Sumido en sus pensamientos, comezó a acariciar con los dedos las prendas pensando en todo lo que había perdido por elegir ser auténtico, por elegir a Sasha. Y ¿qué tenía ahora? Un amante que pronto partiría a Oxford y una enorme necesidad de ser querido.
Sasha buscó en sueños el calor de Tommy y despertó al no hallarlo. Una corriente fría le anunció que la puerta del patio estaba abierta y se levantó a cerrarla.
Tommy estaba allí, de pie en medio de boxers y calcetines, acariciándolos con las yemas de los dedos. Su mirada ausente se animó al notar la presencia de Sasha.
—Además de coleccionar ropa interior ¿ahora la acaricias? —susurró el ruso, abrazándolo por detrás.
—Sólo si es la tuya —respondió Tommy, recargándose en el cuerpo de su amante.
—No sabía que mi lavandería llamaba a la meditación. ¿En qué pensabas?
Tommy suspiró. En esos minutos a solas había pensado mucho en lo que había perdido y el chelo de su hermano era lo que más echaba de menos de la casa de sus padres.
—En Sebastian. No traje el chelo.
—Puedes pedir que te lo envíen...
—Sí, claro. Qué tonto soy.
Sasha sonrió.
—No eres tonto. Sólo estás cansado y con frío. Ven a la cama y hablaremos de lo que te preocupa.
—No me preocupa nada —dijo Tommy al instante, pero se dejó conducir a la habitación.
—Claro. Eres guapo, joven y rico. Deja la preocupación para nosotros, los empleados de las grandes corporaciones —bromeó Sasha, acostándose de nuevo.
Tommy rió con un nudo en el estómago. «El dinero significa mucho para él. Quizá porque nunca lo ha tenido. Que no sepa que yo tampoco lo tengo... Que no lo sepa nunca.»
El sueño de Tommy fue inquieto. Temía decir en alguna pesadilla que era incluso más pobre de lo que era Sasha cuando lo conoció.
—Tommy, despierta.
Tommy abrió los ojos al sentir que alguien lo sacudía. Sasha estaba junto a la cama, vestido con un traje gris que lo hacía ver muy profesional, y parecía tener prisa.
—Siento no poder acompañarte a desayunar. He preparado café y en la cocina hay tostadas, puedes quedarte el tiempo que desees... Yo tengo que ir a trabajar.
—Me he dormido, ¿qué hora es? —Aún medio atontado, hizo amago de levantarse.
—Las ocho y treinta, pero descuida. Tú no necesitas trabajar —dijo Sasha mirándose al espejo para arreglarse la corbata.
—Ya, pero no me parece bien quedarme aquí vagando mientras tú te vas… —murmuró Tommy.
—Yo tengo que trabajar y tú sigues de vacaciones. Quédate un rato más, te ves cansado. —Sasha le acarició brevemente la mejilla.
—¿Estás seguro? ¿No seré una molestia?
Sasha negó con la cabeza.
—Nunca molestas.
—Bueno. —Sonrió con timidez—. Desayunaré y limpiaré un poquito. Así no me sentiré muy gorrón.
—No tienes que hacerlo, pero si limpias no me quejaré. —Sasha se inclinó y le dio un profundo beso—. Hasta pronto, te llamaré.
Tommy lo despidió acompañándolo hacia la puerta y tuvo una imagen mental de la típica escena hogareña de la esposa despidiendo al marido que va a trabajar. Tras cerrar la puerta, rió bajito pensando en ello y se fue a desayunar.
Una hora más tarde ya había recogido todo y dejado el apartamento bastante decente. Sin mucho más que hacer y que pensar, decidió irse a casa de Alex, pero antes de salir miró largamente el pequeño apartamento pensando lo maravilloso que sería que Sasha le propusiera vivir allí. Si lo hiciera, no dudaría ni un instante. Entonces sus ojos se toparon con unos prospectos de Oxford que Sasha había estado leyendo y volvió a la triste realidad: no viviría con Sasha porque se iría a Oxford, a su brillante futuro, mientras que Tommy se quedaría en Londres aprendiendo a vivir sin él.
