—Oh, qué entretenido —bromeó Alex. Tommy lo miró de reojo y volvió a su contemplación—. Venga, cuéntame… ¿Qué te pasa? Todos estamos preocupados. Pareces un alma en pena. ¿Has vuelto a pensar en tus padres? —preguntó, sospechando que el desprecio de su familia volvía a afectarlo. No podía entender cómo unos padres podían hacerle eso a su único hijo.
—No… sí… no. Aún sin querer pienso en ello, pero no es por eso que estoy mal —confesó—. Creo que Sasha me evita, y no se por qué… o no quiero saberlo. Si me pongo a pensar razones por las que Sasha no quiere verme, se me ocurren ideas muy malas, a cual peor.
—¿Sasha te está evitando? ¿Por qué lo dices?
—¿No lo ves? No viene. Desde que se fue a Oxford no ha venido ni una sola vez. Ni siquiera a veros a vosotros. Y me lo prometió. Me prometió que vendría… Pero debió hacerlo para que me contentara. —Tommy totalmente deprimido, se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las rodillas dejando su cabeza colgar, derrotado.
Alex habló despacio:
—Sí, lo he notado. Angel y yo pensamos que se estaría instalando y le estábamos dando tiempo. Creo que está un poco avergonzado con lo que pasó. Se extralimitó y le cuesta reconocerlo… Quizá se siente culpable. ¿Le has hablado de lo que ocurrió con tus padres?
—¡No! —exclamó Tommy, sobresaltándolo—. No pienso decírselo jamás, ni vosotros debéis decírselo. Se sentiría culpable y realmente no es su culpa. Nadie me obligó a que hiciera lo que hice. Lo hice porque quise y si alguien tiene la culpa de lo que me ha pasado, he sido yo. Conocía a mis padres y sabía que no les iba a sentar bien. Prométeme que no le dirás nada, prométemelo, por favor.
—Está bien. Ya te lo hemos prometido y respetaremos esa promesa. —Alex se acercó más a él y lo miró con simpatía—. Quizá debas darle tiempo. Vosotros… vosotros habéis…
—¿Hemos? —preguntó Tommy con auténtica inocencia.
—Habéis… Ya sabes… Cuando te fuiste a Oxford sin avisar y te quedaste con Sasha.
—¿... Follado?
—Sí. Eso —aceptó Alex. Le costaba todavía hacerse la idea de ellos juntos de esa manera. Tommy asintió—. Entonces eso quiere decir que todo sigue bien, ¿verdad?
—No lo sé realmente. —Tommy suspiró—. Llevamos años haciéndolo, ¿sabes? No creo que eso haga ninguna diferencia.
—Yo pensé… Olvídalo. —Alex sacudió la cabeza ahuyentando la imagen de sus dos amigos teniendo sexo. Miró a otro lado.
—Oh, vamos. No reacciones en plan virginal, Alex, que no te pega… Ariel es prueba de ello. —Una sonrisa asomó a su rostro. La primera sonrisa que se le veía en todo el día.
Alex le revolvió el cabello como hacía cuando era pequeño.
—Lo sé. Sasha me dijo que lo hacíais, lo que pasa es que todavía no lo asimilo. Lo de vosotros es algo que no entiendo y dudo poder entenderlo algún día. Pero Angel y yo os queremos mucho a ambos.
—No veo qué es tan difícil de entender —dijo Tommy con una sonrisa—. Es una forma de demostrarnos nuestro cariño. Una forma de amor —se atrevió a decir—. ¿Que los dos somos hombres? ¿Qué tiene que ver eso? Es la envoltura. Es como cuando tu familia no aceptaba a Angel por su fortuna y estatus. Son cosas superfluas, es el alma lo que realmente importa. Lo que hay dentro.
—Querido, yo puedo entender que seáis hombres. Me chocó un poco saber eso de ti, pero lo entiendo. Lo que no acierto a entender es cómo podéis hacerlo sin más, sin ningún compromiso, sin ser novios. Y llámame anticuado, pero realmente no lo entiendo.
