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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (14 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Birdlip, 21 de septiembre, 1941
La idea de transformación en el trabajo parte V

SECCIÓN II. —La última vez se leyó una disertación sobre la necesidad de no tomar todo como si fuera "Yo" en uno mismo. Ya han oído decir que "a menos que un hombre se divida en dos hombres no puede moverse de donde está". Este dicho, al que se recurre a menudo en el trabajo, se refiere al comienzo del proceso de lo que se llama la
separación interior.
Un hombre debe primero dividirse en dos. Pero las próximas etapas de la
separación interior
son aun más complejas.

Permítanme que les dé un ejemplo. Alguien me dijo recientemente que había empezado a ver por primera vez qué significaban la observación de sí y la separación. Dijo: "Siempre tomé las emociones negativas como una parte desagradable de mí mismo. Comprendí mi error". La observación de sí nos mostrará nuestros estados negativos. Pero por regla general se necesita algo más que la mera observación de sí y ésta es la
separación interior.
Y nadie puede separarse de algo que observa, si contempla lo que observa como si fuera él mismo, porque entonces, inevitablemente, el sentimiento de "Yo" pasará a lo que observa. Ha aprendido a decir
de una manera correcta:

"Esto no es mí, ni "Yo". Ahora bien, si toma sus emociones negativas como un trozo desagradable de sí, no será capaz de separarse de ellas. ¿Ven ustedes el porqué? No será capaz de separarse de ellas porque las toma
como si fueran él mismo
y así les da el valor de "Yo". Como se dijo en la última charla, si damos a todo lo que está en nosotros el sentimiento de "Yo", si decimos "Yo" a todo lo que pensamos, sentimos, decimos o imaginamos, nada puede cambiar. Si practicamos la observación de sí sobre esta base, todo cuanto observamos será "Yo". Mientras que en realidad todo en nosotros, hablando prácticamente, es "ello", es decir, una máquina que funciona por sí misma. En lugar de decir "Yo pienso", debemos comprender que estaríamos mucho más cerca de la verdad si dijéramos "ello piensa". Y en lugar de decir "Yo siento" estaríamos mucho más en lo cierto diciendo "ello siente".

Lo que llamamos nosotros mismos, aquello a lo que decimos "Yo", es en realidad un mundo inmenso, mucho más extenso y variado que el mundo exterior que contemplamos a través de nuestros sentidos. No decimos "Yo" a lo que vemos en el mundo exterior. Pero decimos "Yo" a todo cuanto tiene lugar en nuestro mundo interior. Este error necesita muchos años para sufrir una ligera modificación. Pero a veces nos es concedida la clara luz de la comprensión durante un instante y tomamos conciencia de lo que significa el trabajo. Si un hombre atribuye el mal a sí mismo está en una posición equivocada respecto al mal, del mismo modo que si atribuye el bien a sí mismo y el mérito que deriva de él. Cada clase de pensamiento puede penetrar, en su mente; cada clase de sentimiento puede penetrar en su corazón. Pero si los atribuye a sí mismo y dice "Yo" a todos ellos, los ata a su propia persona y no se puede separar internamente de ellos. Se pueden evitar los pensamientos y los sentimientos negativos si no se los toma como uno mismo, como "Yo". Pero si uno los toma como "Yo", se combina uno con ellos, se
identifica
uno con ellos y entonces no se puede evitarlos. Hay estados interiores —en todos nosotros— que es preciso evitar del mismo modo que se evita caminar por el barro en el mundo externo visible. No se debe prestarles atención, no se debe acompañarlos, no se debe tocarlos o dejar que nos toquen. Esta es la separación interior. Pero no pueden practicar ustedes la separación interior si atribuyen todo cuanto tiene lugar en su vida interior invisible —donde en realidad todos vivimos— a sí mismos. Me sorprendieron muchas veces las preguntas que la gente me hacía en lo tocante a pensamientos importunos y molestos. Por ejemplo, personas que se enorgullecen de ser lo que se llama "decentes" a menudo están torturadas por pensamientos e imágenes indecentes; y esto es exactamente lo que sucede cuando una persona se empeña en pensar que todo en ella es "Yo". A este respecto, recuerdo que después de haber abandonado el Instituto en Francia, fuimos a Escocia, a la casa de mi abuelo. Había reunido una importante biblioteca, entre cuyos libros había muchas obras de teología y de moral. Como no tenía otra cosa que leer, pasé algunas de las largas veladas invernales tratando de comprender a qué se referían. Había en ellos los acostumbrados e interminables argumentos sobre la naturaleza de la Trinidad, la naturaleza de la herejía, etc. Entre esos temas discutidos había uno que aparecía con frecuencia y se refería a si éramos responsables o no de nuestros pensamientos. Algunos de los moralistas más severos insistían en la afirmativa, pero algunos teólogos, muertos desde hace mucho tiempo, opinaban que no éramos responsables. Algunos decían que el diablo nos enviaba nuestros pensamientos. Pero ninguno de los escritores que leí examinaba esta cuestión desde un punto de vista psicológico.