Tommy tardó más en llegar en autobús hasta Mayfair de lo que había tardado en desayunar y recoger todo. Era casi media mañana cuando llamó a la puerta. El mayordomo le dijo que la señora lo estaba esperando en el salón y allí se dirigió, pero Angel no estaba sola: había un inesperado visitante aguardándolo.
—¡Tío Joseph! No sabía que ibas a venir, tenías que haber avisado para que te pudiera esperar. Me alegro mucho de verte —dijo abrazando con sincero cariño al anciano.
—Querido muchacho —saludó tío Joseph—. Me alegra que hayas llegado al fin, quiero que me lleves a almorzar al Ritz.
—Esto… —Tommy miró a Angel—. ¿Ha vuelto el chofer de Alex? —Sin esperar respuesta se giró hacia su tío—. Mi padre no me dejó traer el coche. Si el chofer no ha vuelto tendremos que llamar a un taxi.
Tío Joseph se frotó las manos y rió bajito.
—Nada de eso. Iremos en tu coche. Lo he traído para ti.
—¿Cómo…? ¿Mi padre te lo permitió? Intenté cogerlo cuando me fui, pero había ordenado que lo encerraran en el garaje con llave. —Sonrió ampliamente y añadió con absoluta sinceridad—: Gracias.
—No me las des. Después de todo, el auto es tuyo. Yo lo compré para ti.
Angel sonrió y tocó levemente el brazo de Tommy.
—Tu tío está al tanto de todo.
—Tuve una larga conversación con Stephen —dijo el tío Joseph—. Muy larga.
—Seguro que no fue una conversación agradable —dijo Tommy con más rencor del que se creía capaz.
—Sin duda no lo fue —dijo tío Joseph guiñándole un ojo—. Por eso vine a verte y pude comprobar que te encuentras bien. Además, pude conocer al fin a la señora Andrew y debo decir que ha sido un placer.
—Gracias —dijo Angel—. Queremos a Tommy como si fuera de la familia, él sabe que siempre será bienvenido en casa.
—Yo también os quiero como si fuérais mi familia —dijo rodeando con su brazo a Angel y se levantaron para salir del salón—. Entonces, tío Joseph ¿quieres ir a almorzar al Ritz? Tendrás que pagar tú —bromeó.
—Pagaré, pagaré. —El anciano rió—. Pero sólo si esta encantadora dama accede a acompañarnos.
—Me encantaría —dijo Angel—, pero Ariel…
—Podemos llevarlo —interrumpió Tommy—. Es un niño muy tranquilo y no incomodará a mi tío.
—Desde luego —aclaró el tío Joseph y se volvió hacia su sobrino—. Vamos a volver tarde y creo que necesitarás un suéter. —Guiñó el ojo a Angel como si compartieran una broma privada—. Ve a traerlo, yo esperaré aquí.
Tommy dudó, pero Angel lo empujó hacia las escaleras.
—Ve, querido.
—Ahora vuelvo.
Tommy subió las escaleras, entró a su habitación y cogió su chaqueta de cuero que estaba sobre una silla. Iba a salir cuando lo vio, colgado en la pared, encima de su escritorio.
—Oh, Dios mío.
Era el cuadro del hombre desnudo que tanto le había gustado y que su tío Joseph había insistido en obsequiarle. El cuadro que le transmitía calor humano, belleza, amor, expresados en cada pincelada de ese audaz artista de los años treinta. El cuadro que parecía parte de esa habitación, como si siempre hubiera estado allí. Su cuadro.
Bajó corriendo las escaleras y se lanzó a los brazos de su tío dándole las gracias por habérselo traído. Tenía su coche y su cuadro. Ya no se sentía tan mal.
