El sábado a primera hora ambos abordaron el tren llevando un equipaje ligerísimo y Tommy aprovechó para dormir un poco, apoyado en el hombro de Richie. Cuando llegaron a Oxford, tomaron un taxi que los llevó al
college
y Tommy utilizó todo su encanto con Collins para que les permitiera pasar. Subieron las escaleras y se encontraron cara a cara con Larry, que iba de salida.
—Hey, Larry, ¿qué tal? —saludó Tommy. Richie hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo.
—Hola… ¿Venís para cuidar del enfermo? Ha estado muy solicitado —dijo, deteniéndose un momento. Tommy asintió—. El
Manual
recomienda atención personalizada. Nos vemos luego, entonces. Tengo prisa. —Guiñó un ojo—. He quedado con mi novia.
Richie sonrió al verlo alejarse y cuando llegaron a la puerta de la habitación de Sasha, tocó suavemente. Como nadie respondió, volvió a tocar con insistencia y una voz que no era la del ruso dijo:
—¡Ya voy!
La puerta se abrió y en el umbral apareció Derek, vestido con la bata de Sasha.
—Eh… ¡Hola! —exclamó al reconocer a Tommy—. Si venís a buscar a Sasha, está durmiendo. Tiene un resfrío tremendo.
—Ah… Hola —dijo Tommy, totalmente pillado por sorpresa. Ya se había convencido de que era verdad lo del resfriado, pero nada le había preparado para encontrarse con Derek, vestido además con la bata de Sasha. Era obvio que había pasado allí la noche y aún más obvio, por la confianza que demostraba, que no era la primera ni la segunda vez que lo hacía—. Esto… Él es Derek un amigo de Sasha —comenzó a presentarlos—. Él es Richie, un amigo de ambos.
Richie le estrechó la mano, dudando si llevarse a Tommy enseguida. Era obvio que ambos sobraban allí. Pero Sasha se movió un poco y abrió los ojos, para incorporarse de golpe en la cama.
—¡Tommy! —Fue todo lo que pudo decir.
—Hola, Sasha, ¿qué tal estás? —Tommy trató de sonreír. No sabía cómo actuar en semejante situación—. Le comenté a Richie que estabas un poco enfermo y pensamos en venir a verte. Debería haber llamado, lo siento.
—Hola —dijo Sasha, visiblemente avergonzado—. Quería ir, en serio. Pero estuve todo el día en cama y Derek vino a cuidarme y se quedó…
—Sí, vine a hacer de enfermero —bromeó Derek, que parecía no haber notado la tensión—. Pero pasad, que hay espacio para todos. Además, con la puerta abierta entra mucho aire.
—Pues… No queremos estorbar —dijo Richie mirando a Tommy. Si detectaba algún signo de incomodidad en él, se lo llevaría enseguida.
—Tal vez… tal vez sea mejor que vengamos más tarde. No hemos desayunado. Podemos buscar una cafetería y venir luego, o quedamos más tarde a comer, si acaso…—murmuró Tommy. Quería ver a Sasha y estar con él, pero no con su amante al lado e imaginando todo lo que habrían hecho mientras él se moría de ansiedad en Londres esperándolo.
—Podéis desayunar aquí —exclamó Derek—. El comedor está abierto hasta las nueve y treinta. Os acompañaré mientras lo dejamos descansar.
—Er… Bien —aceptó Richie—. Mejor dejemos descansar a Sasha.
Derek se vistió y el grupo salió de la habitación, Tommy al final, pero antes de que pudiera escabullirse, Sasha le pidió:
—Espera.
El muchacho se acercó a la cama pero no hizo intento de sentarse.
—Deberías descansar —dijo cuando finalmente se quedaron a solas.
—Quería ir, en serio —murmuró Sasha, y estornudó con fuerza—. Lo siento…
—Estás enfermo, no pasa nada porque no vinieras. Lo entiendo. Nosotros deberíamos haber avisado. Deberíamos haberte llamado en vez de presentarnos así. Yo soy quien debe disculparse
Sasha se recostó de nuevo y se cubrió hasta la barbilla. No sentía deseos de hablar, pero no quería que Tommy se fuera. Se había metido en un incómodo lío y lo único en lo que podía pensar era en la mirada dolida de su amigo.