Tommy entrecerró los ojos ocultos por sus gafas de sol y ensayó una explicación.
—Bueno, somos jóvenes, tenemos un futuro incierto por delante. Lo hemos hablado. En unos años puede pasar cualquier cosa y no nos gustaría estropear nuestra amistad por ir demasiado rápido —argumentó, aunque no se lo veía totalmente seguro. No podía parar de pensar que seguramente Sasha encontraría a alguien mejor que él y ya no le quedaría nada.
—¿Es lo que piensas tú o lo que piensa Sasha? —dijo Alex con suavidad.
—Pues… él lo dijo primero, pero yo… yo estoy de acuerdo. En el futuro pueden pasar muchas cosas, puede ser que conozcamos a otras personas a las que queramos más. —Tommy dudaba muchísimo de que por su parte pudiera pasar, pero no era capaz de creer que Sasha lo quisiera del mismo modo. En el fondo sentía que no lo merecía—. O yo qué sé. Imagina que Sasha se vuelve hetero y quiere tener hijos —bromeó.
Alex rió ante la imagen mental.
—No, no puedo imaginarlo… Aunque lo veo muy unido a Ariel. Creo que Sasha sería un buen padre. De todos modos, eso es algo que vosotros debéis decidir. Venga, anímate. Sasha te quiere mucho. Démosle hasta la próxima semana y si no viene, lo invitaré a pasar Navidad de tal modo que no podrá negarse. ¿Vale?
—Vale, pero si vuelve a buscar excusas para no venir… —Tommy trató de pensar algo que sonara amenazante, pero no le salía—. No sé qué haré… En fin, no te aguaré la velada. ¿No saldréis esta noche?
—No. Esta noche quiero estar en casa… No me gusta alejarme demasiado tiempo de Ariel y Angel. Pero mañana iremos al teatro, espero que puedas acompañarnos.
Tommy se incorporó, animado por la idea de salir con sus amigos y no tener que pensar en qué hacer en el Heaven un sábado por la noche sin Sasha ni Richie.
—Claro, será un placer. ¿Cómo estuvo tu viaje? —se interesó, recriminándose por no haberse preocupado antes por los asuntos de Alex.
—No todo lo bien que querría. Nos han demandado por un antidepresivo señalando que crea adicción y hemos tenido que retirar el fármaco del mercado por precaución, mientras se revisan las pruebas clínicas.
Tommy entendió entonces esos viajes a los Estados Unidos y la insistencia de Angel de que el propio Alex se hiciera cargo de todo. Había sido un egoísta, preocupado por sus propios problemas, para no ver lo que pasaba con sus amigos.
—Yo no tenía idea, Alex. Lo siento mucho…. Algo podrá hacerse, ¿verdad?
—Descuida. Son cosas que pasan y la industria farmacéutica se ha hecho de mala fama últimamente con el escándalo de Rotsche. Pero estoy seguro de que las pruebas saldrán bien. Sir Larry está manejando muy acertadamente el asunto pero salga bien o mal, perderemos dinero a causa del escándalo. Afortunadamente antes de fin de año concretaremos la compra de Praxa Labs y toda su tecnología en genéricos. Eso nos permitirá compensar las pérdidas y generar grandes utilidades en un año o dos.
—Oh. —Todo se reducía a dinero: ganarlo, perderlo… Incluso para Alex.
—¿Qué? ¿Dije algo malo?
—No, lo siento. Pensaba en que el dinero es muy importante después de todo.
Alex le palmeó el hombro con simpatía. Desde lo sucedido con sus padres, Tommy se había vuelto muy sensible en el tema del dinero.
—Es importante. Con él podemos desarrollar nuevos medicamentos y buscar la cura para muchas enfermedades. Angel me insiste mucho en los genéricos y en los medicamentos para pacientes de tuberculosis, cáncer y SIDA. Tenemos dos proyectos importantes y Barbara Elion se ha hecho cargo de uno de ellos.
