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Authors: Arturo Pérez-Reverte

Tags: #Aventuras, Histórico, Intriga

El maestro de esgrima (21 page)

BOOK: El maestro de esgrima
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Si, como sospechaba don Jaime, el objeto del ataque había sido hacerse con los documentos del marqués, era indudable que los asesinos habían ejecutado incompleto el movimiento. Por puro azar, la intervención involuntaria del maestro de armas frustraba el éxito de la maniobra. Lo que en principio debía haberse zanjado con una simple estocada de cuarta sobre la yugular de Ayala, se convertía en una de tercia, que no se realizaba con la misma facilidad. La cuestión vital, que afectaba ahora a la propia supervivencia del maestro, consistía en saber si los adversarios estaban al corriente del papel decisivo que había jugado en todo aquello, merced a la precavida actitud del difunto marqués: ¿sabían ellos que los documentos se hallaban a buen recaudo en su casa?… Meditó detenidamente el asunto, llegando a la tranquilizadora conclusión de que eso era imposible. Ayala jamás habría sido tan incauto como para descubrir el secreto a Adela de Otero, ni a nadie más. Él mismo había afirmado que Jaime Astarloa era la única persona en quien podía confiar para tan delicada tarea.

El simón de alquiler subió al trote por la carrera de San Jerónimo. Don Jaime estaba impaciente por llegar a casa, rasgar el sobre y descifrar el enigma. Sólo entonces resolvería sobre sus siguientes pasos.

Rompía a llover otra vez cuando bajó del coche en la esquina de la calle Bordadores. Entró en el portal sacudiéndose el agua del sombrero, y subió directamente al último piso, por la crujiente escalera cuya barandilla de hierro oscilaba bajo su mano. En el rellano recordó que había olvidado el estuche de los floretes en el palacio de Villaflores y torció el gesto, contrariado. Pasaría a buscarlos más tarde, pensó mientras sacaba la llave del bolsillo, la hacía girar en la cerradura y empujaba la puerta. Muy a su pesar, no pudo evitar una cierta aprensión cuando entró en la casa, vacía y oscura.

Manifestó su desasosiego echando un vistazo por las habitaciones antes de tranquilizarse por completo. Como era lógico, allí no había nadie más que él, y se avergonzó de haberse dejado inquietar por su imaginación. Puso el sombrero sobre el sofá, se quitó la levita y abrió los postigos de la ventana para que entrase la grisácea luz del exterior. Entonces se acercó a la estantería, metió la mano tras una fila de libros y sacó el sobre que le había entregado Luis de Ayala.

Las manos le temblaban y sentía contraído el estómago cuando rompió el sello de lacre. El sobre era de tamaño folio, cosa de una pulgada de grueso. Rasgó el envoltorio y extrajo un cartapacio atado con cintas que contenía varias hojas de papel manuscrito. En su precipitación por deshacer los nudos abrió la carpeta, y las hojas se esparcieron por el suelo, al pie de la cómoda. Se agachó para recogerlas mientras maldecía su torpeza, y se irguió de nuevo con ellas en la mano. Tenían aspecto oficial, la mayoría eran cartas y documentos con membrete. Fue a sentarse tras la mesa de escritorio y colocó ante si los papeles. En los primeros momentos, a causa de su excitación, las líneas parecían bailar ante sus ojos; era incapaz de leer una sola palabra. Cerró los párpados y se obligó a contar hasta diez. Después respiró profundamente y empezó la lectura. En su mayor parte eran, en efecto, cartas. Y el maestro de esgrima se estremeció al leer algunas de las firmas.

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo

Inspector general de Seguridad

y Policía Gubernativa

Madrid

Por la presente, establézcase estrecha vigilancia sobre las personas indicadas a continuación, al recaer sobre ellas razonables sospechas de conspiración contra el Gobierno de Su Majestad la Reina, q. D. g.

Debido a la condición de algunos de los presuntos implicados, doy por sentado que la tarea se realizará con toda la discreción y el tacto oportunos, comunicándoseme directamente los resultados de la investigación.

Martínez Carmona, Ramón. Abogado. C/del Prado, 16. Madrid.

Miravalls Hernández, Domiciano. Industrial. Cl Corredera Baja, Madrid.

Cazorla Longo, Bruno. Apoderado de la Banca de Italia. Plaza de Santa Ana, 10. Madrid.

Cañabate Ruiz, Fernando. Ingeniero de Ferrocarriles. Cl Leganitos; 7. Madrid.

Porliery Osborne, Carmelo. Financiero. Cl lnfantas, 14. Madrid.

Para mayor seguridad, conviene que lleve usted personalmente todo lo relacionado con este asunto.