Los pensamientos y las imágenes más extraños pueden entrar en nosotros en cualquier momento. Si decimos "Yo" a ellos, si creemos que los pensamos, entonces tienen poder sobre nosotros. Y si tratamos de eliminarlos, vemos que es imposible. ¿Por qué? Repetiré uno de los ejemplos que ilustran esta situación. Suponga que está usted de pie sobre una tabla y trata de levantarla y se empeña para lograrlo con toda su fuerza. ¿Tendrá éxito? No, porque usted está tratando de levantarse a sí mismo y esto es imposible.

Se requiere una considerable reorientación de todo el concepto que se tiene de uno mismo para ser capaz de comprender cabalmente lo que esto significa. Son tantos los topes y las formas de orgullo y las maneras estúpidas de pensar que nos impiden ver cómo es en realidad la situación dentro de nosotros. Nos imaginamos que nos controlamos a nosotros mismos. Imaginamos que somos
conscientes
y siempre conocemos lo que estamos pensando y diciendo y haciendo. Imaginamos que somos una
unidad,
y que tenemos un "Yo" permanente y verdadero y de este modo tenemos
voluntad.
Pero todo esto es un obstáculo y antes que podamos practicar la
separación interior,
es necesario lograr un nuevo sentimiento acerca de uno mismo y acerca de lo que realmente se es.

Birdlip, 21 de septiembre, 1941
Comentario sobre el significado parte I

Podemos llegar a cansarnos tanto unos de otros que toda relación pierda su significado. Se puede llegar a cansarse tanto de un tema que termine por carecer de todo sentido. Una persona puede cumplir su trabajo cotidiano durante años hasta que ya no tenga significado para ella.

Nos interrogaremos ahora sobre el origen del significado. Consideremos, ante todo, si el significado es importante o no. Si decidimos que sí, entonces preguntémonos
qué queremos.
Un excelente modo de formular lo que queremos es éste: "Quiero encontrar un significado a todo", y "me espanta un estado de falta absoluta de sentido". Hace algunos años hablaba al señor O. acerca del sentido. La conversación versaba sobre la posibilidad de la recurrencia, es decir, de vivir la vida otra vez. Es una posibilidad, y si nada cambia en nuestra
esencia —es
decir, en nuestra parte más profunda y más real— entonces la recurrencia de nuestra vida, si llega a ocurrir, será idéntica a la vida por la que hemos pasado. Se vivirá la misma vida, y quizás una y otra vez, pero no conservaremos recuerdo alguno de ella. Esto significa que a la muerte se regresa a la parte del Tiempo en la cual se había nacido, y se nace en el mismo contorno, etc., y se vive otra vez la misma vida porque nada ha cambiado en uno mismo.

