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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Efecto Mariposa (4 page)

BOOK: Efecto Mariposa
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—Aquí —dijo, poniendo su bolso de gimnasia en una banca, y se comenzó a desvestir.

—¿Quieres ir a nadar directamente o te apetece hacer algo de ejercicio con las pesas antes? —preguntó Tommy mientras comenzaba a desnudarse.

—Vamos a nadar —dijo Sasha y tomó su traje de baño para ponérselo con exagerada lentitud. Su vista recorrió el cuerpo de Tommy, que tanto había añorado. Lo encontró más delgado pero no dijo nada.

—Vale. —Tommy se puso el bañador e hizo un gesto hacia la puerta, procurando no mirar directamente a Sasha o sus deseos podrían traicionarlo—. Tú guías, yo aquí me pierdo.

—No necesitarás gafas —dijo Sasha—. Allí abajo hay muy poca luz. Es por aquí. —Lo llevó hacia una escalera en espiral que había al final de los vestidores y Tommy tuvo una vista completa de la enorme piscina subterránea del club, de al menos treinta metros. A su alrededor había algunas tumbonas, aunque la escasa luz artificial hacía que nadie se sintiera muy atraído de sentarse en ellas. La piscina, por supuesto, estaba llena de hombres.

Un empleado con uniforme, posiblemente el encargado de lugar, caminaba con parsimonia a un lado de la piscina, mirando hacia ellos.

—Hola, Joe —saludó Sasha—. ¿Cómo va todo?

—Buenas noches, señor Ivanov. —El empleado se acercó—. Hay mucha gente hoy, incluso ha venido el viejo lord Carlton-Smith. —Señaló a un hombre de unos sesenta años que salía de la piscina.

Tommy lo miró, pensando que estaba en muy buena forma a pesar de su edad, y luego se concentró en la piscina. Había muchos hombres de todas las edades y clases, algunos atléticos y atractivos, otros no tanto. La práctica le había hecho desarrollar una mirada selectiva y pronto localizó a algunos que le parecieron interesantes y que también repararon en él.

Sasha le tocó el hombro, animándolo a avanzar.

—Vamos a nadar. —Había notado las miradas sobre su amigo y ese gesto mostraba que era territorio prohibido.

La penumbra de la piscina la hacía un lugar ideal para miradas que en circunstancias normales no se habrían dado de modo tan abierto. Por ese motivo le había agradado el club, y también porque pensó que en un lugar así, la luz no haría daño a los ojos de Tommy.

—Me gusta tu club.

—Sabía que te gustaría.

Tommy saltó a la piscina y Sasha lo siguió. El agua estaba templada y se sintió vigorizado en ella. Tomando aire, nadó con enérgicas brazadas hacia donde estaba Tommy, que daba lentas vueltas flotando boca arriba, esperándolo.

—Me encanta que tenga poca luz. La mayoría de las piscinas que he visitado casi me han dejado ciego con la potencia de las luces.

Sasha nadó a su alrededor con aire travieso y en la penumbra notó una mirada fija sobre ellos. Un hombre joven de cabello negro apartó la vista al verse descubierto y Sasha sonrió.

—Tenemos un admirador —dijo en voz baja a Tommy.

—Creo que el admirador lo tienes tú —susurró Tommy mirando de soslayo al moreno—. Desde que has entrado a la piscina no te quita ojo.

—Aquí se liga mucho —dijo el ruso en tono confidencial—. Ven, demos un par de vueltas.

Dieron dos vueltas completas a la piscina sin hablar, concentrados en el ejercicio. Tommy pensó que Sasha había estado muy acertado al citarlo allí, sin incomodar a los Andrew. Probablemente irían luego a su apartamento y pasarían la noche hablando y haciendo el amor. Deseaba sentirse amado y deseado, oír palabras de amor, sentir las manos de Sasha tomando posesión de cada parte de su cuerpo. La perspectiva lo entusiasmó.

