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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

Todos los niños pueden ser Einstein (14 page)

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Concentrarse.

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Leer correctamente los signos de puntuación. Revisar el significado de estos. Aplicarlos al texto concreto.

Y realizar ejercicios de las técnicas que se proponen en los capítulos dedicados al Subrayado, Resumen y al Esquema.

Algo que no se hace

Para facilitar la lectura comprensiva es preciso hacer algo que la escuela tradicional y la actual no suelen hacer.

Igual que se suele enseñar la comprensión de las palabras. También debería enseñarse el significado de los signos de puntuación al mismo tiempo que a leer oraciones. Esto no suele hacerse. Lo que dificulta enormemente que un niño aprenda a leer textos con comprensión.

Es necesario aprender a leer eficazmente cuando se aprende a leer, no solo a interpretar grafismos aislados.

Velocidad lectora

Hay varios test posibles para conocer el índice de velocidad lectora de un niño, pero bastaría seleccionar un libro donde solo haya palabras. Contar el número de líneas que una persona lee en 1 minuto. El resultado, multiplicarlo por 10 palabras que suele tener de media cada línea. El producto será el número aproximado de palabras que se lee al minuto.

Una lectura eficaz lee a una velocidad entre 500 y 1000 palabras por minuto.

Proponemos esta fórmula para determinar el índice de velocidad lectora, porque aunque no es exacta, es igual de útil que cualquier otra, ya que de lo que se trata es de mejorar el índice, sea este el que sea.

Así, una vez hayamos determinado un índice de velocidad con la fórmula que se propone, habrá que intentar batir el propio récord e ir superándolo y mejorando nuestra lectura.

Al principio se intentará mejorar la velocidad por separado de la comprensión. Y ésta con independencia de la velocidad. Pero con el tiempo, habrá que unificar ambas en los ejercicios de entrenamiento.

Ejercicios para aumentar la velocidad

Una vez estén unificados, se puede entrenar al niño a leer eficazmente:

— Saltándose palabras. No es necesario leer todas las palabras e incluso no todos los párrafos (si contienen ejemplos, argumentaciones, datos), para captar eso sí el con— tenido del texto, comprender y ser capaz de resolver las preguntas: ¿Cuál es la idea principal que pretende transmitir?, ¿cuáles las ideas secundarias?

— Además se podrán hacer ejercicios de localización de una información determinada escondida en el interior de un texto. Tardando cada vez menos en encontrarla en textos similares.

— También puede ampliarse el campo visual con el ejercicio que sigue:

Cronometrándose, anotar lo que se tarda en leer de izquierda a derecha cada serie de las siguientes palabras. Podemos así leer desde
«a io»
hasta
«tos he has»
(de la serie A) lo más rápido posible y anotarlo. Intentar mejorar el tiempo empleado.

Hacer lo mismo con las diez primeras filas de la serie B. Tras anotar el tiempo. Intentar mejorarlo en las siguientes diez de la misma serie B. Así hasta mejorarlo sensiblemente. Si se quiere tener una orientación, una cifra veloz sería unas 240 palabras por minuto. Pero lo importante es mejorar con independencia de donde se parta.

Entonces, pasar a la serie C. Hasta conseguir al menos unas 350 por minuto.

Pasar entonces a la serie D.

Después a la serie E.

Además de palabras

Además de relatos o textos expositivos, también hay que aprender a leer con eficacia gráficos, esquemas, diagramas, ilustraciones, tablas, cuadros sinópticos...

Cuya mejor forma de aprender a leer con rapidez y comprensión es con la práctica: leyendo muchos.

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Aprender a resolver problemas

Para resolver problemas no hay nada como aprender a resolverlos. Y los problemas los hay de una limitada variedad y todos son divisibles en elementos, generalmente tres o cuatro a lo sumo. Aislarlos para analizarlos y ensamblarlos de nuevo en la propia imaginación, siguiendo el método que cada tipo de problema requiere asegura el éxito de su solución. Porque todo los problemas que se les plantea al ser humano este es capaz de resolverlos. Juan Ignacio Cirac lo aprendió en su adolescencia madrileña y con 41 años ganó el Premio Príncipe de las Ciencias, hoy es uno de los más prestigiosos científicos del mundo, firme candidato al Premio Nobel. Todos los problemas tienen solución. Y todos los seres humanos tienen potencialmente la capacidad de resolver todos los problemas que al ser humano se le platean. El obstáculo está en afrontarlo con:

— El esfuerzo que requiere.

— La constancia.

— Y, sobre todo, la habilidad para encontrar la solución.

Problemas de todo tipo

Cada mente tiene un modo preferido, más directo, de resolver problemas; y junto a él, otro alternativo. Del que hablaremos después. Cuya eficacia desconocemos y ello nos hace ser mediocres cuando podíamos ser geniales.

Dos son los modos de resolver problemas, que podríamos reunir describir bajo las expresiones:

Buscar a ras de tierra:

— Y entonces se es cuidadoso,

— paciente,

— lógico,

— no se tolera la incertidumbre,

— se huye de toda corazonada, ambigüedad o conjetura mientras se busca la respuesta.

— se analizan los detalles más pequeños,

— se es sistemático y se pasa de una conclusión a la siguiente.

O buscar a vista de pájaro:

— Con un enfoque más intuitivo y menos sistemático.

— Prefiriendo ver la cuestión desde un punto de vista más amplio.

— Por intuición, no por análisis.

— Recorriendo rápidamente la información de que se dispone y elaborando una serie de soluciones posibles, que someter a prueba.

— Al disponer de un punto de vista más amplio, puede hallar la solución más rápidamente, pero también corre el peligro de olvidar algún punto importante, donde esté la solución.

¿Cuál emplear?

Depende de la persona, y depende del problema. El que tiende a ir a ras de tierra, buscará una única solución correcta. El que suele sobrevolar el problema como un pájaro, tenderá a buscar todas las soluciones posibles. Hay problemas en los que la primera estrategia da más resultados. Y otros, que la segunda.

La causa está no solo en que haya dos formas de resolver problemas, sino realmente dos tipos de problemas.

Tres elementos básicos

Pese a ello, todos los problemas tiene tres elementos básicos: datos, operaciones y objetivos. Elementos que hay que identificar con precisión y saber sus implicaciones, para abordar la solución de cualquier problema.

Desvelar la construcción de un problema es distinguir estos elementos básicos que lo componen.

Una vez interpretados cada uno de estos elementos por separado, será hora de simplificar el problema.

Simplificar el problema

Es más fácil resolver dos problemas pequeños que uno grande, por lo que se ha de descomponer el problema en las partes mínimas posibles. Se trata de reducir los elementos del problema en unidades más manejables.

Además, se deberá emplear un esquema que poder dibujar para entender mejor la relación de cada una de las partes en las que el problema se ha descompuesto, para darle solución.

Y siempre el modo alternativo

Dijimos que, además, junto al modo a ras de suelo y a vista de pájaro, había otro modo de resolver un problema: el modo alternativo.

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