—Derek… —empezó un amago de explicación—, él vino a verme y me encontró enfermo. Insistió en quedarse… es muy obstinado cuando quiere, y bueno...
—No tienes que darme explicaciones, Sasha —interrumpió Tommy con voz átona—. No me las debes. En Londres quedamos en que una relación a larga distancia no funcionaría y que ambos seríamos libres de hacer lo que quisiéramos. —Trató de darle una media sonrisa—. Sin reproches.
—De acuerdo. —Sasha sonrió a medias—. De todos modos, no es lo que parece —dudó un momento—. ¿Te quedarás?
—No sé, tendremos que buscar un hotel. Los cuatro aquí estaríamos muy apretados e imagino que Richie pensará igual que yo. No queremos ser mal tercio entre tú y Derek. —Le estaba costando un esfuerzo sobrehumano mantener ese amago de sonrisa y hablar con toda normalidad. Realmente lo que tenía ganas era de refugiarse en los brazos de Richie y llorar hasta quedarse seco.
—¿Derek? Yo no tengo nada serio con Derek, cielo. Le diremos que vosotros me cuidaréis… ¿verdad?
—No sé. Parecería que lo estamos echando y él… —Suspiró y finalmente se sentó en la cama dejándose caer—. Se ve muy enamorado de ti. No querría hacerle daño. —«Con uno que sufra por tu amor es bastante», pensó.
—Claro… no sería justo. Tienes razón —murmuró Sasha.
Tommy asintió incapaz de decir nada. Por un segundo se había ilusionado pensando que Sasha diría que él era mucho más importante que Derek y que no pasaría nada, pero al final Sasha se había rendido a lo obvio. Al fin y al cabo a él sólo lo podría ver algún fin de semana de vez en cuando y con suerte. En cambio a Derek lo tendría todos los días. Entendía que prefiriera no desilusionarlo.
El incómodo silencio que siguió fue interrumpido con la entrada de Derek y Richie trayendo el desayuno para Sasha: una taza de limonada caliente y unas tostadas.
—Voy a acomodarte las almohadas —ofreció Derek, pero el ruso se acomodó solo y tomó la taza de sus manos.
Richie pasó el brazo por el hombro de Tommy y le susurró:
—Podemos bajar a tomar un café. —Tommy negó con la cabeza—. ¿Qué hacemos?
—Tendremos que ir a buscar algún hotel, si es que nos quedamos hasta el lunes. ¿Tú qué piensas?
—¿Quieres quedarte?
—Bueno, tú querías hacer turismo y conocer los locales de por aquí… —respondió Tommy un tanto inseguro.
—¿Qué cuchicheáis vosotros dos? —preguntó Sasha.
—Le decía a Tommy que te dejaremos desayunar e iremos a buscar un hotel —dijo Richie en tono casual—. Volveremos en una hora. —Antes de que Tommy pudiera protestar, lo sacó de allí.
Una vez fuera, Richie gruñó:
—Tal parece que Sasha no nos necesita. Debimos llamar antes de venir.
—Sí, no lo pensé —dijo apenado Tommy—. Ahora tenemos que buscar un hotel... algo no muy costoso.
—Ya. En fin, procuremos pasarlo bien.
Richie entró en una pequeña tienda para informarse y salió al poco rato. Unas calles a la izquierda había un pequeño hotel en el que alquilaron una habitación. Era pequeña pero acogedora, con muebles que imitaban el estilo victoriano y un papel tapiz con tonos dorados. La cama era cómoda y Tommy se tumbó en ella mientras Richie inspeccionaba el baño.
—Es pequeño —declaró—. Pero para una noche supongo que estará bien.
—Sí, supongo que sí. —Tommy suspiró pensando en Derek y Sasha. Aunque el ruso había dicho que no significaba nada, era Derek quien estaba con él en esos momentos. Derek, que seguramente tenía unos padres que lo querían y que no se avergonzaban de él.