Sasha estaba complacido de compartir con Tommy su pasatiempo del verano. Después de nadar quería llevarlo a su apartamento y poner en práctica los sueños que había tenido en los últimos meses.

—Paremos ya —pidió Tommy—. No estoy en tan buena forma como tú.

Sasha hizo un dramático gesto y salieron de la piscina para dirigirse hacia las duchas, que estaban a continuación de los vestuarios. Era un lugar luminoso y de inspiración griega: una gran habitación con grifos y mosaicos en las paredes.

Tommy recuperó las gafas especiales que se había hecho para nadar. A causa de la luz, tendría que ducharse con ellas y eso suponía una ventaja: así podría mirar mejor alrededor sin que los hombres desnudos que se estaban duchando se sintieran ofendidos.

Se situaron uno junto al otro. El cuerpo de Sasha reaccionó instantáneamente al ver a Tommy y no hizo nada por ocultarlo. La primera vez que había experimentado una erección en ese mismo lugar, se había sentido abochornado, pero luego descubrió que no era el único y que esa era una señal inequívoca para follar.

Alguien ocupó el lugar junto a Tommy. Era el mismo hombre que los había mirado en la piscina y que ahora le miraba con disimulo el portentoso miembro que ya había comenzado a despertar.

Tommy aprovechó para observarlo tras las gafas. Era alto, casi tanto como él y con el pelo igual de negro, pero ahí se acaban las similitudes. El hombre era increíblemente fuerte, con músculos marcados y un cuerpo de atleta. Y tenía un par de ojos negros que parecían dos profundos pozos que no se apartaban de su miembro.

Tras varias sugerentes miradas, el hombre comenzó a lavarse, pasando el jabón por su cuerpo como si lo acariciara. Sasha hizo una seña a Tommy y le susurró:

—¿Te gusta?

—Es atractivo... ¿Te gusta a ti? —Fue la pregunta hecha en tono despreocupado, aunque en el fondo, Tommy sintió una punzada de celos y un gusto amargo a decepción. En otras circunstancias no habría dudado, pero todo el sufrimiento de su estancia en Escocia hacía que se sintiera especialmente sensible.

Sasha miró de reojo el firme y blanco trasero del hombre, que contrastaba con el resto de su piel bronceada. Su miembro reaccionó inevitablemente: llevaba una semana sin tener sexo.

Cerró la ducha con movimientos lentos y caminó hacia donde había colgado su toalla. Una vez allí, le hizo una señal a Tommy, que cerró el grifo y tras escurrirse el agua, avanzó desnudo mirando de reojo al hombre.

—¿Qué tienes pensado? —le preguntó con disimulo a Sasha mientras se secaba con la toalla.

El ruso consideró el inesperado cambio de planes y se sintió levemente irritado. Habría deseado a Tommy sólo para él, pero la perspectiva de un trío anónimo tenía su atractivo y parecía que a Tommy le gustaba la idea.

—Podríamos ir los tres a un hotel... —dijo Sasha—. Pero no he sacado suficiente dinero. Tendrás que pagar tú.

—No… No tengo dinero para pagar un hotel —dijo vacilante y sonrojado—. No creí que fuéramos a ir a uno y no he cogido tanto dinero.

Sasha lo meditó un momento. Su tarjeta de crédito estaba sobregirada, pero sabía que Tommy tenía más de una.

—Tendrás alguna tarjeta, ¿verdad? La que usas para emergencias.

—La he olvidado, lo siento —inventó. No podía decirle que ya no tenía ninguna tarjeta y apenas dinero para salir. Se maldijo por no haberle pedido dinero a Alex, siempre que lo hacía se sentía muy avergonzado.

El hombre se acercó a ellos y comenzó a secarse con parsimonia. Su mirada se encontró con la de Sasha.

—Hola —dijo—. ¿Venís mucho por aquí?