El señor O. me preguntó cuál era mi propósito en relación con la posibilidad de revivir mi vida y le dije: "Pensando en mi vida tan lejos como puedo recordar, veo que es muy poco lo que pude aprehender. Fue como un sueño. Tiene escasa significación, y de hecho muchos años se han borrado de mi mente. Me gustaría tener el poder de encontrar sentido a todas las experiencias que tuve, si pudiera revivir mi vida". Dijo: "Sí, está bien. Por regla general no estamos aquí. Como dijo el señor G. de alguien: 'No está nunca en casa'". Prosiguió diciendo más o menos las siguientes palabras:

"Y esto se aplica en realidad a todos nosotros. No estamos nunca en casa, o muy pocas veces. Estamos casi siempre fuera. Por eso nuestras experiencias tienen muy poca o ninguna significación para nosotros". Le dije: "Pero estoy seguro que usted, por ejemplo, recuerda su vida mucho mejor de lo que la recuerdo yo, y que su vida tiene mucho más significado". Replicó: "Sí, pero no de la manera que lo dice usted. He observado cuánto ha olvidado usted. En mi caso, cuando era un niño no me divertía con juguetes. Estaba menos bajo el poder de la imaginación. Comprendí lo que era la vida en una etapa muy temprana". Le dije: "Pues bien, en mi caso, tengo que confesarle que nunca pensé en la vida como en una cosa en la que hay que pensar. Daba todo por sentado". Me dijo: "Sí, es por eso por lo que tenía tan poca significación para usted. Se dejaba simplemente arrastrar por ella, como por un torrente, creyendo que iba a algún lugar, a alguna meta clara. Sólo cuando se comprende que la vida no lo lleva a ninguna parte empieza a tener significación".

En aquella época pensé que esta conversación era muy extraña. La he reproducido, tal como la recuerdo, por lo que expresaban sus ideas. Sin embargo nos servirá de base para hablar sobre la significación.

Aunque la gente no se da cuenta necesariamente de ello, vive por la significación que presta a las cosas, y cuando éstas llegan a carecer de sentido se sienten desesperadas e inútiles. La vida nos ofrece ciertos designios, de otro modo nadie sería capaz de vivir o pensaría que es preferible suicidarse. Pero estos designios no son permanentes. Quizá todos ustedes se han dado cuenta de ello. La imaginación realza la significación de la vida, pero la realidad tiende a degradarla. Claro está, no hay correspondencia alguna entre la imaginación y la realidad. La imaginación no puede penetrar en la realidad, porque son dos cosas enteramente diferentes. Exige a la gente mucho tiempo comprenderlo, a saber, que la imaginación nunca puede cumplirse en la realidad. La imaginación está en un plano, la realidad en otro. No obstante, la gente obtiene buena parte de la significación de la vida sólo de la imaginación. Pero la significación que se forma por la acción de la imaginación no corresponde a la realidad. Por otra parte, la realidad misma tiene su propio sentido, separado por completo de la imaginación. Por ejemplo, una buena cena es "realidad" y no imaginación. Si se trata de separar el significado que deriva de la imaginación y el que deriva de la vida, es decir, de la realidad ordinaria, se verá la gran diferencia que hay entre estas dos fuentes de significación. Consideremos esta frase: "Ha destruido usted todas mis ilusiones". Esta frase se usa en el sentido de que alguien le hace sufrir, le causa daño, lo hiere seriamente, por así decirlo, lo arruina. Las ilusiones están en la imaginación. Si toda la significación que deriva de su imaginación es destruida, ¿es ésta una pérdida? La respuesta es: Sí y no. Es muy posible destruir con inusitada brutalidad el significado que una persona da a las cosas y hacerle daño. Empero, la significación que eventualmente deriva de la imaginación sólo complica la vida y a menudo, posteriormente, impide el desenvolvimiento de situaciones o relaciones verdaderas. Cuando realicé mi primera entrada en la vida, es decir, cuando progresé más o menos independientemente en el mundo, no sabía en absoluto que lo que imaginaba acerca de la vida y de la gente era muy diferente de las posibilidades que me ofrecía la realidad y que podía obtener de ella. Por supuesto, esto no tiene nada de extraordinario. No me considero como algo excepcional por haber tenido tal actitud. En aquella edad era sobre todo imaginación. Es decir, que la significación que daba a la vida derivaba sobre todo de esa fuente. De resultas de ello mis experiencias eran "como un sueño". De hecho, estaba soñando. No estaba aquí. No estaba en casa. Estaba siempre fuera. Porque si el significado que se da a la vida se forma en la imaginación, se está viviendo siempre en la imaginación, de modo que la vida es algo lejano y desagradable. La realidad es irreal. De hecho, no es posible ponerse en contacto con el significado que nos ofrece la realidad. Me han oído repetir muchas veces que cada ser humano sueña con una mujer o un hombre ideal. Hoy en día son muchas las cosas que intensifican tales sueños, cine, novelas cortas, etc. Pero estas criaturas de sueño, formadas en la imaginación, se alimentan de nuestras energías, pues necesitan estas energías para seguir viviendo. Todas estas formas de imaginación obtienen su fuerza de uno mismo. Pero en verdad cabe decir que esto sucede en la mayoría de la gente, a veces a todo lo largo de su vida, y la agota de muchos modos diferentes, tornándola incapaz de cualquier verdadera relación o correcto contacto con gente verdadera. Como ustedes saben, la
imaginación
es una de las cosas a que se refiere el Trabajo diciendo que es preciso luchar y combatirla continuamente. Y quizá algunos de ustedes recuerden que en el Trabajo se refieren algunas parábolas muy drásticas sobre la imaginación. Las mencionaré en otro lugar.