—Ya. Mi tío Joseph siempre dice que el dinero nos facilita la vida, pero no sé… Él siempre está viajando, ocupado con sus empresas y no lo veo mucho… Siempre habla de retirarse pero al final no lo hace. «El dinero me llama. Temo que sólo me retiraré cuando esté a punto de morirme», me dice. A veces me gustaría que no tuviera tanto dinero y que estuviera conmigo.
—Tu tío es una gran persona, Tommy. Seguramente este verano podrás pasar una temporada con él. —Alex se puso de pie—. ¿Te apetece jugar una partida de Scrabble con Angel?
—Claro. Vamos.
Tommy se levantó un tanto sorprendido por el cambio de tema, pero no dijo más. Alex lo miró avanzar hacia la salita de
bridge
y reflexionó sobre algo de lo que se había enterado en su último viaje, hablando con Eustace Woodward, el socio de sir Larry y abogado de Joseph: el tío de Tommy estaba vendiendo sus empresas y convirtiendo todo su patrimonio en efectivo. Esperaba que no fuera una mala señal. Quizá Joseph pensaba, después de todo, pasar una temporada con su sobrino favorito y ocuparse personalmente de él, o quizá planeara invertirlo en otra cosa. Woodward no tenía la menor idea de lo que se traía entre manos, pero Alex sospechaba que la decisión de Joseph tenía que ver con Tommy.
«En fin, quizá sea otra de sus excentricidades. Con Joseph uno no puede estar seguro de nada.»
Sasha se sacó las gafas para limpiarlas y parpadeó, fatigado. No veía la hora de poder descansar en las vacaciones de Navidad, aunque no le había gustado del todo el tono de Alex cuando lo llamó para invitarlo a Greenshaw Hall: le había parecido demasiado insistente, demasiado ansioso por sacarle una respuesta afirmativa; tanto así que la natural rebeldía de Sasha se había impuesto y había dicho: «Haré todo lo posible, pero no puedo prometer nada. Estoy un poco complicado en estas fechas.»
Era cierto en parte. Los estudios y el trabajo asignado por su tutor ocupaban casi todo su tiempo; y el poco tiempo libre que le quedaba lo dedicaba al gimnasio… y a Derek.
Una sombra le obstruyó la visión y al levantar la vista, encontró precisamente a Derek sonriéndole.
—Hola. ¿Listo?
—Dame unos minutos. —Sasha apagó el computador y dejó su escritorio libre de papeles, sin dejar de dar una apreciativa mirada al muchacho. Otros dos estudiantes de maestría que compartían su oficina también miraban a Derek, con la curiosidad morbosa que suele despertar la homosexualidad. Por un momento se sintió tentado de besarlo delante de ellos, pero en lugar de eso, hizo un ademán hacia Derek y ambos salieron.
—Parece que no les gusto… —murmuró el joven.
—No les hagas caso, me gustas a mí —fue la respuesta del ruso, que se subió el cuello del abrigo para protegerse del frío viento que soplaba en los pasillos del
college
.
Derek se sonrojó y lo tomó del brazo con cierta timidez. Estuvo silencioso por unos momentos, hasta casi llegar a la cafetería. Entonces habló:
—Iré con mis padres a Plymouth a pasar la Navidad. He invitado a algunos amigos, y me gustaría que fueras.
Sasha tenía una excusa en la punta de la lengua, pero algo en el semblante de Derek hizo que no tuviera valor para decepcionarlo. En ese momento se dio cuenta de que tendría que cortar por lo sano o las cosas se saldrían de control.
—Me han invitado los Andrew, pero aún no he confirmado. Lo intentaré, ¿vale?
Esa noche, Alex volvió a llamarlo e insistió con la invitación.
—Y Tommy estará aquí, ya sabes. Creo que se sentiría muy decepcionado si no vienes. Piénsalo, Sasha. A nosotros no nos incomoda para nada vuestra relación.
Así que era eso. Alex creía que había una «relación» cuando la realidad distaba mucho de eso. Sasha no prometió nada: no se sentía preparado para pasar la Navidad con Tommy y los Andrew, que ahora sabían lo que había entre ellos.