El ruso lo miró. Era atractivo y no habría tenido reparos en acostarse con él, pero no en el club y desde luego que no en su apartamento. No quería esa clase de intimidad.

—En realidad no —respondió—. De hecho, ya nos íbamos.

Con la toalla enrollada en la cintura, se dirigió a los vestidores.

Tommy, un poco avergonzado, saludó al moreno y corrió tras Sasha. Lo alcanzó cuando se estaba vistiendo.

—Siento haberte chafado el plan… Tal vez él podría haber pagado el hotel… —De pronto se sintió culpable. Era un pobretón y ya no podía ayudar a Sasha.

—Descuida. Debí preveer que esto podría pasar y traer dinero. Además, siempre podemos ir a mi apartamento. Tú y yo.

—Vale. Pero podrías quedar con él para otro día...

Sasha negó con la cabeza. Allí estaba Tommy, impaciente por arrojarlo a los brazos de otro hombre. No acababa de entenderlo y optó por callar, pero cuando salieron del club y Tommy se detuvo, mirando la transitada calle, preguntó:

—¿Dónde dejaste tu coche?

—En Glasgow —respondió Tommy—. Ya me lo enviarán. ¿Vamos en el metro? Me muero por follar.

—Sí —dijo Sasha y la perspectiva de pasar la noche con Tommy le hizo olvidar el asunto del auto.

4

Apenas llegaron al ascensor de Sasha comenzaron a besarse. Era increíble cómo se habían estado conteniendo en el club, donde a la vista de sus cuerpos desnudos lo único que querían era estar uno en brazos del otro.

«Al final me alegro de que no hayamos traído dinero. Así podemos estar solos y aquí. Tommy es sólo para mí esta noche», se dijo Sasha. Abrió la puerta del apartamento y atrapó a Tommy contra ella, besándolo con urgencia.

—¿Has avisado a Alex que te quedarías aquí? —susurró en medio de un jadeo.

—No, pero sabe que iba a estar contigo. No se preocupará.

Sasha volvió a besarlo, arrastrándolo hacia el sofá-cama que acondicionó rápidamente. Sin más preámbulos, se desnudó, dejando a la vista una plena erección. La calentura que había comenzado en la piscina se alzaba ahora orgullosa, mostrando la magnitud de su deseo.

Tommy se desnudó también, esperando las palabras de amor que había soñado, y se tumbó en el sofá-cama, estirándose con su sensualidad innata.

—Te eché de menos —susurró por fin Sasha, apoderándose de su erección—. Creo que hasta tuve pesadillas pensando que tu padre te había castrado.

—Pues tal vez no fue por falta de ganas. —Tommy rió. —. Pero yo no me habría dejado. También te he echado de menos, este verano se me ha hecho terriblemente largo —susurró con voz ronca.

Durante unos minutos sólo se oyó la agitada respiración de Tommy y los gemidos de Sasha, que le devoraba la erección y lo torturaba con los dedos.

—¿Te acuerdas de lo que te dije que quería hacerte?

Tommy recordó la llamada que había sido la causa de su ruina final.

—Sí —murmuró pensando en la voz sensual que le había susurrado contándole cómo sería cada lamida y cada lengüetazo, y se dejó llevar porque lo que sentía ahora era más que palabras: era la lengua de Sasha superando con creces su descripción verbal.

«Sí, todo se arreglará.»

Sasha continuó su tratamiento de besos, lamidas y lengüetazos adorando ese miembro que había despertado tantas miradas en el club. Y era suyo. Al menos por esa noche.

—Parece que no has tenido mucha acción por aquí —observó moviendo los dedos que preparaban su camino a un mayor placer.

—Mi padre me castigó sin salir. —Tommy cerró los ojos con fuerza. La fricción de los dedos de Sasha le traía deliciosas sensaciones—. Y luego aquí he tenido cosas en qué pensar y no me apetecía mucho salir. A lo mejor me he vuelto un ermitaño.