Las clases de Tommy comenzaron el 4 de setiembre. Se había instalado en la residencia del
college
porque no quería que su tío tuviera que pagarle un piso y si se trasladaba a Greenshaw Hall con Alex, Sasha hubiera sospechado. Estaba mucho más tranquilo ahora que tío Joseph se había hecho cargo de su vida, asignándole dinero mensual y pagándole los estudios. Al hacer una evaluación final de su situación descubrió que no echaba de menos su casa. Lo único que extrañaba de ella era el chelo de Sebastian, pero su desesperada necesidad de cariño, avivada por el rechazo de sus padres, no había disminuido y se sentía muy nostálgico.
La primera semana se reencontró en el pasillo con Alison, que compartía un piso con unas amigas.
—Tienes que visitarme —le pidió—. Les he dicho a todos que eres un excelente chef, además de un gran escritor...
—No exageres, luego cuando me vean de verdad se sentirán decepcionados —replicó Tommy medio broma, medio en serio.
—Tonto —dijo Alison presionándole ligeramente el brazo—. ¿Qué tal te ha ido en el verano? No he sabido nada de ti.
—Intenso y aburrido —dijo sin pensar. Cuando Alison lo miró extrañada, Tommy negó con la cabeza—. No me hagas caso. Ha sido un verano para olvidar. ¿Qué tal el tuyo? Has vuelto preciosa, parece que el verano es tu temporada ideal. —Le guiñó un ojo.
Alison se sonrojó y se acercó un poco más a él.
—Estuve en Gales. Mi familia tiene una casa allí. ¿Has estado alguna vez en Cardiff?
—No, pero me gustaría. He oído que es un sitio interesante. —Sonrieron y se apartaron un poco de los otros estudiantes que hablaban de las vacaciones. Alison lo miraba como si sólo existiera él y se sintió halagado. Una agradable calidez lo envolvió, recordando los buenos momentos que habían pasado juntos el año anterior, los divertidos paseos, las conversaciones literarias que terminaban con risas y besos. Quería mucho a Alison… quizá si no estuviera Sasha podría pensar en ella en otros términos—. Así que quieres que vaya a cocinar para tus compañeras… ¿cómo me lo pagarás? —le dio un suave pellizco en la cintura.
—¿Con besos? —susurró Alison, sonriéndole.
—Pues… con eso sólo me pagas el aperitivo. —Sin darse cuenta se habían ido aproximando el uno al otro y ahora estaban muy juntos, mirándose a los ojos—. Si quieres que haga una comida completa con postre incluido tendrás que esforzarte más. —Sonrió de medio lado mientras su mano se paseaba por la cadera de la chica en un gesto completamente espontáneo.
—Eso dependerá de la calidad del menú —dijo Alison.
—Oh, la duda ofende. —Tommy hizo un gesto exagerado de desmayo—. Sabes que mis menús son excelentes.
Alison rió y lo sujetó como para impedirle caer.
—Podemos probar con el aperitivo —le susurró al oído.
Tommy simplemente se dejó llevar. Sin dejar de sonreírle, la rodeó con sus brazos para inmediatamente inclinarse y besarla.
Algunos aplausos sonaron a sus espaldas y rompió el beso para volverse. Allí estaban los chicos de su club literario, alegres y sonrientes, dándoles la bienvenida. El grupo se dispersó cuando vieron venir al profesor y Tommy entró triunfante al aula del brazo de Alison, sintiéndose feliz por primera vez desde que se instaló en el
college
.
Una tarde en Sextasis, mientras hacían planes para el cumpleaños de Sasha, Tommy notó cierta tensión entre sus dos amigos y esperó a que el ruso se fuera para acorralar a Richie con preguntas hasta que lo hizo confesar que habían discutido.
—No es nada, ya se le pasará —dijo el pelirrojo, pero lo cierto era que habían pasado casi tres meses y Sasha seguía distante.