Como Sasha seguía sin ir a Londres, el ánimo de Tommy decayó nuevamente. Siempre había exámenes, trabajo, obligaciones y otras tantas excusas para postergar su viaje, a tal punto que cuando llegó el 20 de diciembre, Tommy empezó a temer que no viniera para su cumpleaños a pesar de la invitación de Alex de pasar las vacaciones en Greenshaw Hall.
El 21 recibió una llamada de Sasha y al instante notó que algo iba mal.
—Tommy, soy yo. Escucha… no estoy seguro de poder pasar la Navidad con los Andrew. Ha surgido algo y quizá vaya al campo. Díselo a Alex de mi parte, por favor…
—Er… claro, Sasha. Se lo diré —murmuró, procurando disimular su desencanto.
—Gracias. Tengo que irme… —Hubo una pausa—. Eh, Tommy, te llamaré.
—Sí. Adiós.
Era la primera vez que pasarían la Navidad separados y Tommy no acertaba a entenderlo. Todavía tenía la esperanza de que a última hora Sasha apareciera, pero no quería aferrarse demasiado a ella. De cualquier modo, lo único que deseaba era estar lejos de esas frías paredes que lo hacían sentir cada día más solo, así que apenas terminó su última clase, el 22, se despidió de Alison que partía esa tarde a Cardiff con su familia, y corrió a su habitación donde ya tenía la maleta preparada para irse a Greenshaw Hall.
Procuró mostrarse animado, pero no podía evitar recordar que ya no tenía un padre que lo viniera a buscar, ni una madre esperando para reñirlo en casa.
«No los extraño a ellos —se dijo reflexionando—. Extraño tener una familia propia, como Richie, como Ariel… Como Alison que pasará las fiestas con sus padres...»
Llamó al tío Joseph, pero le informaron que había viajado por negocios y que no lo esperaban para las fiestas, lo que no tenía nada de raro, ya que el tío no celebraba la Navidad.
Iba a ser su primer cumpleaños en el exilio, como decía a su expulsión de la casa de sus padres. Tampoco tendría cerca a su tío, pero lo que más le dolía era que no tendría a Sasha.
La Navidad sin Sasha no sería Navidad. Su cumpleaños, lejos de los brazos de Sasha, se le antojaba un evento soso e inútil. ¿Con quién pasaría Sasha la Navidad? Quizá con Derek, que era lo suficientemente guapo e interesante como para haberlo cautivado.
En cuanto llego a la mansión saludó a sus anfitriones que lo estaban esperando y al ver el ambiente familiar y alegre con que sus amigos esperaban las fiestas y a Ariel entusiasmado en brazos de su madre, se sintió fatal.
—Si me disculpáis, voy a recostarme un rato —dijo en tono casual—. He tenido una semana agotadora con los exámenes y sólo quiero dormir.
No mentía. Quería meterse en la cama y no salir nunca más de ella. Dudaba que Angel lo dejara, pero podría intentarlo.
Entró en su habitación y después de sacar de su maleta las matrioskas que Sasha le había obsequiado, las acomodó en fila sobre el tocador. Eran seis y quizá no hubiera una séptima. No quería pensar en ello.
Se acostó y se cubrió hasta la barbilla, mirando la habitación. Allí estaba su cuadro pero ver al hombre retratado en él no le trajo la felicidad de otras veces.
«Tú tenías a alguien que te quería y no le importó pintarte desnudo para mostrarle al mundo tu belleza y su amor.»
Sasha y él lo habían tenido todo. Habían desafiado al mundo y se habían mostrado a él tal como eran. ¿Qué había salido mal? Quizá en el fondo era que no merecía a Sasha y ahora su amante había encontrado a alguien mejor que él.
Con el trajín de fin de año, Sasha estado soportando bastante bien los deseos de ver a Tommy. Seguía con la idea de la separación autoimpuesta porque de ese modo sentía que se adaptaba mejor; y realmente estaba ocupado, por eso no se le hizo tan difícil. Además, había estado pensando en la propuesta de Derek.