a Schofield; el tercero salió despedido hacia la cabina del conductor, donde se golpeó contra el salpicadero. Alzó la vista y se encontró con el cañón de una escopeta plateada y el punto de un láser azul iluminando su nariz.
¡Bum!
Knight disparó.
La cabeza del soldado estalló cual lata de sopa de tomate.
Knight pisó de nuevo el acelerador y el Driftrunner siguió avanzando.
Los otros dos soldados Spetsnaz, sin embargo, una vez recuperado el equilibrio, solo tenían ojos para Schofield.
El que había perdido su arma sacó un cuchillo de caza Warlock, mientras que el otro alzó su VZ-61 a gran velocidad… Y en ese mismo momento, Knight se giró y los vio, y sus ojos refulgieron, una mirada que decía que no osaran tocar a Schofield.
Schofield reaccionó con rapidez.
Esquivó el subfusil, cual karateka, empujando el cañón a un lado justo cuando su enemigo disparó.
Pero no podía contra los dos.
El otro soldado blandió su cuchillo y se abalanzó sobre él, sobre su garganta.
Y, de repente, Aloysius Knight estaba allí.
Y, con una fuerza increíble, Knight arrojó al soldado del cuchillo y al del VZ-61 de Schofield a la cabina del conductor en el mismo instante en que su Driftrunner era golpeado con fuerza por el camión que tenían detrás.
Knight y los dos soldados Spetsnaz salieron despedidos hacia delante, atravesaron el parabrisas del camión y cayeron al capó.
A decir verdad, no traspasaron el parabrisas. Fabricado con un cristal de seguridad inastillable, el parabrisas se resquebrajó y salió despedido de su marco, aterrizando sobre el capó cual alfombra rectangular (intacta, pero abollada).
Los cuatro Driftrunner prosiguieron con su avance por el estrecho túnel.
Schofield vio que Knight había colocado una barra de acero sobre el pedal del acelerador para que el Driftrunner siguiera avanzando por el túnel. Las paredes rocosas del túnel se encargaban de corregir su dirección.
Sobre el capó del primer camión, Knight forcejeaba con los dos Skorpion.
El soldado del cuchillo intentaba desesperadamente volver a llegar hasta Schofield, mientras que el del VZ-61 había perdido su arma al intentar agarrarse en la caída.
Knight, sin embargo, se había llevado la peor parte. Agarrado al parachoques del camión, las piernas le colgaban de la parte delantera.
Vio que el hombre del cuchillo se arrastraba por el capó para volver a por Schofield, entonces lo agarró de la bota y tiró con fuerza, empujándolo hacia la parte delantera del capó… y tirándolo fuera del camión.
Con un grito de horror, el soldado ruso cayó bajo el Driftrunner, bajo sus chirriantes ruedas. Fue zarandeado y aplastado por las ruedas de todo el convoy de Driftrunners hasta que el último camión lo escupió, magullado, destrozado. Muerto.
El otro Skorpion lo vio y comenzó a patearle las manos a Knight, pero este se agarró al cinturón del hombre y comenzó a tirar de él también.
—¡No! —gritó el Skorpion—. ¡Nooo!
—¡No podéis tenerlo! —gritó Knight mientras tiraba del soldado Spetsnaz hacia sí.
El soldado llegó a la altura de Knight. Era un soldado enorme, con rostro fiero y enfadado. Se aferró al cuello de Knight.
—Si caigo, Caballero Oscuro, tú también lo harás… —gruñó.
Knight lo miró fijamente.
—Vale.
Y entonces se soltó del parachoques, arrastrando consigo al estupefacto soldado ruso, y los dos cayeron al polvoriento suelo, delante del camión en marcha…
El soldado Spetsnaz impactó contra el suelo y rodó y, ¡plaf!, lo aplastaron las ruedas del primer Driftrunner.
A diferencia de Knight, él no se había sujetado al parabrisas del Driftrunner en su caída.
Mientras caía, Knight había agarrado la alfombra de cristal resquebrajada y la había lanzado al suelo, bajo él.
El parabrisas cayó al suelo y Knight aterrizó sobre él, cual gato, y la plancha de cristal comenzó a deslizarse por el polvoriento suelo, al principio por delante del convoy, ¡antes de que el primer Driftrunner lo pasara por encima!
El convoy de Driftrunner (los cuatro camiones) pasó por encima de la diminuta figura de Aloysius Knight, que seguía deslizándose bocarriba encima del parabrisas.
Knight fue rebasado por el cuarteto de camiones y, cuando estaba a punto de salir de debajo del último, sacó su otra escopeta, la sostuvo por el cañón y colgó la empuñadura en la parte inferior del parachoques trasero del cuarto y último Driftrunner.
El parabrisas salió despedido bajo él y se alejó dando tumbos en la oscuridad del túnel. Knight fue arrastrado por el Driftrunner mientras las piernas le colgaban y rebotaban contra el suelo.