—Pero ¿qué fue lo que pasó? Tuvo que ser algo serio para que Sasha siga molesto...
Richie hizo un gesto, como quitándole importancia. No le diría a Tommy que él era la verdadera causa de la discusión. Eso no serviría de nada.
—Sabes lo susceptible que se pone a veces y lo poco que le gusta que le recuerden sus errores... o que lo critiquen.
—¿Lo criticaste?
—Algo así.
—Pero... ¿por qué?
—Ya sabes cómo es él, siempre quiere tener la razón y le cuesta admitir que quizá se equivocó.
—¿Y?
—Se lo hice notar. Digamos que le hice ver las consecuencias a largo plazo, la forma en que él se ve no es la misma que otros perciben y...
—¿Criticaste su aspecto? —Tommy estaba genuinamente sorprendido. Él encontraba a Sasha perfecto y Richie no era de los criticones. Algo raro pasaba allí.
—Bueno, digamos que a veces exagera. —Richie suspiró. De alguna manera Tommy había interpretado sus evasivas y sacado una conclusión equivocada. Se aferró a esa oportunidad que inconscientemente le brindaba, pensó con desesperación y recordó que Sasha se había resistido con uñas y dientes a usar gafas aunque ahora no se las quitaba jamás—. Sobre todo con esa imagen intelectual que no pega en el Heaven. No le des muchas vueltas, Dragón. Se le pasará.
—Ya veo.
Pero Tommy no veía nada. Si lo que podía deducir de las palabras de Richie era cierto, Sasha estaba haciendo un drama por una tontería. Tendría que hacerlo entrar en razón.
—... y luego del pub, iremos al Heaven. —Tommy terminó de recitar sus planes para el 20 por la noche y Sasha suspiró, resignado. Tendría que pasar toda la noche de su cumpleaños con Tommy y Richie y no estaba seguro de querer verlos juntos ni tener sexo con ambos después de lo que el pelirrojo le había dicho.
—De acuerdo.
—No pareces animado.
—Estoy animado.
Tommy hizo una seña a un mesero del comedor del club Southwater donde comían algo ligero después de nadar y pidió otra botella de agua mineral. Miró a Sasha, que parecía muy concentrado en el diseño de las servilletas y decidió entrar en materia.
—¿Es por la discusión que tuviste con Richie? —preguntó como quien no quiere la cosa.
—¿Qué discusión? —Sasha miró hacia la ventana intentando adivinar qué tanto le habría dicho Richie a Tommy.
—Bueno, la que has tenido con Richie. ¿Recuerdas a Richie? ¿Pelirrojo, fornido y que nos lo hemos follado unas cuantas veces? —bromeó sonriente procurando que Sasha no se pusiera a la defensiva.
—Sí… lo recuerdo. ¿Qué pasa con él?
—Pues eso, Richie me dijo que discutisteis. Claro, después de presionarlo. Aunque no lo parezca, a veces me doy cuenta de las cosas, como de que os he notado un poco tirantes últimamente.
—Ya. —gruñó Sasha—. Richie tiene algunas ideas muy particulares sobre lo que yo debo hacer.
Se hizo un momentáneo silencio y Tommy habló:
—Bueno…tú eres libre de hacer lo que quieras, pero los amigos estamos para aconsejar. Si te dijo algo distinto a lo que piensas, ten en cuenta que seguramente lo hizo preocupándose por ti.
Sasha frunció el ceño.
—Sí, cómo no. Se preocupa por mí, siempre lo hace.
—Claro. —Tommy puso su mano en el antebrazo de Sasha y lo oprimió suavemente—. ¿Acaso dudas de que el cariño de Richie por nosotros sea sincero?
—No —dijo Sasha sin mucha convicción. La conversación estaba tomando un cariz que no le gustaba.
Tommy suspiró imperceptiblemente, pensando en cómo abordar el asunto sin que sonara ofensivo. Finalmente se decidió.