Joaquín Valespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid, a 3 de octubre de 1866

Sr. D. Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid

Querido Joaquín:

He meditado sobre nuestra conversación de ayer por la tarde, y la propuesta de que me hablas parece aceptable. Te confieso que me da cierto reparo beneficiar a ese canalla, pero el resultado merece la pena. ¡Nada se consigue gratis en estos tiempos! Lo de la concesión minera en la sierra de Cartagena está hecho. Hablé con Pepito Zamora y no pone objeciones, a pesar de que no le he dado ningún detalle. Debe de creer que estoy tratando de sacar tajada, pero me da igual. Ya soy demasiado viejo como para preocuparme de nuevas calumnias. Por cierto, me he informado debidamente y creo que nuestro pájaro se va aforrar. Te lo dice uno de Loja, que para esas cosas me sobra olfato.

Tenme al corriente. Por supuesto, el tema ni mencionarlo en el Consejo. Saca también a Álvarez Rendruejo de esto. A partir de ahora, el asunto podemos gobernarlo entre tú y yo.

Ramón María Narváez

8 de noviembre

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo

Inspector general de Seguridad

y Policía Gubernativa

Madrid

Por la presente, díctese orden de detención contra las personas indicadas a continuación, sospechosas de conspiración criminal contra el Gobierno de Su Majestad la Reina, q. D. g.:

Martínez Carmona, Ramón.

Porlier y Osborne, Carmelo.

Miravalls Hernández, Domiciano.

Cañabate Ruiz, Fernando.

Mazarrasa Sánchez, Manuel María.

Todos ellos serán detenidos por separado e incomunicados de inmediato.

Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid, a 12 de noviembre

INSPECCIÓN GENERAL DE PENADOS

Y REBELDES

D. Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid

Excelentísimo Señor:

Por la presente pongo en su conocimiento que los llamados Martínez Carmona, Ramón; Porlier y Osborne, Carmelo; Miravalls Hernández, Domiciano, y Cañabate Ruiz, Fernando, han ingresado con fecha de hoy y sin novedad en el penal de Cartagena, en espera de su traslado a los presidios de África donde cumplirán condena. Sin otro particular, siempre a las gratas órdenes de V. E., q. D. g.

Ernesto de Miguel Marín

Inspector general de Penados y Rebeldes

Madrid, a 28 de noviembre de 1866

Excelentísimo Señor D. Ramón María Narváez

Presidente del Consejo

Madrid

Mi general:

Tengo la satisfacción de remitirle los segundos resultados, consignados en la relación que acompaña esta esquela, llegados a mis manos esta misma noche. Quedo a su disposición para ampliar más detalles.

Joaquín Vallespín Andreu

Madrid, 5 de diciembre

(Es copia única)

Sr. D. Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid

Querido Joaquín:

Sólo encuentro una palabra: excelente. Lo que nos ha dado nuestro pájaro supone el golpe más importante que le vamos a dar a nuestro intrigante J. P. Te envío con nota aparte instrucciones precisas sobre cómo encarar el asunto. Esta tarde, cuando vuelva de Palacio, ampliaremos detalles. Mano dura. No hay otro sistema. En cuanto a los militares implicados, pienso recomendar a Sangonera el máximo rigor. Hay que hacer un buen escarmiento.

Ánimo, y a seguir en la brecha.

Ramón María Narváez

6 de diciembre

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo

Inspector general de Seguridad y Policía Gubernativa

Madrid

Por la presente, díctese orden de detención contra las personas indicadas a continuación, bajo los cargos de alta traición y conspiración criminal contra el Gobierno de Su Majestad la Reina, q. D. g.:

De la Mata Ordóñez; José. Industrial. Ronda de Toledo, 22 duplicado. Madrid.

Fernández Garre, Julián. Funcionario del Estado. Cl Cervantes, 19. Madrid.

Gal Rupérez, Olegario. Capitán de Ingenieros. Cuartel de la jarilla. Alcalá de Henares.

Gal Rupérez, José María. Teniente de Artillería. Cuartel de la Colegiata. Madrid.

Cebrián Lucientes, Santiago. Teniente coronel de Infantería. Cuartel de la Trinidad. Madrid.

Ambrona Páez, Manuel. Comandante de Ingenieros. Cuartel de la jarilla. Alcalá de Henares.

Figuero Robledo, Ginés. Comerciante. Cl Segovia, 16. Madrid.

Esplandiú Casals, Jaime. Teniente de Infantería. Cuartel de Vicálvaro.

Romero Alcázar, Onofre. Administrador de la finca «Los Rocíos». Toledo.

Villagordo López, Vicente. Comandante de Infantería. Cuartel de Vicálvaro.

En lo que se refiere al personal militar incluido en esta relación, se actuará en coordinación con la autoridad castrense correspondiente, que ya se encuentra en posesión de las órdenes oportunas emitidas por el Excmo. Sr. Ministro de la Guerra.

Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid, a 7 de diciembre de 1866 (Es copia)

INSPECCIÓN GENERAL DE SEGURIDAD

Y POLICÍA GUBERNATIVA

D. Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Excelentísimo Señor:

Pongo en conocimiento de V. E. que esta mañana, dando curso a las instrucciones recibidas con fecha de ayer, se han efectuado las diligencias oportunas por funcionarios de este Departamento, en coordinación con la Autoridad Militar, procediéndose a la detención de todos los individuos requeridos en las mismas. Dios guarde a V. E. muchos años.