Retornemos ahora a la idea expresada por el señor O.: "Una persona por lo general está fuera. Rara vez está en casa". Si una persona está en la imaginación y en sus designios, entonces está fuera. No está en casa. Tal persona no
lo
ve. Ve su propio sueño, su propia imaginación, su propia ilusión. Esta no es una base muy satisfactoria para una relación verdadera. Una persona debe sufrir un tremendo choque para que pueda pasar de los significados que derivan de la imaginación a los significados que le ofrece la realidad. A este respecto la realidad es a primera vista una cosa insignificante comparada con la riqueza de significaciones que proporciona la imaginación a una persona, tanto de día como de noche.

Han de saber que en el Trabajo se les enseña a verse a sí mismos separados de su imaginación. Esta es una tarea que toma mucho tiempo y es muy difícil y muy penosa. Quizá una persona se crea seductora, pero no se da cuenta que por lo general es grosera y siempre perezosa. Y del mismo modo, es preciso que vea a los demás sin emplear la imaginación. Y esto es también muy difícil. Es la imaginación la que ciega a todos en todas las direcciones. Enceguece a toda la humanidad. Ya han oído uno de los dichos del Trabajo sobre la imaginación que se refiere a la humanidad en general. Compara a la humanidad con personas que están en un vestíbulo de espejos giratorios. Esos espejos están arreglados de tal modo que todos creen que están progresando hacia una meta. Pero en realidad los espejos giran y la gente da vueltas en redondo en un círculo que se repite siempre. Es la imaginación que hace que la gente crea en el progreso. ¡Basta mirar este siglo! Y esta imaginación hunde sus raíces en la imaginación individual que la gente tiene de sí y en los significados enteramente falsos que derivan de su imaginación. Gente imaginaria se encuentra con gente imaginaria. Gente imaginaria se viste de etiqueta para encontrarse con otra gente imaginaria que se ha vestido de etiqueta. Gente imaginaria conversa cortésmente con gente imaginaria. Gente imaginaria se casa con gente imaginaria. Gente imaginaria mata a gente imaginaria —y así sucesivamente—. Y ya que la gente se basa en la falsa personalidad, que se compone enteramente de imaginación, no es de sorprender que las cosas ocurran así. Todos los designios, de hecho, la mayoría por los cuales vive la gente, derivan de la falsa personalidad y por lo tanto de la imaginación. Los verdaderos designios existen separados de los que derivan de la imaginación. Pero es difícil encontrarlos sin la ayuda de algo que no se base en la imaginación. La acción de este Trabajo radica en destruir gradualmente los significados imaginarios y sustituirlos por verdaderos significados. El
Trabajo sobre sí
significa, entre otras, cosas, la destrucción de la imaginación, porque el Trabajo finca en hacer que el verdadero lado de una persona llegue a ser activo y crezca, y el lado falso de una persona se debilite y llegue a ser pasivo. Esto se llama
despertar del sueño.

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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