Richie se tumbó a su lado, tratando de mostrarse optimista.
—Trataremos de divertirnos como habíamos planeado. ¿Te encuentras bien? —preguntó al ver su semblante abatido.
—Sí. Compartiremos gastos, ¿verdad?
—Sí, claro. Y no te preocupes, usaré mi tarjeta. Así tu padre no sospechará que viniste.
—A mi padre no le importa que venga o deje de venir —dijo Tommy con desánimo y se sentó en la cama.
—Vamos… sé que lo pasaste mal por culpa de Sasha, pero tu padre lo asimilará. Tarde o temprano tendrá que aceptar lo que eres.
—No lo aceptará jamás. Pero no pasa nada, no me importa. Estoy mejor así.
Richie se incorporó, sujetándole el hombro y obligándolo a mirarlo. No había oído esa amargura en la voz de Tommy nunca.
—Dragón, sé que no te llevas bien con él, pero un padre es un padre. El mío tampoco se portó bien cuando dejé la carrera y empecé a trabajar, pero luego lo aceptó… Las familias son así. A veces nos agobian, pero las necesitamos.
Tommy suspiró profundamente. Le resultaba doloroso callar. Al principio pensó que podría, que con tener a Alex y Angel para hablar tendría suficiente, pero ellos no acababan de entenderlo. No eran lo suficientemente jóvenes, no tenían gustos sexuales peculiares. No quería contárselo a Sasha, pero no podía callar más ante Richie.
—Richie, no lo entiendes. Mi padre me ha echado de casa. Alex me estuvo manteniendo al final del verano y ahora mi tío Joseph se ocupa de mí. No tengo nada… No soy nada… Y ni siquiera puedo tener a Sasha.
—¿Qué? Pero… ¿qué dices? ¡Dios mío, Tommy! Vamos, cuéntamelo todo.
—Pues… no hay mucho que contar —dijo Tommy tumbándose de nuevo en la cama—. Ebenezer llamó a mi padre y le contó todo lo que había pasado en la cena. Cuando fui a casa ese verano me enviaron con un psicólogo. Luego me encerraron y me exigieron que rompiera todo contacto con Sasha y con mis amigos «raros», algo a lo que no estaba dispuesto. Tras una última discusión con mis padres, me echaron. No hay más.
Richie sopesó las palabras lentamente. Eso explicaba muchas cosas, muchas.
—¿Quién más lo sabe?
—Mi familia, supongo. El tío Joseph vino a verme a casa de Alex y desde entonces se ha hecho cargo de mis gastos, mi carrera… También lo saben Alex y Angel. No se lo he contado a Sasha. No se lo voy a contar y tú tampoco lo harás —le dijo con seriedad—. Sé que se echaría la culpa y no la tiene. Él no me obligó, nadie lo hizo. Lo que pasó fue porque yo quise. Quise saborear la libertad, aunque no me salió muy bien. —Esbozó una sonrisa entre amarga y dulce.
—Ay, Tommy. ¿Cómo pudiste callarte una cosa así? Ahora entiendo. Sí, ahora entiendo muchas cosas —dijo Richie, tendiéndose junto a él, buscando confortarlo, pero todo lo que le había dicho a Sasha comenzó a pasarle por la cabeza, y no pudo evitar pensar que el ruso estaba allí, tan fresco, mientras que Tommy sufría—. Sasha es un idiota y ni se te ocurra defenderlo. Ya me ha explicado eso de que estaréis separados y que es una especie de prueba. ¡Tonterías! Creo que tiene tanto o más miedo que tú. El caso es… ¡mierda! Estamos aquí, sin mucho dinero y nuestro motivo para venir está enfermo y con enfermero a tiempo completo. ¿Qué quieres hacer? ¿Nos quedamos?