Luis Álvarez Rendruejo

Inspector Gral. de Seguridad

y Policía Gubernativa

Madrid, a 8 de diciembre de 1866

INSPECCIÓN GENERAL DE PENADOS

Y REBELDES

D. Joaquín Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Excelentísimo Señor:

Por la presente pongo en su conocimiento que, con fecha de hoy, han ingresado en la prisión de Cádiz, en espera de su deportación a Filipinas, las personas que a continuación se consignan:

De la Mata Ordóñez, José.

Fernández Garre, Julián.

Figuero Robledo, Ginés.

Romero Alcázar, Onofre.

Sin otro particular, reciba V. E. un respetuoso saludo.

Ernesto de Miguel Marín

Inspector gral. de Penados y Rebeldes

Madrid, a 19 de diciembre de 1866

MINISTERIO DE LA GUERRA

D. José Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid

Querido Joaquín:

Sirva esta carta de notificación oficial para comunicarte que esta tarde, a bordo del vapor Rodrigo Suárez, han salido deportados a Canarias el teniente coronel Cebrián Lucientes y los comandantes Ambrona Páez y Villagordo López. El capitán Olegario Gal Rupérez y su hermano José Maria Gal Rupérez quedan confinados en la prisión militar de Cádiz a la espera del próximo embarque de deportados a Fernando Poo.

Sin otro particular, recibe un fuerte abrazo.

Pedro Sangonera Ortiz

Ministro de la Guerra

Madrid, a 23 de diciembre

MINISTERIO DE LA GUERRA

D. José Vallespín Andreu

Ministro de la Gobernación

Madrid

Querido Joaquín:

De nuevo tengo el deber, esta vez penoso, de tomar la pluma para notificarte oficialmente que, al no haberse concedido el indulto por parte de S. M. la Reina, y cumplido el plazo estipulado en la sentencia, esta madrugada a las cuatro horas ha sido pasado por las armas, en los fosos del castillo de Oñate, el teniente Jaime Esplandiú Casals, condenado a la última pena por sedición, alta traición y conspiración criminal contra el Gobierno de S. M.

Sin otro particular,

Pedro Sangonera Ortiz

Ministro de la Guerra

Madrid, a 26 de diciembre

Seguía una serie de notas oficiales, así como otras breves esquelas de carácter confidencial cruzadas entre Narváez y el ministro de la Gobernación, con fechas posteriores, en las que se mencionaban diversas actividades de los agentes de Prim en España y en el extranjero. De su lectura dedujo Jaime Astarloa que el Gobierno había estado siguiendo muy de cerca los movimientos clandestinos de los conspiradores. Continuamente se citaban nombres y lugares, se recomendaba la vigilancia de Fulano o la detención de Mengano, se avisaba del nombre falso con que un agente de Prim se disponía a embarcar en Barcelona… El maestro de esgrima volvió atrás en la lectura para comprobar las fechas. La correspondencia allí contenida abarcaba el período de un año y se interrumpía bruscamente. Hizo memoria don Jaime y pudo recordar que esa interrupción coincidía con el fallecimiento en Madrid de Joaquín Vallespín, el titular de Gobernación en quien parecía centrarse aquel legajo. Vallespín, eso lo recordaba bien, había sido una de las bestias negras de Agapito Cárceles en la tertulia del Progreso; hombre catalogado como absolutamente leal a Narváez y a la monarquía, destacado miembro del partido moderado, se distinguió durante el ejercicio de su cargo por una sólida afición a utilizar la mano dura. Había muerto de una enfermedad del corazón, y su entierro se celebró con el adecuado luto oficial; Narváez presidió el duelo. Poco después, el propio Narváez lo había seguido a la tumba, privando así a Isabel II de su principal apoyo político.

Jaime Astarloa se mesó el cabello, desconcertado. Aquello no tenía pies ni cabeza. No estaba muy al corriente de maquinaciones de gabinete, pero tenía la impresión de que los documentos, posible causa de la muerte de Luis de Ayala, no contenían materia que justificase su celo por ocultarlos; y mucho menos el asesinato. Volvió a leer algunas páginas con obstinada concentración, esperando descubrir algún indicio que se le hubiese escapado en la primera lectura. Tarea inútil. Tan sólo se detuvo largo rato sobre la esquela, un tanto críptica, que ocupaba el segundo lugar del legajo; la breve carta dirigida por Narváez a Vallespín en términos familiares. En ella, el duque de Valencia se refería a una propuesta, sin duda hecha por el ministro de la Gobernación, que consideraba «aceptable», al parecer relacionada con cierto asunto sobre una «concesión minera». Narváez lo habría consultado con alguien llamado «Pepito Zamora», sin duda el que fue ministro de Minas por aquella época, José Zamora… Pero eso parecía ser todo. Ninguna clave, ningún nombre más. «
Me da cierto reparo beneficiar a ese canalla
…», había escrito Narváez… ¿A qué canalla podía referirse? Quizás estuviese allí la respuesta, en ese nombre que no aparecía por ninguna parte… ¿O sí?

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