Entonces logró auparse y subir a la batea del último Driftrunner, listo para volver a la batalla.
En el primer Driftrunner, Schofield estaba en esos momentos sentado en el asiento del conductor. Después de que Knight hubiera salido volando por el parabrisas y acabara bajo la parte delantera del camión, Schofield había quitado de una patada la barra de acero del acelerador y había aferrado el volante.
Por el espejo retrovisor, vio a Madre y a Libro II luchar mano a mano con dos bastardos Spetsnaz y vio que dos Skorpion más saltaban del segundo Driftrunner al suyo.
Esos dos nuevos tipos fueron directamente a por Schofield, a la cabina del conductor.
Son demasiados
, gritaba el cerebro de Schofield.
Vio que los dos soldados se acercaban a gran velocidad, con las armas en ristre. Estarían allí en cuestión de segundos.
Entonces recordó algo sobre los vehículos que se empleaban en minería. Corrió a ponerse el cinturón de seguridad.
—¡Libro! ¡Madre! ¡Agárrense!
A continuación se estiró y abrió de una patada la puerta del copiloto del Driftrunner.
La respuesta fue inmediata.
El freno de mano se activó al instante de forma automática y el camión se detuvo de inmediato. Se trataba de un elemento de seguridad presente en todos los vehículos utilizados para la minería: para evitar que los mineros resultaran heridos, si la puerta del copiloto se abría, el vehículo quedaba inutilizado y el freno de estacionamiento se activaba.
El segundo Driftrunner, cogido por sorpresa, se dio de bruces contra la parte trasera del primero. El tercer y el cuarto camión hicieron lo mismo y chocaron entre sí cual acordeón.
Respecto a los dos Skorpion que iban tras Schofield, uno de ellos salió volando por el parabrisas, vacío en esos momentos, arrojado a al menos cuatro metros y medio por delante del vehículo. El otro se golpeó la barbilla contra el techo de la cabina del conductor pero, mientras las piernas se le iban hacia delante del impacto, por algún motivo la cabeza se le quedó atascada en el techo de la cabina y, con un crujido horripilante, se le partió el cuello.
Por otro lado, Madre y Libro II habían hecho lo que se les había ordenado y, en vez de luchar contra sus atacantes, se habían agarrado a lo que tenían más cerca, de manera que, cuando el camión se detuvo, sus atacantes habían salido despedidos hasta golpearse contra la parte trasera de los asientos del conductor y el copiloto.
Uno de ellos quedó inconsciente por la caída.
El otro solo sufrió algunas magulladuras y logró ponerse en pie, pero Madre lo golpeó con la culata en la cabeza y se sumió en la más profunda oscuridad.
Schofield estiró el brazo y cerró la puerta del copiloto. Pisó el acelerador y pronto retomaron la marcha.
El daño y la destrucción fue menor en los otros Driftrunner. Prosiguieron su marcha tras el primer camión, todavía con al menos diez hombres a bordo.
Pero entonces llegaron el daño y la destrucción: bajo la forma de Aloysius Knight.
Cuando se produjo el impacto, Knight estaba subiendo a la batea del último camión, por lo que no había llegado a verse afectado.
Ahora que los Driftrunner estaban en marcha de nuevo, sin embargo, se abrió paso con rapidez por el camión, despachando a los Skorpion con brutal eficacia.
Los rusos intentaron resistirse, trataron de alzar sus armas y matarlo a él primero. Pero Knight era como una máquina de matar.
Dos Skorpion en la batea: disparó a uno en la cabeza con su escopeta, mientras que al otro lo agarró por el cuello y lo alzó por encima del techo de la cabina del conductor, dejando que lo golpeara una de las vigas de madera del techo y que el impacto le arrancara de cuajo la cabeza al soldado.
Llegó a la cabina del conductor, apuntó con su Remington de cañón corto al copiloto y, sin pestañear, disparó.
Bum.
El conductor, sorprendido, se volvió, justo cuando Knight, haciendo caso omiso de él, voló el parabrisas y lo atravesó para saltar a la batea del tercer camión.
Zamanov estaba allí.
Corrió a guarecerse cuando Knight avanzó por el Driftrunner, disparando a los soldados a su izquierda y derecha. Varios de los Skorpion intentaron dispararle, pero Knight era demasiado rápido, demasiado ágil, demasiado bueno. Era como si anticipara sus movimientos, incluso el orden en el que iban a disparar.
De camino a la cabina del conductor, Knight vislumbró a Zamanov poniéndose a cubierto bajo el salpicadero, pero solo lo vio momentáneamente y, puesto que su prioridad era seguir avanzando hasta regresar junto a Schofield, no se detuvo para matar al ruso. Solo mataría a aquellos que se interpusieran en su camino.
Saltó al segundo camión.
En el primer Driftrunner, Schofield conducía en esos momentos a una velocidad vertiginosa, solo que ya no había enemigos en su camión.