—No lo sé, la verdad es que no sé qué hacer. —Suspiró y se giró para acomodarse medio encima de Richie—. No le eches la culpa a Sasha de lo que pasó. Sé lo que piensas, pero piénsalo fríamente. Él no tiene la culpa, no es que yo haya sido precisamente cuidadoso con mis excesos. Si no me pillaban ahora no habrían tardado en pillarme por otro lado. Y de verdad, de verdad… disfruté esa noche como pocas en mi vida —admitió con una dulce sonrisa.
Richie sonrió a su pesar.
—De acuerdo. No voy a reprocharle nada, e imagino que tampoco le echarás la culpa por lo de Derek. En todo caso, es más simpático que Randy.
—Sasha es libre de estar con quien quiera y yo no he sido precisamente célibe. Pedirle otra cosa sería hipócrita por mi parte. Y sí, Derek es mucho más agradable que Randy. Además, está coladísimo por Sasha.
—¿Y eso no te molesta?
—Bueno, es normal. Sasha es muy especial, es normal que una persona con mínimo gusto se acabe enamorando de él. No es el primero, ni será el último. No me molesta, en serio. Sé que algún día llegará alguien especial al lado de Sasha y estarán juntos, pero si me dedico a compararme con todos los que pueden pasar por su vida, acabaré muy amargado.
Richie le acarició el cabello, pensativo. Tenía que haber un modo de deshacerse de Derek y lo buscaría.
—Bien. Entonces creo que será mejor volver. No has tomado desayuno y dijimos que estaríamos en una hora. ¿Nos vamos?
—Vale, pero… ¿Qué vamos a hacer después?
—Me acompañarás a hacer turismo… o quizá te quedes tú de enfermero —declaró el pelirrojo.
Las cosas seguían iguales en la habitación de Sasha. El ruso estaba malhumorado por la ausencia de Tommy y Derek lo atribuía al resfrío. Para cuando volvieron, el enfermo se animó.
—¿Cómo sigues? —preguntó Richie.
—Mejor —respondió Sasha—. Quisiera poder levantarme para llevaros a pasear, apenas conociste la ciudad la última vez. —No dijo más, pues la última vez las cosas andaban tensas entre ellos.
—Eso puede arreglarse —dijo Richie en tono despreocupado—. ¿Derek, querrías acompañarme? Podemos comprar algo para la comida y estar aquí a mediodía para acompañar a Sasha. Tommy ya conoce la ciudad.
Derek miró a Sasha, dudando.
—No sé…
—No te preocupes por mí —dijo el ruso—. Puedo quedarme solo y dormir, salvo que alguien desee acompañarme...
—Yo. Si no os molesta me gustaría quedarme —dijo Tommy ante los gestos de insistencia que le hacía Richie cuando los otros no miraban—. No he dormido muy bien esta noche, tal vez podría echarme una siestecita en el sillón.
—Bueno… Si Sasha está de acuerdo, supongo que podemos ir. —Derek sonrió al ruso, le dio algunas recomendaciones a Tommy sobre los horarios de las medicinas y salió con Richie.
Luego de oír la puerta de la calle cerrarse, Sasha habló:
—Richie y tú hacéis un buen equipo cuando se trata de deshacerse de los que sobran, ¿verdad?
—Yo no he tenido nada que ver con eso. Realmente no dormí mucho —dijo Tommy quitándose la cazadora—. Además, no te he visto poniendo muchas pegas. —Se sentó en la silla junto al escritorio.
Sasha rió bajito.
—Es cierto. He estado pensando en vosotros en ese hotel cuando podríais estar aquí, conmigo. ¿Vas a dormir allí de verdad? Puedes acostarte a mi lado… Eso si quieres que te contagie.
—¿Y Derek?
—Derek no está aquí, que yo sepa —observó el ruso.
—Ahora no está… pero estaba y volverá. Y estoy seguro de que piensa pasar la noche «cuidándote».
—De acuerdo. Puedes acomodarte en el sillón.
Tommy se levantó y se sentó en la orilla de la cama.
—No quiero chafarte el plan. Me siento como si al presentarnos así hubiéramos metido la pata. Como si sobráramos. Y es tema mío, ni tú ni Derek habéis hecho algo para hacerme sentir así. Pero es lo que siento, como si no pintara aquí.