Sasha sintió una punzada de remordimiento. Él había pasado el verano sin limitarse en nada en cuanto a sexo se refería. Pensó en la idea de ser pareja y la descartó al pensar en lo que había ocurrido en el club. Seguramente Tommy querría recuperar el tiempo perdido cuando volviera a clases.

—¿Un ermitaño tú? No lo creo —susurró—. Espera a que vuelvas al club. Tu polla siempre se hace notar. —Lo dijo en un tono que buscaba parecer despreocupado pero sonó duro y Tommy lo sintió.

«Sigue pensando que soy un puto... —Lanzó un gemido prolongado a causa del placer que le daban los dedos de Sasha—. Y a lo mejor lo soy. Cuando tengo sexo es cuando mejor me siento. Sobre todo si es con él.»

Dejó salir el deseo que había reprimido todo el verano. El deseo de fundirse con Sasha, de derramarse totalmente dentro de él y recibir también hasta la última gota de su pasión. Y que durase siempre.

Sasha lo penetró tal vez con demasiada ansiedad, pero habían sido muchos meses de espera, y aunque quería decirle que lo amaba, como había hecho esa memorable noche en que tallaron sus nombres en el árbol, no pudo encontrar las palabras, de modo que lo amó con sexo y caricias, con orgasmos y gemidos, y cuando por fin las últimas gotas del placer de ambos se derramaron, exhaló un último suspiro satisfecho y comenzó a hablar:

—Me gusta trabajar con Grant.

—¿Sí? ¿Más que con Alex?

Sasha lo meditó mientras se acomodaban uno en brazos del otro, disfrutando su intimidad.

—Es diferente y estoy aprendiendo cosas nuevas. Tienen un
software
que les permite registrar mucha información de sus clientes y la usan para proyecciones y para el sevicio post venta. Su departamento de sistemas lo desarrolló y me ha dado ideas para Thot Labs.

Tommy se acurrucó en sus brazos buscando mimos. No le apetecía hablar de trabajo, pero Sasha seguía con lo suyo, convencido de que había que sacar mayor partido de la información.

—Es como en el ajedrez, hay que conocer al adversario, analizar los movimientos... Todo gira alrededor de la información...

Tommy murmuró algo y lo dejó perorar. Al menos Sasha había dejado claro que pensaba volver a Thot Labs y eso le daba tranquilidad, aunque de pronto se le ocurrió que Sasha se abriría camino solo y donde quisiera.

«Y yo ni siquiera entiendo lo que me explica como para ofrecerle un consejo.»

La voz de Sasha se hizo un murmullo hasta que se quedó en silencio. Se había quedado profundamente dormido.

Tommy suspiró y estuvo un largo rato pensando en el nuevo escenario de su vida y el papel que Sasha jugaba allí.

«He cambiado y no es sólo a causa del dinero. Me he quedado sin familia, sin nadie más que tío Joseph... viviendo de la bondad de Alex porque no puedo valerme por mí mismo como Sasha. ¿Me querrá si no soy siquiera capaz de pagar una salida o un hotel?»

Con un nudo en la garganta se levantó evocando esa noche, años atrás, cuando sintió que el mundo se le caía encima porque sus padres lo obligaban a estudiar Literatura. En esa ocasión, el propio Sasha le había aconsejado obedecer para que Stephen no cumpliera su amenaza de echarlo de casa.

«Pero me ha echado. Le da asco lo que soy... Si Sasha supiera... No, no debe saberlo.»

Sasha no tenía balcón, pero sí un patio interior muy pequeño con un fregadero para la ropa y cordeles para colgarla. Encontró allí unos boxers que le recordaron su colección, abandonada por completo ese verano.

«Tendré que pedírsela a Richie...»

Eso le recordó que Sasha no le había hablado del pelirrojo y se le hizo extraño, parecía que no se hubieran visto mucho durante el verano.

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